A tres años de la partida del destacado periodista y escritor Germán Castro Caycedo, su hija, Catalina Castro Blanchet, ha lanzado un emotivo libro titulado «Mi padre, Germán Castro Caycedo», que combina lo público y lo íntimo en un homenaje profundo a la vida y obra de su padre. En una entrevista reciente en Radio Guatapurí, Catalina compartió los detalles de este proyecto, que surgió de la necesidad de mantener viva la memoria del cronista que documentó las realidades más crudas de Colombia durante más de seis décadas.
Durante la conversación, Catalina explicó cómo, a lo largo de más de 700 páginas, aborda las etapas más significativas de la vida de Germán Castro Caycedo, combinando cartas personales, recuerdos familiares y reflexiones sobre su impacto en el periodismo colombiano. Este libro es el resultado de una investigación que inició junto a su padre en 2019, antes de su fallecimiento, y que luego concluyó con el apoyo de su madre, Gloria Moreno.
Catalina también destacó cómo su padre nunca buscó el reconocimiento, sino que, para él, el periodismo era una necesidad vital, una forma de dar voz a quienes no la tenían. En la entrevista, reflexiona sobre las enseñanzas que le dejó Germán en torno a la independencia del periodismo, la defensa de la verdad y el respeto por las comunidades más vulnerables. Este libro, publicado por Editorial Planeta, se convierte en un legado familiar que honra la trayectoria de uno de los cronistas más importantes de la historia de Colombia.
En Señal Literaria de Señal Colombia, Catalina Castro Blanchet nos ofrece un acercamiento íntimo y revelador sobre la vida y obra de su padre, Germán Castro Caycedo, una de las figuras más destacadas del periodismo colombiano. En conversación con Erick Duncan, Catalina comparte los detalles que dan vida a su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, una biografía personal y profesional del cronista que documentó la realidad de un país convulsionado por la violencia, la injusticia y la diversidad cultural. Este homenaje marca los tres años desde la partida del autor, tiempo durante el cual su legado ha seguido resonando a través de sus escritos y de las historias que construyó con rigor y pasión.
En la entrevista, Catalina aborda no solo la monumental obra de su padre, sino también las experiencias y anécdotas que marcaron su vida familiar. Su libro, que combina memorias familiares y análisis profundo de los trabajos periodísticos más emblemáticos de Germán, como Colombia amarga y El Karina, ofrece una mirada completa y sincera sobre un hombre que defendió la verdad, la libertad de expresión y la necesidad de contar las historias de las «otras Colombias», aquellas que no aparecen en los titulares, pero que definen la verdadera esencia del país. Catalina rememora cómo, de niña, acompañaba a su padre en viajes de investigación que luego serían parte de sus grandes crónicas, y cómo esa experiencia influenció tanto su visión de la vida como su vínculo familiar.
La conversación también se adentra en el método de trabajo que Germán perfeccionó a lo largo de seis décadas, un estilo que rompía con las narrativas convencionales al centrarse en los testimonios directos y en la investigación de campo. Catalina destaca cómo su padre fue pionero en el uso de la crónica para documentar conflictos armados, problemáticas sociales y la lucha por los derechos humanos y el medio ambiente en Colombia. Este homenaje en Señal Literaria permite revivir la obra de un hombre que, hasta sus últimos días, fue fiel a su compromiso de mostrar el país desde las voces de quienes vivían sus realidades más crudas.
Catalina Castro Blanchet, hija del periodista Germán Castro Caycedo, fue entrevistada por Laura Galindo, editora cultural de RTVC Noticias, para hablar sobre su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo.
En esta conversación, Catalina comparte detalles sobre la creación del libro, las enseñanzas que le dejó su padre, y el reciente homenaje que RTVC rindió al periodista al inaugurar una sala de redacción en su nombre. A continuación, la entrevista completa:
Laura Galindo (LG): Hola a todos, bienvenidos a Noticias Culturales. Hoy suceden dos cosas muy importantes. La primera es que en RTVC Noticias, en el Sistema de Medios Públicos, inauguramos la sala de redacción Germán Castro Caycedo. Y la segunda, que mi invitada de hoy es la autora de este libro, Mi padre, Germán Castro Caycedo, Catalina Castro.
Catalina Castro Blanchet (CCB): Laura, muchas gracias. Me hiciste lagrimear con esa canción. Gracias.
LG: La escogí porque tengo entendido que era una de las que le gustaba a Germán Castro Caycedo.
CCB: Sí, le gustaba. Creo que, además, él siempre hizo las cosas a su manera. Y al escribir este libro, yo también le dije: “Papá, esta vez yo también voy a hacer las cosas a mi manera”. Entonces, me llega al alma, me emociona mucho. Gracias.
LG: Qué bonito. Este libro, de alguna manera, tiene una estructura epistolar, ¿no? Son cartas, además de los textos de Germán Castro Caycedo, y hay unos códigos QR para leer sus columnas. También hay unas cartas entre usted y él que son muy emotivas. ¿Cómo llegó a ese formato y cómo fue el proceso?
CCB: La idea era escribir este libro con mi papá, hacerlo a cuatro manos. Yo no soy escritora, soy arquitecta, así que estaba tranquila, pero mi papá se me fue antes de empezar a escribir. Estuve mucho tiempo buscando una estructura para legitimar mi voz, porque ya no funcionaba la tercera persona. Encontré una secuencia rota entre la última semana de mi papá y su vida. Las cartas fueron una manera de dejar entrar su pluma en el relato de una forma más íntima. Mi papá y yo tuvimos una relación epistolar que duró toda la vida, desde el día de mi nacimiento, cuando él me escribió la crónica de ese día.
LG: Gracias a esas crónicas maravillosas y a todos esos libros, Germán Castro Caycedo se convirtió en un referente para todas las generaciones de periodistas que lo hemos seguido. Y tanto es así, que ahora le rendimos homenaje en nuestra sala de redacción. Tengo entendido que esto fue una sorpresa para usted.
CCB: Exactamente, no teníamos ni idea. Agradezco en nombre de mi papá este gran homenaje. Sé que, desde donde esté, estará acompañando e iluminando a estos periodistas con este oficio tan noble y tan importante en el país.
LG: Hay un capítulo dedicado a las Fuerzas Armadas y otro a los paramilitares. Siempre nos han dicho que el periodismo debe ser objetivo, pero lo hacen seres humanos, así que es difícil lograrlo. ¿Cómo manejaba Germán Castro Caycedo ese equilibrio?
CCB: Mi papá siempre dijo que la objetividad no existe en la medida en que hay seres humanos de por medio. Existe la precisión y el equilibrio, y la forma de llegar a eso es mostrar todas las caras de un problema, desde la guerra hasta la Colombia profunda. Eso es parte de su metodología y una de sus grandes enseñanzas. Aplicó este principio a lo largo de sus 60 años de ejercicio profesional en todos los medios que tocó.
LG: Germán Castro Caycedo se metió en lugares muy peligrosos. Como niña o adolescente, ¿era consciente de esos riesgos? ¿Cómo lo manejaban en familia?
CCB: Creo que nunca se manejó como tal. Para mí, mi papá no era Germán Castro Caycedo, era simplemente mi papá. Las situaciones de riesgo las enfrentamos en familia, pero muchas de ellas las vine a descubrir escribiendo este libro. Creo que sí me protegieron, pero también creo que mi papá nunca tuvo miedo. Siempre decía que sus armas eran la independencia y mostrar el país desde todos los ángulos. Eso lo respetaban todos los sectores, incluso cuando lo criticaban.
LG: ¿Tiene algún libro favorito de su padre?
CCB: Mi libro favorito es El Cachalandrán Amarillo, aunque no es de los más conocidos. Me liga mucho a mi padre porque recoge mitos y leyendas de Colombia. Son 26 relatos. Para ese libro viajé con él a varios rincones a escuchar a juglares contarnos esas historias. Es el libro que tengo al lado de mi cama porque es mi papá contándome historias antes de dormir para ahuyentar mis miedos.
Con una profunda admiración y un claro compromiso hacia la memoria de su padre, Catalina Castro Blanchet ha lanzado una obra que permite a los lectores sumergirse en la vida y pensamiento del cronista más influyente de Colombia. Mi padre, Germán Castro Caycedo, publicado por Editorial Planeta, no solo es un homenaje, sino una minuciosa investigación que se entrelaza con recuerdos personales, correspondencia y anécdotas que construyen una imagen completa de un hombre que dedicó su vida a entender y narrar las múltiples caras de Colombia.
La revista La Palabra, de la Universidad del Valle, ha publicado una reseña profunda sobre este libro, destacando cómo Castro Blanchet consigue fusionar los relatos familiares con el compromiso periodístico que marcó la carrera del cronista, conocido por sus investigaciones en profundidad y su habilidad para captar la realidad «sin adornos innecesarios», y que también dejó un legado imborrable en el periodismo colombiano.
El periodismo como forma de vida
Uno de los aspectos más notables que recoge el libro es el enfoque riguroso que Germán tenía hacia el periodismo. Para él, la crónica debía reflejar la verdad, sin caer en excesos ni recursos literarios superfluos. Catalina cita varias de las lecciones que su padre compartió a lo largo de los años: “El periodista que se atreve a decir que ‘los arreboles de la tarde mueren en el río’ debería dedicarse a escribir cuentos”, decía, dejando claro que el periodismo debía ser directo, con los pies en la tierra.
En la reseña de La Palabra, se menciona cómo Mi padre, Germán Castro Caycedo se convierte en una guía de su forma de entender la escritura y el periodismo, una guía que, según la autora, debería permear las escuelas de periodismo del país: “Para mi papá, lo fundamental era ir al lugar de los hechos, sentir la realidad de las personas y contarla tal como es”.
Una mirada íntima
A lo largo del libro, Catalina nos presenta a un Germán que, más allá del periodista, era un padre, un esposo y un hombre con sus propios miedos y fortalezas. La Palabra destaca el capítulo ‘Juventud y vocación’ como uno de los más emotivos, donde se puede sentir la lucha de Germán por mantener la pulcritud en su trabajo y su compromiso con su familia. Las reflexiones de Catalina sobre los últimos días de su padre permiten al lector conectar con un ser humano que siempre mantuvo la dignidad en todo lo que hacía, incluso en los momentos más difíciles.
En un pasaje del libro, Catalina recuerda un gesto que compartieron: “Le tomaba la mano y le pedía que me apretara si sentía dolor. Llegó un punto en que ya no podía apretar, pero me seguía sosteniendo”. Este tipo de momentos profundos permiten que la obra no solo sea un recuento de la carrera de un periodista, sino también una exploración personal del duelo, la memoria y el amor filial.
Una obra que trasciende el periodismo
Lo que hace especialmente valiosa esta obra, tal como subraya la reseña de La Palabra, es cómo Catalina logra combinar los relatos periodísticos con la narración personal. El libro no solo es un homenaje a un hombre que marcó generaciones con sus crónicas, sino también una reflexión sobre el rol del periodismo en una sociedad marcada por la complejidad, la violencia y la resistencia.
El recorrido por la obra de Germán Castro Caycedo, desde Colombia amarga hasta Perdido en el Amazonas, pasando por tantos otros títulos fundamentales, permite al lector apreciar la dedicación de un hombre que entendió el país de una manera visceral, profunda y auténtica. Mi padre, Germán Castro Caycedo es, en definitiva, un testimonio de una vida dedicada al periodismo, con la ética y el compromiso que tanto le caracterizaban.
Catalina Castro Blanchet, hija del fallecido escritor y periodista Germán Castro Caycedo, presenta un homenaje a su padre con un libro que recorre su legado y sus más grandes entrevistas.
El pasado 28 de junio, la Revista Cambio publicó un artículo sobre el lanzamiento del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, una obra que recopila memorias y experiencias significativas del legendario cronista colombiano. Este libro, publicado por Editorial Planeta, ofrece a los lectores una mirada profunda y personal a la vida y obra de uno de los periodistas más influyentes de Colombia.
