EN VAUPÉS SE MUEREN LOS CAMINOS DE COLOMBIA

EN VAUPÉS SE MUEREN LOS CAMINOS DE COLOMBIA

Medio: El Tiempo

Fecha: 28 de septiembre de 1975

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro

Si usted va, sentirá ganas de llorar. Yavaraté – el punto principal de nuestra frontera con Brasil – en Vaupés, es un barranco con tres ranchos en los cuales se mueren de aburrimiento ocho habitantes, puestos allí para ejercer soberanía nacional. Detrás de ellos hay un potrero inundado de maleza, entre la cual puede verse el letrero más irónico que he leído en mi vida: “Avenida Colombia”.

Para el corregidor del lugar, su mujer y sus dos hijos, el cabo de la policía, su mujer y el par de agentes que lo acompañan, la única diversión es mirar para Yavaraté Brasil, al otro lado del río Vaupés. Allí gritan los 1.300 niños de un colegio estatal, vuelan varias veces al día helicópteros y aviones Búfalo, o se escuchan ovaciones cuando hay partido de fútbol en un pequeño estadio.

El Yavaraté brasileño es toda una ciudadela donde los soldados tienen teatros, comisariatos, hospital, barrios para vivir con sus familias y su comparación con las chozas colombianas es suficiente para comprender nuestra política de fronteras.

La Perimetral Norte, una autopista de doble vía que corta la selva a partir de Manaos, llega actualmente a 70 metros de nuestra frontera. Luego de cubrir en territorio brasileño una distancia similar a la que separa a Bogotá de Leticia.

Mientras tanto. la actual administración del Vaupés lucha por abrir una trocha que se recorre en seis horas a pie y que va de Teresita a Yavarate-Colombia. El proyecto busca establecer un eje para que se asienten a lado y lado, colonos que ocupen nuestra zona verde, ya que los pocos que vivían en ella se fueron para Brasil. Alli pidieron cédulas de ciudadanía. igual que los miles de indígenas que han iniciado un éxodo silencioso, pues el país vecino les da garantías que llegan hasta a pensionarlos a los 50 años de vida. Un ejemplo del tratamiento que reciben al otro lado de la frontera, es el de los caciques o capitanes indígenas. que son dotados con un uniforme de capitanes del ejército brasileño, como simbolo de la nacionalidad de sus pueblos. No obstante, algunos continúan explotando las tierras colombianas -de mejor calidad- pero su residencia, sus hijos y su mentalidad, son brasileños.

MÁS SOBERANIA

En Mitú, la capital del Vaupés hallé, a mediados de septiembre, solo un subteniente y tres policías, que sumados a los de Yavaraté dan un pie de fuerza de seis hombres. De otra parte. en esta región las gentes no conocen un uniforme del ejército. En tanto, en San Felipe y San Gabriel. dos bases cariocas no lejanas de nuestra frontera, hay alrededor de 5.500 soldados-ingenieros…

Viajar por el río Vaupés a Mitú resulta una gran aventura, pues en el trayecto de tres días hay que vencer 70 cachiveras (o raudales violentos). Para esquivarlos es necesario utilizar varadores o caminos paralelos en la selva, a través de los cuales se arrastra el bote. Desde luego, están en territorio brasileño y hay que pagar el paso en cruzeiros

Pero, en medio de todo, los ocho habitantes colombianos tienen, de tarde en tarde, un placer: el aterrizaje de la avioneta norteamericana del Instituto Lingüístico de Verano a única que puede bajar en su gibosa y diminuta pista y cuya visita es motivo de… algo así como una fiesta a nuestra soberanía nacional.

TODO A LA CARTA

El primer dia en Mitú no hubo dónde desayunar y a la hora del almuerzo para explicarnos los problemas de escasez, alguien dijo que allí se comía a la carta: “Toma usted una baraja, la reparte y a los cuatro que les salgan los ases, esos son los que comen”.

Desde luego, el chiste no está lejano de la realidad, porque el Bajo Vaupés tiene una vida tan artificial como Mitú. que tiene que importar hasta el pescado de Bogotá, pues su río fue envenenado con barbasco. Así, aparte de la yuca, todo debe ser transportado por avión, y en pocas cantidades pues la violencia del clima no permite almacenamientos mayores.

“Esto impone un racionamiento a veces drástico, si es que los tres héroes (los pilotos de la selva) no pueden volar con alguna frecuencia”, explica el teniente Luis Chávez, un personaje legendario.

INMORALIDAD

La mayoría de los “blancos” del Bajo Vaupés llegaron como militares o funcionarios oficiales y se quedaron para siempre. Hoy ellos continúan abrigando la esperanza del progreso que no parece llegar nunca porque, además de la pobreza de la tierra para la agricultura, la inmoralidad administrativa ha hecho de esta región una presa indefensa a través de toda su historia.

Allí el 99 por ciento de la fuerza de trabajo vive directa o indirectamente de la comisaría. bien como empleados oficiales o como contratistas que, manejados por los politiqueros, representan una sólida maquinaria al servicio del fraude, del atropello y del peculado.

POCOS EJEMPLOS

Unos días antes de viajar, funcionarios del ministerio de Gobierno en Bogotá se mostraron orgullosos de un Centro de Capacitación Indigenista que, según datos parciales, le costó al Estado dos millones y medio de pesos. La construcción y dotación completa, informaron oficialmente, fue hecha por el gobierno nacional mediante un contrato con la comisaria.

Pero al llegar allí encontramos una realidad bien diferente: el centro carece de la más mínima dotación y está compuesto por ocho casas diminutas y mal hechas, sin puertas, sin ventanas. sin piso y sin luz eléctrica. Una maloca derruida. un acueducto que nunca funcionó porque lo hicieron con tubos podridos y un alcantarillado que nadie se atreve a usar porque devuelve la porquería. Además, dos quioscos de palma totalmente podridos, a pesar de haber sido hechos hace solo tres meses. Al entrar, hay 31 gradas hechas con arena del río que se desmoronan si uno pisa duro. Para construirlas, la administración anterior compró cemento a 400 y 500 pesos el bulto. según facturas.

Veinte pasos al sur del centro hay un aserrío para madera que costó varios millares de pesos, pero que se halla cerrado. Las paredes están atadas con bejucos a algunos estantillos para que no se caigan todavía: el aparato (malacate) para subir las trozas desde el río saqueado y el resto de la maquinaria sufrió daños porque el piso quedó desnivelado o se ha hundido. La construcción es un desastre, por lo cual el aserrío solo funcionó unos pocos meses, trabajando madera de desecho, según decenas de versiones recogidas en el lugar.

La carrera “Mitu-Monfort es una trocha de barro con un kilómetro de extensión, por la cual pagaron un millón de pesos…”.

¿QUIÉN FISCALIZA?

Ante esta situación, la ciudadania ha pedido una investigación con el fin de que se establezcan responsabilidades de parte de los funcionarios comisariales relevados de sus cargos hace tres meses. Sin embargo, en la Contraloría General de la República -en Bogotá- una fuente oficial dijo: “hay grandes presiones a través de la Cámara de Representantes para evitar cualquier investigación en el Vaupés”.

Esta semana, varios estamentos de la ciudadanía enviaron mensajes al Presidente de la República para tratar, por su conducto, de que se realice allí cualquier acto tendiente a esclarecer una situación corrompida que viene de atrás.

NECESIDAD BÁSICA

Actualmente se cree que una base para la redención del Bajo Vaupés es la construcción de algunas vías carreteables (tramos de Villavicencio a San José: San José – Calamar y Calamar – río Vaupés) que empalmen con los ríos. Esto permitirá una sensible baja en los costos de la vida. Asimismo, permitirán la explotación racional de recursos como la madera y lograr cierta independencia de los transportes aéreos.

Finalmente, la actual administración del Vaupés cree que en los sitios fronterizos es urgente la organización de colonizaciones dirigidas que, sin acabar con los recursos naturales, permitan una realidad menos dolorosa que la actual.

Pisba: dos travesías en los andes tras las huellas del ejército libertador

Pisba: dos travesías en los andes tras las huellas del ejército libertador

En dos expediciones únicas, el equipo de Enviado Especial con Germán Castro Caycedo al frente, realiza dos viajes histórico y reveladores a través de la geografía y el tiempo en Colombia. Dos episodios documentales extraordinarios que no solo capturan la esencia del paisaje colombiano, sino también su rica historia y la resistencia de su gente.

‘LA RUTA DEL OLVIDO’

En este capítulo, el equipo periodístico traza el camino del Ejército Libertador, desde los llanos orientales de Colombia hasta Socha, Boyacá, pasando por los municipios de Nunchía, Morcote, Paya, Pisba y Pueblo Viejo. Con imágenes capturadas desde el aire y utilizando la entonces novedosa tecnología de televisión a color, el equipo logra un registro visual sin precedentes de esta histórica ruta.

Este viaje es una exploración profunda de la realidad (encones actual) de los pueblos. Según Castro Caycedo, «Bolívar perdió su tiempo, porque todos esos pueblos que se hayan en la ruta, la ruta del olvido, están peor, más atrasados que en 1819». Este comentario incisivo ofrecía una reflexión crítica sobre el progreso y el olvido en estas regiones históricas de Colombia.

‘LA MONTAÑA DE LOS HOMBRES DE HIERRO’

En este episodio, el equipo de «Enviado Especial» se aventuró al Páramo de Pisba, entrevistando a los habitantes de estas alturas boyacenses. Germán Castro Caycedo describe esta experiencia como «un paso por las barreras del tiempo al encuentro con una época diferente», llevando a los espectadores a comunidades que parecen ancladas en el siglo XIX, enfrentando las mismas carencias.

Este documental no solo destaca las duras condiciones de vida en estas montañas, sino que también rinde homenaje a la fortaleza y la grandeza de los campesinos y campesinas que conservan las historias del ejército libertador, transmitidas a través de generaciones por tradición oral. Es un elogio a la memoria viva y la resistencia de estas comunidades, un recordatorio de la historia que aún palpita en las montañas de Colombia.

Estos documentales son una ventana a la Colombia profunda, una exploración de su historia, su gente y los desafíos que enfrenta. Relatos visuales y auditivos que capturan la esencia de un país y su gente.

Video | Más de 1.000 niños de las calles de Bogotá en la selva de Acandí

Video | Más de 1.000 niños de las calles de Bogotá en la selva de Acandí

04 de junio de 1984

Un viaje retrospectivo a uno de los episodios más emblemáticos de ‘Enviado Especial’: ‘Más de 1.000 niños de las calles de Bogotá en la selva de Acandí’. Este documental, que data de hace más de 30 años, no solo narra la historia de una iniciativa humanitaria trascendental, sino que también destaca la figura central de este esfuerzo, el Padre Javier de Nicoló.

En aquel entonces, el Padre Javier de Nicoló, un pionero en la labor social en Colombia, emprendió una misión audaz: transformar las vidas de más de mil niños de la calle de Bogotá, llevándolos a un entorno natural y propicio en Acandí, Chocó. Esta iniciativa no solo buscaba proporcionar refugio y necesidades básicas, sino también enfocarse en la rehabilitación integral, la educación y la enseñanza de oficios, preparando a estos jóvenes para un futuro más promisorio.

