QUÉ TAL UN HOMBRE CON MIEDO

QUÉ TAL UN HOMBRE CON MIEDO

Medio: El Tiempo

Fecha: 15 de mayo de 1969

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro

«…Y de noche me oriento por los luceros. Mire para arriba, ¿ve esos? Se llaman “Las Tres Marías”. Salen como a las siete por el sur y a las diez están sobre Mata Rala. A las 11 ya van por el Pomarroso. “Las Cabrilas” son las que están aquí encima de nosotros. En verano aparecen por el oriente, como a las seis. Salen de detrás de Guasimito y van uniéndose; a media noche están en Burón y a la una bajan beber en Ojo de Agua. Son seis luceros ‘amorodiaos’.

“El primanoche” o “becerrero” uno de los más grandes. Empieza por el oriente y termina allá detrás de esa mata. ¿Sabe por qué le dicen así? Porque aparece a las cuatro de la madrugada en Capuriche… y “La Cruz de Mayo” que no se ve sino este mes picando desde el sur. Arranca a las siete de la noche y corre desde Laurel Gacho hasta Las Morochas. A las nueve se para en La Verdad, a las doce en Chaporral…».

ESPANTOS

«De noche uno lleva la precaución de que le salga cualquier cosa. Se me ha presentado ir yo por ahí y sentir un vendaval en plena calma de la sabana, y caerse un árbol grande y ver un venado que sale corriendo. Yo no sé qué será… ¡Espantos que salen a veces!

– Y el diablo, ¿qué?

– Ese no se me ha aparecido pero a Manuel Rodriguez lo tiene loco. Cuando hay harta luz de luna le sale en forma de mula, de perro, o de hombre: un tipo alto, negro, dientes di’oro. Lo conoce porque a veces, cuando alevanta las patas le salen de debajo llamas.

– Y entonces hay que rezar.

– ¡Digame! Hay rezos especiales para llamarlo o para que desaparezca, según la persona.

– Usted…

– ¡Yo no! Yo a lo único que rezo es a las culebras para que no me piquen.

LA MEDIDA

– ¿Y a las mujeres?

– Noo, ¿para qué? Ellas son las que a veces lo rezan a uno. Me sé la oración pero es peligrosa, ¿sabe? No se puede contar porque empiezan a hacerles males a las pobres viejas… o a los hombres. Es una oración efectiva desde que uno le ponga fe. – ¿Cómo es?

– Bueno, pues… Pero es peligrosa. ¡No se la cuente a nadie! Se mide a la persona con una pita; que no le falte ni le sobre un solo centímetro. Los martes o los viernes se hacen tres cruces y se dice: “Con dos te miro, con tres te ato. Con el Padre, con el Hijo, con el Espiritu Santo… Mujer, que yo te vea más humilde ante mí, que Cristo ante Pilatos”. Después se amarra uno la pita a la cintura, contra el cuero, y se deja ahí…

PARA LOS ENEMIGOS

– Hay otra más sencilla que es para las mujeres que “corcovean” y se las dan de bravas; o para los enemigos. Es más corta: “Ánima de fulana, tan brava como un dragón. Jesucristo me la ponga como el Gallo de la Pasión”, y ya está. Es cortica pero efectiva, y peligrosa. No se le puede enseñar a gente que no sea seria. Al que uno le rece esta queda más mansito que una gallina, y obedece lo que uno le mande, así sea…

– ¿Y la de los gusanos?

– Es otra oración que uno debe aprender porque es para la cura. Si la vaca, o el caballo, es de un color, se reza una vez; si es de dos, dos veces… así. Entre cada salmo se hace una cruz con tierra o con hojas, y al día siguiente el animal está sano… Es un secreto pero se la voy a enseñar: “Yo los conjuro, animales perjuros, para que vayan muriendo de uno en uno. San Joaquín cúralo, cúralo juntamente con Cirineo. Yo creo que han de morir en su propia sangre. Y creo”.

LA CONTRA

– ¿Y la de las culebras?

– Cuando me salen las ensalmo y se quedan quietas. Uno las puede coger y se dejan, ¿cómo será de efectiva la oración? Pero le digo una cosa, si se burla de esto le sale a contra.

– ¿Cómo es la oración?

– ¡Fácil! Usted ve la culebra y se para: le echa una bendición y dice:

“San Pablo no ser querido y mi Dios tan ponderoso, que me libre de culebras y animales ponzoñozos. Yo digo estas palabritas con grande fe, en el nombre de San Pablo, Jesús, Maria y José”.

SERIEDAD

Ezequiel Parales dice las cosas con gran respeto. Cuando reza arruga la cara y al terminar se frota la barba de cinco días, haciendo un ruido de lija con las uñas. Está sentado en un butaque del patio iluminado por la luna y parece diferente del vaquero que galopaba esa tarde como una fiera.

Ahora es un niño que habla sin parar y hace algunas preguntas quizá infantiles. Sonríe con las mismas carcajadas que por la noche salen de la caballeriza, donde ha colgado su hamaca con 20 vaqueros más, y cuando oye hablar de Bogotá se queda mirando fijamente con la boca semiabierta.

Son las ocho de la noche y los zancudos llevan dos horas poniéndole los pies morados con sus aguijones. Se golpea cada segundo para espantarlos y vuelve a la carga.

“De esto no se puede reir”, dice, y trata de acabar el diálogo. Entonces hay que ponerle seriedad a la cosa. Se hizo vaquero a los 16 años y “trabaja llano” con reses cuando está entrando el invierno. Sin embargo su especialidad son los potros salvajes:

“He montado unos 500 y, hasta el momento ninguno me ha dado tierra. Solo recuerdo uno que molestó un poco. Le puse “pajarilla” porque gasté 15 días para domarlo; corcoviaba, mordía la coraza de la silla, sacaba la pata… mire, aquí en esta pierna tengo una cicatriz que me hizo con las muelas. Pero al fin lo dejé mansito al porqueria.