Catalina ha logrado plasmar en este libro las conversaciones íntimas que sostuvo con su padre, reflejando su pasión por el periodismo y su dedicación a contar las historias más auténticas y complejas del país. Las páginas de Mi padre, Germán Castro Caycedo no solo recorren los más de 20 libros que escribió, sino que también destacan su incansable labor por retratar la realidad colombiana desde una perspectiva crítica y humanista.
En la entrevista con Julio Sánchez Cristo, Catalina compartió detalles sobre algunas de las entrevistas más memorables que realizó su padre, incluyendo las que sostuvo con figuras icónicas como Gabriel García Márquez y Pablo Escobar. Estas entrevistas, ahora accesibles gracias al esfuerzo de Catalina por preservar y difundir el legado de su padre, son piezas clave para entender la historia reciente de Colombia.
Julio Sánchez Cristo subrayó la importancia de este libro como una fuente invaluable para aquellos que desean conocer más sobre Germán Castro Caycedo y su impacto en el periodismo colombiano. Mi padre, Germán Castro Caycedo no es solo un homenaje al hombre detrás del cronista, sino también una obra fundamental para quienes buscan comprender mejor la historia y la cultura de Colombia.
En un diálogo epistolar lleno de nostalgia y admiración, Catalina Castro Blanchet y Álvaro Castillo Granada reflexionan sobre la obra Mi padre, Germán Castro Caycedo, destacando la profunda conexión entre la arquitectura y la escritura que permea esta biografía.
El 3 de agosto de 2024, la revista Cromos publicó una carta conmovedora escrita por Álvaro Castillo Granada, dirigida a Catalina Castro Blanchet. En esta misiva, Castillo Granada, un querido amigo de la familia Castro y reconocido librero, relata su experiencia al lee la biografía que Catalina dedicó a su padre, uno de los más grandes cronistas de Colombia.
Castillo Granada, que conoció a Catalina desde su niñez y fue testigo del desarrollo de su vocación literaria, no solo elogia la estructura del libro sino que también reflexiona sobre cómo Catalina ha logrado construir una «arquitectura textual» que fusiona de manera magistral la vida y el legado de su padre con sus propias vivencias y sentimientos.
Catalina, en su respuesta, revela cómo la impactaron las palabras de Álvaro, reconociendo su influencia en su formación literaria desde sus primeros encuentros con la poesía. Ella menciona cómo este libro no solo es un tributo a su padre sino también una realización personal que surge de la simbiosis entre su amor por la arquitectura y la escritura.
A continuación, la versión completa de este intercambio:
Una arquitectura textual
Acabo de terminar la última página, la 711, de un libro que llevaba varios años esperando: Mi padre, Germán Castro Caycedo, de Catalina Castro Blanchet.
Gloria Moreno, su madre (quien me dio la oportunidad de empezar en mi oficio de librero hace ya casi 36 años), me lo venía anunciando: “Catalina está escribiendo un libro sobre Germán… Si vieras la belleza… Estoy asombrada…”.
No alcanzaba a imaginármela. La conocí cuando tenía 11 años. Era una niña inquieta y tímida, fascinada con la gimnasia, a la que recuerdo cuando iba de visita a la librería Enviado Especial Libros, propiedad de su madre, y nos sentábamos, a veces, en el banco que nos servía de escalera, a leer cuentos o a contarnos historias. Después se fue transformando en una joven que decidió seguir su vocación desde muy rápido: la arquitectura. No creo, ahora que lo pienso, haberle oído hablar de otra profesión para su vida.
La última vez que la vi fue hace más de veinte años. Veo el sitio exacto: Merlín, un café en el barrio La Macarena. Yo iba a hacer una visita. Pasé frente a una ventana y la vi sentada. Le hice señas. Nos saludamos.
No he dejado de saber de su vida gracias a los suyos. Esa niña se ha transformado en una mujer talentosa. Profesional y madre.
