Un intercambio literario: Catalina Castro Blanchet y Álvaro Castillo Granada sobre la «arquitectura textual» de Mi padre, Germán Castro Caycedo

Un intercambio literario: Catalina Castro Blanchet y Álvaro Castillo Granada sobre la «arquitectura textual» de Mi padre, Germán Castro Caycedo

En un diálogo epistolar lleno de nostalgia y admiración, Catalina Castro Blanchet y Álvaro Castillo Granada reflexionan sobre la obra Mi padre, Germán Castro Caycedo, destacando la profunda conexión entre la arquitectura y la escritura que permea esta biografía.

El 3 de agosto de 2024, la revista Cromos publicó una carta conmovedora escrita por Álvaro Castillo Granada, dirigida a Catalina Castro Blanchet. En esta misiva, Castillo Granada, un querido amigo de la familia Castro y reconocido librero, relata su experiencia al lee la biografía que Catalina dedicó a su padre, uno de los más grandes cronistas de Colombia.

Castillo Granada, que conoció a Catalina desde su niñez y fue testigo del desarrollo de su vocación literaria, no solo elogia la estructura del libro sino que también reflexiona sobre cómo Catalina ha logrado construir una «arquitectura textual» que fusiona de manera magistral la vida y el legado de su padre con sus propias vivencias y sentimientos.

Catalina, en su respuesta, revela cómo la impactaron las palabras de Álvaro, reconociendo su influencia en su formación literaria desde sus primeros encuentros con la poesía. Ella menciona cómo este libro no solo es un tributo a su padre sino también una realización personal que surge de la simbiosis entre su amor por la arquitectura y la escritura.

A continuación, la versión completa de este intercambio:


Una arquitectura textual

Acabo de terminar la última página, la 711, de un libro que llevaba varios años esperando: Mi padre, Germán Castro Caycedo, de Catalina Castro Blanchet.

   Gloria Moreno, su madre (quien me dio la oportunidad de empezar en mi oficio de librero hace ya casi 36 años), me lo venía anunciando: “Catalina está escribiendo un libro sobre Germán… Si vieras la belleza… Estoy asombrada…”.

   No alcanzaba a imaginármela. La conocí cuando tenía 11 años. Era una niña inquieta y tímida, fascinada con la gimnasia, a la que recuerdo cuando iba de visita a la librería Enviado Especial Libros, propiedad de su madre, y nos sentábamos, a veces, en el banco que nos servía de escalera, a leer cuentos o a contarnos historias. Después se fue transformando en una joven que decidió seguir su vocación desde muy rápido: la arquitectura. No creo, ahora que lo pienso, haberle oído hablar de otra profesión para su vida.

   La última vez que la vi fue hace más de veinte años. Veo el sitio exacto: Merlín, un café en el barrio La Macarena. Yo iba a hacer una visita. Pasé frente a una ventana y la vi sentada. Le hice señas. Nos saludamos.

   No he dejado de saber de su vida gracias a los suyos. Esa niña se ha transformado en una mujer talentosa. Profesional y madre.

   Y ahora, para mi sorpresa y asombro, escritora.

   Cerré el libro y me quedé pensando sin salir de mi deslumbramiento: ¿Cómo pudo escribir una historia tan vasta, entrañable y compleja como esta sin caer en el facilismo de la sensiblería o el afán de protagonismo? ¿Cómo contar la historia de su padre, que es al mismo tiempo, la historia de casi los últimos sesenta años de este país? ¿Cómo no avasallarse ante el personaje, el cúmulo de información y descubrimientos que fueron llegando después de su partida?

   En la página 607 encontré una de las claves: “Escribir esta parte del libro representó para mí un triple desafío: primero, intentar entender y explicar con precisión episodios claves del conflicto armado colombiano, en aras de contextualizar las luchas de mi papá, que, como a pocos, le cabía todo el país en la cabeza. Segundo, escoger qué fragmentos de su trabajo abordar, pues dedicó toda su vida profesional a recorrerlo y entenderlo y, al mismo tiempo, darles una forma coherente que equilibrara sus experiencias personales con el contexto histórico, que me imponía una visión más cronológica. Pero quizás lo más desafiante fue entretejer esta tarea con la de narrar sus últimos días. El deber y el sentimiento se debatieron en cada línea”.

   La otra clave es la siguiente: sólo una arquitecta podría armarla. Alguien capaz de mirar las partes y el todo, a través de las ventanas de lo público y lo privado. De la intimidad. De lo que “se preserva para uno mismo” y se decide, gracias a una estructura dramática, dejar ver a los demás. Una “arquitectura textual” (como le gusta decir a Hernando Cabarcas).    

   Partiendo de la reconstrucción de los últimos días de su padre, irse adentrando en las habitaciones de su vida, abriendo puerta tras puerta, para dejarnos ver el retrato de un hombre para el que “el mayor sentimiento de libertad no es poder recorrer parte del mundo ni intentar vivirlo intensamente cada vez que me asomo a culturas diferentes a la mía, sino tener la oportunidad de describirlo”.

   Escrito, además, con una sobriedad absoluta. Y una capacidad de reflexión, sugerencia y síntesis que me hace pensar en una vena poética que debe habitarla. No sé por qué creo que la lectura de Eliseo Diego (de quien recuerdo haberle hablado alguna vez hace casi treinta años y de quien trajo Nombrar las cosas, de una visita a Cuba) la ha respaldado y consolado en esta historia. No es posible escribir un libro como este sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.

   Es un libro hondo y hermoso. Contado desde una memoria que extraña y descubre para encontrar, a través de la escritura, la posibilidad de cerrar una historia que debe ser contada desde adentro. Desde las habitaciones por donde transcurren nuestros días y desde las que salimos para encontrarnos con la aventura de estar en el mundo con nuestras palabras. Contar la historia de Germán Castro Caycedo para, habitado por ella, seguir contando la de Catalina Castro Blanchet que, desde ya, los lectores estamos esperando.

