En una reciente entrevista con la revista Diners, Catalina Castro Blanchet compartió el proceso detrás de la creación de su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, publicado en 2024. En esta obra, Catalina rinde un sentido homenaje a su padre, el renombrado cronista colombiano, compartiendo anécdotas, memorias y reflexiones sobre su legado y su impacto en el periodismo nacional. A continuación, reproducimos parte de la entrevista con Catalina, quien nos brinda una mirada íntima sobre la investigación y la escritura de esta significativa obra.
DINERS: Este libro viene gestionándose hace muchísimos años. ¿Cómo surgió la idea?
Catalina Castro Blanchet (CCB): Este libro lleva gestionándose desde hace más de 10 años, aproximadamente desde 2010 o 2012. La idea surgió por mi esposo, que es francés, quien comenzó a amar este país a través de las historias de mi papá. Sentarse a hablar con mi papá era descubrir el país de una forma diferente, y las historias detrás de las historias eran hipnotizantes. Mi esposo le sugería que escribiera algo así como sus memorias, pero durante muchos años mi papá no se decidía. En 2019, cuando publicó su último libro, Huellas, vi que era una ventanita abierta a ciertas anécdotas de su vida, y decidí proponerle que escribiéramos este libro a cuatro manos. Finalmente, mi papá aceptó y comenzamos la investigación juntos, pero en 2021 él falleció y quedé yo con una promesa por cumplir.
DINERS: ¿Cómo fue el proceso de trabajo con Germán Castro Caycedo?
CCB: La investigación fue una prolongación de nuestra relación padre-hija. Desde niña estuve involucrada en su trabajo, ya que siempre nos mantenía informadas en casa. Mi mamá también estaba muy involucrada; ella era su correctora. Este proyecto fue adentrarse más profundamente en su trabajo. Mi papá me hablaba de una crónica, yo la leía y eso me llevaba a otra. En algún momento me dijo: “Me das la oportunidad de darme cuenta de cuánto he hecho”. Para la escritura estaba yo, aunque no soy escritora. Me dejó con ese reto enorme, pero fue un proceso muy especial.
DINERS: ¿Cómo fueron esos años después de su partida?
CCB: Fueron muy duros. Pasar de un relato en tercera persona a uno en el que debía involucrar el «yo» fue un reto enorme. Ese «yo» era un arquitecto en duelo que necesitaba encontrar su voz legítima. Pasé ocho meses buscando una estructura que me permitiera reunir todo, y finalmente opté por una secuencia rota con un hilo conductor: la última semana de mi padre. Desde ahí pude vincular nuestra relación, sus análisis, su trabajo y mi proceso de duelo.
DINERS: Durante estos años de trabajo, ¿hubo algo que te sorprendió?
CCB: Me sorprendió la magnitud del trabajo heroico de mi papá. Mantener su independencia en un país como Colombia es admirable. Nunca pisó una facultad de periodismo o de comunicación, pero sí cursó dos semestres de antropología para entender las nueve naciones culturales colombianas. Inventó su propia metodología, siempre abordando los hechos desde el lugar donde ocurrían, dándole voz a todos, desde el campesino hasta figuras como Pablo Escobar o Tirofijo. Fue un trabajo monumental.
DINERS: ¿Hay alguna historia que te haya conmovido en especial?
CCB: Muchas de las historias ya las conocía, pero durante el proceso de escritura, en medio de mi duelo, fue hermoso reencontrarme con los recuerdos. Escribir el libro fue como volver a viajar por Colombia junto a mi padre. Recordar cuando viajé al Amazonas por primera vez o los encuentros con juglares en la costa, todo fue un viaje por mi memoria y sus crónicas.
DINERS: ¿Cómo era Germán Castro Caycedo como padre?
CCB: Para mí siempre fueron la misma persona. Germán Castro Caycedo era periodista las 24 horas del día, pero también fue un padre excepcional. Tuvimos una relación muy especial, con una comunicación muy fuerte, tanto en lo escrito como en los silencios. Mi padre siempre me dio total libertad de pensamiento y me acompañó celebrando cada logro de mi vida.
DINERS: Cuéntanos sobre la fotografía de la portada.
CCB: La fotografía fue tomada por Carlos Caicedo, un fotógrafo que conoció a mi papá mientras trabajaba en El Tiempo. La foto fue tomada al final de la escritura de El Hueco, y en ella estamos mi papá y yo en su estudio, rodeados de los objetos y amuletos que recogió durante sus viajes por todo el país.
Mira el video de la entrevista aquí: