Catalina Castro Blanchet, hija del periodista Germán Castro Caycedo, fue entrevistada por Laura Galindo, editora cultural de RTVC Noticias, para hablar sobre su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo.
En esta conversación, Catalina comparte detalles sobre la creación del libro, las enseñanzas que le dejó su padre, y el reciente homenaje que RTVC rindió al periodista al inaugurar una sala de redacción en su nombre. A continuación, la entrevista completa:
Laura Galindo (LG): Hola a todos, bienvenidos a Noticias Culturales. Hoy suceden dos cosas muy importantes. La primera es que en RTVC Noticias, en el Sistema de Medios Públicos, inauguramos la sala de redacción Germán Castro Caycedo. Y la segunda, que mi invitada de hoy es la autora de este libro, Mi padre, Germán Castro Caycedo, Catalina Castro.
Catalina Castro Blanchet (CCB): Laura, muchas gracias. Me hiciste lagrimear con esa canción. Gracias.
LG: La escogí porque tengo entendido que era una de las que le gustaba a Germán Castro Caycedo.
CCB: Sí, le gustaba. Creo que, además, él siempre hizo las cosas a su manera. Y al escribir este libro, yo también le dije: “Papá, esta vez yo también voy a hacer las cosas a mi manera”. Entonces, me llega al alma, me emociona mucho. Gracias.
LG: Qué bonito. Este libro, de alguna manera, tiene una estructura epistolar, ¿no? Son cartas, además de los textos de Germán Castro Caycedo, y hay unos códigos QR para leer sus columnas. También hay unas cartas entre usted y él que son muy emotivas. ¿Cómo llegó a ese formato y cómo fue el proceso?
CCB: La idea era escribir este libro con mi papá, hacerlo a cuatro manos. Yo no soy escritora, soy arquitecta, así que estaba tranquila, pero mi papá se me fue antes de empezar a escribir. Estuve mucho tiempo buscando una estructura para legitimar mi voz, porque ya no funcionaba la tercera persona. Encontré una secuencia rota entre la última semana de mi papá y su vida. Las cartas fueron una manera de dejar entrar su pluma en el relato de una forma más íntima. Mi papá y yo tuvimos una relación epistolar que duró toda la vida, desde el día de mi nacimiento, cuando él me escribió la crónica de ese día.
LG: Gracias a esas crónicas maravillosas y a todos esos libros, Germán Castro Caycedo se convirtió en un referente para todas las generaciones de periodistas que lo hemos seguido. Y tanto es así, que ahora le rendimos homenaje en nuestra sala de redacción. Tengo entendido que esto fue una sorpresa para usted.
CCB: Exactamente, no teníamos ni idea. Agradezco en nombre de mi papá este gran homenaje. Sé que, desde donde esté, estará acompañando e iluminando a estos periodistas con este oficio tan noble y tan importante en el país.
LG: Hay un capítulo dedicado a las Fuerzas Armadas y otro a los paramilitares. Siempre nos han dicho que el periodismo debe ser objetivo, pero lo hacen seres humanos, así que es difícil lograrlo. ¿Cómo manejaba Germán Castro Caycedo ese equilibrio?
CCB: Mi papá siempre dijo que la objetividad no existe en la medida en que hay seres humanos de por medio. Existe la precisión y el equilibrio, y la forma de llegar a eso es mostrar todas las caras de un problema, desde la guerra hasta la Colombia profunda. Eso es parte de su metodología y una de sus grandes enseñanzas. Aplicó este principio a lo largo de sus 60 años de ejercicio profesional en todos los medios que tocó.
LG: Germán Castro Caycedo se metió en lugares muy peligrosos. Como niña o adolescente, ¿era consciente de esos riesgos? ¿Cómo lo manejaban en familia?
CCB: Creo que nunca se manejó como tal. Para mí, mi papá no era Germán Castro Caycedo, era simplemente mi papá. Las situaciones de riesgo las enfrentamos en familia, pero muchas de ellas las vine a descubrir escribiendo este libro. Creo que sí me protegieron, pero también creo que mi papá nunca tuvo miedo. Siempre decía que sus armas eran la independencia y mostrar el país desde todos los ángulos. Eso lo respetaban todos los sectores, incluso cuando lo criticaban.
LG: ¿Tiene algún libro favorito de su padre?
CCB: Mi libro favorito es El Cachalandrán Amarillo, aunque no es de los más conocidos. Me liga mucho a mi padre porque recoge mitos y leyendas de Colombia. Son 26 relatos. Para ese libro viajé con él a varios rincones a escuchar a juglares contarnos esas historias. Es el libro que tengo al lado de mi cama porque es mi papá contándome historias antes de dormir para ahuyentar mis miedos.
Catalina Castro Blanchet presentó en Bitácora, programa de Javeriana Estéreo, su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, en el que rinde homenaje a la vida y obra del gran cronista colombiano. A lo largo de la entrevista, Catalina habló sobre el proceso de creación de este libro, los desafíos de seleccionar material entre la vasta obra de su padre, y los momentos más íntimos que compartió con él, tanto en lo personal como en lo profesional. A continuación, transcribimos la conversación completa entre Catalina y el periodista José Vicente Arizmendi.
José Vicente Arizmendi (JVA): Catalina, buenas noches, bienvenida a Bitácora.
Catalina Castro Blanchet (CCB): José Vicente, buenas noches, muchas gracias por invitarme.
JVA: Con una obra del tamaño de la de su papá, no solamente en libros, sino en artículos de prensa y en material audiovisual, ¿escoger qué incluir en este libro y qué no fue una tarea difícil?
CCB: Sí, fue muy difícil, sobre todo porque el trabajo de mi papá estuvo difundido en muchos medios: prensa escrita, radio, televisión, sus libros… Realmente, cada crónica me llevaba a otra y descubría un nuevo universo. Ya cuando tuve la estructura del libro, eso me permitió escoger por temas y dejar afuera aquellos que no estaban relacionados con los grandes ejes que seleccioné, como la selva, las naciones culturales, la denuncia, el conflicto armado y el medio ambiente. Lo que facilitó un poco fue que fueron temas constantes en su vida, así que de cada uno escogí tres o cuatro crónicas para profundizar, buscando que tuvieran algún lazo con anécdotas personales o con mi historia de vida junto a él.
JVA: Me llamó la atención que en las páginas del libro hay códigos QR. Uno los escanea y puede acceder a la pieza original. ¿Cómo surgió esta idea?
CCB: Esa fue una idea de la editorial. En una de las primeras versiones, el libro era mucho más largo. Entonces, una de las soluciones para recortar y facilitar la lectura fue incluir los QRs. Cuando seleccioné los artículos y programas en los que iba a profundizar, los fuimos subiendo a la página web de mi papá, que mi mamá mantiene viva. Pienso que es una gran ayuda para el lector, porque puede leer los textos originales y no quedarse solo con la interpretación en el libro.
JVA: En el texto, a veces te refieres a Germán Castro Caycedo como “mi padre” y otras veces como “Germán”. ¿Cómo manejaste esa diferencia?
CCB: Al principio, cuando comencé a trabajar con él, la idea original era hacer un libro de preguntas y respuestas. Pero me parecía un poco aburrido como lectora, así que comenzamos a pasar algunas partes a la tercera persona. Luego, cuando él falleció, necesité legitimar mi voz. En ese momento, la narración cambia de la tercera a la primera persona. Cuando hablo de mis recuerdos o de mi duelo, es “papá”. Cuando hablo de su trabajo, intento ser más observadora y me refiero a él como “Germán”. Sin embargo, no fue una regla estricta.
JVA: En algunos momentos del libro también se utilizan diferentes tipos de letra para distinguir estas voces.
CCB: Sí, fue una elección gráfica. Mientras trabajaba el manuscrito en mi computadora, lo llamaba «la cronología», que es la cronología de la última semana de mi papá, y estaba en azul. Todo lo demás estaba en negro. Fue difícil diagramar el libro, ya que había relatos íntimos, el trabajo de mi papá, las cartas, las citas y las referencias. Aunque el lector puede tardar un poco en acostumbrarse, pienso que quedó bien, porque forma parte del viaje de descubrimiento.
JVA: El lector encontrará pequeñas historias detrás de muchos de los libros y programas importantes de Germán Castro Caycedo, como Enviado Especial, su paso por El Tiempo y por RTI. Además, conversaste con muchas personas cercanas a él.
CCB: Sí, hablé con muchas personas. Las primeras entrevistas las hice con mi papá, como su director de fotografía y su asistente durante 15 años. Por ejemplo, en una de las entrevistas con Billy Balsecki, director de fotografía en el primer año de Enviado Especial, revisamos juntos programas de la selva. Fue muy bonito porque ellos volvieron a vivir esos momentos. También hablé con personas cercanas como Julio Sánchez Cristo y, para el contexto histórico, con Otty Patiño, Camilo González y Darío Villamizar, entre otros.
JVA: Catalina, compartías con tu padre una afición que hoy en día es políticamente incorrecta: la tauromaquia. Cuéntanos más sobre eso.
CCB: Mi papá empezó en la radio como comentarista taurino en la emisora Mariana y luego fue reportero del Ruedo de Madrid durante seis o siete años. Era un gran aficionado y conocedor de la fiesta brava. Desde muy pequeña me introdujo en este mundo; creo que mi primera corrida de toros fue a los cuatro años. Mi mamá nunca asistía, ya que no le gustaba, y también porque sabía que era un espacio que nos pertenecía a los dos. Vivimos muchas anécdotas en el ruedo y fuera de él, y muchas etapas de nuestra vida fueron una alegoría a la fiesta brava.
JVA: Pues es un libro que le hace justicia a la vida de un hombre muy importante para este país y para el periodismo. Catalina Castro Blanchet, muchas gracias por acompañarnos esta noche en Bitácora.
En una reciente entrevista con la revista Diners, Catalina Castro Blanchet compartió el proceso detrás de la creación de su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, publicado en 2024. En esta obra, Catalina rinde un sentido homenaje a su padre, el renombrado cronista colombiano, compartiendo anécdotas, memorias y reflexiones sobre su legado y su impacto en el periodismo nacional. A continuación, reproducimos parte de la entrevista con Catalina, quien nos brinda una mirada íntima sobre la investigación y la escritura de esta significativa obra.
DINERS: Este libro viene gestionándose hace muchísimos años. ¿Cómo surgió la idea?
Catalina Castro Blanchet (CCB): Este libro lleva gestionándose desde hace más de 10 años, aproximadamente desde 2010 o 2012. La idea surgió por mi esposo, que es francés, quien comenzó a amar este país a través de las historias de mi papá. Sentarse a hablar con mi papá era descubrir el país de una forma diferente, y las historias detrás de las historias eran hipnotizantes. Mi esposo le sugería que escribiera algo así como sus memorias, pero durante muchos años mi papá no se decidía. En 2019, cuando publicó su último libro, Huellas, vi que era una ventanita abierta a ciertas anécdotas de su vida, y decidí proponerle que escribiéramos este libro a cuatro manos. Finalmente, mi papá aceptó y comenzamos la investigación juntos, pero en 2021 él falleció y quedé yo con una promesa por cumplir.
DINERS: ¿Cómo fue el proceso de trabajo con Germán Castro Caycedo?
CCB: La investigación fue una prolongación de nuestra relación padre-hija. Desde niña estuve involucrada en su trabajo, ya que siempre nos mantenía informadas en casa. Mi mamá también estaba muy involucrada; ella era su correctora. Este proyecto fue adentrarse más profundamente en su trabajo. Mi papá me hablaba de una crónica, yo la leía y eso me llevaba a otra. En algún momento me dijo: “Me das la oportunidad de darme cuenta de cuánto he hecho”. Para la escritura estaba yo, aunque no soy escritora. Me dejó con ese reto enorme, pero fue un proceso muy especial.
DINERS: ¿Cómo fueron esos años después de su partida?
CCB: Fueron muy duros. Pasar de un relato en tercera persona a uno en el que debía involucrar el «yo» fue un reto enorme. Ese «yo» era un arquitecto en duelo que necesitaba encontrar su voz legítima. Pasé ocho meses buscando una estructura que me permitiera reunir todo, y finalmente opté por una secuencia rota con un hilo conductor: la última semana de mi padre. Desde ahí pude vincular nuestra relación, sus análisis, su trabajo y mi proceso de duelo.
DINERS: Durante estos años de trabajo, ¿hubo algo que te sorprendió?
CCB: Me sorprendió la magnitud del trabajo heroico de mi papá. Mantener su independencia en un país como Colombia es admirable. Nunca pisó una facultad de periodismo o de comunicación, pero sí cursó dos semestres de antropología para entender las nueve naciones culturales colombianas. Inventó su propia metodología, siempre abordando los hechos desde el lugar donde ocurrían, dándole voz a todos, desde el campesino hasta figuras como Pablo Escobar o Tirofijo. Fue un trabajo monumental.
DINERS: ¿Hay alguna historia que te haya conmovido en especial?
CCB: Muchas de las historias ya las conocía, pero durante el proceso de escritura, en medio de mi duelo, fue hermoso reencontrarme con los recuerdos. Escribir el libro fue como volver a viajar por Colombia junto a mi padre. Recordar cuando viajé al Amazonas por primera vez o los encuentros con juglares en la costa, todo fue un viaje por mi memoria y sus crónicas.
DINERS: ¿Cómo era Germán Castro Caycedo como padre?
CCB: Para mí siempre fueron la misma persona. Germán Castro Caycedo era periodista las 24 horas del día, pero también fue un padre excepcional. Tuvimos una relación muy especial, con una comunicación muy fuerte, tanto en lo escrito como en los silencios. Mi padre siempre me dio total libertad de pensamiento y me acompañó celebrando cada logro de mi vida.
DINERS: Cuéntanos sobre la fotografía de la portada.
CCB: La fotografía fue tomada por Carlos Caicedo, un fotógrafo que conoció a mi papá mientras trabajaba en El Tiempo. La foto fue tomada al final de la escritura de El Hueco, y en ella estamos mi papá y yo en su estudio, rodeados de los objetos y amuletos que recogió durante sus viajes por todo el país.
La arquitecta bogotana, Catalina Castro Blanchet, quien recientemente presentó su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, conversó con Diners y compartió una selección de los cinco libros imprescindibles en su biblioteca personal. Estos textos, diversos en temática y estilo, revelan las influencias que han marcado su vida y su formación, tanto en lo personal como en lo profesional.
En el encuentro, realizado en la librería La Verbena de Bogotá, Catalina expuso cómo estos libros han influido en su manera de ver el mundo y abordar su trabajo, tanto en la arquitectura como en la escritura. A continuación, los títulos recomendados por la hija del legendario cronista colombiano.
1. Los paraísos artificiales, de Charles Baudelaire
Este ensayo profundo la llevó a comprender la poesía de Baudelaire. En palabras de Catalina, «es una lúcida explicación de la obra de Baudelaire, entre polos opuestos que diagraman un círculo». Al leerlo, Catalina reflexiona sobre las dicotomías entre el ideal y la caída, el ascenso moral y la melancolía, elementos que son fundamentales para entender la naturaleza poética de poeta francés.
2. El manantial, de Ayn Rand
Esta novela, ambientada en la Nueva York de los años veinte, narra la lucha entre dos arquitectos que representan ideales opuestos. Catalina destaca cómo Rand aborda la lucha entre lo auténtico y las apariencias, una dicotomía que también marca las relaciones humanas dentro del relato. “El amor aquí es una fuerza destructiva o un manantial de redención”, comenta Catalina, resaltando las similitudes con sus propias reflexiones sobre las relaciones y la autenticidad en la creación.
3. De qué hablo cuando hablo de correr, de Haruki Murakami
Un texto que le resultó motivante mientras escribía su libro sobre Germán Castro Caycedo. Catalina cuenta que Murakami, al igual que ella, utilizaba la disciplina y la resistencia no solo para correr, sino para enfrentar los desafíos de la escritura. «Este libro me dio explicaciones a muchas preguntas sobre el ejercicio de escribir», comparte Catalina, subrayando la conexión entre su proceso creativo y el enfoque disciplinado del autor japonés.
4. La última escala del Tramp Steamer, de Álvaro Mutis
Este texto de Mutis es para Catalina el compendio del lirismo y la carga simbólica que caracteriza al autor. “Es la triste historia de un querer transitorio, del naufragio del carguero y del amor», señala Catalina, quien describe la obra como un viaje a través de paisajes y recuerdos que se siente como una experiencia cinematográfica.
5. Carmen, de Prosper Mérimée
Una obra que le permitió tener profundas conversaciones con su padre sobre el destino y la libertad. Germán Castro Caycedo describió a Carmen como un símbolo del desafío entre el toro y el torero, entre la transgresión y la fatalidad. «Carmen es la figura arquetípica de la pasión romántica, es la rebelión contra las leyes sociales y su belleza infringe los códigos de la época», recordó Catalina, reflejando la influencia de esta obra en su vida personal y en sus conversaciones con su padre.
Este es un acercamiento a las influencias de Catalina Castro Blanchet, una mujer marcada por la profundidad de los textos que la han acompañado y las conversaciones que emergieron de estos libros con su padre, Germán Castro Caycedo.
Nota original y fotografía destacada de RTVC Sistema de Medios Públicos.
“Para contar bien, entre otras cosas, hay que tener abundancia de información. Si hay superávit, no es necesario inventar nada. De eso se trata el periodismo”.
Germán Castro Caycedo
🗞️La sala de redacción ‘Germán Castro Caycedo’ de @RTVCco será el lugar donde los periodistas del sistema informativo público convergente más importante del país, asumen el compromiso de enaltecer el legado de uno de los nombres más importantes de Colombia. pic.twitter.com/HHufvjXBvC
Era el mediodía del 29 de agosto de 2024. Cables, grúas, micrófonos y cámaras ocupaban cada rincón de lo que sería la nueva sala de redacción de RTVC. La atmósfera estaba cargada de expectativas, mientras los periodistas se preparaban para continuar el legado de periodismo auténtico, desde las regiones y el territorio desde esta nueva sala, como siempre lo soñó Germán Castro Caycedo.
A las seis de la tarde, la emoción se apoderaba del lugar. Periodistas, colaboradores y empleados de todas las marcas de RTVC Sistema de Medios Públicos llegaban al recinto, acompañados por el sonido de la música que anunciaba el inicio de algo especial.
Laura Galindo, periodista cultural de RTVC Noticias, con su carisma y simpatía, comenzó a mostrar lo que sería la futura sala de redacción. En medio de los escritorios, donde se tejen las historias que informan al país, se encontró con Óscar Emilio Bustos, discípulo de Germán Castro, quien describió al maestro como un hombre de grandes lecciones, que siempre alentaba a ir al lugar de los hechos para vivir un periodismo auténtico y visceral.
🎉 Celebramos la inauguración de la Sala de Redacción Germán Castro Caycedo y hablamos con algunos de los integrantes del equipo para que nos cuenten la importancia de este homenaje a uno de los grandes cronistas colombianos.
Después de las palabras de Bustos, llegó el momento de revelar al arquitecto de esta sala de redacción. Hollman Morris, gerente de RTVC, afirmó: “El país estaba en mora de hacerle un homenaje a un gran ser humano y a un gran periodista como lo fue Germán Castro Caycedo”.
🎙️ "El periodismo, así como puede ser una herramienta para iluminar a la humanidad, también puede acabar reputaciones y personas… Las filtraciones sin contexto y sin análisis hacen mucho daño", @HOLLMANMORRIS, gerente de RTVC.
Minutos después, Morris se colocó detrás de un mural de Germán Castro y, sentado frente a los micrófonos de Radio Nacional, dio la bienvenida a Gloria Moreno, la compañera de Germán durante más de 40 años. Gloria subrayó la importancia de las salas de redacción y la necesidad de recuperar la pasión por el periodismo, destacando, como lo hizo Morris, que este oficio está en crisis.
👩🏻📰 Gloria Moreno, viuda de Germán Castro Caycedo, nos habla del valor de las salas de redacción y de la necesidad recuperar la pasión por el periodismo.
También estuvo presente Gustavo Castro Caycedo, periodista y hermano de Germán, quien destacó la labor de Hollman Morris como gerente del Canal Capital, afirmando que Morris nunca sacrificó la verdad por conveniencia. Gustavo tildó a su hermano como el cronista más importante que ha tenido Colombia; como el mejor cronista que ha tenido el país en la historia.
🎙️"Se trata de un homenaje no solamente al cronista más importante que ha tenido Colombia, al mejor cronista que ha tenido el país en la historia": Gustavo Castro Caycedo, hermano de Germán Castro Caycedo.
Finalmente, en medio del noticiero de las 7 de RTVC, la familia de Germán—Gustavo, Gloria y su hija Catalina—inauguró la sala de redacción más grande y digna de Colombia.
“Que sea un espacio de inspiración, de compromiso, de trascendencia, de ejercer este oficio tan bello con mucha pasión, con mucha ética», finalizó Gloria Moreno, cortando una cinta con los colores de la bandera del país.
🎙️🇨🇴¡Este es el momento exacto en que se inaugura la nueva sala de redacción Germán Castro Caycedo en RTVC Noticias!
"Que sea un espacio de inspiración, de compromiso, de trascendencia, de ejercer este oficio tan bello con mucha pasión, con mucha ética": Gloria Moreno, esposa de… pic.twitter.com/xl2Wz4YprW
Catalina Castro Blanchet, hija del fallecido escritor y periodista Germán Castro Caycedo, presenta un homenaje a su padre con un libro que recorre su legado y sus más grandes entrevistas.
El pasado 28 de junio, la Revista Cambio publicó un artículo sobre el lanzamiento del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, una obra que recopila memorias y experiencias significativas del legendario cronista colombiano. Este libro, publicado por Editorial Planeta, ofrece a los lectores una mirada profunda y personal a la vida y obra de uno de los periodistas más influyentes de Colombia.
Catalina ha logrado plasmar en este libro las conversaciones íntimas que sostuvo con su padre, reflejando su pasión por el periodismo y su dedicación a contar las historias más auténticas y complejas del país. Las páginas de Mi padre, Germán Castro Caycedo no solo recorren los más de 20 libros que escribió, sino que también destacan su incansable labor por retratar la realidad colombiana desde una perspectiva crítica y humanista.
En la entrevista con Julio Sánchez Cristo, Catalina compartió detalles sobre algunas de las entrevistas más memorables que realizó su padre, incluyendo las que sostuvo con figuras icónicas como Gabriel García Márquez y Pablo Escobar. Estas entrevistas, ahora accesibles gracias al esfuerzo de Catalina por preservar y difundir el legado de su padre, son piezas clave para entender la historia reciente de Colombia.
Julio Sánchez Cristo subrayó la importancia de este libro como una fuente invaluable para aquellos que desean conocer más sobre Germán Castro Caycedo y su impacto en el periodismo colombiano. Mi padre, Germán Castro Caycedo no es solo un homenaje al hombre detrás del cronista, sino también una obra fundamental para quienes buscan comprender mejor la historia y la cultura de Colombia.
En un diálogo epistolar lleno de nostalgia y admiración, Catalina Castro Blanchet y Álvaro Castillo Granada reflexionan sobre la obra Mi padre, Germán Castro Caycedo, destacando la profunda conexión entre la arquitectura y la escritura que permea esta biografía.
El 3 de agosto de 2024, la revista Cromos publicó una carta conmovedora escrita por Álvaro Castillo Granada, dirigida a Catalina Castro Blanchet. En esta misiva, Castillo Granada, un querido amigo de la familia Castro y reconocido librero, relata su experiencia al lee la biografía que Catalina dedicó a su padre, uno de los más grandes cronistas de Colombia.
Castillo Granada, que conoció a Catalina desde su niñez y fue testigo del desarrollo de su vocación literaria, no solo elogia la estructura del libro sino que también reflexiona sobre cómo Catalina ha logrado construir una «arquitectura textual» que fusiona de manera magistral la vida y el legado de su padre con sus propias vivencias y sentimientos.
Catalina, en su respuesta, revela cómo la impactaron las palabras de Álvaro, reconociendo su influencia en su formación literaria desde sus primeros encuentros con la poesía. Ella menciona cómo este libro no solo es un tributo a su padre sino también una realización personal que surge de la simbiosis entre su amor por la arquitectura y la escritura.
A continuación, la versión completa de este intercambio:
Una arquitectura textual
Acabo de terminar la última página, la 711, de un libro que llevaba varios años esperando: Mi padre, Germán Castro Caycedo, de Catalina Castro Blanchet.
Gloria Moreno, su madre (quien me dio la oportunidad de empezar en mi oficio de librero hace ya casi 36 años), me lo venía anunciando: “Catalina está escribiendo un libro sobre Germán… Si vieras la belleza… Estoy asombrada…”.