El episodio documental captura la esencia del trabajo del Padre De Nicoló, mostrando su enfoque único, su dedicación inquebrantable y su profunda empatía hacia los niños en situación de vulnerabilidad. A través de entrevistas y relatos personales, el programa ofrece una visión íntima del impacto de su obra, tanto en los niños como en la comunidad de Acandí.

Más de tres décadas después, el legado del Padre Javier de Nicoló sigue presente en Colombia. Su visión y compromiso han dejado una huella indeleble en el campo del trabajo social y en las vidas de innumerables jóvenes. Este episodio de «Enviado Especial» no solo es un homenaje a su memoria, sino también un recordatorio del poder de la acción humanitaria.

BUENAVENTURA, TIERRA DE ORO Y MISERIA

BUENAVENTURA, TIERRA DE ORO Y MISERIA

Medio: El Tiempo.

Fecha: 22 de noviembre de 1969.

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro.

“Ahí tiene usted a Buenaventura. Como quien dice, el África… Esto de la izquierda es el cementerio. Véngase esta noche hasta las casas que lo rodean y la pasará bien. Por lo menos, no verá espantos…”.

Y comenzaron las casas de maderas envejecidas prematuramente por el sol y la humedad, y los cientos de tejados de latas oscurecidas por el orín. El conjunto da una imagen de pobreza pero es hermoso. Los tejados se trenzan con las curvas del terreno, que parece una montaña rusa. El hotel es elegante, agradable. Una construcción de principios de siglo que guarda la línea clásica de la arquitectura francesa de la época. Al fondo de varias series de arcos está el comedor y, detrás de unos ventanales grandes formados por vidrios pequeños y apeñuscados, el mar, sucio y picado.

Abajo un mirador abandonado. Su piso tiene el color de los tejados y del agua de la piscina, olvidada también. Hotel blanco y aseado por dentro, con brisa suave y temperatura ideal. Llega uno hasta allí y se encuentra con esa primera sorpresa. Y empieza a gustarle Buenaventura, porque a medida que va recorriendo el puerto y viendo la pobreza y los conjuntos de tugurios con algunas antenas de televisión encima y barro putrefacto abajo, ve que tampoco es el infierno que le habían pintado. Comenzando por el clima, cálido y húmedo, pero no sofocante.

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El puerto tiene más marcados los problemas que afronta en líneas generales el país. Pero no es esa África que quiso descubrir el chofer cuando el campero en que nos transportamos desde Cali por la carretera en construcción, comenzó a rodar por las primeras calles.

Por eso piensa uno que el mayor castigo para Buenaventura es la imagen que se ha creado en el país: “Es el África…”Pero llega usted y la ve en otra forma. Entonces la predisposición que llevaba, comienza a desaparecer y a medida que uno va recorriéndola le va encontrando su originalidad y valor humano.

PROBLEMA INFANTIL

La gente es noble pero aletargada. Da la impresión de que poco a poco se está ahogando en el conformismo y la quietud. Al lado de los obreros, decenas de niños pasan el día viendo trabajar. Por cada persona que mueve una pala o un martillo, fácilmente se pueden contar de tres a cinco pequeños espectadores.

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En los barrios de invasión se sientan en los escalones de las puertas de las casas y se quedan horas enteras rascándose la barriga y chupando caña de azúcar. Por dondequiera que se camine, las nubes de muchachas que se botan al paso, son exageradas… Pequeños y tripones, con ombligos prominentes y ojos brillantes, corre detrás de uno tropezándose entre las piedras. La población infantil, desmedidamente grande, es uno de los mayores problemas del puerto, porque carece de escuelas suficientes, de aculturación, de disciplina familiar, de la más mínima noción de responsabilidad.

El 46 por ciento de los habitantes de Buenaventura son menores de 15 años que crecen en un ambiente de promiscuidad, causada por el hacinamiento de viviendas e inestabilidad familiar, demarcada por la unión libre. Estos factores determinan el gran lastre que debe soportar la familia porteña.

HOGAR SIN AUTORIDAD

Los pequeños, que desde cuando aprenden a caminar se “independizan” del hogar, tienen la imagen de sus padres, irresponsables en la mayoría de los casos. La madre es elemento medianamente estable, que sostiene el peso de la familia. La dependencia del joven para con esa familia es mínima. Su educación es más emocional que moral. Ven en el hogar algo que les proporciona los medios para vegetar, pero no tienen con él otro vínculo, ni conocen alguna autoridad.

Según los estudios adelantados en la zona en los últimos años, el 71 por ciento de la población es dependiente. Esto indica que cada persona, además de sostenerse, debe velar por tres más. El grado de nacimientos ilegítimos de la población del puerto es el más alto de Colombia. Mientras en todo el país se estima en 22 por ciento, allí alcanza la proporción de 65.

LAS LLAMAS: OBSESIÓN

En el habitante de Buenaventura se encuentra una obsesión por el incendio y la enfermedad. El puerto es el mejor alimento a las llamas a causa de los materiales de las viviendas, construidas en cerca de 60 por ciento con maderas resecas, sin ninguna seguridad.

En ella solamente cinco de cada cien niños son sanos. El 95 y medio de los adultos y el 93 por ciento de los niños están parasitados. Las enfermedades venéreas constituyen un grave problema de salud pública. El 25 por ciento de los adultos “tiene serología positiva para el Reiter”.

POBLACIÓN ANFIBIA

La ciudad está formada por una silla y una zona en tierra firme. “La nueva ciudad”, levantada en el continente, ha sido construida con planes de institutos descentralizados del gobierno, que desde hace cuatro años dirigen toda su acción para mejorar las tremendas condiciones en que vive la gente.

Sin embargo, hay resistencia a marcharse al continente alejándose del mar, puesto que los tugurios viven de él. Estudiando los últimos planes en este campo, sociólogos vallecaucanos han encontrado esta falla: la población “anfibia” no quiere retirarse de las costas, sobre las cuales constituyen barrios grandes de casas cuyo piso se levanta a unos dos metros del suelo.

Debajo hay una capa de barro de unos 40 centímetros que en las mañanas, cuando la marea está baja (cada 24 horas), despide un olor penetrante a salobre marino, a desperdicios, a excrementos, al ritmo que avanza la evaporación. Las gentes “no conocen” la leche. Su desayuno es un pedazo de caña de azúcar que durante el día no abandonará la boca. Las condiciones de salubridad son aterradoras. Hay 24 horas para lanzar al barro todos los residuos humanos. Luego vendrá el mar y se los llevará.

LA TRAMPA

En las noches los barrios de invasión parecen pesebres, con cientos de velas titilantes que se encienden sobre las seis de la tarde, con miedo porque una chispa puede hacer que las llamas aparezcan. Hay temor para cocinar y velar a los muertos: el incendio permanece agazapado detrás de cada puerta.

Por razón del tipo de construcciones, el piso de las calles está hecho de tablas viejas, mal colocadas, que corren a la altura de los pisos de las casas. Es decir, a unos dos metros sobre el suelo del barro maloliente. Allí los accidentes suceden con bastante frecuencia porque los viejos y niños, especialmente, caen al hueco y se muelen los huesos cada día.

No es difícil ver un alto porcentaje de pequeños con las caras cicatrizadas o viejos echados en camas pobres con las extremidades vendadas.

“Ya vino a retratarnos, blanco… Váyase de aquí, no se burle de la pobreza. Este barrio no es suyo, jediondo…”, dicen los ancianos en aquellos laberintos de palos grises y “calles” por las cuales hay que tener equilibrio de maromero para caminar.

BLASFEMIA

El drama de la miseria, del miedo a las llamas y del castigo que representa la llegada de un día más para alimentar a ocho, diez, trece bocas, se nota en esos cientos de tugurios donde, en las mañanas, las mujeres vociferantes apalean a los hijos y blasfeman con ira incontenible.

“Ah, qué lindo. Ya vino este carajo a retratarnos para mostrar a los negros de Buenaventura como salvajes… Vete de aquí, so hijo…”. Son hogares descompuestos por esa miseria que no da tiempo para sonreír.

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En general, en la ciudad viven en promedio ocho personas por casa. En aquellos tugurios anfibios que moran sobre las aguas sucias y convulsionadas de esta Venecia de hambre, el problema es, desde luego, mayor. En una pieza duerme, cocina, vive toda una familia. Desde el incesto hasta el flagelo de los pequeños hijos, cuando piden comida, tienen lugar detrás de esas paredes astilladas por el sol.

EDUCACIÓN “CORTA”

Buenaventura tiene la tasa de mortalidad más alta de Colombia. El parasitismo intestinal, la desnutrición y la tuberculosis son las causas principales. Hablar de desnutrición en este puerto de grandes recursos pesqueros, donde la alimentación tiene el costo de meter un anzuelo al agua, resulta insólito.

Pero por la “corta” educación, la gente no sabe usarlos. Esta falta de cultura se aprecia también en un aspecto de la salubridad: sólo 13 por ciento de la población consulta a los médicos, con el agravante de que el servicio gratuito no es deficiente.

Con este marco crece Buenaventura a un ritmo desmedido. La ciudad presenta también el índice de crecimiento más grande del país. Su población se duplica cada 10 niños, dejando visiblemente atrás los servicios, aumentando la desocupación, la delincuencia juvenil, la prostitución que generan los barrios paupérrimos.

MIL MILLONES

Buenaventura producirá a la nación este año por concepto de impuestos aduaneros 1.000 millones de pesos. Sin embargo, aún en los barrios de miseria la gente afronta otro drama: el del agua potable. Las casas que no tienen tanques para recoger aguas lluvias se ven abocadas al dilema de acarrear el líquido en peroles, varios kilómetros de distancia.

El control al pequeño contrabando es violento en la ciudad, donde no se consigue un paquete de cigarrillos americanos. En contraste, el tráfico voluminoso e ilícito adquiere grandes proporciones, como en todos los puntos fronterizos del país. El aspecto del contrabando, cuya lucha se justifica decomisando una caja de galletas al desharrapado que necesita vivir de ella, mientras cientos de toneladas anuales salen del terminal marítimo clandestinamente, no es nuevo. Se trata de la vieja historia que no vale la pena destacar porque todo el país la conoce, pero que prevalece al amparo de las poderosas mafias que ocultan su actividad tras grandes fajos de billetes y balas de ametralladora.

VÍA TRASANDINA

Teniendo en cuenta estos aspectos y los grandes problemas socio-demográficos que afectan a la población, el gobierno ha entrado de lleno en los últimos cuatro años a buscar soluciones de fondo que por lo menos mitiguen las múltiples necesidades. Se están adelantando en la zona obras de gran magnitud, como la carretera que une al puerto con Cali, considerada la vía trasandina más importante de la América del Sur. Los trabajos han alcanzado proporciones extraordinarias. De una parte, se lucha contra las grandes montañas de roca maciza y se construyen, simultáneamente, siete túneles de gran longitud.