Álvaro Castillo Granada

Chapinero, Bogotá, 7 de julio de 2024


Ese otro que también me habita

Voy en una nave que me transporta a un mundo paralelo, un viejo y conocido universo que siempre he llevado en mí, pero que tan solo hoy se materializa. Atravieso el océano con tus palabras como compañía y retumban en mi alma desde anoche: son para mí el premio del gran jurado, “algo inmenso en mi corazón”, como me lo escribió mi padre algún día.

En mi edificación “literaria”, es decir en la estructura de una parte importante de mi ser, fuiste constructor sin ser arquitecto, una de las vértebras, quizás la médula, de mi columna vertebral. Eres, en definitiva, uno de esos seres que por fortuna la vida pone en el camino para erigir paso a paso nuestra esencia. Por eso, a pesar de que no nos vemos hace muchos años, estás siempre en mí, en ese otro que también me habita (como escribió Darío Jaramillo).

Esa niña de 11 años, apasionada por la gimnasia olímpica, que soñaba con ser arquitecta y que se enamoró de Baudelaire a sus 13, encontró, a través tuyo, el amor por la poesía y la literatura latinoamericanas. Por eso, no es gratuito que aquel poema de Eliseo Diego, a quien me introdujiste, y cuyo libro “usado” Nombrar las cosas (el que traje de Cuba para darle una segunda vida, o sabrá Dios en que reencarnación iría cuando cayó en mis manos), sea el preámbulo de este nuevo hijo que acaba de nacer. El temor al papel en blanco, nunca había tenido para mi tanto sentido, ni la poesía que llevo dentro hubiese encontrado mejor terreno que este viaje por la vida de mi padre y parte de la mía.  

image001

Desde que amé la poesía, la escritura estuvo en mí, porque allí sentados en ese “banco que nos servía de escalera” me llevaste a Diego, pero también a Neruda y sus preguntas, Paz y Benedetti, y también a Julius y al mundo de los cuentos de Bryce, o de Alejo Carpentier, Los cuentos peregrinos de tu Gabo o a Mutis y su Ultima escala del Tramp Steamer, sin duda dos de los libros que me hicieron amar esta literatura nuestra. En ese banco, decía, gracias a ti, repito, descubrí parte del mundo que hoy me define. Desde que abriste las puertas a ese universo de gotas negras sobre blanco, en mi intimidad, lleno cuadernos y cuadernos de frases, palabras, algunas veces acompañadas por dibujos, diarios y diarios como el de Frida (a mi escala claro), que también tu pusiste en mis manos. Esas aproximaciones a poesías, que guardé durante décadas, en efecto son el tímido poeta que llevo adentro. Pero un poeta que jamás pensó que la vida le regalaría la oportunidad de escribir, no solo para cumplir una promesa, sino también para ser leída por otros. Jamás imaginé que, al ser arquitecta, en vez de alejarme de la escritura, me acercaba a ella, así que gracias a tu hermosa analogía, ya estos dos seres que me habitan no se debaten sino que conviven. Hoy soy ese ser que ama la arquitectura, pero que fue capaz, sobre pasando todos los obstáculos y sus propias limitaciones, el duelo “y tantos descubrimientos póstumos”, de hacer una arquitectura textual, como me siento honrada que la llames, y más aún que la elogies.

Tus palabras son en extremo generosas, demasiado, tanto que no creo merecerlas a este punto. Pero tu estimulo me impulsa y me llena de alegría, por eso y por leerme y por haber construido ese otro que también me habita, te estaré eternamente agradecida.

Catalina Castro Blanchet

El Cielo, 8 de julio de 2024


Video embebido: (Aquí se incluirá el enlace o video correspondiente si aplica)

‘Libro: Mi padre, Germán Castro Caycedo’ – Una crítica en El Quindiano

‘Libro: Mi padre, Germán Castro Caycedo’ – Una crítica en El Quindiano

El Quindiano, publicó una extensa crítica sobre el libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, que ofrece una profunda exploración del legado de uno de los periodistas más icónicos de Colombia. La crítica destaca cómo Catalina narra la vida de su padre, Germán Castro Caycedo, desde una perspectiva íntima y emotiva, brindando a los lectores una mirada personal a la vida y la carrera de un hombre que dedicó su existencia a contar las historias más complejas y olvidadas del país.

El artículo subraya cómo Germán Castro Caycedo, a lo largo de sesenta años, recorrió Colombia para documentar la realidad desde una óptica única, llevando sus crónicas desde las páginas de los periódicos hasta las pantallas de televisión. Su programa Enviado Especial es recordado por mostrar una Colombia profunda y diversa, mientras que sus veintiséis libros de no ficción han dejado una huella imborrable en el periodismo y la literatura del país.

Catalina, a través de su libro, no solo rinde homenaje a su padre, sino que también explora sus propios sentimientos y recuerdos, creando un relato que es tanto un testimonio de amor filial como un análisis riguroso de la vida y obra de Germán. El Quindiano resalta que esta obra es una celebración de la vida de un hombre que vivió con intensidad y ejerció el periodismo con una pasión inigualable.

Para leer la crítica completa en El Quindiano y abrirse a comprender mejor el impacto del legado de Germán Castro Caycedo en el periodismo colombiano, puede hacer click aquí.

Catalina Castro Blanchet en diálogo con Gustavo Nieto Huertas sobre su libro ‘Mi padre, Germán Castro Caycedo’.

Catalina Castro Blanchet en diálogo con Gustavo Nieto Huertas sobre su libro ‘Mi padre, Germán Castro Caycedo’.

En una emotiva entrevista con Gustavo Nieto Huertas en la sección ‘TVO Leyendo’ Noticias RCN, Catalina Castro Blanchet, hija del gran cronista colombiano, comparte detalles sobre el proceso de creación del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo y reflexiona sobre el impacto perdurable de su padre en el periodismo colombiano.