No alcanzaba a imaginármela. La conocí cuando tenía 11 años. Era una niña inquieta y tímida, fascinada con la gimnasia, a la que recuerdo cuando iba de visita a la librería Enviado Especial Libros, propiedad de su madre, y nos sentábamos, a veces, en el banco que nos servía de escalera, a leer cuentos o a contarnos historias. Después se fue transformando en una joven que decidió seguir su vocación desde muy rápido: la arquitectura. No creo, ahora que lo pienso, haberle oído hablar de otra profesión para su vida.
La última vez que la vi fue hace más de veinte años. Veo el sitio exacto: Merlín, un café en el barrio La Macarena. Yo iba a hacer una visita. Pasé frente a una ventana y la vi sentada. Le hice señas. Nos saludamos.
No he dejado de saber de su vida gracias a los suyos. Esa niña se ha transformado en una mujer talentosa. Profesional y madre.
Y ahora, para mi sorpresa y asombro, escritora.
Cerré el libro y me quedé pensando sin salir de mi deslumbramiento: ¿Cómo pudo escribir una historia tan vasta, entrañable y compleja como esta sin caer en el facilismo de la sensiblería o el afán de protagonismo? ¿Cómo contar la historia de su padre, que es al mismo tiempo, la historia de casi los últimos sesenta años de este país? ¿Cómo no avasallarse ante el personaje, el cúmulo de información y descubrimientos que fueron llegando después de su partida?
En la página 607 encontré una de las claves: “Escribir esta parte del libro representó para mí un triple desafío: primero, intentar entender y explicar con precisión episodios claves del conflicto armado colombiano, en aras de contextualizar las luchas de mi papá, que, como a pocos, le cabía todo el país en la cabeza. Segundo, escoger qué fragmentos de su trabajo abordar, pues dedicó toda su vida profesional a recorrerlo y entenderlo y, al mismo tiempo, darles una forma coherente que equilibrara sus experiencias personales con el contexto histórico, que me imponía una visión más cronológica. Pero quizás lo más desafiante fue entretejer esta tarea con la de narrar sus últimos días. El deber y el sentimiento se debatieron en cada línea”.
La otra clave es la siguiente: sólo una arquitecta podría armarla. Alguien capaz de mirar las partes y el todo, a través de las ventanas de lo público y lo privado. De la intimidad. De lo que “se preserva para uno mismo” y se decide, gracias a una estructura dramática, dejar ver a los demás. Una “arquitectura textual” (como le gusta decir a Hernando Cabarcas).
Partiendo de la reconstrucción de los últimos días de su padre, irse adentrando en las habitaciones de su vida, abriendo puerta tras puerta, para dejarnos ver el retrato de un hombre para el que “el mayor sentimiento de libertad no es poder recorrer parte del mundo ni intentar vivirlo intensamente cada vez que me asomo a culturas diferentes a la mía, sino tener la oportunidad de describirlo”.
Escrito, además, con una sobriedad absoluta. Y una capacidad de reflexión, sugerencia y síntesis que me hace pensar en una vena poética que debe habitarla. No sé por qué creo que la lectura de Eliseo Diego (de quien recuerdo haberle hablado alguna vez hace casi treinta años y de quien trajo Nombrar las cosas, de una visita a Cuba) la ha respaldado y consolado en esta historia. No es posible escribir un libro como este sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.
Es un libro hondo y hermoso. Contado desde una memoria que extraña y descubre para encontrar, a través de la escritura, la posibilidad de cerrar una historia que debe ser contada desde adentro. Desde las habitaciones por donde transcurren nuestros días y desde las que salimos para encontrarnos con la aventura de estar en el mundo con nuestras palabras. Contar la historia de Germán Castro Caycedo para, habitado por ella, seguir contando la de Catalina Castro Blanchet que, desde ya, los lectores estamos esperando.
Álvaro Castillo Granada
Chapinero, Bogotá, 7 de julio de 2024
Ese otro que también me habita
Voy en una nave que me transporta a un mundo paralelo, un viejo y conocido universo que siempre he llevado en mí, pero que tan solo hoy se materializa. Atravieso el océano con tus palabras como compañía y retumban en mi alma desde anoche: son para mí el premio del gran jurado, “algo inmenso en mi corazón”, como me lo escribió mi padre algún día.
En mi edificación “literaria”, es decir en la estructura de una parte importante de mi ser, fuiste constructor sin ser arquitecto, una de las vértebras, quizás la médula, de mi columna vertebral. Eres, en definitiva, uno de esos seres que por fortuna la vida pone en el camino para erigir paso a paso nuestra esencia. Por eso, a pesar de que no nos vemos hace muchos años, estás siempre en mí, en ese otro que también me habita (como escribió Darío Jaramillo).
Esa niña de 11 años, apasionada por la gimnasia olímpica, que soñaba con ser arquitecta y que se enamoró de Baudelaire a sus 13, encontró, a través tuyo, el amor por la poesía y la literatura latinoamericanas. Por eso, no es gratuito que aquel poema de Eliseo Diego, a quien me introdujiste, y cuyo libro “usado” Nombrar las cosas (el que traje de Cuba para darle una segunda vida, o sabrá Dios en que reencarnación iría cuando cayó en mis manos), sea el preámbulo de este nuevo hijo que acaba de nacer. El temor al papel en blanco, nunca había tenido para mi tanto sentido, ni la poesía que llevo dentro hubiese encontrado mejor terreno que este viaje por la vida de mi padre y parte de la mía.
Desde que amé la poesía, la escritura estuvo en mí, porque allí sentados en ese “banco que nos servía de escalera” me llevaste a Diego, pero también a Neruda y sus preguntas, Paz y Benedetti, y también a Julius y al mundo de los cuentos de Bryce, o de Alejo Carpentier, Los cuentos peregrinos de tu Gabo o a Mutis y su Ultima escala del Tramp Steamer, sin duda dos de los libros que me hicieron amar esta literatura nuestra. En ese banco, decía, gracias a ti, repito, descubrí parte del mundo que hoy me define. Desde que abriste las puertas a ese universo de gotas negras sobre blanco, en mi intimidad, lleno cuadernos y cuadernos de frases, palabras, algunas veces acompañadas por dibujos, diarios y diarios como el de Frida (a mi escala claro), que también tu pusiste en mis manos. Esas aproximaciones a poesías, que guardé durante décadas, en efecto son el tímido poeta que llevo adentro. Pero un poeta que jamás pensó que la vida le regalaría la oportunidad de escribir, no solo para cumplir una promesa, sino también para ser leída por otros. Jamás imaginé que, al ser arquitecta, en vez de alejarme de la escritura, me acercaba a ella, así que gracias a tu hermosa analogía, ya estos dos seres que me habitan no se debaten sino que conviven. Hoy soy ese ser que ama la arquitectura, pero que fue capaz, sobre pasando todos los obstáculos y sus propias limitaciones, el duelo “y tantos descubrimientos póstumos”, de hacer una arquitectura textual, como me siento honrada que la llames, y más aún que la elogies.