Y ahora, para mi sorpresa y asombro, escritora.
Cerré el libro y me quedé pensando sin salir de mi deslumbramiento: ¿Cómo pudo escribir una historia tan vasta, entrañable y compleja como esta sin caer en el facilismo de la sensiblería o el afán de protagonismo? ¿Cómo contar la historia de su padre, que es al mismo tiempo, la historia de casi los últimos sesenta años de este país? ¿Cómo no avasallarse ante el personaje, el cúmulo de información y descubrimientos que fueron llegando después de su partida?
En la página 607 encontré una de las claves: “Escribir esta parte del libro representó para mí un triple desafío: primero, intentar entender y explicar con precisión episodios claves del conflicto armado colombiano, en aras de contextualizar las luchas de mi papá, que, como a pocos, le cabía todo el país en la cabeza. Segundo, escoger qué fragmentos de su trabajo abordar, pues dedicó toda su vida profesional a recorrerlo y entenderlo y, al mismo tiempo, darles una forma coherente que equilibrara sus experiencias personales con el contexto histórico, que me imponía una visión más cronológica. Pero quizás lo más desafiante fue entretejer esta tarea con la de narrar sus últimos días. El deber y el sentimiento se debatieron en cada línea”.
La otra clave es la siguiente: sólo una arquitecta podría armarla. Alguien capaz de mirar las partes y el todo, a través de las ventanas de lo público y lo privado. De la intimidad. De lo que “se preserva para uno mismo” y se decide, gracias a una estructura dramática, dejar ver a los demás. Una “arquitectura textual” (como le gusta decir a Hernando Cabarcas).
Partiendo de la reconstrucción de los últimos días de su padre, irse adentrando en las habitaciones de su vida, abriendo puerta tras puerta, para dejarnos ver el retrato de un hombre para el que “el mayor sentimiento de libertad no es poder recorrer parte del mundo ni intentar vivirlo intensamente cada vez que me asomo a culturas diferentes a la mía, sino tener la oportunidad de describirlo”.
Escrito, además, con una sobriedad absoluta. Y una capacidad de reflexión, sugerencia y síntesis que me hace pensar en una vena poética que debe habitarla. No sé por qué creo que la lectura de Eliseo Diego (de quien recuerdo haberle hablado alguna vez hace casi treinta años y de quien trajo Nombrar las cosas, de una visita a Cuba) la ha respaldado y consolado en esta historia. No es posible escribir un libro como este sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.
Es un libro hondo y hermoso. Contado desde una memoria que extraña y descubre para encontrar, a través de la escritura, la posibilidad de cerrar una historia que debe ser contada desde adentro. Desde las habitaciones por donde transcurren nuestros días y desde las que salimos para encontrarnos con la aventura de estar en el mundo con nuestras palabras. Contar la historia de Germán Castro Caycedo para, habitado por ella, seguir contando la de Catalina Castro Blanchet que, desde ya, los lectores estamos esperando.
Álvaro Castillo Granada
Chapinero, Bogotá, 7 de julio de 2024
Ese otro que también me habita
Voy en una nave que me transporta a un mundo paralelo, un viejo y conocido universo que siempre he llevado en mí, pero que tan solo hoy se materializa. Atravieso el océano con tus palabras como compañía y retumban en mi alma desde anoche: son para mí el premio del gran jurado, “algo inmenso en mi corazón”, como me lo escribió mi padre algún día.
En mi edificación “literaria”, es decir en la estructura de una parte importante de mi ser, fuiste constructor sin ser arquitecto, una de las vértebras, quizás la médula, de mi columna vertebral. Eres, en definitiva, uno de esos seres que por fortuna la vida pone en el camino para erigir paso a paso nuestra esencia. Por eso, a pesar de que no nos vemos hace muchos años, estás siempre en mí, en ese otro que también me habita (como escribió Darío Jaramillo).