ROBO AL MAR

En la isla, la empresa Puertos de Colombia, que ha logrado grandes desarrollos en bien de la población, emprendió hace tres años una obra gigantesca que hoy cobra realidad. Trabajando sin descanso, a través de una tubería gigantesca que atraviesa la isla, se bombearon seis millones de metros cúbicos de tierra y agua, gracias a los cuales se le ha robado hoy al mar 80 hectáreas de terreno más firme que la tierra firme. Las instalaciones del terminal son las más modernas del país, con amplias bodegas, silos y obras petroleras que reemplazaron a las anteriores, derruidas e insuficientes.

ELECTRIFICACIÓN

Así mismo, se han electrificado 41 barrios populares. Para adelantar un programa de remodelación urbana, la nación cedió a principios de este año 10 millones de pesos. Este plan comprende alcantarillado, luz y servicios, inicialmente en un vasto sector de la población.

Hoy se han arreglado 25 kilómetros de calles, mientras la primera etapa de este desarrollo ha alcanzado la suma de cuatro millones de pesos. Sin embargo, el hombre común no cree en nada. Hay un gran escepticismo dentro de la población, reacia a aceptar esta realidad contundente.

18.000 KILÓMETROS DE DESOLACIÓN: UN DEPARTAMENTO EN DONDE LA ÚNICA LEY ES EL SILENCIO

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Medio: El Tiempo

Fecha: 13 de septiembre de 1968

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro

Cuando el primero de julio de 1965 la Guajira pasó de Comisaría Especial a Departamento, cambió únicamente su “rango” administrativo. La fecha marcó el aumento de la voracidad política local, su ascenso a los puestos de comando y la defensa de sus intereses personales.

Hoy el panorama general de este departamento, en el cual se ve como en ningún otro sitio de la Nación un atraso impresionante y una serie de anomalías escandalosas, es desolador. Las gentes viven en forma miserable, mientras los presupuestos que debían ser empleados en obras públicas y de asistencia, en una región en donde la naturaleza exige mucho más que en cualquier otra latitud colombiana, son dilapidados para campañas politicas y pago de una frondosa burocracia que crece con cada debate, de acuerdo con los “compromisos” de los candidatos.

PROGRAMAS

El caciquismo está en su apogeo. Los funcionarios públicos son removidos con gran facilidad bajo las presiones de grupos que solamente hasta hoy han buscado su propio beneficio. Se nombran maestros para escuelas que no existen, se destituyen las autoridades al ritmo en que van entrando en desacuerdo con los “programas” de los dirigentes.

La ley del temor es una constante a todo lo largo y ancho de estas tierras calcinadas por el sol, donde la prioridad para hablar la tiene el arma de fuego. Cuando usted llegue a Riohacha, Maicao y Uribia, encontrará calor y pobreza. Las personas solamente le hablarán de problemas y arbitrariedades. Pero lo harán en tono “confidencial” porque tienen miedo de que, lo que ven a diario, trascienda. 

IMPUNIDAD

Las viviendas no llenan el más mínimo requisito sanitario. No hay agua potable… En sitios como Maicao, la luz eléctrica es obtenida en Venezuela, lo mismo que el agua dulce. En Uribia hay una red de acueducto hecha con una inversión gigantesca. Pero quienes la llevaron a cabo olvidaron una cosa un tanto importante: que no había agua para transportar por los tubos y como el dinero se acabó (entre otras cosas, porque está siendo invertido en la campaña política para cuerpos colegiados), hay que vivir allí como los animales.

Estas gentes de la Guajira, que no conocen la protesta porque aman mucho más la vida, le hablarán de muertos en calles, carreteras y veredas, y más tarde le presentaron a los criminales. Allí no existe ni un pequeño asomo de autoridad.

Los agentes del orden se mueven dentro de ese mundo de silencio e intimidación y terminan por trabajar, “en completa armonía”, con quienes violan a cada minuto, a cada hora, cientos de veces al día, las leyes. En Maicao, por ejemplo, la cámara fotográfica de El Tiempo captó el momento en que media docena de delincuentes, asesorados por dos agentes del orden, atropellaban a un bracero colombiano que regresaba de trabajar en Venezuela con algunos bolívares.

PASADO JUDICIAL

Si usted desea viajar a ese país debe obtener un permiso del DAS, que luego será autorizado por el consulado venezolano. Aunque no figura en ninguna reglamentación, cuando se acerque a la baranda un empleado le dirá que si su “pasado judicial” no fue obtenido en Maicao. no le servirá para nada, y que, si desea obtenerlo, el trámite demorará un mes.

Pero si usted no pertenece a esa clase de gentes sin recursos que hacen cola a su lado, entonces saldrá a la esquina y hablará con cualquier chofer de servicio público, el cual tras “quitarle” 200 pesos, le entregará el flamante permiso en menos de ocho horas.

Si usted es un caso “especial” porque no puede acercarse al DAS, entonces hable con los mismos choferes o váyase al terminal de buses y busque unos hombres que portan bajo el brazo carteras negras de ejecutivos. Ellos le resuelven su problema y podrá dejar el país mediante el pago de 150 bolívares, o su equivalente en pesos colombianos.

El viaje, desde luego, es bastante incómodo. Saldrá en un camión totalmente cerrado, al lado de trabajadores honrados e indocumentados, prostitutas y maleantes, hasta el último pueblo cercano a la línea divisoria: Santa Cruz.

UN HOMBRE LISTO

Allá no hay molestia alguna. Es muy cómodo, porque nadie le pregunta quién es ni de dónde viene, porque no hay un policía, ni un funcionario público. ¡Nada! La frontera está a mil metros. En adelante encontrará el “Camino Verde”.

Cuando usted lo pise, se sentirá libre. Sus 150 bolívares le estarán dando derecho a “protección”, porque su guía es un hombre listo: tiene las conexiones hechas en ambos países y la vía será libre.

Luego váyase a Maracaibo, Machiques, Villa del Rosario. A cualquier pueblo o ciudad venezolana y ármese de valor para escuchar lo que le respondan cuando diga que es colombiano. Mientras la lucha sin cuartel por la hegemonía política palpita en sus narices arrasando todo lo que se ponga de por medio, usted ve en la Guajira cómo la sequía, las epidemias, la repartición voraz de los dineros públicos, el abuso y el atropello le están dando el escenario más insólito que se pueda observar en la nación entera.

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NEGATIVISMO

Al tomar la máquina para iniciar esta crónica, los datos allegados, las fotografías obtenidas, las conclusiones sacadas, eran todas negativas. Fue necesario escarbar durante cierto tiempo en busca de algo positivo, porque lo que había al frente era malo… Los detalles favorables no aparecían y era una pena que las notas, ajustadas a la realidad, pudieran asfixiar algo bueno que estuviese, de golpe, “escondido” en la memoria.

Pero es que aquel territorio convulsionado, cálido, reseco, donde la arena también suda, está en manos de unos pocos, mientras cientos, miles, viven en el olvido… Y esa era la parte positiva: la gente “de abajo”, el indígena, el trabajador, el empleado y el pequeño comerciante, que son la mayoría, pero que no cuentan. En la Guajira el habitante “común” aún desconoce que existen unos pre-requisitos mínimos del hombre hacia su libertad: techo, educación, asistencia…

EL MISMO FINAL

“La corrupción de la Guajira comenzó desde el mismo día en que ésta fue erigida en Departamento. Su organización administrativa fue calcada de la de Cundinamarca, pero con la diferencia de que algunos sistemas se acomodaron para que los administradores pudieran tener cierta libertad y…”. Esta frase dicha por varios observadores, que sin embargo permanecen callados, parece un buen principio para reproducir el diálogo que por espacio de diez días entabló El Tiempo con gentes de todos los sectores de la vida guajira… Desde luego, por dónde se comience no importa. Todos los puntos conducen a la misma parte.

MERCADEO

Las elecciones políticas en la península nunca las ha ganado quien presente mejores programas, ni quien acabe su voz en la plaza pública. Las curules se han logrado hasta hoy comprando cédulas y mercando indios.

El sistema es, en principio, sencillo. Se trata de negociar con intermediarios el mayor número posible de cédulas, de manera que cuando llegue la hora de votar, los candidatos tengan en sus casas dos, tres o cuatro mil de ellas. Los intermediarios, utilizando generalmente, los carros oficiales, recorren las rancherías y las compran a los jefes de tribu.

La víspera de las elecciones, los indios son llevados a los centros de votación y encerrados en patios y corrales; luego despachados por grupos hasta las urnas, con una papeleta que él no sabe qué significa, pues es analfabeta. Además, le importan mucho los cinco o diez pesos que gana.

En otras ocasiones, los comités electorales realizan la víspera de los comicios una fiesta especial para los indios (Chicha Maya), en la cual comen carne de res (caviar para ellos) y beben hasta caer por tierra. Los candidatos solo tienen que hacer un esfuerzo: despertarlos para que vayan a botar… En la Guajira cualquiera le cuenta a usted que la “Chicha Maya” es más brillante en vísperas de elecciones, porque los anfitriones son más dadivosos en esa época.

CUATRO MILLONES

En Uribia este año se dilapidó en tres meses todo el presupuesto del municipio en la actual campaña política. La administración ha adquirido hasta vehículos oficiales (en los cuales se recorrerá el Departamento para cedular y “hacer el debate”. Mientras tanto, no existe un centro de salud porque en el local que lleva ese nombre no hay ni un paquete de gasa.

UNA VENTA

Días después de comenzar a funcionar como Departamento fue vendida por su gobernador la Lotería de la Guajira, “porque no podíamos con una cosa tan compleja”. La venta se hizo a una firma comercial por 40 mil pesos y en el contrato suscrito se incluyeron cláusulas que ahora tienen a la Beneficencia encerrada en un marco de mendicidad.

Por ejemplo, se acordó en él que la firma diera al Departamento la cantidad de 50 mil pesos fijos durante cada mes. “La suma es ridícula ante las necesidades y frente a lo que podríamos percibir por ese concepto”, anota un funcionario público, visiblemente asustado por la pluma que recoge los datos.

Por otra parte, los impuestos del 17 por ciento que le corresponden a la Beneficencia pasan directamente a la firma CODILOL, compradora de la Lotería, igual que el dos por ciento de sordos y mudos. “Haciendo cálculos a vuelo de pájaro, anualmente perdemos por este concepto un millón de pesos que podrían estar siendo destinados a centros asistenciales… Si hay quién averigüe podrá saber a qué manos están pasando”, agrega un segundo vocero oficial.

Otra cláusula que asegura e! negocio en contra de la Be- neficencia guajira establece que la vigencia del contrato de venta será de cuatro años a partir del día en que se verifique el primer sorteo ordinario, agregando que si el contratista ha cumplido a satisfacción sus obligaciones, tendrá opción para continuar durante otros cuatro años con la Lotería, con las mismas condiciones estipuladas. Bastará para esto que 60 días antes de la fecha de vencimiento, le haga saber esto al gobierno guajiro… “Es decir -anotó el funcionario- que este contrato se arregló para que la firma comercial se quedara toda la vida con la Lotería”.