Tus palabras son en extremo generosas, demasiado, tanto que no creo merecerlas a este punto. Pero tu estimulo me impulsa y me llena de alegría, por eso y por leerme y por haber construido ese otro que también me habita, te estaré eternamente agradecida.
Catalina Castro Blanchet
El Cielo, 8 de julio de 2024
Video embebido: (Aquí se incluirá el enlace o video correspondiente si aplica)
El Quindiano, publicó una extensa crítica sobre el libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, que ofrece una profunda exploración del legado de uno de los periodistas más icónicos de Colombia. La crítica destaca cómo Catalina narra la vida de su padre, Germán Castro Caycedo, desde una perspectiva íntima y emotiva, brindando a los lectores una mirada personal a la vida y la carrera de un hombre que dedicó su existencia a contar las historias más complejas y olvidadas del país.
El artículo subraya cómo Germán Castro Caycedo, a lo largo de sesenta años, recorrió Colombia para documentar la realidad desde una óptica única, llevando sus crónicas desde las páginas de los periódicos hasta las pantallas de televisión. Su programa Enviado Especial es recordado por mostrar una Colombia profunda y diversa, mientras que sus veintiséis libros de no ficción han dejado una huella imborrable en el periodismo y la literatura del país.
Catalina, a través de su libro, no solo rinde homenaje a su padre, sino que también explora sus propios sentimientos y recuerdos, creando un relato que es tanto un testimonio de amor filial como un análisis riguroso de la vida y obra de Germán. El Quindiano resalta que esta obra es una celebración de la vida de un hombre que vivió con intensidad y ejerció el periodismo con una pasión inigualable.
Para leer la crítica completa en El Quindiano y abrirse a comprender mejor el impacto del legado de Germán Castro Caycedo en el periodismo colombiano, puede hacer click aquí.
En una emotiva entrevista con Gustavo Nieto Huertas en la sección ‘TVO Leyendo’ Noticias RCN, Catalina Castro Blanchet, hija del gran cronista colombiano, comparte detalles sobre el proceso de creación del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo y reflexiona sobre el impacto perdurable de su padre en el periodismo colombiano.
En una conversación que evoca recuerdos profundos y una conexión profesional y personal única, Catalina Castro Blanchet narra cómo surgió la idea de escribir el libro en colaboración con su padre. Germán, inicialmente reticente a la idea de contar su propia historia, finalmente accedió a trabajar junto a su hija en lo que sería una obra que no solo captura la esencia del gran periodista, sino también la relación íntima entre los dos.
Catalina relata cómo las conversaciones y el trabajo en conjunto con su padre revelaron la magnitud de su obra, quien, al mirar atrás, admitió con humildad y sorpresa: «Carajo, si es que he hecho mucho». Este reconocimiento se convierte en uno de los momentos más conmovedores del libro, que Gustavo Nieto describe como una verdadera «cátedra de periodismo puro y limpio».
La entrevista también profundiza en la importancia de la relación entre Germán y su esposa Gloria Moreno, a quien Catalina reconoce como una figura crucial en la vida y carrera de su padre. Según Catalina, él no habría llegado donde llegó sin el apoyo incondicional ella, quien no solo fue su compañera de vida, sino también su crítica literaria más rigurosa y su mayor aliada en la batalla por defender la libertad de expresión.
Al hablar sobre la realización del libro, Catalina destaca el papel fundamental de la Editorial Planeta y sus editores, quienes la apoyaron tanto en el aspecto literario como en su proceso personal de duelo. «Este libro no sería lo que es hoy sin ellos», asegura Catalina, subrayando la importancia de contar con un equipo que comprendiera y respetara la magnitud del proyecto.
Uno de los momentos más reveladores de la entrevista ocurre cuando Gustavo pregunta a Catalina sobre su libro favorito en la obra de su padre. Sin dudarlo, Catalina menciona El Cachalandrán Amarillo, una obra que, según dice, resuena profundamente por ser una colección de cuentos que le recuerdan las historias que su padre le contaba para ahuyentar sus miedos en la noche.
La entrevista concluye con una reflexión sobre el reto de seguir adelante sin Germán. Catalina afirma que, aunque ya no puede llamarlo ni tener esas conversaciones que tanto extraña, su padre sigue presente en cada aspecto de su vida. «Este libro es una manera de que no se vaya nunca», dice Catalina, dejando claro que el legado de Germán Castro Caycedo sigue vivo no solo en las páginas de su obra, sino también en el corazón de quienes lo conocieron y amaron.
El pasado 31 de julio, en la sección ‘El Reporte Coronell’ de W Radio, se revivió el doloroso episodio de la toma y retoma del Palacio de Justicia y la controversia en torno a la muerte del magistrado Carlos Horacio Urán. Durante el programa, se abordó la nueva postura de la fiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia, Marlene Orjuela, quien sostiene que Urán murió en un cruce de balas dentro del palacio. Esta afirmación contrasta con la evidencia de varios periodistas que indican que Urán salió con vida del edificio y posteriormente fue asesinado por las fuerzas del Estado.
El magistrado Urán se comunicó ese fatídico 6 de noviembre de 1985 con su esposa, Ana María Bidegaín, para decirle que un grupo armado se había tomado el Palacio de Justicia, y desde ese momento empezó un calvario que se ha extendido por casi 4 décadas, con una familia en busca de justicia y un sistema que tarda y retrocede a pesar de los esfuerzos desde la prensa y los diferentes sectores para esclarecer la verdad de los sucedido.