En una conversación que evoca recuerdos profundos y una conexión profesional y personal única, Catalina Castro Blanchet narra cómo surgió la idea de escribir el libro en colaboración con su padre. Germán, inicialmente reticente a la idea de contar su propia historia, finalmente accedió a trabajar junto a su hija en lo que sería una obra que no solo captura la esencia del gran periodista, sino también la relación íntima entre los dos.

Catalina relata cómo las conversaciones y el trabajo en conjunto con su padre revelaron la magnitud de su obra, quien, al mirar atrás, admitió con humildad y sorpresa: «Carajo, si es que he hecho mucho». Este reconocimiento se convierte en uno de los momentos más conmovedores del libro, que Gustavo Nieto describe como una verdadera «cátedra de periodismo puro y limpio».

La entrevista también profundiza en la importancia de la relación entre Germán y su esposa Gloria Moreno, a quien Catalina reconoce como una figura crucial en la vida y carrera de su padre. Según Catalina, él no habría llegado donde llegó sin el apoyo incondicional ella, quien no solo fue su compañera de vida, sino también su crítica literaria más rigurosa y su mayor aliada en la batalla por defender la libertad de expresión.

Al hablar sobre la realización del libro, Catalina destaca el papel fundamental de la Editorial Planeta y sus editores, quienes la apoyaron tanto en el aspecto literario como en su proceso personal de duelo. «Este libro no sería lo que es hoy sin ellos», asegura Catalina, subrayando la importancia de contar con un equipo que comprendiera y respetara la magnitud del proyecto.

Uno de los momentos más reveladores de la entrevista ocurre cuando Gustavo pregunta a Catalina sobre su libro favorito en la obra de su padre. Sin dudarlo, Catalina menciona El Cachalandrán Amarillo, una obra que, según dice, resuena profundamente por ser una colección de cuentos que le recuerdan las historias que su padre le contaba para ahuyentar sus miedos en la noche.

La entrevista concluye con una reflexión sobre el reto de seguir adelante sin Germán. Catalina afirma que, aunque ya no puede llamarlo ni tener esas conversaciones que tanto extraña, su padre sigue presente en cada aspecto de su vida. «Este libro es una manera de que no se vaya nunca», dice Catalina, dejando claro que el legado de Germán Castro Caycedo sigue vivo no solo en las páginas de su obra, sino también en el corazón de quienes lo conocieron y amaron.

Vea la entrevista completa aquí:

¿Quién mató a Carlos Horacio Urán? La fiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia ignora la evidencia

¿Quién mató a Carlos Horacio Urán? La fiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia ignora la evidencia

El pasado 31 de julio, en la sección ‘El Reporte Coronell’ de W Radio, se revivió el doloroso episodio de la toma y retoma del Palacio de Justicia y la controversia en torno a la muerte del magistrado Carlos Horacio Urán. Durante el programa, se abordó la nueva postura de la fiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia, Marlene Orjuela, quien sostiene que Urán murió en un cruce de balas dentro del palacio. Esta afirmación contrasta con la evidencia de varios periodistas que indican que Urán salió con vida del edificio y posteriormente fue asesinado por las fuerzas del Estado.

El magistrado Urán se comunicó ese fatídico 6 de noviembre de 1985 con su esposa, Ana María Bidegaín, para decirle que un grupo armado se había tomado el Palacio de Justicia, y desde ese momento empezó un calvario que se ha extendido por casi 4 décadas, con una familia en busca de justicia y un sistema que tarda y retrocede a pesar de los esfuerzos desde la prensa y los diferentes sectores para esclarecer la verdad de los sucedido.

En el programa radial fue entrevistada Ana María Bidegaín, viuda del magistrado, quien narró el impacto que estos hechos tuvieron en su familia. Señaló que la evidencia muestra claramente que su esposo fue ejecutado extrajudicialmente, a pesar de las recientes declaraciones de la fiscal delegada. Y esta afirmación se sustenta en los hallazgos de tres figuras claves del periodismo: Germán Castro Caycedo, amigo del magistrado, quien recibió una llamada desde el Palacio de Justicia, en la que Urán le pedía interceder para evitar la retoma porque, según aseguraba el periodista, le preocupaba que “mataran civiles que todavía estaban allá”.

Cuando Castro Caycedo intentó buscar ayuda, se acercó al periodista Yamid Amat. Su respuesta fue contundente: “hay censura”. El Gobierno había limitado la prensa para realizar la operación militar que terminó en una masacre que marcó la historia de Colombia.

Escucha el segmento del programa:

Reportero en búsqueda de la verdad

Germán Castro Caycedo jugó un rol crucial en descubrir la verdad sobre la desaparición y muerte de su amigo, el magistrado Urán. Durante muchos años, con el apoyo de varios periodistas y medios de comunicación, lograron hallar evidencia contundente: primero, junto al periodista investigador Ignacio Gómez en El Espectador, encontraron contenido audiovisual que demostraba que Urán había salido del Palacio de Justicia vivo y cojeando. Este testimonio fue corroborado en su momento por una periodista: Julia Navarrete, de Caracol Radio, quien le avisó a la profesora Bidegaín que su esposo estaba con vida. Ella había llevado un video del Noticiero 24 horas con la prueba al General Nelson Mejía, procurador delegado de las fuerzas militares;  el cual finalmente despareció. Posteriormente, en Noticias Uno, Daniel Coronell recibió dicho video de una fuente oculta y se encontró nuevo material que permitió refutar la versión oficial de los hechos​​​​.

Ángela María Buitrago y la investigación que llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos

La fiscal Ángela María Buitrago, quien hoy es ministra de Justicia, llevó a cabo una investigación exhaustiva que reveló que el magistrado Carlos Urán fue asesinado por las fuerzas del Estado. Buitrago encontró pruebas contundentes, como audios y videos, que mostraban que las fuerzas del Estado ejecutaron a Urán y a otros civiles, presentándolos falsamente como guerrilleros abatidos en combate. También descubrió objetos personales de Urán, como su billetera, en instalaciones militares, lo que corroboraba la ejecución extrajudicial​​​​.