LOS ‘CHIRRINCHEROS’

En el aspecto de Beneficencia y asistencia pública, se afronta un exagerado “escape” de participaciones: por consumo de licores nacionales y extranjeros no hay ingresos. Los pocos que debían llegar hasta las arcas se quedan en el bolsillo de los “chirrincheros” conocidos guardas que cobran “al ojo” los impuestos, para reforzar sus sueldos mensuales.

Las loterías de los departamentos colombianos que allí se venden tampoco pagan tributos. Según una ley nacional, el impuesto de anotación y registro es destinado en todo Colombia para Beneficencia. En la Guajira, no, “porque a los funcionarios públicos les parece mejor destinarlo a ‘fondos comunes’. Esos fondos pueden ser la pavimentación de la calle de la casa del dirigente político que los sostiene, o la compra de repuestos para vehículos o máquinas que no existen”.

DOSCIENTOS MAESTROS

En el aspecto de educación, el panorama es igualmente desolador. Un solo detalle da la magnitud del “trabajo” hecho en este campo: en los dos últimos debates políticos fueron nombrados más de 200 maestros a cambio de votos. Los comités pro-candidaturas mediante visitas a las familias armados de decretos en blanco, en los cuales se daban puestos y se otorgaban becas con solo colocar los nombres de los agraciados, lograron “conseguir” un buen caudal de votantes.

Como la nueva erogación (pago de nóminas) de parte del gobierno departamental no estaba contemplada en la partida presupuestal, fue necesario abrir un crédito suplementario al presupuesto para pagar a esos maestros. La medida fue tomada tras varios debates en la asamblea departamental.

¿PATRIOTAS O SACRIFICADOS?LAS AUTORIDADES NO SABEN QUÉ HACER CON LOS RESTOS

¿PATRIOTAS O SACRIFICADOS?LAS AUTORIDADES NO SABEN QUÉ HACER CON LOS RESTOS

Medio: El Tiempo.

Fecha: 13 de septiembre de 1968.

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro.

Cuatro días después de haber llegado a Tunja con 25 calaveras, una daga y varios huesos humanos de diferentes partes del cuerpo, José Antonio Bernal, alcalde de Pisba, aún tiene los pies hinchados y con numerosas ampollas por el rigor del camino cubierto. Las dos cajas de madera en que fueron transportados los restos durante dos días, a lomo de mula, fueron depositadas en el rincón de la sala de una casa de familia en la capital boyacense, y anoche se esperaba que las autoridades decidieran por fin qué hacer con ellas. Mientras tanto, el señor alcalde seguía siendo el incomprendido de toda la ciudad… Para qué se vino con eso? Debía haberlas dejado en paz donde las encontró… ahora los espíritus van a comenzar a revolotear;, dicen las gentes por la calle. En las oficinas de la gobernación el concepto es otro: “¡Qué bárbaro! En lugar de trasladarlas aquí, debía haber hecho el levantamiento donde las encontró… Está fuera de la ley”.

ESO VALE LA PENA

Sin embargo, el hombre sigue aferrado a sus ideas. Piensa que hizo bien en traerlas, porque así le mostraba a la patria algo que de verdad vale la pena. Su viaje entre Pisba y Tunja fue una odisea larga. Llegó extenuado y comenzó las gestiones en la gobernación. El Tiempo lo halló a las dos de la mañana, después de buscarlo por más de cinco horas. 

Bajaba una callecita empinada, haciendo zig-zag, en compañía de su jefe de relaciones públicas un visitador de alcaldías de la gobernación de Boyacá, que lo colocó en el cargo hace algo más de un año.

– ¿Ustedes me buscan? Qué caray, yo qué voy a poder decirles! Sin embargo, síganse para más adentrico…

ES CASI HÉROE

Saludó a sus 25 “niñas”, tomó la daga en una mano y comenzó a relatar los detalles de su viaje entre suspiro y suspiro, sin comprender que a estas horas es casi un héroe que 149 años y dos meses después de haber sucedido un encuentro entre la vanguardia del ejército libertador y un puesto realista en el cerro de La Cruz, fue el primero en haber vuelto a pisar el sitio de aquel episodio.

– Cuando encontró los huesos

– En el mes de mayo. Habíamos ido a cazar venados con unos amigos, cuando de pronto vi una cosa blanca y redonda. Escarbé y era una calavera. Seguimos buscando y encontramos 24 más… me asusté un poco, pero sin embargo guardé mi serenidad de funcionario público, y con los muchachos escondimos todo en una cueva que hay cerca, para que no las dañaran ni las volvieran a enterrar… inmediatamente nos volvimos a Pisba, donde reuní al concejo municipal. Más tarde hice una Junta de urgencia con mis funcionarios, pero todo fue para tristezas. Nadie quería que yo sacara los restos de allá.

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OPOSICIÓN TOTAL

Así que durante todos esos meses estuve con la idea de traerlos a Tunja, pero en el pueblo hubo una oposición total, hasta que actué enérgica y decididamente. Ordené al personero y al secretario de la alcaldía que me acompañaran y recogimos los huesos en tres costales de fique.

Para el martes de la semana pasada ya había conseguido dos Cajones de madera y, a pesar de que en el pueblo todo el mundo estaba en contra, los despaché un par de mulas. Yo me vine el jueves de madrugada.

DE CALZONCILLOS LARGOS

Cuando me levanté miré para el páramo que se veía detrás de las tejas de paja del pueblo. Estaba negro y sentí miedo. Entonces te le dije a mi secretario: “Salgo con 25 calaveras; a lo mejor, al llegar al páramo, seremos 26”.

Las mulas iban adelante y yo tenía preocupación. Esa noche no había dormido. Me levanté a las cinco, me puso mis calzoncillos largos, un pantalón de pijama, mi pantalón de dril, ruana, sombrero y un par de cotizas que me costaron cinco pesos en la tienda de Alfredo Calderón.

Y arranqué así, sin desayunar… que me iba a dar hambre. Lo que sentía eran ganas de llegar rápido a Tunja, donde mi jefe, el gobernador, y entregarle esto.

EL SOROCHE

Caminé todo el día sin probar nada, ni agua, ni un bocado. El estómago no me pedía nada. Como a las tres de la tarde, todo se me comenzó a poner gris y veía estrellitas bailando. La nariz me olía como a sangre. No le puse cuidado. Campo Elías, muchacho que me acompañaba, me dijo que descansara, pero los pies seguían andando. De pronto, toda esa selva de árnica pareció ponerse negra. Las mulas de Campo de mandaban baho a la cara y yo las veía como derretirse, hasta que el piso se me vino encima… No me acuerdo más. El corazón golpeaba fuerte aquí, en esta partecita y como que no podía respirar. ¡Ay, virgen santisima…!

A QUEBRADAS

Cuando me desperté, el muchacho estaba descargando una de las mulas para subirme pero no lo dejé. Podía caminar otra vez… De ahí para arriba se me hizo duro el camino. Sentía las piernas flojitas, flojitas. Y la cadera me dolía aquí. Aquí arriba.

Por fin llegamos por la noche a Quebradas, y dormí encima de un cuero que traía. Estaba empapado porque, como estamos en invierno, llovió todo el día. Yo sentía frío y miedo por los huesos, Claro que antes le había mandado una carta a Ananías Torres, para que me guardara bien las cajas, que era una cosa muy delicada. Ahí en Quebradas, me dijo que habían pasado bien. Esa noche tampoco dormí. Por ahí a las cuatro, medio me cogió el sueño y vi un poco de banderas de colores, bayonetas y al gobernador en una oficina llenecita de calaveras, que me hacía poner preso… Me desperté y llamé a Campo… “Vámonos, vámonos, Campo Elías, rápido. Yo tengo que llegar a Tunja. Estoy de afán”.

LA TEMPESTAD

Cogimos el camino y todavía estaba lloviendo. Al mediodía nos agarró la tempestad. El viento les daba vuelta a las mulas y las dejaba de rabo para arriba; nos teníamos que agarrar de las baticolas duro, porque abajo estaba el abismo. Entonces sentí más miedo y mucho frío… Como que me iba a volver a desmayar, y entonces Campo me vendió un poco de miel de un zurrón. La eché entre un talego plástico de medias y con eso tuve para seguir caminando.

Como a las siete de la noche, sin parar, dándole todo el día, llegamos a Quebradas. Allá estaban las cajas. Las mulas las habían dejado y se habían ido. El flete me costó hasta allá 100 pesos de mi bolsillo. Tampoco dormí ese día. Tenía mucha preocupación y hacía todo el esfuerzo por no cansarme… ¡Pero, qué va! Tenía los pies ampollados y muy hinchados. Yo creo que este ha sido el esfuerzo más grande de mi vida… ¿Usted cree yo hice mal al traer los huesos?

EL VESTIDO NUEVO

Bueno, a las seis de la mañana salí en una camioneta y llegué a Socha a las siete. Estaba lloviendo. Los pies no me cabían en los zapatos, pero tuve que aguantármelos. Ahí me puse mi vestido nuevo…, este que traigo hoy. Lo demás lo deje guardar. Todo, menos las cotizas, porque se me acabaron. Llegué a Quebradas descalzo.

Yo le decía al ayudante de la camioneta: “Cuidado con mis cajas, que son unos huevos para el gobernador”. Seguía muy nervioso, porque creía que les iba a pasar algo. Por fortuna, nadie supo qué traía. Era un secreto del alcalde de Pisba. Así no tendría problemas.

POR FIN, SUEÑO

En Socha dejé las cajas a guardar en la casa de Rafael Montaño y me fui a dormir a donde mi hermano. Ya no podía más. Estuve todo el sábado profundo y el domingo me desperté con mucha hambre. Me desayuné y, ya más confiado porque al menos viajaría con mis cajitas, cogí el bus de Chelo, el número 140 de la ‘Rápido Paz del Río’. Acomodaron las cajas en la bodega, y cada vez que paraba el bus yo me bajaba y miraba… Le decía al ayudante: “Cuidado, mijo, que son huevos para el gobernador. Mucho cuidado”… Me bajé unas cuarenta veces, hasta que llegué. Sentí alegría porque ya estaba aquí.

Al despedirme le dije al chofer: “Chelo, le pago un pasaje; los de los otros 25, si ni agua: esos viajaron de gorra…”. Me miró y creyó que yo estaba loco.

DOS MESES EN BLANCO

– ¿Cuánto le costó el viaje?

– Seiscientos pesos.

– ¿Cuánto gana usted al mes?

– Setecientos pesos, pero hace dos que no cobro. La plata la conseguí prestada en el pueblo.

Antonio Bernal tiene 35 años y es alcalde de Pisba desde hace uno y medio. Antes fue inspector de policía en El Espino… “Allí aprendí de leyes…”.

– ¿Cómo aplica usted la ley?

– No muy duro ni muy blando. Yo investigo siempre primero, porque el personal de mi región es medio brutico, y entonces…

– Pero sigamos. Llegué aquí contento con las cajas para el gobernador porque sabía que eran esqueletos de soldados de Bolívar… Yo me acuerdo todavía de la historia que me enseñó la señora Inés Panqueba de Olano en la escuela de Bituta hace como 25 años. Por eso estoy seguro.