En el programa radial fue entrevistada Ana María Bidegaín, viuda del magistrado, quien narró el impacto que estos hechos tuvieron en su familia. Señaló que la evidencia muestra claramente que su esposo fue ejecutado extrajudicialmente, a pesar de las recientes declaraciones de la fiscal delegada. Y esta afirmación se sustenta en los hallazgos de tres figuras claves del periodismo: Germán Castro Caycedo, amigo del magistrado, quien recibió una llamada desde el Palacio de Justicia, en la que Urán le pedía interceder para evitar la retoma porque, según aseguraba el periodista, le preocupaba que “mataran civiles que todavía estaban allá”.
Cuando Castro Caycedo intentó buscar ayuda, se acercó al periodista Yamid Amat. Su respuesta fue contundente: “hay censura”. El Gobierno había limitado la prensa para realizar la operación militar que terminó en una masacre que marcó la historia de Colombia.
Germán Castro Caycedo jugó un rol crucial en descubrir la verdad sobre la desaparición y muerte de su amigo, el magistrado Urán. Durante muchos años, con el apoyo de varios periodistas y medios de comunicación, lograron hallar evidencia contundente: primero, junto al periodista investigador Ignacio Gómez en El Espectador, encontraron contenido audiovisual que demostraba que Urán había salido del Palacio de Justicia vivo y cojeando. Este testimonio fue corroborado en su momento por una periodista: Julia Navarrete, de Caracol Radio, quien le avisó a la profesora Bidegaín que su esposo estaba con vida. Ella había llevado un video del Noticiero 24 horas con la prueba al General Nelson Mejía, procurador delegado de las fuerzas militares; el cual finalmente despareció. Posteriormente, en Noticias Uno, Daniel Coronell recibió dicho video de una fuente oculta y se encontró nuevo material que permitió refutar la versión oficial de los hechos.
Ángela María Buitrago y la investigación que llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos
La fiscal Ángela María Buitrago, quien hoy es ministra de Justicia, llevó a cabo una investigación exhaustiva que reveló que el magistrado Carlos Urán fue asesinado por las fuerzas del Estado. Buitrago encontró pruebas contundentes, como audios y videos, que mostraban que las fuerzas del Estado ejecutaron a Urán y a otros civiles, presentándolos falsamente como guerrilleros abatidos en combate. También descubrió objetos personales de Urán, como su billetera, en instalaciones militares, lo que corroboraba la ejecución extrajudicial.
El acervo probatorio presentado por la entonces Fiscal Buitrago no dejaba lugar a dudas: el magistrado fue asesinado y señalado por el Gobierno como un combatiente del M-19. Había material audiovisual, pruebas recopiladas por la fiscalía, un video desparecido a propósito por los militares… la pregunta que queda es: ¿por qué ahora se descarta este lamentable hecho?
Este fue el dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos:
Sobre la presunta desaparición y ejecución extrajudicial de Carlos Horacio Urán
Sobre la presunta desaparición y ejecución extrajudicial de Carlos Horacio Urán
359. (…) la Corte considera que el señor Urán Rojas pudo haber sido considerado como sospechoso por parte de los agentes estatales. Por tanto, es posible que este haya sido tratado como tal, separado del resto de los rehenes, que no haya sido registrada su salida del Palacio de Justicia, ni si fue trasladado a algún otro lugar. En este sentido, la Corte resalta que en el 2007 fueron encontradas pertenencias de Carlos Horacio en una caja de seguridad en la Brigada XIII, sin que el Estado haya presentado ninguna explicación al respecto
364. De forma similar, la Corte considera que al tomar en cuenta todos los indicios señalados, se puede concluir que Carlos Horacio Urán Rojas fue herido en la pierna izquierda dentro del Palacio de Justicia, pero salió con vida del mismo en custodia de agentes estatales (…) Posteriormente, cuando se encontraba en un estado de indefensión causado por las demás lesiones, fue ejecutado.
B.2.e) Violaciones alegadas de los artículos 7, 5.1, 5.2, 4.1 y 3 de la Convención Americana, en virtud de la desaparición forzada y posterior ejecución de Carlos Horacio Urán Rojas
367. En el caso particular de Carlos Horacio Urán Rojas, la Corte resalta que: (i) la salida con vida y posterior detención del señor Urán Rojas no fue registrada por el Estado (…) (ii) la esposa del señor Urán Rojas se dirigió al Hospital Militar el 7 de noviembre y al preguntar por su paradero “[la] deja[ron] en un cuarto aparte durante un rato más o menos como una hora y media” (iii) el entonces Viceministro de Salud “investigó en todas las clínicas y hospitales de la ciudad y no pudo encontrarlo”; (iv) posteriormente la esposa del señor Urán Rojas se dirigió al Palacio de Justicia, pero “allá enc[ontró] amigos que [le dijeron] que ya no ha[bía] nada”; (v) el 8 de noviembre de 1985 fue a preguntar por él ante un General, a quien le mostró un video donde habían reconocido a su esposo, y éste no le devolvió el video ni tampoco consta en el expediente que haya investigado sobre el paradero de Carlos Horacio Urán Rojas, y (vi) el cadáver de Carlos Horacio Urán fue despojado de su ropa y lavado, probablemente para ocultar lo que realmente había ocurrido. Este Tribunal considera que todo lo anterior evidencia que lo sucedido a Carlos Horacio Urán Rojas cumple también con el elemento relativo a la negativa de información, característico de la desaparición forzada.
369. Adicionalmente, este Tribunal estableció que Carlos Horacio Urán Rojas fue ejecutado mientras se encontraba en custodia de agentes estatales, lo cual constituyó una ejecución extrajudicial. Por tanto, (…) el Estado violó los derechos reconocidos en los artículos 7, 5.1, 5.2, 4.1, y 3 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Carlos Horacio Urán Rojas.
Un relato de persecución por buscar justicia
Elena Urán Bidegaín, hija del magistrado Carlos Horacio Urán, escribió el libro ‘Mi Vida y el Palacio’, contando con el apoyo y consejo de Germán Castro Caycedo durante el proceso. Este no fue solo profesional, sino también fruto de una amistad profunda y duradera entre las dos familias. Germán ofreció su orientación y sus ideas, ayudando a Elena a estructurar su relato sobre la tragedia que vivió su familia.