El acervo probatorio presentado por la entonces Fiscal Buitrago no dejaba lugar a dudas: el magistrado fue asesinado y señalado por el Gobierno como un combatiente del M-19. Había material audiovisual, pruebas recopiladas por la fiscalía, un video desparecido a propósito por los militares… la pregunta que queda es: ¿por qué ahora se descarta este lamentable hecho?

Este fue el dictamen de la Corte Interamericana de Derechos Humanos:

Sobre la presunta desaparición y ejecución extrajudicial de Carlos Horacio Urán

Sobre la presunta desaparición y ejecución extrajudicial de Carlos Horacio Urán

359. (…) la Corte considera que el señor Urán Rojas pudo haber sido considerado como sospechoso por parte de los agentes estatales. Por tanto, es posible que este haya sido tratado como tal, separado del resto de los rehenes, que no haya sido registrada su salida del Palacio de Justicia, ni si fue trasladado a algún otro lugar. En este sentido, la Corte resalta que en el 2007 fueron encontradas pertenencias de Carlos Horacio en una caja de seguridad en la Brigada XIII, sin que el Estado haya presentado ninguna explicación al respecto

364. De forma similar, la Corte considera que al tomar en cuenta todos los indicios señalados, se puede concluir que Carlos Horacio Urán Rojas fue herido en la pierna izquierda dentro del Palacio de Justicia, pero salió con vida del mismo en custodia de agentes estatales (…) Posteriormente, cuando se encontraba en un estado de indefensión causado por las demás lesiones, fue ejecutado.

B.2.e) Violaciones alegadas de los artículos 7, 5.1, 5.2, 4.1 y 3 de la Convención Americana, en virtud de la desaparición forzada y posterior ejecución de Carlos Horacio Urán Rojas

367. En el caso particular de Carlos Horacio Urán Rojas, la Corte resalta que: (i) la salida con vida y posterior detención del señor Urán Rojas no fue registrada por el Estado (…) (ii) la esposa del señor Urán Rojas se dirigió al Hospital Militar el 7 de noviembre y al preguntar por su paradero “[la] deja[ron] en un cuarto aparte durante un rato más o menos como una hora y media” (iii) el entonces Viceministro de Salud “investigó en todas las clínicas y hospitales de la ciudad y no pudo encontrarlo”; (iv) posteriormente la esposa del señor Urán Rojas se dirigió al Palacio de Justicia, pero “allá enc[ontró] amigos que [le dijeron] que ya no ha[bía] nada”; (v) el 8 de noviembre de 1985 fue a preguntar por él ante un General, a quien le mostró un video donde habían reconocido a su esposo, y éste no le devolvió el video ni tampoco consta en el expediente que haya investigado sobre el paradero de Carlos Horacio Urán Rojas, y (vi) el cadáver de Carlos Horacio Urán fue despojado de su ropa y lavado, probablemente para ocultar lo que realmente había ocurrido. Este Tribunal considera que todo lo anterior evidencia que lo sucedido a Carlos Horacio Urán Rojas cumple también con el elemento relativo a la negativa de información, característico de la desaparición forzada.

369. Adicionalmente, este Tribunal estableció que Carlos Horacio Urán Rojas fue ejecutado mientras se encontraba en custodia de agentes estatales, lo cual constituyó una ejecución extrajudicial. Por tanto, (…) el Estado violó los derechos reconocidos en los artículos 7, 5.1, 5.2, 4.1, y 3 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Carlos Horacio Urán Rojas.

Un relato de persecución por buscar justicia

Elena Urán Bidegaín, hija del magistrado Carlos Horacio Urán, escribió el libro ‘Mi Vida y el Palacio’, contando con el apoyo y consejo de Germán Castro Caycedo durante el proceso. Este no fue solo profesional, sino también fruto de una amistad profunda y duradera entre las dos familias. Germán ofreció su orientación y sus ideas, ayudando a Elena a estructurar su relato sobre la tragedia que vivió su familia​​.

Este texto clama justicia y cuenta cómo miles de familias en Colombia han tenido que huir de su país por buscar la verdad. En la diáspora, Helena creció con un profundo dolor y la imposibilidad de esclarecer la verdad. Tras años de exilio, regreso valientemente para exigir justicia y verdad y ha confrontado al establecimiento y a exmiembros del M-19, incluyendo al presidente de la república Gustavo Petro, por igual. Exigiendo responsabilidad y respeto por las víctimas.

Especial en Canal Capital

Antes de su fallecimiento, Germán Castro Caycedo grabó un programa especial para Canal Capital sobre el caso del magistrado Carlos Urán y la retoma del Palacio de Justicia. Aunque la entrevista original con Elena Urán Bidegaín se perdió por una dificultad técnica, Canal Capital creó una animación basada en un texto escrito por Germán, la cual se incluyó en el programa. Este especial reflejó los esfuerzos de Castro Caycedo por esclarecer los hechos y es legado de su dedicación para contar la realidad​​.

Puedes ver el programa de Canal Capital aquí:

Canal Capital.

Lo que cuenta Catalina Castro Blanchet en su libro ‘Mi padre, Germán Castro Caycedo’

Catalina Castro Blanchet, hija de Germán Castro Caycedo, también ha rescatado la historia de su padre y su búsqueda de justicia en su libro ‘Mi padre, Germán Castro Caycedo’. En este, Catalina destaca cómo su padre trabajó incansablemente para revelar la verdad detrás de la desaparición y muerte del magistrado Carlos Urán, mostrando su compromiso con la justicia y la verdad. También, cómo su familia acompañó a la esposa e hijas del magistrado asesinado durante los días del “holocausto”, como el mismo Germán definía este acontecimiento de la historia.