LIBERTAD

Parales tiene seis hijos, un fundo hecho por él sin la ayuda de nadie, y en la sabana “100 reses finas. En dos años pueda que sean 140”.

– ¿Católico?

– ¡Digame! Bautizado y confirmado contra los malos espíritus. Y los hijos también están todos bautizados. El mayor estudia en Arauca, pero a mi no me gusta que venga al Llano porque se enamora de esto. Y prefiero que siga en el colegio a ver si Dios lo tiene para doctor. Es que, ¿sabe? lo que lo enamora a uno del llano es la libertad, no hay tranqueras ni cercas en ningún lado. Uno puede ir para donde quiera sin que nadie se lo pregunte, y eso no se consigue en los pueblos. A mi no me gustan los pueblos. No me iría para allá. Uno nace aquí y aquí muere… yo voy a Arauca por paseo rara vez. Es que eso no se hizo para el llanero, ni por más plata que le paguen.

POLITICA

-¿Entonces no sale ni a elecciones?

– “Yo no sé de eso. Dicen que hay que votar pero a mi no me importa la política. Fíjese que por eso tuvimos la época ‘mala’, ¿y qué? Los perjudicados fuimos nosotros porque los demás se quedaron tranquilos en la ciudad… Yo no sé si votar la próxima vez. De todas maneras la vida no le cambia a uno. En vez de votar, lo que hay es que pensar en trabajar duro para ganar plata, porque durmiendo no se la van a dar a nadie… ¿Sabe una cosa? Cuando me preguntó qué sabía de Bolívar, le iba a contestar:

– Que está a cuatro pesos”.

– ¿Cuánto gana?

– “25 pesos al día fuera del “golpe”, en esta época. Cuando no hay trabajo de llano me estoy en la casa porque allá nunca falta que hacer y toca levantarse, cuando más tarde, a las cinco de la mañana”.

UN DÍA ESCRITO

-Usted le debe tener miedo a algo…

– “A nada. El llanero no conoce el miedo. Yo me he visto varias veces a punto, y ¿qué? Si hubiera sido por miedo ya estaba debajo de la tierra… Eso son pendejadas porque uno no se puede morir sino una vez, y el día va está escrito. Como dicen, nadie se va el día anterior. De modo que qué caramba. Claro, se le tiene cierto recelo a algunas cosas, pero, ¿miedo? ¿Que tal un hombre con miedo? Ni al hambre, ni a la raya, ni al temblador. A mí me han pegado los tembladores y me he salvado: la última vez porque iba a caballo y no me dejé caer en medio del raudal, y otra porque pude llegar hasta la orilla del caño”

– Pero ha visto la muerte de cerca…

– “Sí, pero no me he muerto”.

JOSÉ NONATO PÉREZ

Para Ezequiel Parales el “crack” de la campaña libertadora es José Nonato Pérez, de Casanare como él. Aunque sus referencias históricas son insignificantes, se ha parcializado porque a lo mejor lo identifica con todos los llaneros de hoy.

“…Y lo vino a matar un caballo por allá en la cordillera, caramba. Lo peor que le puede pasar a un llanero es morir en las montañas. Dicen que era terco el hombre. Se puso a domar un padrote castaño jovero para Bolívar y se reventó por dentro. Reventado porque no se dejó tumbar de la bestia. A mí me ha pasado a veces que cuando comienzo a trochar algún potro me duelen las tripas porque brincan con fuerza… Pero uno tiene las piernas más fuertes que ellos”.

POR ALGO SERÍA

– José Nonato era más valiente que Bolivar, claro…

– Pues yo no sé, pero que mató gente y que ganó gue rras sí es cierto. Los libros dicen eso… Y que lo tenía fregado Páez. Por algo seria. Como que no le estaba comiendo vaca gorda… Eso le pasa a la gente brava, que no le gusta a los demás. ¡Envidia!

– Bolívar…

– Pues nos libertó. Era un gran marisca, pero Nonato no se le quedaba atrás. Lo que pasa era que Bolívar era “guatecito” (de la capital) y por eso les llama la atención a ustedes…

– Los guates…

– Je, je. Yo estuve en el Ejército en la “época mala” y conocí soldados de todo Colombia. Se ve de todo. De todo.

Mejor evitar

Y comienza la descripción sarcástica, matizada con algunas sonrisas que dejan ver una dentadura de calzas de oro: ”Los bogotanos eran buenas personas, sí, pero decían que era mejor evitar todo peligro para poder contar el cuento; que al que daba la cara lo mataban. Los más valientes eran los tolimenses, porque tenian malicia. Bravos, no se rajan con nada. Los costeños sí… Esos si eran buenos para hacer orquestas con el casco y las municiones. El pastuso es macho, pero muy cerrado. No le busca solución a nada. Y al antioqueño se le va todo en negocios. Le roba a uno la camisa y al día siguiente se la vende.

EL FIN

– De todos el mejor es el llanero, por supuesto.

– Pues la revolución no se igualó aquí, sino hasta que entraron los llaneros al ejército. Si no fuera así… claro que a nosotros lo que nos mata es la cordillera. Ahí sí nos llega el fin del mundo.

O el fin del llano, que es su mundo. Porque para el casanareño las estrellas solo salen allá y los únicos ríos que existen en la tierra son los que él conoce… El cielo debe ser un llano blanco sin cercas ni tranqueras, por donde las almas jinetean todo el día sin cansarse. Y sin que nadie les pregunte para dónde van…”.