Este texto clama justicia y cuenta cómo miles de familias en Colombia han tenido que huir de su país por buscar la verdad. En la diáspora, Helena creció con un profundo dolor y la imposibilidad de esclarecer la verdad. Tras años de exilio, regreso valientemente para exigir justicia y verdad y ha confrontado al establecimiento y a exmiembros del M-19, incluyendo al presidente de la república Gustavo Petro, por igual. Exigiendo responsabilidad y respeto por las víctimas.
Especial en Canal Capital
Antes de su fallecimiento, Germán Castro Caycedo grabó un programa especial para Canal Capital sobre el caso del magistrado Carlos Urán y la retoma del Palacio de Justicia. Aunque la entrevista original con Elena Urán Bidegaín se perdió por una dificultad técnica, Canal Capital creó una animación basada en un texto escrito por Germán, la cual se incluyó en el programa. Este especial reflejó los esfuerzos de Castro Caycedo por esclarecer los hechos y es legado de su dedicación para contar la realidad.
Puedes ver el programa de Canal Capital aquí:
Lo que cuenta Catalina Castro Blanchet en su libro ‘Mi padre, Germán Castro Caycedo’
Catalina Castro Blanchet, hija de Germán Castro Caycedo, también ha rescatado la historia de su padre y su búsqueda de justicia en su libro ‘Mi padre, Germán Castro Caycedo’. En este, Catalina destaca cómo su padre trabajó incansablemente para revelar la verdad detrás de la desaparición y muerte del magistrado Carlos Urán, mostrando su compromiso con la justicia y la verdad. También, cómo su familia acompañó a la esposa e hijas del magistrado asesinado durante los días del “holocausto”, como el mismo Germán definía este acontecimiento de la historia.
Fernando y mi padre recorrieron a pie la calle 19 hasta las oficinas de Caracol. Allí buscaron a Yamid Amat, entonces director informativo de aquella cadena radial, pero, para su sorpresa, él les contestó tajante que no podía desmentir lo dicho, pues por orden del Gobierno estaba prohibido transmitir lo que sucedía dentro del Palacio de Justicia. En cambio, lo que se difundía era un partido de fútbol. Tras varios minutos de insistencia y la inflexibilidad del colega, salieron de allí derrotados.
—En ese momento, Noemí Sanín era ministra de Comunicaciones y claramente había censura —recordó mi papá—. Yo se lo dije a Yamid de frente: “¿Censurar cuando hay más de cien vidas de por medio?” No hizo nada. Desde esa llamada, no volvería a saber más de Carlos.
Al final de la tarde, el fuego y los ataques ya habían tomado una violencia desproporcionada. Carlos se comunicó nuevamente con Ana, le habló de miedo, le transmitió su posición exacta y las personas con quienes se encontraba; sentía el calor del fuego y la asfixia del humo. Entre tanto, como recuerda su hija Helena Urán Bidegain en su libro Mi vida y el Palacio, Gloria “había asumido las tareas domésticas en nuestra casa desde esa tarde del 6 de noviembre. ‘Ana María, no te preocupes, que yo me encargo de todo aquí […]. Llevó una lasaña desde su casa para la cena, compró alimentos y pañales. Pensaba especialmente en la menor de mis hermanas porque sabía que, aunque aún era una bebé que no hablaba bien, absorbía todo el clima de angustia en la casa”.
Yo también estaba allí. Cenamos y las acompañamos durante buena parte de la noche. A primera hora de la mañana siguiente, mis padres regresaron a casa de los Urán Bidegain. Mientras Germán buscaba contactos, Gloria atendía a los amigos que desfilaban por allí, les preparaba café e intentaba aligerarle la vida a su amiga, por lo menos desde ese ámbito.
Hacia las dos de la tarde de ese segundo día, hubo una enorme explosión dentro del Palacio. Los periodistas Julia Navarrete, de Caracol Radio, y Rodrigo Barrera estaban desde el día anterior cubriendo la noticia, ubicados en un punto con buena visibilidad hacia la entrada del edificio. Fueron ellos los primeros en reconocer a Carlos entre un grupo de rehenes que salía del edificio. Navarrete le dijo a Ana que su esposo estaba herido en una pierna, pero le aseguró que lo había visto salir con vida de la batalla. Fue entonces cuando Fernando, Teresa, y mis padres decidieron irse a la Plaza de Bolívar y comenzar su búsqueda. La zona estaba militarizada. En medio del frío bogotano y frente a aquel terrible espectáculo bélico, se quedaron abrazados en una esquina mientras mi papá intentaba penetrar el edificio en ruinas. Se identificó como periodista e informó que buscaba a Carlos Horacio Urán; finalmente pudo entrar, pero no lo encontró. El recuerdo del olor a carne chamuscada lo acompañaría por el resto de su vida.
— A los cadáveres los estaban trasladando de sitio —me relató con la voz entrecortada en julio de 2020—. Eso es un delito. Salí de allí y algún militar abrió la carpa de un camión donde estaban los cadáveres de varios guerrilleros. Me subí sin vacilar, inspeccioné uno a uno esa montaña de cuerpos, pero no lo encontré. Al bajar, el militar me dijo: “Ahí están todos sus amigos”.
La angustia y el clamor de justicia de la familia Urán Bidegaín se mantiene por casi 40 años. La justicia en Colombia sigue sin esclarecer o proferir condena alguna ante la evidencia. El Palacio de Justicia fue restaurado, pero no la dignidad de las familias que sufrieron la desaparición de sus seres queridos.
Germán Castro Caycedo fue un defensor de la paz, un hombre que encontraba simpatía en todos los sectores políticos porque tenía una auténtica preocupación por la justicia social y por demostrar la realidad que enfrentan a diario millones de colombianos en todo el territorio, especialmente en las regiones más recónditas.
Sin embargo, siempre marcó una distancia clara con quienes para la época reclamaban presencia del Estado y atención los más vulnerables del país por la vía de la violencia. Su accionar fue a a favor de la paz, tal vez por una fe inconmensurable en la capacidad humana de convivir y construir colectivamente, como lo hacían los colonos en la orilla de la selva que visitó tantas veces.
Más allá, jamás en ninguno de sus libros Germán hizo una alabanza a la guerra, sino todo lo contrario. Así que, sin hacer parte de nuestra organización, lejos de ello, él era un militante de paz y de la causa social, y tenía un profundo sentido de amor por este país.
Otty Patiño, alto comisionado para la paz y exmiembro del M-19 (‘Mi padre: Germán Castro Caycedo’, Catalina Castro Blanchet, 2024).