FUNCIONARIO EN PROBLEMAS

– ¿Qué le dijo el gobernador?

– Nada, casi no lo puedo ver… Después de esa ilusión que traía… Salí del palacio con ganas de llorar. El señor secretario de gobierno, en lugar de ponerse contento, me miró como mal y me dijo: “Hombre, ¿cómo se le ocurre? El levantamiento de eso debía haberlo hecho en su jurisdicción. ¿Cómo va a traer esas cosas, no ve que es un problema?”.

Entonces me dio tristeza. Pero, bueno, ya lo hice… ahora será que me pongan preso… a lo mejor me sale el sueño ese de la enramada.

– ¿Qué espera?

– Que me digan dónde van a recibir estos restos. Si no, entonces procedo de conformidad y los traslado a mi jurisdicción municipal. Allá los vigilo y pido un visitador que juzgue mi actuación como alcalde de Pisba… Los funcionarios públicos tenemos que someternos a todas estas cosas.

LOS CRÁNEOS PUEDEN SER DE ABORÍGENES

Tunja, 15. (Centro Informativo de Boyacá). Sobre los cráneos encontrados en la región montañosa de Pisba, próxima al camino que de esta población conduce a Paya, se espera un dictamen científico que precise su antigüedad, con el fin de orientar las investigaciones posteriores, si resultan con más de 140 años.

La información fue suministrada por el secretario de Academia de Historia, Ramón Correa, quien es partidario de observar cierta prudencia en torno al hallazgo de estos restos por unos cazadores el pasado 26 de mayo, mientras se conocen los resultados de los exámenes a que serán sometidos en próximos días.

DEFORMACIÓN

Varios de los cráneos conducidos a Tunja por el alcalde de Pisba, José Antonio Bernal Malpica, presentan un aplanamiento, al parecer artificial, de la región frontal, Esa deformación, que se lograba mediante la aplicación de placas de madera en las cabezas de los recién nacidos, como signo de distinción, ha hecho pensar a algunas personas que pueden ser los restos de alguna de las tribus que hasta esas elevadas regiones llegaron huyendo de los españoles, a los que no pocas veces se enfrentaron con ventaja.

El hecho de no haberlos encontrado sepultados hace presumir a quienes son partidarios de esta versión que pudo tratarse de un asesinato en masa o de un suicidio colectivo ante la derrota inminente frente al enemigo peninsular.

En cuanto a las deformaciones craneanas se dijo que hay muchas técnicas diferentes para lograrlas, como también hay la deformación póstuma bajo la presión de la tierra y otros elementos, que nada tienen que ver con las costumbres de algunos de nuestros aborígenes.

NUEVA VERSIÓN

Personas que conocen la región relataron historias fantásticas: dicen unas que los huesos pueden pertenecer, casi con seguridad, a tribus indígenas. Hablan de cuevas en donde hay más calaveras; de “guacas” en las que algunas personas encontraron pectorales de oro y otros objetos.

Otros opinan que deben ser de guerreros españoles o de patriotas, porque en la región se encuentran vestigios de trincheras; no se sabe si fueron construidas por los españoles ante la proximidad de los patriotas que remontaban la cordillera de paso para el altiplano o por los moradores de la región, cosa poco probable por el intenso frío que allí hace.

ZONA ESMERALDIFERA

No han faltado quienes afirmen que en las vertientes orientales de la cordillera, descendiendo hacia Pisba, se encuentran muestras esmeraldiferas. Esto indicaría que, en épocas de la Conquista, o de la Colonia, quienes transitaban el camino, de paso para los Llanos Orientales, pudieron dedicarse a la explotación de las codiciadas gemas y que, por lo mismo, los huesos allí encontrados pueden pertenecer a mineros asesinados.

SILENCIO OFICIAL

El gobierno departamental hasta el momento, no se ha pronunciado oficialmente sobre los restos conducidos a Tunja.

VI CÓMO LO DEVORABA LA PIRAÑA

VI CÓMO LO DEVORABA LA PIRAÑA

Medio: La República.

Fecha: 31 de julio de 1966.

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin Registro.

No me dejen morir, sáquenme, sáquenme. El agua del caño estaba enrojecida y llena de espumas revueltas con pedazos de ropas. Tuacha, el indiecito que nos acompañaba desde que salimos de Sabaloyacü tenía solo parte de la cabeza fuera del agua. Difícilmente hablaba. Las pirañas en una nube inmensa producían un sonido ensordecedor, parecido posiblemente al que hace una legión de chicharras.

No pudimos hacer nada pues nos dimos cuenta solo diez minutos después de que resbaló al fondo de la quebradita fangosa y profunda: el hombre se había retrasado agobiado por el ejercicio y creo que le llevábamos unos doscientos metros de ventaja, que en la selva son una inmensidad, dice Asuncao de Moraes «ciudadano colombiano y servidor «, nacido en la Amazonia hace setenta y ocho años en la Amazonía y quien no conoce ninguna de las ciudades del interior de Colombia.

Le hallé en Leticia cuando arribaba en una pequeña canoa y me llamó la atención su cara de veterano. Asuncao es hijo de portugueses, amable y fuerte como un muchacho de quince años. Una hora después de haberte saludado, tenía en mi cabeza tantas cosas, que recuerdo solo una pequeña parte de las aventuras que relató, mientras «desaparecía» casi todo un paquete de cigarrillos.

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FIERITAS

– Las pirañas son unas verdaderas fieritas, dice el hombre. Las atrae la espuma y atacan cualquier objeto vivo o muerto. Son pequeños peces «que andan en grupos de dos mil para arriba» y son capaces de partir, de una tarascada, un sedal de cobre como si fuera queso.

– Mi perrito atravesó un charco y «las fieritas esas del infierno me lo dejaron colimocho mientras me limpié un ojo»… «Vi una vez cómo la cabeza de una que habíamos “partido” saltó sola y le dio un tajo a la mano de un amigo mío.

TRAGEDIA

El compatriota De Moraes se emociona relatando sus hazañas y vuelve a la tragedia del indio Tuacha, ocurrida hace más de 20 años:

“Al sacar el cadáver, recuerdo que a su cabeza venía pegada una piraña pequeñita y para separarla de allí fue necesario hacer uso del machete. Cuando están fuera del agua chillan y gruñen de rabia, atacando lo que tengan cerca, así sea palos o hierros”.

– ¿Cuánto demoran para devorar a un hombre?

“Quince minutos más o menos, y a una vaca… pues casi media hora.

LA VICTORIA REGIA

El día anterior a mi encuentro con Asuncao había conocido en la Isla de Ronda la “Victoria Regia”, una flor acuática de la selva, blanca y con hojas de un diámetro que varía entre uno y dos metros de tamaño; solamente nace en el Amazonas siendo desconocida en el resto del mundo.

Sus hojas son redondas y espinosas. Flotan y parecen una tapa de cerveza, pues sus bordes se doblan hacia arriba. Escuché que la flor tenía una leyenda indígena y el viejo, conocedor de la región como la palma de su mano, fue la clave para conocerla.

LOS TUCHUAUÁS

Cuando pregunté, Asuncao sonrió. Se había quitado el casco y sudaba copiosamente. Sonrió, miró hacia el techo e inició con pelos y señales el relato que es para los indios Tuchuauás una verdadera historia sagrada.

Según los indios, la flor es el alma de una nativa enferma de amor que murió por no haber logrado a su amado, la luna.

ASUNCAO DE MORAES

Dicen los indios que el astro es un dios hermafrodita que durante los últimos seis meses del año entra en su período masculino. Entonces desciende a la tierra y cohabita con las vírgenes indias de su predilección, con un placer tal “que el lenguaje humano no puede describir”.

NAYA

Sucedió que la moza Nayá, mujer olanca hija de un cacique se impresionó con aquellos amores sagrados. Por las noches, enloquecida, trepaba a lo más alto de las montañas “para ahogarse en la luna”, pero esta huía siempre. La diosa luna -prosiguió el anciano- convertía en luz los cuerpos de sus amadas, chupándoles la vida y apagándoles el color de la sangre. Las llevaba en sus brazos, convirtiéndolas en semidiosas que acostaba en las nubes: así nacían las estrellas.

DESILUSIÓN

Nayá quería ser semidiosa. Recorrió toda la tierra… y no pudo alcanzar la luna. Se comenzó a agotar y no valieron los “filtros” de los mejores hechiceros para curar sus anhelos. Vagaba en las noches de luna hasta que una vez, viendo sobre el río el reflejo del agua, se lanzó a cogerla.

La diosa, que era buena, rehúso llevarla al firmamento convirtiéndola en una estrella de las aguas, para lo cual desdobló su alma y la volvió flor con espinas para defenderla. Dicen los indios que en las noches, la flor abre más sus pétalos para recibir en ellos los besos luminosos de la diosa.

UAPÉ ACÚ

Mientras el anciano contaba la “historia” de Uapé Acú -flor pura- un remolino de gentes terminó por rodearnos, el calor arreciaba y nuestro amigo perdía tiempo para vender una gambitana que había pescado minutos antes.

– Les ha gustado la leyenda de Juruparí Teaña? Si tuviera tiempo les contaba muchas más… pero creo que será dentro de un mes, cuando vuelva a salir de la selva.

SIN GUITARRA LLEGÓ ‘EL CORDOBÉS’

SIN GUITARRA LLEGÓ ‘EL CORDOBÉS’

Medio: El Tiempo.

Fecha: 06 de diciembre de 1968.

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro.

Ayer a las 12 del día llegó procedente de Quito ‘El Cordobés’. En el aeropuerto se agolparon a su lado, durante los 7 minutos que tardó para tomar un automóvil, unas tres decenas de personas que, a codazos, llegaron hasta él para tocarlo.

“El Mechudo”; sigue siendo el mismo de hace 4 años, porque continúa arrastrando gente. En Bogotá vendió solo los abonos. Llenó (desde ahora) la plaza, no solo para sus corridas, sino para las que van a torear los demás. Después de esto, se puede decir que ‘El Cordobés’ sigue siendo el más taquillero del mundo.

“EL SALVADOR”

Entre la gente que esperaba el arribo del avión. estaba Víctor Rodríguez, uno de los empresarios. Decía:

“Aquí estamos. Esperando a ver si es cierto que llega el salvador”.

La frase, dicha con una sonrisa que tenía algo de nerviosa y de incredulidad, es un retrato de lo que este torero significa en la fiesta actual.

“El Mechudo” es algo más que el torero discutido por los taurinos de taberna. Significa la garantía para cientos de empresarios de todo el mundo, que tienen como conjuro su nombre para abarrotar los tendidos.

UN DESCANSO

Solo cuando el matador descendió del avión y estuvo entre los brazos del empresario (traje de repicar duro, corbata italiana y embolada de cinco pesos) el nerviosismo desapareció del aeropuerto. Ya estaba todo asegurado.

Los trámites de aduana fueron cumplidos por los admiradores del torero, que le raparon de la mano papeles, maletines y pasajes. La evacuación de las dependencias de aduana fue inmediata. La única demora, una nube de cámaras periodísticas y lápices que pedían autógrafos.