Esa niña de 11 años, apasionada por la gimnasia olímpica, que soñaba con ser arquitecta y que se enamoró de Baudelaire a sus 13, encontró, a través tuyo, el amor por la poesía y la literatura latinoamericanas. Por eso, no es gratuito que aquel poema de Eliseo Diego, a quien me introdujiste, y cuyo libro “usado” Nombrar las cosas (el que traje de Cuba para darle una segunda vida, o sabrá Dios en que reencarnación iría cuando cayó en mis manos), sea el preámbulo de este nuevo hijo que acaba de nacer. El temor al papel en blanco, nunca había tenido para mi tanto sentido, ni la poesía que llevo dentro hubiese encontrado mejor terreno que este viaje por la vida de mi padre y parte de la mía.
Desde que amé la poesía, la escritura estuvo en mí, porque allí sentados en ese “banco que nos servía de escalera” me llevaste a Diego, pero también a Neruda y sus preguntas, Paz y Benedetti, y también a Julius y al mundo de los cuentos de Bryce, o de Alejo Carpentier, Los cuentos peregrinos de tu Gabo o a Mutis y su Ultima escala del Tramp Steamer, sin duda dos de los libros que me hicieron amar esta literatura nuestra. En ese banco, decía, gracias a ti, repito, descubrí parte del mundo que hoy me define. Desde que abriste las puertas a ese universo de gotas negras sobre blanco, en mi intimidad, lleno cuadernos y cuadernos de frases, palabras, algunas veces acompañadas por dibujos, diarios y diarios como el de Frida (a mi escala claro), que también tu pusiste en mis manos. Esas aproximaciones a poesías, que guardé durante décadas, en efecto son el tímido poeta que llevo adentro. Pero un poeta que jamás pensó que la vida le regalaría la oportunidad de escribir, no solo para cumplir una promesa, sino también para ser leída por otros. Jamás imaginé que, al ser arquitecta, en vez de alejarme de la escritura, me acercaba a ella, así que gracias a tu hermosa analogía, ya estos dos seres que me habitan no se debaten sino que conviven. Hoy soy ese ser que ama la arquitectura, pero que fue capaz, sobre pasando todos los obstáculos y sus propias limitaciones, el duelo “y tantos descubrimientos póstumos”, de hacer una arquitectura textual, como me siento honrada que la llames, y más aún que la elogies.
Tus palabras son en extremo generosas, demasiado, tanto que no creo merecerlas a este punto. Pero tu estimulo me impulsa y me llena de alegría, por eso y por leerme y por haber construido ese otro que también me habita, te estaré eternamente agradecida.
Catalina Castro Blanchet
El Cielo, 8 de julio de 2024
Video embebido: (Aquí se incluirá el enlace o video correspondiente si aplica)
El Quindiano, publicó una extensa crítica sobre el libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, que ofrece una profunda exploración del legado de uno de los periodistas más icónicos de Colombia. La crítica destaca cómo Catalina narra la vida de su padre, Germán Castro Caycedo, desde una perspectiva íntima y emotiva, brindando a los lectores una mirada personal a la vida y la carrera de un hombre que dedicó su existencia a contar las historias más complejas y olvidadas del país.
El artículo subraya cómo Germán Castro Caycedo, a lo largo de sesenta años, recorrió Colombia para documentar la realidad desde una óptica única, llevando sus crónicas desde las páginas de los periódicos hasta las pantallas de televisión. Su programa Enviado Especial es recordado por mostrar una Colombia profunda y diversa, mientras que sus veintiséis libros de no ficción han dejado una huella imborrable en el periodismo y la literatura del país.
Catalina, a través de su libro, no solo rinde homenaje a su padre, sino que también explora sus propios sentimientos y recuerdos, creando un relato que es tanto un testimonio de amor filial como un análisis riguroso de la vida y obra de Germán. El Quindiano resalta que esta obra es una celebración de la vida de un hombre que vivió con intensidad y ejerció el periodismo con una pasión inigualable.
Para leer la crítica completa en El Quindiano y abrirse a comprender mejor el impacto del legado de Germán Castro Caycedo en el periodismo colombiano, puede hacer click aquí.