Fernando y mi padre recorrieron a pie la calle 19 hasta las oficinas de Caracol. Allí buscaron a Yamid Amat, entonces director informativo de aquella cadena radial, pero, para su sorpresa, él les contestó tajante que no podía desmentir lo dicho, pues por orden del Gobierno estaba prohibido transmitir lo que sucedía dentro del Palacio de Justicia. En cambio, lo que se difundía era un partido de fútbol. Tras varios minutos de insistencia y la inflexibilidad del colega, salieron de allí derrotados.

—En ese momento, Noemí Sanín era ministra de Comunicaciones y claramente había censura —recordó mi papá—. Yo se lo dije a Yamid de frente: “¿Censurar cuando hay más de cien vidas de por medio?” No hizo nada. Desde esa llamada, no volvería a saber más de Carlos.

Al final de la tarde, el fuego y los ataques ya habían tomado una violencia desproporcionada. Carlos se comunicó nuevamente con Ana, le habló de miedo, le transmitió su posición exacta y las personas con quienes se encontraba; sentía el calor del fuego y la asfixia del humo. Entre tanto, como recuerda su hija Helena Urán Bidegain en su libro Mi vida y el Palacio, Gloria “había asumido las tareas domésticas en nuestra casa desde esa tarde del 6 de noviembre. ‘Ana María, no te preocupes, que yo me encargo de todo aquí […]. Llevó una lasaña desde su casa para la cena, compró alimentos y pañales. Pensaba especialmente en la menor de mis hermanas porque sabía que, aunque aún era una bebé que no hablaba bien, absorbía todo el clima de angustia en la casa”.

Yo también estaba allí. Cenamos y las acompañamos durante buena parte de la noche. A primera hora de la mañana siguiente, mis padres regresaron a casa de los Urán Bidegain. Mientras Germán buscaba contactos, Gloria atendía a los amigos que desfilaban por allí, les preparaba café e intentaba aligerarle la vida a su amiga, por lo menos desde ese ámbito.

Hacia las dos de la tarde de ese segundo día, hubo una enorme explosión dentro del Palacio. Los periodistas Julia Navarrete, de Caracol Radio, y Rodrigo Barrera estaban desde el día anterior cubriendo la noticia, ubicados en un punto con buena visibilidad hacia la entrada del edificio. Fueron ellos los primeros en reconocer a Carlos entre un grupo de rehenes que salía del edificio. Navarrete le dijo a Ana que su esposo estaba herido en una pierna, pero le aseguró que lo había visto salir con vida de la batalla. Fue entonces cuando Fernando, Teresa, y mis padres decidieron irse a la Plaza de Bolívar y comenzar su búsqueda. La zona estaba militarizada. En medio del frío bogotano y frente a aquel terrible espectáculo bélico, se quedaron abrazados en una esquina mientras mi papá intentaba penetrar el edificio en ruinas. Se identificó como periodista e informó que buscaba a Carlos Horacio Urán; finalmente pudo entrar, pero no lo encontró. El recuerdo del olor a carne chamuscada lo acompañaría por el resto de su vida.

— A los cadáveres los estaban trasladando de sitio —me relató con la voz entrecortada en julio de 2020—. Eso es un delito. Salí de allí y algún militar abrió la carpa de un camión donde estaban los cadáveres de varios guerrilleros. Me subí sin vacilar, inspeccioné uno a uno esa montaña de cuerpos, pero no lo encontré. Al bajar, el militar me dijo: “Ahí están todos sus amigos”.

La angustia y el clamor de justicia de la familia Urán Bidegaín se mantiene por casi 40 años. La justicia en Colombia sigue sin esclarecer o proferir condena alguna ante la evidencia. El Palacio de Justicia fue restaurado, pero no la dignidad de las familias que sufrieron la desaparición de sus seres queridos.

Germán Castro Caycedo fue un defensor de la paz, un hombre que encontraba simpatía en todos los sectores políticos porque tenía una auténtica preocupación por la justicia social y por demostrar la realidad que enfrentan a diario millones de colombianos en todo el territorio, especialmente en las regiones más recónditas.

Sin embargo, siempre marcó una distancia clara con quienes para la época reclamaban presencia del Estado y atención los más vulnerables del país por la vía de la violencia. Su accionar fue a a favor de la paz, tal vez por una fe inconmensurable en la capacidad humana de convivir y construir colectivamente, como lo hacían los colonos en la orilla de la selva que visitó tantas veces.

Más allá, jamás en ninguno de sus libros Germán hizo una alabanza a la guerra, sino todo lo contrario. Así que, sin hacer parte de nuestra organización, lejos de ello, él era un militante de paz y de la causa social, y tenía un profundo sentido de amor por este país.

Otty Patiño, alto comisionado para la paz y exmiembro del M-19 (‘Mi padre: Germán Castro Caycedo’, Catalina Castro Blanchet, 2024).

‘Una arquitectura textual’: columna de Álvaro Castillo en Cromos

‘Una arquitectura textual’: columna de Álvaro Castillo en Cromos

Acabo de terminar la última página, la 711, de un libro que llevaba varios años esperando: Mi padre, Germán Castro Caycedo, de Catalina Castro Blanchet.

Gloria Moreno, su madre, me lo venía anunciando: “Catalina está escribiendo un libro sobre Germán… Si vieras la belleza. Estoy asombrada”.

No alcanzaba a imaginármela. La conocí cuando tenía 11 años. Era una niña inquieta y tímida, fascinada con la gimnasia, a la que recuerdo cuando iba de visita a la librería Enviado Especial Libros, y nos sentábamos, a veces, en el banco que nos servía de escalera, a leer cuentos o a contarnos historias. Después se fue transformando en una joven que decidió seguir su vocación desde muy rápido: la arquitectura. No creo, ahora que lo pienso, haberle oído hablar de otra profesión para su vida.