UN BAÑO DE TINA

Hablar con ‘El Cordobés’ significa la mitad reírse por sus ocurrencias y la otra pensar en lo que dice. Es un ágil mental que saluda a todo el mundo con la mano y sonríe a cada minuto.

En el Hotel Continental fue cordial con todos los empleados de recepción… “¿Me han llegado cartas?”, fue la primera pregunta. Y claro, ya había una esperando su llegada. Luego en la suit que le había sido reservada tuvo la primera decepción:

-No hay tina y yo quiero darme un baño, pero no me gusta en regadera.

A estas palabras del matador, todos los aficionados que lo rodeaban se fueron de cabeza hasta la gerencia. En cinco minutos estaba lista otra suite con tina y un café caliente.

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AHORA SÍ

Mientras tanto, el empresario continuaba riendo, pero en su cara ya no había inseguridad… “Ya está aquí -dijo- ahora sí descanso. Si señor”.

Durante los primeros minutos, la habitación de ‘El Cordobés’ se llenó nuevamente de cámaras de televisión y luz de reflectores. El personaje, sin la petulancia que un observador pudiese haber esperado, accedió a unas cuantas “tomas” y cuando la luz se había vuelto cansona, dijo: “Señores…”. (Otro conjuro. La 823 volvió a quedar sola). Ahora sí el baño.

TEMPORADA “ACHICADA”

El caso de ‘El Cordobés’ es el de una figura del toreo, cargada de millones, a la cual no interesa ya sumar muchas corridas. Este año su temporada fue “achicada” entre España y América. Toreó “solo” 71 corridas. En América serán menos, mucho menos de las que sumó el año pasado.

– “Este año hubo menos ajetreo”, dijo sonriendo. “Los hombres no son máquinas; no pueden permanentemente continuar a un ritmo agotador. A las máquinas también hay que renovarlas”.

– ¿Y a usted?

– Bueno, ¿usted qué piensa?, responde.

181 CORRIDAS

La época del año 65 pasó definitivamente para ‘El Cordobés’. En esa temporada toreó 111 tardes en España y 65 en América. Un verdadero record. Este año se ha dado el lujo de escoger y quedarse con lo que más le gusta. Aquí ha hecho lo mismo. “Solo vine a Colombia y Venezuela. Lo demás queda fuera, de momento.

– Benítez, ¿no le cansa este mundo de viajes, de adulación, de nervios?

– No. Esa es mi vida, Cada uno se busca su camino y entonces debe seguirlo. Yo así la paso fenómeno,

– ¿Y después de Bogotá, qué?

El lunes a las 5 y 30 de la tarde para España. Hay muchas perdices por cazar en Córdoba. Este año sí me quedo en mi finca disparando. Voy a estar todo el tiempo en Córdoba.

– ¿Trajo la guitarra?

– No, hombre, la dejé… Con la guitarra estoy como el cangrejo: de para atrás, ¿sabe?

EL MÁS DIFÍCIL

Pese a la facilidad de expresión, ‘El Cordobés’ es un personaje difícil de entrevistar. Difícil si uno no quiere caer en las preguntas de siempre. Es que, después de unas cuatro mil entrevistas, queda poco por decir.

Uno de los camarógrafos de televisión se le acercó a su llegada y le dijo:

– Matador, ¿qué tal los toreros que lo van a acompañar a Bogotá?

Y él respondió muy serio “¿En Bogotá? Yo no sé quién más torea aquí”.

QUINCE MENOS

– Benitez: ¿cuantas corridas menos toreará en América este año?

– En relación con el pasado, unas 20.

– En Madrid usted declaró antes de venir que se le había acabado la plata…

– ¿Hombre… que qué? ¿La plata? Bueno, si. Se está acabando.

Diálogo que se corta. La legión de servidores celosos del matador interrumpe. Todos se pelean a codazos por dar la razón primero: “Ya está listo el baño señor. Ya está listo el café. Quítese la camisa que debe descansar… ¿Le hago la cama?

Señor, ¿un cigarrillito?… Y el señor muy tranquilo sonríe. Accede a todas las atenciones…

“Mientras se pueda (piensa), mientras se pueda, pues que vengan las atenciones. Sí señor”.

DON RO

DON RO

Medio: Sin registro

Fecha: 1978

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro

Don Roberto, un joven de cincuenta cuyo padre, de noventa y seis, había traído la yunta de bueyes desde San Miguel -en la cordillera del frente- se quedó mirando a la pequeña Catalina y me preguntó de qué estación era.

¿Estación? Le pregunté en un tono que, me imagino, para él tuvo algo de ridículo, porque sonrió en tono de burla y repitió

-Sí, la estación, la menguante o la creciente.

Era la primera vez que me había puesto a pensar si aquel 18 de junio era menguante o creciente. Ni idea. En cambio,se fue a su pequeña casa, sacó un almanaque Bristol y luego de consultarlo con mucha dificultad -a pesar de tener sus ojos intactos- dijo que la pequeña estaba salvada. Había nacido en menguante.

La parcela era entonces un charrascal tupido de zarzas por encima de las cuales apenas se veía -muy cerca- un pequeño hilo de humo que salía de la casita de Don Ro, este hombre bueno de pata al suelo y bigote moquillo. Desde el día que lo conocí me llamó la atención que atravesara aquel zarzal como quien camina sobre un tapete, de manera que finalmente me atreví a preguntarle si no se lastimaba los pies pisando la tierra, y él espontáneamente me respondió: Pisándola, no. ¡Acariciándola!

En ese momento me di cuenta que, definitivamente éramos dos mundos muy distantes y que catorce años visitando el campo colombiano habían transcurrido impunemente.

Aquella misma tarde del diálogo de los pies descalzos comenzamos a proyectar la primera siembra de papa: “A esta tierra, dijo Don Ro, hay que pegarle por lo menos cuatro yerros con el arado porque está muy apretada. Nunca han sembrado nada aquí”.

Un par de eucaliptus muy frondosos se levantaban en el centro del potrero y era necesario derribarlos antes de sembrar. Si no lo hacíamos, lo que fuera plantado en un radio de treinta metros alrededor de cada tronco, crecería raquítico.

-Entonces hagámoslo ya – le dije, y él volvió a sonreir.

– No podemos. Hay que esperar quince días mientras llega la menguante, porque estamos en creciente y los palos no se tumban en esta estación, Ni los palos ni los hijos. Uno tiene que tratar de hacer los hijos en menguante. Nacen fuertes y no se enferman. Y, así es el árbol, Tumbe uno ahora y verá que la madera se raja y por ahí al año empieza a gorgojiarse.

Quince días. En la ciudad es mucho tiempo. ¡En el campo resultan un sueño!

-¿Sabe una cosa? -preguntó Don Ro- es que en menguante el árbol está quieto. En ese momento está dormido como los niños. No llama agua, no llama vapor. La menguante es como la noche para uno. Pero en cambio llega la fuerza de la creciente y el árbol se despierta emberracado a chupar agua del suelo. Si uno pone el oído en el tronco de un palo grande por las tardes, puede oír cómo brama por dentro. Se está alimentando. Si le pega un hachazo, chigorrotea la savia. Está despierto y no hay que tocarlo.

En adelante todo se ha manejado de acuerdo con la luna, así no crea totalmente en ello, y hoy, lo que antes resultaba angustiante como la espera de quince días para podar una planta, he tratado de que se vuelva tan natural como ese nuevo manejo del tiempo. Ese manejo de tiempo eterno, tranquilo. Ese tiempo que no ha permitido que Don Ro envejezca.

En creciente la luna sale y comienza a alumbrar más o menos a las siete de la noche. Sobre noviembre esa es la hora en que la niebla también despierta y empieza a trepar por las montañas, Pasa por nuestra parcela y la inunda. Resulta muy bello salir a una pequeña alameda de trementinos y nupos y verla colarse a través de los rayos de luz, a través de las ramas: silenciosa. Andando de prisa para subir hasta lo alto de las montañas y convertirse en lluvia un par de días más tarde.

Nunca supimos distinguir una noche de menguante y una de creciente hasta cuando Don Ro nos lo explicó: “En menguante está oscuro porque está llegando la fuerza de la luna… sale como a la una de la mañana y se acaba la oscuridad. Entre creciente y menguante, fíjese bien, hay unos tres días que se llaman luna llena. Llena pero más débil porque sale entre la una y las dos de la mañana, dura unas tres horas alumbrando y luego se apaga. ¡Esas noches no son buenas para hacer hijos!”.

Hoy quedan pocas zarzas. Se han conservado las matas de mora silvestre enredadas en las cercas o tragándose un par de palos de durazno cerca de la casa vieja. La mejor murió hace un par de semanas, coincidencialmente con una poda que le hizo mi esposa.

Cuando ella tomó las tijeras, noté que Don Ro se encogía de brazos, pero como era menguante se lo dije y él calló. No obstante, el día que rozamos bien con una peinilla las ramas secas, me recordó la poda:

“La mora sufre de un celo. Es muy celosa y no le gusta que la toquen las mujeres. La mora es con el varón… Desde que ella la tocó se comenzó a cubrir de un polvito blanco. Mire, todavía hay dos gajitos verdes, ¿Los ve como con un polvito blanco? Es que está de luto. Ella cuando va a morir se viste con su propio luto. Un luto blanco. Anuncia su muerte. A la mora en lugar de que la toque la mujer hay que traerle brosa (tierra del bosque). Pero tiene que ser brosa de sus árboles amigos, Cuando baje a la quebrada fíjese del pie de qué árbol la recoge, no puede ser de árbol enemigo”.

-¿Enemigo?

-Claro, los árboles son como cualquier hombre. Hay uno que la tierra lo adora. Por eso lo hay en clima caliente y en clima frío. Y es amigo de cuanta mata se le acerca. Es el higuerón, Busque uno y verá que debajo encuentra de todo… Yo nunca he encontrado nada malo debajo de un higuerón. Y, ¿sabe otra cosa? Ese verraco no se deja trasplantar… Hay una época del año que da hasta comida. Produce una oreja (hongo) que brota cuatro o cinco días después de la creciente. Se llama oreja blanca y produce un gusanito blanco que es delicioso. El higuerón y el guarumo son buenos amigos de la mora… En cambio, siembre un curubo al pie de un arrayán y verá que muere el curubo. Es que se odian. Son enemigos. Siembre algo al lado de un ocal (eucaliptus) y verá que muere. El ocal es un vergajo porque es enemigo de todos los demás, Mire, es enemigo hasta del hacha, Acaba con el yerro. Uno tumba un ocal y el hacha y el machete comienzan a mojociarse Por eso yo digo una cosa: los árboles son como los hombres y a los hombres que son vergajos hay que olvidarlos, Acuérdese, hay que tumbar dos ocales del potrero. Ahora sí estamos a tiempo.

«Y SE MURIÓ HASTA EL ÚLTIMO»

«Y SE MURIÓ HASTA EL ÚLTIMO»

Medio: Cromos

Fecha: 05 de diciembre de 1994

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Guillermo Torres

En un recuerdo a cuatro manos Gabriel García Márquez y Castro Caycedo reconstruyen la historia de sus gestiones de paz ante la mafia, y la inutil tarea de buscar una acercamiento entre Pablo Escobar y el presidente Belisario Betancur para detener a la muerte.



Estoy casi seguro que aquella era una madrugada de abril de 1986. La una y media. Antes de contestar al teléfono vi que afuera, debajo del poste de la esquina, la cortina de lluvia era tan espesa como al comienzo de aquella noche de bombas en diferentes lugares de la ciudad. El timbre repicó un par de veces más y luego identifiqué la voz de García Márquez:

– ¿Cuántos murieron hoy?, preguntó.

La guerra que desencadenó la extradición de colombianos a los Estados Unidos, instaurada por el presidente Betancur luego de que la mafia asesinó a su Ministro de Justicia y lo sentenció a él a muerte, completaba veinticuatro meses. Dos años de bombas callejeras y de magistrados, jueces, policías, gentes inocentes – niños o ancianos -, desfigurados por la dinamita o perforados por las balas dum dum. Los sicarios le rezaban diariamente a la santísima Virgen, besaban las fotos de sus propias madres y tras “soplarse” un bazuco, igual penetraban a la iglesia que a tu habitación y allí te quebraban a balazos. Entonces no les decían sicarios sino “guerreros”. Y ellos se creían guerreros.

Esa madrugada la voz de Gabo era la de un hombre, yo no diría angustiado, sino atormentado, terriblemente triste y antes que saludar, soltó así: – Hay que tratar de parar este horror de alguna forma Esto no puede seguir así. Dime una cosa: ¿tú has vuelto a subir a la montaña blanca?

Aludía a Medellín, a la coca a Escobar y le dije que no, pero que podía volver a ponerme los esquís y, bueno… intentarlo.

– Entonces vente para México porque necesito hablar contigo -dijo- con la misma voz de angustia.

Hasta ese momento sólo dos personas sabían del proyecto de mi libro: Fernando Gómez Agudelo, que pagaba todos mis viajes y Darío Arizmendi, pero ambos se lo susurraron, de manera que ya no éramos sino unos quince los que conocíamos el gran secreto.

Durante el resto de la noche el tema de la llamada me hizo cosquillas en las orejas y temprano en la mañana reservé un silla de avión a México. A esa hora no tenía ninguna duda de las intenciones pacifistas de García Márquez y me sentía totalmente identificado con él.

Gabo: “Antes de ser asesinado Rodrigo Lara y cuando ya era presidente de la República, Belisario me había dicho que bajo su gobierno ningún colombiano sería extraditado a los Estados Unidos y yo lo escribí en una columna que se llama “Un tratado para tratarnos mal”;… Es que en ese momento yo di solo la batalla contra la extradición. Solo. Era cuestión de principios: Colombia no podía mandar colombianos a que fueran juzgados en el exterior. Ninguna madre manda a sus hijos a la casa del vecino para que se los castiguen. Y di esa batalla porque en aquel momento tenía un respaldo que no había revelado y eran esas palabras de Belisario.

Pero, fijate que hay algo más: cuando yo estaba escribiendo esa nota que salió publicada en El Espectador, llamé a Belisario y le dije: “Presidente, yo he escrito una columna donde sostengo que estoy seguro que bajo su gobierno ningún colombiano será extraditado. ¿Puedo dejarlo así?, le pregunté y él respondió: “Puedes dejarlo así”. Y así se publicó.

EN MEDIO DE UNA RECUA DE SICARIOS

El avión a México partió un poco después de las cinco de la tarde y desde el mismo carreteo en busca de la pista, empecé a recordar una película que para mi había comenzado a rodar cuando finalizaba 1983, es decir, tres años atrás:

Un día de septiembre fui a ver al procurador general de la Nación, Carlos Jiménez Gómez y cuando llegué frente al edificio de la Procuraduría, vi en la calle revuelo, gente andando a zancadas, Mercedes Benz que abrían sus puertas y en medio de una recua de sicarios pude distinguir a Pablo Escobar, a El Mexicano y a dos pares de mafiosos más que salían de allí, se metían presurosos en los autos y enrumbaban por la Carrera Quinta en medio de una nube de tierra. Un mes más tarde, la revista Semana anotó: “El procurador general de la Nación, Carlos Jiménez Gómez, habría realizado recientemente intensas gestiones calificada como de paz, frente a los grandes del narcotráfico en el país. El resultado de estas entrevistas fue una especie de “paz pactada” en la cual se acordó el retiro total de los narcotraficantes de la actividad política, comenzando por el desmonte de los movimientos cívicos de Pablo Escobar y…”;.

Retirado Jiménez Gómez de la Procuraduría, y justo cuando escribía los ocho volúmenes de sus memorias, cenamos juntos y antes del café creí que como había transcurrido tiempo suficiente, no resultaba incómodo recordar la escena de aquel septiembre y se lo pregunté. Él sonrió unos segundos, asintió con la cabeza y empezó a contar:

“Era mil novecientos ochenta y tres, ¿no es cierto? En ese momento no había muerto Lara Bonilla pero ya las cosas estaban complicadas. Estaban enredadas y un día llegaron a mi oficina, Escobar, El Mexicano y otros cuantos, solicitando que los escuchara. Se quejaban. Pedían que los dejaran acogerse a algo así como lo que hoy llaman reinserción a la vida civil. Y óyeme bien: no fue una sino fueron varias las entrevistas que sostuve con ellos, en mi despacho en forma oficial y con el único tema de la paz… algo se logró esa vez”.

Gabo: Después de la nota en El Espectador, recuerdo que almorzando en la casa de Alejandro Obregón, Belisario me dijo una cosa estupenda: ”No sólo vamos a negociar la paz con la guerrilla, sino también con los narcos. Ellos mismos están proponiéndolo”.

UN CAMINO SEMBRADO DE MEMOS

Pero llega abril de 1984 y el 30, cuando comenzaba la noche, fue acribillado el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y al día siguiente la mafia salió despavorida a esconderse en Panamá.

En mayo hubo elecciones en el istmo y el expresidente López Michelsen arribó formando parte de una comisión internacional invitada por el gobierno y a través de Santiago Londono White -que habla trabajado en la tesorería de su última campaña presidencial- se hizo un contacto con Escobar y su grupo que pedían ser escuchados. Santiago es hermano de Diego Londoño White que, a su vez, fue tesorero de alguna de las campañas de Belisario, en ese momento presidente de la República.

Hecha la aproximación, un día se aparecieron al hotel del expresidente López -El Marriot-  Pablo Escobar, El Mexicano, Pablo Correa que tenía un piso en el mismo edificio y el resto de los grandes capos de la cocaína, para quejarse de sus desdichas, alegar inocencia y decirle que querían pactar la paz con el gobierno. 

Según personas allegadas al expresidente, éste le hizo saber a Betancur que debía comunicarle algo y como una vez terminadas las elecciones viajó a Miami, Betancur envió a uno de sus exministros a conversar con él. No habían transcurrido veinticuatro horas después de su regreso, cuando el exministro buscó al procurador Jiménez Gómez. Propuesta: que él, por ser un funcionario y un hombre independiente, dialogara con los mafiosos.

Respuesta de Jiménez Gómez: a quien haga eso lo machacan. Pero si me lo pide el Presidente de la República personalmente…

“Y el Presidente de la República me pidió que lo hiciera, aprovechando que yo tenía un viaje pendiente a Panamá, para investigar la pérdida de los trece millones y medio de dólares del Ministerio de Defensa, un robo famoso de los años ochenta”, me contó después Jiménez. Gómez.

La entrevista del Procurador General con Escobar y sus amigos fue el 29 de mayo de 1984 en el Hotel Soloy de Panamá. Más tarde, una madrugada, Escobar me dio esta versión:

«Fui con todo el combo a donde el Procurador y después de explicarle la situación, le pedimos que le hiciera conocer una propuesta de paz al presidente Betancur. Pero el Procurador dijo que esa era una cosa muy seria y que por tanto, nosotros debíamos enviársela al Presidente por escrito y que no fuéramos a mandarle una carta sino un memorándum para no poner al Presidente en la obligación de responder.

El doctor Jiménez le echó cabeza y luego dijo: “Ojo, que si ustedes quieren paz, también deben arreglar esto con la DEA”.

¿Cuál era el camino? Pues enviar otro memorándum a la Embajada de los Estados Unidos y esa misma noche hicimos venir a los abogados de Medellín y redactamos los mensajes para el Presidente y para los de la Embajada».

Corrió el mes de junio sin respuesta alguna y el 4 de jallo, fiesta nacional de los Estados Unidos, El Tiempo publicó esta perla:

«Un grupo de narcotraficantes, encabezados por Pablo Escobar Gaviria y que dicen representar al ochenta por ciento del negocio, le formuló una propuesta al gobierno para llegar a un entendimiento sobre la forma de desmontar y eliminar el narcotráfico en el país.

La propuesta fue hecha hace algunas semanas a través del expresidente Alfonso López Michelsen y del procurador general de la Nación, Carlos Jiménez Gómez. Este último viajó a Panamá a entrevistarse con Escobar Gaviria…

La propuesta consiste en que los narcotraficantes colaborarán con la embajada norteamericana y la DEA para desmantelar los laboratorios y las pistas de aterrizaje clandestinas… la propuesta de Escobar Gaviria tomó por sorpresa al gobierno, cuya respuesta aún se desconoce».

Desde luego, la reacción Inmediata del gobierno norteamericano fue decir públicamente que rechazaba cualquier propuesta de los narcos y que rechazaba cualquier rumor y que rechazaba la más leve alusión a posibles acercamientos con la mafia colombiana, porque eso era totalmente falso.

Siempre me he preguntado, ¿a quién le convenía dejar filtrar esa información?

Bueno, pues lo cierto es que ese atardecer, el ambiente del cóctel en la embajada norteamericana fue tenso y cuando se encontraron cara a cara el presidente Betancur y el Procurador General de la Nación, este último llamó al Presidente a un salón vacío y allí le dijo:

“- Presidente, sencillamente esto se acabó. De ahora en adelante debe hablar uno solo de nosotros porque yo creo que si empezamos a dar declaraciones, López Michelsen por un lado, usted por el otro y yo por otro, va a formarse un lío… déjeme a mí dar la cara. Yo hago ese manejo”.

Unos años después, luego de haber sido realmente machacado por la prensa, Jiménez Gómez comentó:

“La verdad es que el presidente Betancur tomó esa última frase demasiado en serio”.

En el aeropuerto de México fue demorado el ingreso, de manera que llegamos al hotel después de la media noche y sólo vi a Gabo la mañana siguiente cuando me recogió y fuimos a los estudios Churubusco donde tenía una oficina en la cual tres o cuatro personas trabajaban en uno de sus guiones y más tarde nos refugiamos en el estudio de su casa colonial.

Estaba apesadumbrado por la situación del país y acordamos que, a mi regreso, buscaría contacto con Escobar para decirle que él estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario y dentro de la legalidad, para ayudar a buscar la paz del país. El presidente Betancur debía visitar México algunas semanas más tarde y García Márquez podía hablarle, pero necesitaba que Escobar y su gente le mandaran a decir qué era lo que los mafiosos querían para tranquilizarse.