En una emotiva entrevista con Gustavo Nieto Huertas en la sección ‘TVO Leyendo’ Noticias RCN, Catalina Castro Blanchet, hija del gran cronista colombiano, comparte detalles sobre el proceso de creación del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo y reflexiona sobre el impacto perdurable de su padre en el periodismo colombiano.
En una conversación que evoca recuerdos profundos y una conexión profesional y personal única, Catalina Castro Blanchet narra cómo surgió la idea de escribir el libro en colaboración con su padre. Germán, inicialmente reticente a la idea de contar su propia historia, finalmente accedió a trabajar junto a su hija en lo que sería una obra que no solo captura la esencia del gran periodista, sino también la relación íntima entre los dos.
Catalina relata cómo las conversaciones y el trabajo en conjunto con su padre revelaron la magnitud de su obra, quien, al mirar atrás, admitió con humildad y sorpresa: «Carajo, si es que he hecho mucho». Este reconocimiento se convierte en uno de los momentos más conmovedores del libro, que Gustavo Nieto describe como una verdadera «cátedra de periodismo puro y limpio».
La entrevista también profundiza en la importancia de la relación entre Germán y su esposa Gloria Moreno, a quien Catalina reconoce como una figura crucial en la vida y carrera de su padre. Según Catalina, él no habría llegado donde llegó sin el apoyo incondicional ella, quien no solo fue su compañera de vida, sino también su crítica literaria más rigurosa y su mayor aliada en la batalla por defender la libertad de expresión.
Al hablar sobre la realización del libro, Catalina destaca el papel fundamental de la Editorial Planeta y sus editores, quienes la apoyaron tanto en el aspecto literario como en su proceso personal de duelo. «Este libro no sería lo que es hoy sin ellos», asegura Catalina, subrayando la importancia de contar con un equipo que comprendiera y respetara la magnitud del proyecto.
Uno de los momentos más reveladores de la entrevista ocurre cuando Gustavo pregunta a Catalina sobre su libro favorito en la obra de su padre. Sin dudarlo, Catalina menciona El Cachalandrán Amarillo, una obra que, según dice, resuena profundamente por ser una colección de cuentos que le recuerdan las historias que su padre le contaba para ahuyentar sus miedos en la noche.
La entrevista concluye con una reflexión sobre el reto de seguir adelante sin Germán. Catalina afirma que, aunque ya no puede llamarlo ni tener esas conversaciones que tanto extraña, su padre sigue presente en cada aspecto de su vida. «Este libro es una manera de que no se vaya nunca», dice Catalina, dejando claro que el legado de Germán Castro Caycedo sigue vivo no solo en las páginas de su obra, sino también en el corazón de quienes lo conocieron y amaron.
Acabo de terminar la última página, la 711, de un libro que llevaba varios años esperando: Mi padre, Germán Castro Caycedo, de Catalina Castro Blanchet.
Gloria Moreno, su madre, me lo venía anunciando: “Catalina está escribiendo un libro sobre Germán… Si vieras la belleza. Estoy asombrada”.
No alcanzaba a imaginármela. La conocí cuando tenía 11 años. Era una niña inquieta y tímida, fascinada con la gimnasia, a la que recuerdo cuando iba de visita a la librería Enviado Especial Libros, y nos sentábamos, a veces, en el banco que nos servía de escalera, a leer cuentos o a contarnos historias. Después se fue transformando en una joven que decidió seguir su vocación desde muy rápido: la arquitectura. No creo, ahora que lo pienso, haberle oído hablar de otra profesión para su vida.
Cerré el libro y me quedé pensando sin salir de mi deslumbramiento: ¿cómo pudo escribir una historia tan vasta, entrañable y compleja como esta sin caer en el facilismo de la sensiblería o el afán de protagonismo? ¿Cómo contar la historia de su padre que es, al mismo tiempo, la historia de casi los últimos 60 años de este país? ¿Cómo no avasallarse ante el personaje, el cúmulo de información y descubrimientos que fueron llegando después de su partida?
En la página 607 encontré una de las claves: “(…) un triple desafío: primero, intentar entender y explicar con precisión episodios claves del conflicto armado colombiano, en aras de contextualizar las luchas de mi papá, que, como a pocos, le cabía todo el país en la cabeza. Segundo, escoger qué fragmentos de su trabajo abordar, pues dedicó toda su vida profesional a recorrerlo y entenderlo y, al mismo tiempo, darles una forma coherente que equilibrara sus experiencias personales con el contexto histórico, que me imponía una visión más cronológica. Pero quizá lo más desafiante fue entretejer esta tarea con la de narrar sus últimos días”.
La otra clave es la siguiente: solo una arquitecta podría armarla. Alguien capaz de mirar las partes y el todo, a través de las ventanas de lo público y lo privado. De la intimidad. De lo que “se preserva para uno mismo” y se decide gracias a una estructura dramática, dejar ver a los demás. Una “arquitectura textual” (como le gusta decir a Hernando Cabarcas).
No es posible escribir un libro como este, sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.
Álvaro Castillo
Partiendo de la reconstrucción de los últimos días de su padre, se va adentrando en las habitaciones de su vida, para dejarnos ver el retrato de un hombre para el que “el mayor sentimiento de libertad no es poder recorrer parte del mundo ni intentar vivirlo intensamente cada vez que me asomo a culturas diferentes a la mía, sino tener la oportunidad de describirlo”.
Escrito con una sobriedad absoluta, y una capacidad de reflexión, sugerencia y síntesis que me hace pensar en una vena poética que debe habitarla. No es posible escribir un libro como este, sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.
Es un libro hondo y hermoso. Contado desde una memoria que extraña y descubre para encontrar, a través de la escritura, la posibilidad de cerrar una historia que debe ser contada desde adentro. Desde las habitaciones por donde transcurren nuestros días y desde las que salimos para encontrarnos con la aventura de estar en el mundo con nuestras palabras. Contar la historia de Germán Castro Caycedo para, habitado por ella, seguir contando la de Catalina Castro Blanchet que, desde ya, los lectores estamos esperando.
Radiónica ha publicado una entrevista imperdible con Catalina Castro Blanchet, donde nos revela los detalles más íntimos sobre la creación de su libro «Mi padre, Germán Castro Caycedo». En esta biografía, la autora no solo nos comparte la vida y legado de su padre, sino que también nos sumerge en un viaje personal lleno de emociones, recuerdos y una profunda admiración hacia nuestro recordado ‘Enviado Especial’.
En la entrevista, Catalina habla sobre cómo, desde muy joven, vivió con la constante preocupación por la desaparición de su padre debido a los riesgos inherentes a su profesión. Esta biografía, según ella, fue un proceso inevitable y necesario, una manera de lidiar con el miedo y la ansiedad de perderlo, y al mismo tiempo, una forma de preservar su legado.
Catalina comparte cómo este libro es el resultado de casi una década de trabajo, comenzando junto a Germán y culminando después de su fallecimiento en 2021. La obra combina recuerdos personales con la vasta experiencia periodística de Germán, logrando capturar la esencia de un hombre que, durante sesenta años, dedicó su vida a narrar las historias más complejas de Colombia.
«La Vida es un círculo»
Uno de los momentos más conmovedores que Catalina comparte en la entrevista es cuando lee un fragmento del libro: «La vida es un círculo. Sí, papá: un alacrán que se muerde la cola. Escribiste mi nacimiento, mi matrimonio y los nacimientos de mis hijas. Ahora yo debo cerrar el círculo y relatar tu muerte para perpetuar tu vida». Este fragmento encapsula la relación profunda y el compromiso de Catalina de mantener vivo el legado de su padre.
Para conocer más detalles sobre esta obra y las reflexiones de Catalina, te invitamos a leer la entrevista completa en Radiónica y ver el video de la entrevista.
Esta biografía además de ser una exaltación de un legado y un método que el mismo escritor y periodista se propuso divulgar, es también una ventana hacia el corazón de una hija que encontró en la escritura una manera de mantener viva la memoria de su padre.