Cerré el libro y me quedé pensando sin salir de mi deslumbramiento: ¿cómo pudo escribir una historia tan vasta, entrañable y compleja como esta sin caer en el facilismo de la sensiblería o el afán de protagonismo? ¿Cómo contar la historia de su padre que es, al mismo tiempo, la historia de casi los últimos 60 años de este país? ¿Cómo no avasallarse ante el personaje, el cúmulo de información y descubrimientos que fueron llegando después de su partida?

En la página 607 encontré una de las claves: “(…) un triple desafío: primero, intentar entender y explicar con precisión episodios claves del conflicto armado colombiano, en aras de contextualizar las luchas de mi papá, que, como a pocos, le cabía todo el país en la cabeza. Segundo, escoger qué fragmentos de su trabajo abordar, pues dedicó toda su vida profesional a recorrerlo y entenderlo y, al mismo tiempo, darles una forma coherente que equilibrara sus experiencias personales con el contexto histórico, que me imponía una visión más cronológica. Pero quizá lo más desafiante fue entretejer esta tarea con la de narrar sus últimos días”.

La otra clave es la siguiente: solo una arquitecta podría armarla. Alguien capaz de mirar las partes y el todo, a través de las ventanas de lo público y lo privado. De la intimidad. De lo que “se preserva para uno mismo” y se decide gracias a una estructura dramática, dejar ver a los demás. Una “arquitectura textual” (como le gusta decir a Hernando Cabarcas).

No es posible escribir un libro como este, sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.

Álvaro Castillo

Partiendo de la reconstrucción de los últimos días de su padre, se va adentrando en las habitaciones de su vida, para dejarnos ver el retrato de un hombre para el que “el mayor sentimiento de libertad no es poder recorrer parte del mundo ni intentar vivirlo intensamente cada vez que me asomo a culturas diferentes a la mía, sino tener la oportunidad de describirlo”.

Escrito con una sobriedad absoluta, y una capacidad de reflexión, sugerencia y síntesis que me hace pensar en una vena poética que debe habitarla. No es posible escribir un libro como este, sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.

Es un libro hondo y hermoso. Contado desde una memoria que extraña y descubre para encontrar, a través de la escritura, la posibilidad de cerrar una historia que debe ser contada desde adentro. Desde las habitaciones por donde transcurren nuestros días y desde las que salimos para encontrarnos con la aventura de estar en el mundo con nuestras palabras. Contar la historia de Germán Castro Caycedo para, habitado por ella, seguir contando la de Catalina Castro Blanchet que, desde ya, los lectores estamos esperando.

‘Germán Castro Caycedo es inmortalizado por su hija en una biografía’: Radiónica

‘Germán Castro Caycedo es inmortalizado por su hija en una biografía’: Radiónica

Radiónica ha publicado una entrevista imperdible con Catalina Castro Blanchet, donde nos revela los detalles más íntimos sobre la creación de su libro «Mi padre, Germán Castro Caycedo». En esta biografía, la autora no solo nos comparte la vida y legado de su padre, sino que también nos sumerge en un viaje personal lleno de emociones, recuerdos y una profunda admiración hacia nuestro recordado ‘Enviado Especial’.

En la entrevista, Catalina habla sobre cómo, desde muy joven, vivió con la constante preocupación por la desaparición de su padre debido a los riesgos inherentes a su profesión. Esta biografía, según ella, fue un proceso inevitable y necesario, una manera de lidiar con el miedo y la ansiedad de perderlo, y al mismo tiempo, una forma de preservar su legado.

Catalina comparte cómo este libro es el resultado de casi una década de trabajo, comenzando junto a Germán y culminando después de su fallecimiento en 2021. La obra combina recuerdos personales con la vasta experiencia periodística de Germán, logrando capturar la esencia de un hombre que, durante sesenta años, dedicó su vida a narrar las historias más complejas de Colombia.

«La Vida es un círculo»

Uno de los momentos más conmovedores que Catalina comparte en la entrevista es cuando lee un fragmento del libro: «La vida es un círculo. Sí, papá: un alacrán que se muerde la cola. Escribiste mi nacimiento, mi matrimonio y los nacimientos de mis hijas. Ahora yo debo cerrar el círculo y relatar tu muerte para perpetuar tu vida». Este fragmento encapsula la relación profunda y el compromiso de Catalina de mantener vivo el legado de su padre.

Para conocer más detalles sobre esta obra y las reflexiones de Catalina, te invitamos a leer la entrevista completa en Radiónica y ver el video de la entrevista.

Esta biografía además de ser una exaltación de un legado y un método que el mismo escritor y periodista se propuso divulgar, es también una ventana hacia el corazón de una hija que encontró en la escritura una manera de mantener viva la memoria de su padre.

¿Fue Germán Castro Caycedo el mejor cronista de su época?: entrevista en Casa Macondo

¿Fue Germán Castro Caycedo el mejor cronista de su época?: entrevista en Casa Macondo

En Casa Macondo, Catalina Castro Blanchet habló recientemente sobre su libro Mi padre: Germán Castro Caycedo, en una entrevista que invita a explorar el legado de uno de los periodistas más influyentes de Colombia. A través de esta conversación, la autora comparte detalles sobre cómo su padre marcó una época con su estilo único de narrar la realidad colombiana.

Además, recordó cómo, desde los primeros años en El Tiempo, comenzó a desarrollar un estilo de crónica que lo llevó a ser considerado el mejor de su tiempo. La entrevista revela anécdotas como la de Hernando Santos Castillo, quien lo impulsó a dejar la sección de deportes para dedicarse por completo a las crónicas. Este momento definió el rumbo de su carrera y lo llevó a contar historias desde los rincones más remotos de Colombia, abordando temas que el periodismo solía ignorar en las ciudades.