Gabo: “En la Presidencia de la República de México me habían dejado conocer el proyecto de agenda de la visita de Belisario que era muy apretada, pero figuraba allí una tarde libre en Cancún durante la cual íbamos a permanecer los dos solos y pensé que allí estaba la oportunidad de hablarle de los extraditables, de manera que estos contactos previos eran definitivos para pensar en que la cosa podría caminar bien”.

EL MERO MERO

A mi regreso no fue tan fácil hacer contacto con Escobar puesto que llevaba más de un año sin verlo -aún no había comenzado a desarrollarse a fondo el proyecto del libro- y nueve días después hablé con él brevemente, le conté lo que pensaba Gabo y él planteó que lo ideal era un contacto directo:

“-Yo le propongo al maestro que venga a Colombia, que aquí se hacen mejor las cosas. Que mande decir en qué tipo de avión le da más confianza volar y que en cuál de estas veinte pistas quiere aterrizar (mencionó una lista que ahora no recuerdo) y que qué seguridad exige. Todo eso se lo suministramos, pero que lo ideal es hablar aquí con toda la gente”.

Ese día almorcé con Darío Arizmendi, hablamos del asunto y como a mi manera de ver se jugaba algo que eventualmente podría llegar a ser importante, vi la necesidad de volver a México. Aprovechando que él tenía algo pendiente con Gabo, resolvió ir y volamos la tarde siguiente.

-Yo no voy a La Montaña Blanca a reunirme con ellos ni por el carajo. Manéjalos para que cuenten qué es lo que quieren o si no se jode todo, dijo Gabo. De manera que regresé a Colombia, cambié de ropa en Bogotá y me fui a Medellín para cumplir la cita con Escobar un viernes a las diez y media de la mañana.

El sitio acordado era el taller de “El Mulato”, y como el doctor Carlos Echavarría (Escobar) llegó tarde, maté el tiempo viendo los autos Alfa Romeo, Mazerati, Jaguar, Ferrari y hasta vulgares Mercedes Benz descapotables.

Sobre las doce vi cruzar una buseta de transporte urbano y reconocí como pasajeros a algunos de los hombres de Escobar. Un par de minutos más tarde apareció un campero y detrás de él un taxi con dos clientes en el asiento de atrás. El chofer Escobar con una cachucha negra de los “Padres”, la novena de grandes ligas de los Estados Unidos y sus pasajeros, Garrafa y Boca de Chapa muy bien armados.

Me recogieron, salimos de Medellín y en una casa campestre hallamos a El Mexicano que entonces lucía barba y respondía al nombre de “Andrés”, acompañado por todo el combo de satélites que gravitaban en torno a Escobar.

Luego de “un juguito, un café, una champañita, lo que quiera tomar”, Escobar le explicó a la concurrencia la iniciativa de Gabito y el primero en hablar fue El Mexicano:

– Bueno y, ¿cuánto hay que darle por esto a García Márquez?, preguntó y Escobar se quitó la gorra, agachó la frente y mirándolo con los ojos oblicuos le disparó así:

– Hombre, Andrés, dejá de decir maricadas que García Márquez tiene más poder que vos, que yo y que todos los mafiosos que estamos en esta habitación. Pero El Mexicano no cejó en su suflclencia y hablando con un dejo, mitad de campesino boyacense y mitad de paisa, insistió:

– A yo qué carajo. O, ¿es que ese vergajo tiene más moneda que yo?

– Claro que no, hermano -dijo Escobar-, pero ese man puede llamar ya mismo al que manda en Rusia o al presidente de Francia y ellos le pasan al momento al teléfono. Le pasan y, además, si Gabito quiere, le mandan avión para que se vaya a hablar con ellos. Y a nosotros no nos pasa al teléfono ni el güevón del alcalde de Medellín. Y si no, llamalo y verás.

Total que unos minutos después preguntaron si yo podía llevarle a Gabo un mensaje escrito pero les dije que lo tenían que hacer era mandar un emisario suyo, pedí que me informaran quién iría para hacérselo saber al maestro y anuncié que me retiraba. 

Gabo: Tú me llamas esa mañana para decirme que viene un tipo. Lo espero y el tipo llegó dos días después a un hotel nuevo que queda en la Calle Florencia. No recuerdo cómo se llama. Llega allá, avisa que está listo y más tarde me reúno con él. Es un tipo muy joven, alto, rubio, fuerte, muy simpático, sumamente bien educado, respetuoso. Llegó con un maletín, lo puso aquí al frente y empezamos a hablar de cuanta vaina me interesaba para medir mejor la situación de esa guerra tan absurda y… yo no sé si el maletín se le quedó abierto o é lo abrió, pero en mitad de la conversación me dio la impresión que si que lo había dejado abierto para grabar la conversación y me molestó mucho. Me molestó pero tampoco quise decirle, no grabe, porque creí que me tiraba en todo. Entonces empecé a decir vainas grabables. Hablamos de muchas cosas, pero concreto fue esto:

– Mire: Escobar propone lo siguiente: que mantiene todos los puntos de Panamá y renuncia, en esta primera negociación, al problema de la extradición para que sea discutido más tarde.

Y eso era lo nuevo y lo grande y lo que permitía una aproximación al tema de la paz. Es que dejar la extradición para después era una gran cosa porque ese era el punto que lo bloqueaba todo.

Entonces al oír esa vaina le digo al tipo, “qué maravilla. No se preocupe que el presidente Betancur viene tal día y yo hablo con él y después les hago saber los resultados de mi reunión a través de Germán, pero este baño de sangre tiene que acabarse porque Colombia está sufriendo algo que no tiene por qué sufrir.

NO, NO, NOOOO…

El memorándum enviado por los mafiosos al presidente Betancur desde Panamá el 29 de mayo de 1984, estaba dividido en dos partes: un recuento de lo que era el negocio de la coca en esa fecha y algo que llamaron una propuesta para acabar con el narcotráfico en Colombia. Allí anotaban, entre otras cosas, cómo “el negocio significa hoy para quienes lo controlamos en Colombia, un ingreso anual cercano a los dos mil millones de dólares, de los cuales una proporción sustancial llega a nuestro país.

«Desmontar la operación del narcotráfico en Colombia, significaría, a un corto plazo, el incremento en los precios del producto final en el exterior, el deterioro de la calidad, la dificultad de adquisición del mismo y, como consecuencia de todo lo anterior, la reducción del número de consumidores. En un desmonte global de la operación del narcotráfico, no podría hacerse un compromiso del ciento por ciento de los que en él participan…».

Y en la segunda parte ofrecían, entre otras cosas, entregar los laboratorios de coca, entregar las pistas clandestinas para aviones, retirarse definitivamente de la actividad política, acabar con el mercado del bazuco en el país y traer a Colombia los capitales que tenían en el exterior.

El memorándum para la Embajada de los Estados Unidos era similar, pero en ninguno de los dos se decía, como se viene asegurando desde entonces, que la mafia ofreció pagar la deuda externa de Colombia. Eso no lo dijo nunca, nadie.

Gabo: Por fin llegó Belisario a México, como decía, para cumplir un programa demasiado apretado y lo de Cancún se suprimió porque resolvió irse para Guatemala.

Entonces cuando yo vi que no íbamos a tener esa tarde para conversar con calma, dije: Y ahora, ¿qué hago? Entonces programé, por ahí en un huequito que dejaba el protocolo, una recepción en mi casa a la que fueron Juan Rulfo, José Luis Cuevas, Luis Cardoza y Aragón, un gran escritor guatemalteco que ya murió y desde cuando comenzó la reunión empecé a medir el momento para poder hablar con él y a esperar y a calcular y nada. Y como yo sabía que una vez él se despidiera yo no lo iba a ver más, aproveché una pausa para decirle, “venga y le muestro una vaina”. Y me lo llevé para mi estudio que está al otro extremo del patio y allí le mostré una galera del libro de Hemingway, “Al otro lado del río y entre los árboles”, con correcciones hechas a lápiz por el propio Hemingway. Estaba ahí y cuando la tomó en sus manos, Belisario se quedó callado, se emocionó y dijo, “¡Qué maravilla!” y yo le dije, “¡Te la regalo!”. Nos miramos y luego agregué:

– Te la llevas pero antes te quiero dar un mensaje.

– ¿De quién?

- De Escobar, le dije, y él respondió inmediatamente:

– No. No. Noooo.

Se fue enseguida para la puerta y entonces yo le grité:

– Oye, Presidente: tú eres Presidente de la República y no puedes decirle que no a un mensaje sin saber de qué se trata, porque está de por medio la suerte del país.

Y entonces él me respondió:

– A cualquier mensaje que sea de Escobar yo le digo ahora que no por anticipado. Si de todas maneras me van a matar…, agregó, y atravesó el patio para regresar a la reunión.

Esa misma noche yo hice esta reflexión: si le decimos a Escobar cuál ha sido la reacción definitivamente del Presidente, lo va a mandar matar. Entonces me quedo callado”.

LOS TEMORES POR JAIME CASTRO

No volví a saber del maestro hasta una tarde que llamó de México y me dijo: “tengo entre manos algo muy complicado. Es urgente. Veámonos pasado mañana en Caracas. Te hago reserva en el Tamanaco”.

Entonces su preocupación era salvarle la vida a Jaime Castro, que luego de dejar el Ministerio de Gobierno se fue a vivir a Nueva York, huyendo de las balas: el M-19 lo había sentenciado a muerte por lo que estimaban como una traición durante el proceso de paz de Belisario.

Gabo ya se había reunido en Cuba y Nicaragua con Carlos Pizarro, obteniendo que su grupo aboliera la pena de muerte, pero ahora sospechaba que el exministro tenía aún una condena pendiente por parte de la mafia.

– Debemos salvarle la vida a Jaime, me dijo en el comedor del Hotel Tamanaco, y cuando cambiamos de tema le pregunté qué había sucedido con la gestión anterior y me contó el desenlace, la noche de la recepción en su casa de México.

En Medellín, cinco días después, le manifesté a Escobar los temores de Gabo en cuanto a Jaime Castro y me confirmó que no había nada contra él. Que estuvieran tranquilos. -Mire -dijo- tan no tenemos nada contra él que voy a mandarle a México un emisario al maestro para que se lo confirme y le diga que todo lo contrario: que si el doctor Castro quiere ser algún día Presidente de la República, nosotros le financiamos la campaña.

Luego se interesó por las gestiones ante el presidente Betancur.

– García Márquez no pudo hablar nunca con Belisario -le expliqué- y después de una pausa vi que su cara había enrojecido y sin pensarlo dos veces, sentenció arrastrando las palabras:

– Entonces aquí se va a tener que morir hasta el hijueputa. Han pasado ocho años y le cuento la historia a Gabo. Al escucharla hace un gesto de dolor, se recuesta, coloca los codos sobre los brazos de la silla en que está sentado y exclama:

– ¡Y se murió hasta el hijueputa!