Revolucionando la Televisión Colombiana

La escritora también se refirió el impacto de su padre en la televisión con el programa Enviado Especial. Este espacio fue pionero en llevar las cámaras a lugares aparentemente inaccesibles del país, rompiendo con los moldes tradicionales del periodismo televisivo. Germán fue el primero en hacer crónicas que mostraban la verdadera Colombia, la que vivía lejos de las ciudades y que enfrentaba realidades complejas y, a menudo, ignoradas.

La Transición a la Literatura

La entrevista también abarca el regreso de Germán a la escritura, una vez que decidió dejar la televisión. Castro Blanchet, compartió cómo su padre se dedicó a escribir veinticinco libros de no ficción, consolidándose como uno de los autores más vendidos de la editorial Planeta. Este aspecto del legado de Germán es explorado en detalle en el libro de Catalina, donde ella recopila no solo sus logros, sino también los desafíos personales que enfrentó como cronista y escritor.

Un Libro Íntimo y Revelador

Además, explicó cómo la creación de Mi padre: Germán Castro Caycedo comenzó como un proyecto personal en 2012, motivado por su esposo Renaud Blanchet. Aunque su padre fue reacio a escribir su autobiografía, Catalina pudo recopilar memorias a través de las cartas que intercambiaron a lo largo de los años. Estas cartas fueron la clave para entender y reconstruir los momentos más significativos de la vida de Germán, tanto en lo personal como en lo profesional.

Puedes leer la entrevista completa en Casa Macondo y ver el video de la conversación aquí:

‘Capítulo del libro sobre Germán Castro Caycedo escrito por su hija, Catalina Castro Blanchet’: La Nueva Prensa

‘Capítulo del libro sobre Germán Castro Caycedo escrito por su hija, Catalina Castro Blanchet’: La Nueva Prensa

Germán Castro Caycedo, el cronista por excelencia de Colombia, era conocido por su repudio a la cursilería en el periodismo. “El periodismo colombiano está lleno de poetas mientras que la gente simplemente quiere información”, sentenció en 1977 durante una entrevista con Gonzalo Guillén. Este capítulo del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por su hija Catalina, ofrece una mirada íntima a los últimos días del periodista, donde la precisión, el compromiso y el sentido del deber siguen marcando su vida hasta el final.

El relato de Catalina comienza en el verano de 2021, cuando en París recibe la noticia de que la salud de su padre se ha deteriorado gravemente. A lo largo del capítulo, la autora nos guía a través de una montaña rusa emocional, desde la incertidumbre y el miedo, hasta la determinación de estar al lado de su padre en sus últimos momentos. La narrativa es un testimonio de amor filial, pero también un reflejo del hombre que Germán fue: un maestro de la palabra, un cronista que convirtió la realidad en un arte y que escribió con una mezcla de rigor y sensibilidad.

El capítulo está marcado por recuerdos familiares, como los rituales de Germán para mantener su impecable apariencia, su amor por la fotografía, y su sentido del humor siempre presente. Catalina también comparte cómo, incluso en sus últimos días, Germán mantuvo su esencia intacta, con su característico rechazo a la exageración y su amor por la simplicidad y la claridad en la escritura.

Este capítulo es solo un fragmento del libro que retrata la vida de un hombre que dejó una huella indeleble en el periodismo colombiano. Para quienes deseen profundizar en esta lectura, pueden acceder al capítulo completo en La Nueva Prensa. Además, el libro, impreso por la Editorial Planeta, está disponible en librerías de todo el país.

El Comando Sur y la guerra ajena que sigue impuesta para Colombia

El Comando Sur y la guerra ajena que sigue impuesta para Colombia

En una reciente entrevista con W Radio, la General Laura Richardson, comandante del Comando Sur de Estados Unidos, ofreció su visión sobre la colaboración entre su país y Colombia en la lucha contra el narcotráfico. Richardson destacó los esfuerzos del ejército colombiano, elogiando su dedicación para contrarrestar las organizaciones criminales transnacionales. «Todo lo que el ejército colombiano está intentando hacer para contrarrestar a las organizaciones criminales transnacionales, están haciendo un gran trabajo», afirmó con convicción. También enfatizó que esta cooperación está fundamentada en los derechos humanos y el estado de derecho, lo cual considera esencial para la profesionalización de las fuerzas militares colombianas.

Esta visión planteada por la militar norteamericana no contrasta necesariamente con la postura del presidente Gustavo Petro, planteada al inicio de su gobierno al referirse a las relaciones con Estados Unidos, esto como una respuesta a la preocupación de amplios sectores políticos, gremios e incluso del periodismo. Petro hizo énfasis en la protección ambiental y en la lucha contra las organizaciones criminales que se sostienen de la economía de la narcotráfico.

Germán Castro Caycedo, en su libro ‘Nuestra guerra ajena’, presentó una perspectiva crítica sobre la intervención de Estados Unidos en Colombia. Esta postura, basada en hechos incontrovertibles, se presenta en una idea de la geopolítica moderna que se construye sobre el pulso del poder mundial para controlar la reservas de agua dulce. Lo cual, ya es sabido, no es una teoría de la conspiración sino una situación con hechos y conflictos registrados. Según el ‘UN World Water Development Report 2024’ de la UNESCO, las tensiones por el agua están aumentando los conflictos en todo el mundo. El documento establece la necesidad de una cooperación internacional para gestionar los recursos hídricos de manera sostenible.

Según Castro Caycedo, la guerra contra las drogas ha sido una pretexto de Estados Unidos para controlar los recursos naturales de Suramérica , especialmente el agua. Según las fuentes contrastadas, la verdadera motivación detrás de estas acciones era la escasez de agua que enfrenta Estados Unidos y la necesidad de asegurar el acceso a las reservas de agua dulce en regiones como la cuenca del Amazonas, el acuífero Guaraní y los lagos de la Patagonia.

El escritor parecía señalar que «quien controle el agua dulce, controlará el mundo», refiriendo una especie de cambio de paradiggma en el pensamiento geopolítico. En su obra, expuso cómo la mayor riqueza de agua dulce del planeta se encuentra en Suramérica, y cómo la crisis hídrica en Estados Unidos ha llevado al país a mirar hacia el sur con interés estratégico. Esta perspectiva invita a cuestionar las verdaderas intenciones detrás de la lucha contra el narcotráfico, sugiriendo que se trata de una coartada para avanzar en el control de los recursos naturales de la región.

Volviendo a las declaraciones de Richardson, esta reafirmó en la entrevista su confianza en el ejército colombiano para enfrentar a los grupos criminales, incluidos los remanentes de las FARC. «Estoy muy orgullosa de todo lo que hacen, y sé que la gente colombiana está muy orgullosa de su ejército también», declaró. Esta visión optimista contrasta fuertemente con la crítica de Castro Caycedo, quien argumentó que la intervención estadounidense había llevado a la devastación ambiental y social en Colombia, beneficiando principalmente a grandes corporaciones mientras los campesinos y el medio ambiente sufrían las consecuencias. Aquí no solamente cabe mencionar el impacto del glifosato sobre el medio ambiente y los ecosistemas subyacentes a la frontera rural amazónica, donde se refugian la economía ilícita y los grandes cultivos de coca; sino que también hay que señalar el protagonismo de los mercenarios (llamados en Colombia “contratistas”), en escándalos que incluyeron desde la explotación sexual de mujeres vulnerables, hasta consumo de drogas en áreas reservadas para las fuerzas armadas.

Esto sin mencionar los inmensos costos sociales de la guerra contra las drogas en Colombia que, a lo largo de la historia, ha dejado decenas de miles de muertos, desaparecidos y la exacerbación del conflicto armado interno a causa de la estigmatización y judicialización de cultivadores y consumidores, mientras las poderosas estructuras criminales se mantenían al margen y protegidas por un sistema judicial excluyente que resultaba ser más benévolo con los grandes capos de narcotráfico; quienes aún siendo extraditados terminaban recibiendo beneficios incluso de la justicia estadounidense.

El análisis de Castro Caycedo no se limitó a la crítica de la intervención norteamericana. También cuestionó la postura del gobierno colombiano frente a la guerra contra las drogas, señalando que el verdadero problema radicaba en la demanda de drogas en el primer mundo y la consecuente devastación que esta generaba en el sur del continente. Cabe señalar que la financiación recibida por Colombia para la llamada “guerra contra las drogas”, se convirtió en parte fundamental del desarrollo militar nacional; hasta el punto en que dichos presupuestos fueron usados para confrontar, no solo al narcotráfico, sino también a los grupos rebeldes que desafiaron al Estado colombiano. Es decir, ya no sólo era un asunto de combatir la criminalidad en torno al narcotráfico, sino también de fortalecer las fuerzas armadas en un conflicto interno que no tenía sus raíces en los cultivos Ilícitos sino en la desigualdad qué caracteriza al país.

Los  escritos de German Castro Caycedo, dejaron en evidencia cómo la guerra contra las drogas había resultado en la defoliación masiva de la selva colombiana, utilizando químicos como el glifosato que envenenaban la tierra y a quienes la habitaban, afectando incluso la salud de las comunidades rurales. Varias denuncias existen hoy sobre nacimientos con hidrocefalia y abortos en donde se rociaban estos químicos.

La crisis hídrica global y el calentamiento global respaldan la predicción de Castro Caycedo de que las guerras futuras serían por el agua. Con solo un 3.5% del agua mundial siendo dulce y la mayoría de esta atrapada en glaciares y polos, el agua potable se convierte en un recurso cada vez más valioso y disputado. En Estados Unidos, la situación es preocupante, con regiones como el oeste del país enfrentando una grave escasez de agua que pone en riesgo el abastecimiento humano, la agricultura y la generación de energía.

La entrevista con la General Laura Richardson y las observaciones de Germán Castro Caycedo presentan dos perspectivas contrastantes sobre la lucha contra las drogas y el control de los recursos naturales. Mientras la General se enfoca en un discurso sobre la cooperación y el progreso en seguridad, Castro Caycedo ha establecido una alerta sobre los posibles intereses ocultos y las consecuencias no previstas de estas intervenciones. 

Germán Castro Caycedo invitó a reflexionar críticamente sobre las verdaderas motivaciones detrás de la geopolítica y la intervención extranjera en territorio nacional, recordando que los recursos estratégicos como el agua podrían ser el verdadero campo de batalla en el futuro. Ahora el futuro lo está validando.

Catalina Castro Blanchet lanza libro en homenaje a Germán Castro Caycedo – Entrevista en ‘A vivir que son dos días’ de Caracol Radio

Catalina Castro Blanchet lanza libro en homenaje a Germán Castro Caycedo – Entrevista en ‘A vivir que son dos días’ de Caracol Radio

En una emotiva entrevista en el programa ‘A vivir que son dos días’ de Caracol Radio, Catalina Castro Blanchet presentó su libro «Mi padre, Germán Castro Caycedo». Esta obra inicia con una carta que el periodista escribió a su hija y culmina con una carta de la escritora a su padre, cerrando un ciclo de amor y respeto profundo.

Catalina explicó a los presentadores Andrés López y Heisel Mora que la elaboración del libro fue un proceso de duelo tras el fallecimiento de su padre. «Este trabajo profundo de estudio y revisión de archivos me permitió conocer aún más a mi padre», manifestó Catalina. La autora destacó la importancia de su madre en este proceso, tal como lo fue para Germán Castro Caycedo en su carrera. «Este regalo y esta promesa que le hice a mi papá también es un homenaje para ella, porque detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer», resaltó.

Catalina concluyó la entrevista mencionando que el libro finaliza con una carta dirigida a su padre, asegurando que su legado «perdurará para siempre».

Escuche la entrevista completa: