Catalina Castro Blanchet, hija del periodista Germán Castro Caycedo, fue entrevistada por Laura Galindo, editora cultural de RTVC Noticias, para hablar sobre su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo.
En esta conversación, Catalina comparte detalles sobre la creación del libro, las enseñanzas que le dejó su padre, y el reciente homenaje que RTVC rindió al periodista al inaugurar una sala de redacción en su nombre. A continuación, la entrevista completa:
Laura Galindo (LG): Hola a todos, bienvenidos a Noticias Culturales. Hoy suceden dos cosas muy importantes. La primera es que en RTVC Noticias, en el Sistema de Medios Públicos, inauguramos la sala de redacción Germán Castro Caycedo. Y la segunda, que mi invitada de hoy es la autora de este libro, Mi padre, Germán Castro Caycedo, Catalina Castro.
Catalina Castro Blanchet (CCB): Laura, muchas gracias. Me hiciste lagrimear con esa canción. Gracias.
LG: La escogí porque tengo entendido que era una de las que le gustaba a Germán Castro Caycedo.
CCB: Sí, le gustaba. Creo que, además, él siempre hizo las cosas a su manera. Y al escribir este libro, yo también le dije: “Papá, esta vez yo también voy a hacer las cosas a mi manera”. Entonces, me llega al alma, me emociona mucho. Gracias.
LG: Qué bonito. Este libro, de alguna manera, tiene una estructura epistolar, ¿no? Son cartas, además de los textos de Germán Castro Caycedo, y hay unos códigos QR para leer sus columnas. También hay unas cartas entre usted y él que son muy emotivas. ¿Cómo llegó a ese formato y cómo fue el proceso?
CCB: La idea era escribir este libro con mi papá, hacerlo a cuatro manos. Yo no soy escritora, soy arquitecta, así que estaba tranquila, pero mi papá se me fue antes de empezar a escribir. Estuve mucho tiempo buscando una estructura para legitimar mi voz, porque ya no funcionaba la tercera persona. Encontré una secuencia rota entre la última semana de mi papá y su vida. Las cartas fueron una manera de dejar entrar su pluma en el relato de una forma más íntima. Mi papá y yo tuvimos una relación epistolar que duró toda la vida, desde el día de mi nacimiento, cuando él me escribió la crónica de ese día.
LG: Gracias a esas crónicas maravillosas y a todos esos libros, Germán Castro Caycedo se convirtió en un referente para todas las generaciones de periodistas que lo hemos seguido. Y tanto es así, que ahora le rendimos homenaje en nuestra sala de redacción. Tengo entendido que esto fue una sorpresa para usted.
CCB: Exactamente, no teníamos ni idea. Agradezco en nombre de mi papá este gran homenaje. Sé que, desde donde esté, estará acompañando e iluminando a estos periodistas con este oficio tan noble y tan importante en el país.
LG: Hay un capítulo dedicado a las Fuerzas Armadas y otro a los paramilitares. Siempre nos han dicho que el periodismo debe ser objetivo, pero lo hacen seres humanos, así que es difícil lograrlo. ¿Cómo manejaba Germán Castro Caycedo ese equilibrio?
CCB: Mi papá siempre dijo que la objetividad no existe en la medida en que hay seres humanos de por medio. Existe la precisión y el equilibrio, y la forma de llegar a eso es mostrar todas las caras de un problema, desde la guerra hasta la Colombia profunda. Eso es parte de su metodología y una de sus grandes enseñanzas. Aplicó este principio a lo largo de sus 60 años de ejercicio profesional en todos los medios que tocó.
LG: Germán Castro Caycedo se metió en lugares muy peligrosos. Como niña o adolescente, ¿era consciente de esos riesgos? ¿Cómo lo manejaban en familia?
CCB: Creo que nunca se manejó como tal. Para mí, mi papá no era Germán Castro Caycedo, era simplemente mi papá. Las situaciones de riesgo las enfrentamos en familia, pero muchas de ellas las vine a descubrir escribiendo este libro. Creo que sí me protegieron, pero también creo que mi papá nunca tuvo miedo. Siempre decía que sus armas eran la independencia y mostrar el país desde todos los ángulos. Eso lo respetaban todos los sectores, incluso cuando lo criticaban.
LG: ¿Tiene algún libro favorito de su padre?
CCB: Mi libro favorito es El Cachalandrán Amarillo, aunque no es de los más conocidos. Me liga mucho a mi padre porque recoge mitos y leyendas de Colombia. Son 26 relatos. Para ese libro viajé con él a varios rincones a escuchar a juglares contarnos esas historias. Es el libro que tengo al lado de mi cama porque es mi papá contándome historias antes de dormir para ahuyentar mis miedos.
Catalina Castro Blanchet presentó en Bitácora, programa de Javeriana Estéreo, su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, en el que rinde homenaje a la vida y obra del gran cronista colombiano. A lo largo de la entrevista, Catalina habló sobre el proceso de creación de este libro, los desafíos de seleccionar material entre la vasta obra de su padre, y los momentos más íntimos que compartió con él, tanto en lo personal como en lo profesional. A continuación, transcribimos la conversación completa entre Catalina y el periodista José Vicente Arizmendi.
José Vicente Arizmendi (JVA): Catalina, buenas noches, bienvenida a Bitácora.
Catalina Castro Blanchet (CCB): José Vicente, buenas noches, muchas gracias por invitarme.
JVA: Con una obra del tamaño de la de su papá, no solamente en libros, sino en artículos de prensa y en material audiovisual, ¿escoger qué incluir en este libro y qué no fue una tarea difícil?
CCB: Sí, fue muy difícil, sobre todo porque el trabajo de mi papá estuvo difundido en muchos medios: prensa escrita, radio, televisión, sus libros… Realmente, cada crónica me llevaba a otra y descubría un nuevo universo. Ya cuando tuve la estructura del libro, eso me permitió escoger por temas y dejar afuera aquellos que no estaban relacionados con los grandes ejes que seleccioné, como la selva, las naciones culturales, la denuncia, el conflicto armado y el medio ambiente. Lo que facilitó un poco fue que fueron temas constantes en su vida, así que de cada uno escogí tres o cuatro crónicas para profundizar, buscando que tuvieran algún lazo con anécdotas personales o con mi historia de vida junto a él.
JVA: Me llamó la atención que en las páginas del libro hay códigos QR. Uno los escanea y puede acceder a la pieza original. ¿Cómo surgió esta idea?
CCB: Esa fue una idea de la editorial. En una de las primeras versiones, el libro era mucho más largo. Entonces, una de las soluciones para recortar y facilitar la lectura fue incluir los QRs. Cuando seleccioné los artículos y programas en los que iba a profundizar, los fuimos subiendo a la página web de mi papá, que mi mamá mantiene viva. Pienso que es una gran ayuda para el lector, porque puede leer los textos originales y no quedarse solo con la interpretación en el libro.
JVA: En el texto, a veces te refieres a Germán Castro Caycedo como “mi padre” y otras veces como “Germán”. ¿Cómo manejaste esa diferencia?
CCB: Al principio, cuando comencé a trabajar con él, la idea original era hacer un libro de preguntas y respuestas. Pero me parecía un poco aburrido como lectora, así que comenzamos a pasar algunas partes a la tercera persona. Luego, cuando él falleció, necesité legitimar mi voz. En ese momento, la narración cambia de la tercera a la primera persona. Cuando hablo de mis recuerdos o de mi duelo, es “papá”. Cuando hablo de su trabajo, intento ser más observadora y me refiero a él como “Germán”. Sin embargo, no fue una regla estricta.
JVA: En algunos momentos del libro también se utilizan diferentes tipos de letra para distinguir estas voces.
CCB: Sí, fue una elección gráfica. Mientras trabajaba el manuscrito en mi computadora, lo llamaba «la cronología», que es la cronología de la última semana de mi papá, y estaba en azul. Todo lo demás estaba en negro. Fue difícil diagramar el libro, ya que había relatos íntimos, el trabajo de mi papá, las cartas, las citas y las referencias. Aunque el lector puede tardar un poco en acostumbrarse, pienso que quedó bien, porque forma parte del viaje de descubrimiento.
JVA: El lector encontrará pequeñas historias detrás de muchos de los libros y programas importantes de Germán Castro Caycedo, como Enviado Especial, su paso por El Tiempo y por RTI. Además, conversaste con muchas personas cercanas a él.
CCB: Sí, hablé con muchas personas. Las primeras entrevistas las hice con mi papá, como su director de fotografía y su asistente durante 15 años. Por ejemplo, en una de las entrevistas con Billy Balsecki, director de fotografía en el primer año de Enviado Especial, revisamos juntos programas de la selva. Fue muy bonito porque ellos volvieron a vivir esos momentos. También hablé con personas cercanas como Julio Sánchez Cristo y, para el contexto histórico, con Otty Patiño, Camilo González y Darío Villamizar, entre otros.
JVA: Catalina, compartías con tu padre una afición que hoy en día es políticamente incorrecta: la tauromaquia. Cuéntanos más sobre eso.
CCB: Mi papá empezó en la radio como comentarista taurino en la emisora Mariana y luego fue reportero del Ruedo de Madrid durante seis o siete años. Era un gran aficionado y conocedor de la fiesta brava. Desde muy pequeña me introdujo en este mundo; creo que mi primera corrida de toros fue a los cuatro años. Mi mamá nunca asistía, ya que no le gustaba, y también porque sabía que era un espacio que nos pertenecía a los dos. Vivimos muchas anécdotas en el ruedo y fuera de él, y muchas etapas de nuestra vida fueron una alegoría a la fiesta brava.
JVA: Pues es un libro que le hace justicia a la vida de un hombre muy importante para este país y para el periodismo. Catalina Castro Blanchet, muchas gracias por acompañarnos esta noche en Bitácora.
En una reciente entrevista con la revista Diners, Catalina Castro Blanchet compartió el proceso detrás de la creación de su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, publicado en 2024. En esta obra, Catalina rinde un sentido homenaje a su padre, el renombrado cronista colombiano, compartiendo anécdotas, memorias y reflexiones sobre su legado y su impacto en el periodismo nacional. A continuación, reproducimos parte de la entrevista con Catalina, quien nos brinda una mirada íntima sobre la investigación y la escritura de esta significativa obra.
DINERS: Este libro viene gestionándose hace muchísimos años. ¿Cómo surgió la idea?
Catalina Castro Blanchet (CCB): Este libro lleva gestionándose desde hace más de 10 años, aproximadamente desde 2010 o 2012. La idea surgió por mi esposo, que es francés, quien comenzó a amar este país a través de las historias de mi papá. Sentarse a hablar con mi papá era descubrir el país de una forma diferente, y las historias detrás de las historias eran hipnotizantes. Mi esposo le sugería que escribiera algo así como sus memorias, pero durante muchos años mi papá no se decidía. En 2019, cuando publicó su último libro, Huellas, vi que era una ventanita abierta a ciertas anécdotas de su vida, y decidí proponerle que escribiéramos este libro a cuatro manos. Finalmente, mi papá aceptó y comenzamos la investigación juntos, pero en 2021 él falleció y quedé yo con una promesa por cumplir.
DINERS: ¿Cómo fue el proceso de trabajo con Germán Castro Caycedo?
CCB: La investigación fue una prolongación de nuestra relación padre-hija. Desde niña estuve involucrada en su trabajo, ya que siempre nos mantenía informadas en casa. Mi mamá también estaba muy involucrada; ella era su correctora. Este proyecto fue adentrarse más profundamente en su trabajo. Mi papá me hablaba de una crónica, yo la leía y eso me llevaba a otra. En algún momento me dijo: “Me das la oportunidad de darme cuenta de cuánto he hecho”. Para la escritura estaba yo, aunque no soy escritora. Me dejó con ese reto enorme, pero fue un proceso muy especial.
DINERS: ¿Cómo fueron esos años después de su partida?
CCB: Fueron muy duros. Pasar de un relato en tercera persona a uno en el que debía involucrar el «yo» fue un reto enorme. Ese «yo» era un arquitecto en duelo que necesitaba encontrar su voz legítima. Pasé ocho meses buscando una estructura que me permitiera reunir todo, y finalmente opté por una secuencia rota con un hilo conductor: la última semana de mi padre. Desde ahí pude vincular nuestra relación, sus análisis, su trabajo y mi proceso de duelo.
DINERS: Durante estos años de trabajo, ¿hubo algo que te sorprendió?
CCB: Me sorprendió la magnitud del trabajo heroico de mi papá. Mantener su independencia en un país como Colombia es admirable. Nunca pisó una facultad de periodismo o de comunicación, pero sí cursó dos semestres de antropología para entender las nueve naciones culturales colombianas. Inventó su propia metodología, siempre abordando los hechos desde el lugar donde ocurrían, dándole voz a todos, desde el campesino hasta figuras como Pablo Escobar o Tirofijo. Fue un trabajo monumental.
DINERS: ¿Hay alguna historia que te haya conmovido en especial?
CCB: Muchas de las historias ya las conocía, pero durante el proceso de escritura, en medio de mi duelo, fue hermoso reencontrarme con los recuerdos. Escribir el libro fue como volver a viajar por Colombia junto a mi padre. Recordar cuando viajé al Amazonas por primera vez o los encuentros con juglares en la costa, todo fue un viaje por mi memoria y sus crónicas.
DINERS: ¿Cómo era Germán Castro Caycedo como padre?
CCB: Para mí siempre fueron la misma persona. Germán Castro Caycedo era periodista las 24 horas del día, pero también fue un padre excepcional. Tuvimos una relación muy especial, con una comunicación muy fuerte, tanto en lo escrito como en los silencios. Mi padre siempre me dio total libertad de pensamiento y me acompañó celebrando cada logro de mi vida.
DINERS: Cuéntanos sobre la fotografía de la portada.
CCB: La fotografía fue tomada por Carlos Caicedo, un fotógrafo que conoció a mi papá mientras trabajaba en El Tiempo. La foto fue tomada al final de la escritura de El Hueco, y en ella estamos mi papá y yo en su estudio, rodeados de los objetos y amuletos que recogió durante sus viajes por todo el país.
La arquitecta bogotana, Catalina Castro Blanchet, quien recientemente presentó su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, conversó con Diners y compartió una selección de los cinco libros imprescindibles en su biblioteca personal. Estos textos, diversos en temática y estilo, revelan las influencias que han marcado su vida y su formación, tanto en lo personal como en lo profesional.
En el encuentro, realizado en la librería La Verbena de Bogotá, Catalina expuso cómo estos libros han influido en su manera de ver el mundo y abordar su trabajo, tanto en la arquitectura como en la escritura. A continuación, los títulos recomendados por la hija del legendario cronista colombiano.
1. Los paraísos artificiales, de Charles Baudelaire
Este ensayo profundo la llevó a comprender la poesía de Baudelaire. En palabras de Catalina, «es una lúcida explicación de la obra de Baudelaire, entre polos opuestos que diagraman un círculo». Al leerlo, Catalina reflexiona sobre las dicotomías entre el ideal y la caída, el ascenso moral y la melancolía, elementos que son fundamentales para entender la naturaleza poética de poeta francés.
2. El manantial, de Ayn Rand
Esta novela, ambientada en la Nueva York de los años veinte, narra la lucha entre dos arquitectos que representan ideales opuestos. Catalina destaca cómo Rand aborda la lucha entre lo auténtico y las apariencias, una dicotomía que también marca las relaciones humanas dentro del relato. “El amor aquí es una fuerza destructiva o un manantial de redención”, comenta Catalina, resaltando las similitudes con sus propias reflexiones sobre las relaciones y la autenticidad en la creación.
3. De qué hablo cuando hablo de correr, de Haruki Murakami
Un texto que le resultó motivante mientras escribía su libro sobre Germán Castro Caycedo. Catalina cuenta que Murakami, al igual que ella, utilizaba la disciplina y la resistencia no solo para correr, sino para enfrentar los desafíos de la escritura. «Este libro me dio explicaciones a muchas preguntas sobre el ejercicio de escribir», comparte Catalina, subrayando la conexión entre su proceso creativo y el enfoque disciplinado del autor japonés.
4. La última escala del Tramp Steamer, de Álvaro Mutis
Este texto de Mutis es para Catalina el compendio del lirismo y la carga simbólica que caracteriza al autor. “Es la triste historia de un querer transitorio, del naufragio del carguero y del amor», señala Catalina, quien describe la obra como un viaje a través de paisajes y recuerdos que se siente como una experiencia cinematográfica.
5. Carmen, de Prosper Mérimée
Una obra que le permitió tener profundas conversaciones con su padre sobre el destino y la libertad. Germán Castro Caycedo describió a Carmen como un símbolo del desafío entre el toro y el torero, entre la transgresión y la fatalidad. «Carmen es la figura arquetípica de la pasión romántica, es la rebelión contra las leyes sociales y su belleza infringe los códigos de la época», recordó Catalina, reflejando la influencia de esta obra en su vida personal y en sus conversaciones con su padre.
Este es un acercamiento a las influencias de Catalina Castro Blanchet, una mujer marcada por la profundidad de los textos que la han acompañado y las conversaciones que emergieron de estos libros con su padre, Germán Castro Caycedo.
Con una profunda admiración y un claro compromiso hacia la memoria de su padre, Catalina Castro Blanchet ha lanzado una obra que permite a los lectores sumergirse en la vida y pensamiento del cronista más influyente de Colombia. Mi padre, Germán Castro Caycedo, publicado por Editorial Planeta, no solo es un homenaje, sino una minuciosa investigación que se entrelaza con recuerdos personales, correspondencia y anécdotas que construyen una imagen completa de un hombre que dedicó su vida a entender y narrar las múltiples caras de Colombia.
La revista La Palabra, de la Universidad del Valle, ha publicado una reseña profunda sobre este libro, destacando cómo Castro Blanchet consigue fusionar los relatos familiares con el compromiso periodístico que marcó la carrera del cronista, conocido por sus investigaciones en profundidad y su habilidad para captar la realidad «sin adornos innecesarios», y que también dejó un legado imborrable en el periodismo colombiano.
El periodismo como forma de vida
Uno de los aspectos más notables que recoge el libro es el enfoque riguroso que Germán tenía hacia el periodismo. Para él, la crónica debía reflejar la verdad, sin caer en excesos ni recursos literarios superfluos. Catalina cita varias de las lecciones que su padre compartió a lo largo de los años: “El periodista que se atreve a decir que ‘los arreboles de la tarde mueren en el río’ debería dedicarse a escribir cuentos”, decía, dejando claro que el periodismo debía ser directo, con los pies en la tierra.
En la reseña de La Palabra, se menciona cómo Mi padre, Germán Castro Caycedo se convierte en una guía de su forma de entender la escritura y el periodismo, una guía que, según la autora, debería permear las escuelas de periodismo del país: “Para mi papá, lo fundamental era ir al lugar de los hechos, sentir la realidad de las personas y contarla tal como es”.
Una mirada íntima
A lo largo del libro, Catalina nos presenta a un Germán que, más allá del periodista, era un padre, un esposo y un hombre con sus propios miedos y fortalezas. La Palabra destaca el capítulo ‘Juventud y vocación’ como uno de los más emotivos, donde se puede sentir la lucha de Germán por mantener la pulcritud en su trabajo y su compromiso con su familia. Las reflexiones de Catalina sobre los últimos días de su padre permiten al lector conectar con un ser humano que siempre mantuvo la dignidad en todo lo que hacía, incluso en los momentos más difíciles.
En un pasaje del libro, Catalina recuerda un gesto que compartieron: “Le tomaba la mano y le pedía que me apretara si sentía dolor. Llegó un punto en que ya no podía apretar, pero me seguía sosteniendo”. Este tipo de momentos profundos permiten que la obra no solo sea un recuento de la carrera de un periodista, sino también una exploración personal del duelo, la memoria y el amor filial.
Una obra que trasciende el periodismo
Lo que hace especialmente valiosa esta obra, tal como subraya la reseña de La Palabra, es cómo Catalina logra combinar los relatos periodísticos con la narración personal. El libro no solo es un homenaje a un hombre que marcó generaciones con sus crónicas, sino también una reflexión sobre el rol del periodismo en una sociedad marcada por la complejidad, la violencia y la resistencia.
El recorrido por la obra de Germán Castro Caycedo, desde Colombia amarga hasta Perdido en el Amazonas, pasando por tantos otros títulos fundamentales, permite al lector apreciar la dedicación de un hombre que entendió el país de una manera visceral, profunda y auténtica. Mi padre, Germán Castro Caycedo es, en definitiva, un testimonio de una vida dedicada al periodismo, con la ética y el compromiso que tanto le caracterizaban.
En una reciente conversación con La Palabra, revista de la Universidad del Valle, Catalina Castro Blanchet, hija del cronista Germán Castro Caycedo, compartió los pormenores de su libro Mi padre, Germán Castro Caycedo. A través de una entrevista en profundidad, Catalina reveló detalles íntimos de la vida de su padre, su legado periodístico, y las motivaciones que la llevaron a escribir esta obra que no solo es un homenaje, sino también una radiografía de la Colombia que su padre documentó con tanto ahínco.
Catalina enfatizó que el periodismo para Germán no era un simple ejercicio de reconocimiento, sino una “necesidad profunda” de informar. «Escribir para él no era un acto de vanidad. Era una obligación de dar voz a las historias no contadas, a esa Colombia olvidada por el Estado», señaló. En ese sentido, Germán Castro Caycedo representaba una independencia absoluta frente a los poderes establecidos, manteniendo una postura firme de transparencia y rigor que lo definió durante toda su carrera.
Un compromiso con la verdad desde el terreno
Germán Castro Caycedo siempre defendió que la única manera de hacer periodismo era desde el terreno, enfrentando la realidad cara a cara, sin intermediarios ni adornos literarios innecesarios. Catalina relata cómo su padre nunca se dejó deslumbrar por el poder y cómo su ética fue un pilar inamovible de su vida. “Mi padre jamás tuvo que rectificar nada. Siempre abordaba los hechos desde todos los ángulos posibles, con precisión, lo que le garantizaba respeto incluso entre sus detractores”, subrayó Catalina.
A lo largo de la entrevista, también resalta la importancia de la autoformación de Germán, quien se apoyó en grandes cronistas y figuras del periodismo nacional e internacional para cimentar su estilo. Sin haber pisado una facultad de periodismo, «forjó su formación leyendo a los grandes cronistas de El Tiempo y El Espectador. Autores como Oscar Lewis, Darcy Ribeiro o Carlos Castañeda alimentaron su mirada crítica, pero fue en el terreno donde perfeccionó su metodología», explicó Catalina.
La paz como objetivo
Una de las facetas más conmovedoras del legado de Germán Castro Caycedo, tal como lo plantea su hija, fue su compromiso con la paz en Colombia. “Buscaba la paz desde la palabra, desde la entrevista, escuchando a todos los actores del conflicto”, comentó Catalina. Además, Germán siempre creyó en el diálogo como la herramienta principal para resolver los problemas del país. Incluso en sus últimos años, como recuerda Catalina, su padre repartió volantes promoviendo el sí en el plebiscito por la paz en 2016.
La obra de Germán, desde su visión del conflicto armado hasta su amor por las regiones más remotas del país, refleja una Colombia compleja, con múltiples capas y voces, todas representadas en su trabajo. Catalina asegura que, «si mi padre estuviera aquí, seguiría buscando la paz, como lo hizo hasta el último de sus días”.
El libro como un tributo completo
Al preguntarle si quedó algo por fuera del libro, Catalina fue clara: “Creo que el libro está completo. Es un recorrido por su vida, su método, y nuestra relación como padre e hija. El archivo multimedia que incluimos también permite que los lectores conozcan de primera mano su legado”.
Este libro, que fusiona lo familiar con lo periodístico, nos ofrece una ventana íntima a la vida de Germán Castro Caycedo, permitiendo que su obra siga siendo un referente indiscutible del periodismo colombiano. Quienes quieran sumergirse en esta travesía, encontrarán en Mi padre, Germán Castro Caycedo un testimonio fiel a la ética, la perseverancia y la verdad que caracterizaron al maestro.
Enlace a la entrevista completa en La Palabra – Univalle: Aquí
Catalina Castro Blanchet, hija del fallecido escritor y periodista Germán Castro Caycedo, presenta un homenaje a su padre con un libro que recorre su legado y sus más grandes entrevistas.
El pasado 28 de junio, la Revista Cambio publicó un artículo sobre el lanzamiento del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, una obra que recopila memorias y experiencias significativas del legendario cronista colombiano. Este libro, publicado por Editorial Planeta, ofrece a los lectores una mirada profunda y personal a la vida y obra de uno de los periodistas más influyentes de Colombia.
Catalina ha logrado plasmar en este libro las conversaciones íntimas que sostuvo con su padre, reflejando su pasión por el periodismo y su dedicación a contar las historias más auténticas y complejas del país. Las páginas de Mi padre, Germán Castro Caycedo no solo recorren los más de 20 libros que escribió, sino que también destacan su incansable labor por retratar la realidad colombiana desde una perspectiva crítica y humanista.
En la entrevista con Julio Sánchez Cristo, Catalina compartió detalles sobre algunas de las entrevistas más memorables que realizó su padre, incluyendo las que sostuvo con figuras icónicas como Gabriel García Márquez y Pablo Escobar. Estas entrevistas, ahora accesibles gracias al esfuerzo de Catalina por preservar y difundir el legado de su padre, son piezas clave para entender la historia reciente de Colombia.
Julio Sánchez Cristo subrayó la importancia de este libro como una fuente invaluable para aquellos que desean conocer más sobre Germán Castro Caycedo y su impacto en el periodismo colombiano. Mi padre, Germán Castro Caycedo no es solo un homenaje al hombre detrás del cronista, sino también una obra fundamental para quienes buscan comprender mejor la historia y la cultura de Colombia.
En un diálogo epistolar lleno de nostalgia y admiración, Catalina Castro Blanchet y Álvaro Castillo Granada reflexionan sobre la obra Mi padre, Germán Castro Caycedo, destacando la profunda conexión entre la arquitectura y la escritura que permea esta biografía.
El 3 de agosto de 2024, la revista Cromos publicó una carta conmovedora escrita por Álvaro Castillo Granada, dirigida a Catalina Castro Blanchet. En esta misiva, Castillo Granada, un querido amigo de la familia Castro y reconocido librero, relata su experiencia al lee la biografía que Catalina dedicó a su padre, uno de los más grandes cronistas de Colombia.
Castillo Granada, que conoció a Catalina desde su niñez y fue testigo del desarrollo de su vocación literaria, no solo elogia la estructura del libro sino que también reflexiona sobre cómo Catalina ha logrado construir una «arquitectura textual» que fusiona de manera magistral la vida y el legado de su padre con sus propias vivencias y sentimientos.
Catalina, en su respuesta, revela cómo la impactaron las palabras de Álvaro, reconociendo su influencia en su formación literaria desde sus primeros encuentros con la poesía. Ella menciona cómo este libro no solo es un tributo a su padre sino también una realización personal que surge de la simbiosis entre su amor por la arquitectura y la escritura.
A continuación, la versión completa de este intercambio:
Una arquitectura textual
Acabo de terminar la última página, la 711, de un libro que llevaba varios años esperando: Mi padre, Germán Castro Caycedo, de Catalina Castro Blanchet.
Gloria Moreno, su madre (quien me dio la oportunidad de empezar en mi oficio de librero hace ya casi 36 años), me lo venía anunciando: “Catalina está escribiendo un libro sobre Germán… Si vieras la belleza… Estoy asombrada…”.
No alcanzaba a imaginármela. La conocí cuando tenía 11 años. Era una niña inquieta y tímida, fascinada con la gimnasia, a la que recuerdo cuando iba de visita a la librería Enviado Especial Libros, propiedad de su madre, y nos sentábamos, a veces, en el banco que nos servía de escalera, a leer cuentos o a contarnos historias. Después se fue transformando en una joven que decidió seguir su vocación desde muy rápido: la arquitectura. No creo, ahora que lo pienso, haberle oído hablar de otra profesión para su vida.
La última vez que la vi fue hace más de veinte años. Veo el sitio exacto: Merlín, un café en el barrio La Macarena. Yo iba a hacer una visita. Pasé frente a una ventana y la vi sentada. Le hice señas. Nos saludamos.
No he dejado de saber de su vida gracias a los suyos. Esa niña se ha transformado en una mujer talentosa. Profesional y madre.
Y ahora, para mi sorpresa y asombro, escritora.
Cerré el libro y me quedé pensando sin salir de mi deslumbramiento: ¿Cómo pudo escribir una historia tan vasta, entrañable y compleja como esta sin caer en el facilismo de la sensiblería o el afán de protagonismo? ¿Cómo contar la historia de su padre, que es al mismo tiempo, la historia de casi los últimos sesenta años de este país? ¿Cómo no avasallarse ante el personaje, el cúmulo de información y descubrimientos que fueron llegando después de su partida?
En la página 607 encontré una de las claves: “Escribir esta parte del libro representó para mí un triple desafío: primero, intentar entender y explicar con precisión episodios claves del conflicto armado colombiano, en aras de contextualizar las luchas de mi papá, que, como a pocos, le cabía todo el país en la cabeza. Segundo, escoger qué fragmentos de su trabajo abordar, pues dedicó toda su vida profesional a recorrerlo y entenderlo y, al mismo tiempo, darles una forma coherente que equilibrara sus experiencias personales con el contexto histórico, que me imponía una visión más cronológica. Pero quizás lo más desafiante fue entretejer esta tarea con la de narrar sus últimos días. El deber y el sentimiento se debatieron en cada línea”.
La otra clave es la siguiente: sólo una arquitecta podría armarla. Alguien capaz de mirar las partes y el todo, a través de las ventanas de lo público y lo privado. De la intimidad. De lo que “se preserva para uno mismo” y se decide, gracias a una estructura dramática, dejar ver a los demás. Una “arquitectura textual” (como le gusta decir a Hernando Cabarcas).
Partiendo de la reconstrucción de los últimos días de su padre, irse adentrando en las habitaciones de su vida, abriendo puerta tras puerta, para dejarnos ver el retrato de un hombre para el que “el mayor sentimiento de libertad no es poder recorrer parte del mundo ni intentar vivirlo intensamente cada vez que me asomo a culturas diferentes a la mía, sino tener la oportunidad de describirlo”.
Escrito, además, con una sobriedad absoluta. Y una capacidad de reflexión, sugerencia y síntesis que me hace pensar en una vena poética que debe habitarla. No sé por qué creo que la lectura de Eliseo Diego (de quien recuerdo haberle hablado alguna vez hace casi treinta años y de quien trajo Nombrar las cosas, de una visita a Cuba) la ha respaldado y consolado en esta historia. No es posible escribir un libro como este sino es acompañado por la capacidad que tiene un poeta de ordenar y construir el mundo a partir de las palabras que lo habitan y siguen todos los días.
Es un libro hondo y hermoso. Contado desde una memoria que extraña y descubre para encontrar, a través de la escritura, la posibilidad de cerrar una historia que debe ser contada desde adentro. Desde las habitaciones por donde transcurren nuestros días y desde las que salimos para encontrarnos con la aventura de estar en el mundo con nuestras palabras. Contar la historia de Germán Castro Caycedo para, habitado por ella, seguir contando la de Catalina Castro Blanchet que, desde ya, los lectores estamos esperando.
Álvaro Castillo Granada
Chapinero, Bogotá, 7 de julio de 2024
Ese otro que también me habita
Voy en una nave que me transporta a un mundo paralelo, un viejo y conocido universo que siempre he llevado en mí, pero que tan solo hoy se materializa. Atravieso el océano con tus palabras como compañía y retumban en mi alma desde anoche: son para mí el premio del gran jurado, “algo inmenso en mi corazón”, como me lo escribió mi padre algún día.
En mi edificación “literaria”, es decir en la estructura de una parte importante de mi ser, fuiste constructor sin ser arquitecto, una de las vértebras, quizás la médula, de mi columna vertebral. Eres, en definitiva, uno de esos seres que por fortuna la vida pone en el camino para erigir paso a paso nuestra esencia. Por eso, a pesar de que no nos vemos hace muchos años, estás siempre en mí, en ese otro que también me habita (como escribió Darío Jaramillo).
Esa niña de 11 años, apasionada por la gimnasia olímpica, que soñaba con ser arquitecta y que se enamoró de Baudelaire a sus 13, encontró, a través tuyo, el amor por la poesía y la literatura latinoamericanas. Por eso, no es gratuito que aquel poema de Eliseo Diego, a quien me introdujiste, y cuyo libro “usado” Nombrar las cosas (el que traje de Cuba para darle una segunda vida, o sabrá Dios en que reencarnación iría cuando cayó en mis manos), sea el preámbulo de este nuevo hijo que acaba de nacer. El temor al papel en blanco, nunca había tenido para mi tanto sentido, ni la poesía que llevo dentro hubiese encontrado mejor terreno que este viaje por la vida de mi padre y parte de la mía.
Desde que amé la poesía, la escritura estuvo en mí, porque allí sentados en ese “banco que nos servía de escalera” me llevaste a Diego, pero también a Neruda y sus preguntas, Paz y Benedetti, y también a Julius y al mundo de los cuentos de Bryce, o de Alejo Carpentier, Los cuentos peregrinos de tu Gabo o a Mutis y su Ultima escala del Tramp Steamer, sin duda dos de los libros que me hicieron amar esta literatura nuestra. En ese banco, decía, gracias a ti, repito, descubrí parte del mundo que hoy me define. Desde que abriste las puertas a ese universo de gotas negras sobre blanco, en mi intimidad, lleno cuadernos y cuadernos de frases, palabras, algunas veces acompañadas por dibujos, diarios y diarios como el de Frida (a mi escala claro), que también tu pusiste en mis manos. Esas aproximaciones a poesías, que guardé durante décadas, en efecto son el tímido poeta que llevo adentro. Pero un poeta que jamás pensó que la vida le regalaría la oportunidad de escribir, no solo para cumplir una promesa, sino también para ser leída por otros. Jamás imaginé que, al ser arquitecta, en vez de alejarme de la escritura, me acercaba a ella, así que gracias a tu hermosa analogía, ya estos dos seres que me habitan no se debaten sino que conviven. Hoy soy ese ser que ama la arquitectura, pero que fue capaz, sobre pasando todos los obstáculos y sus propias limitaciones, el duelo “y tantos descubrimientos póstumos”, de hacer una arquitectura textual, como me siento honrada que la llames, y más aún que la elogies.
Tus palabras son en extremo generosas, demasiado, tanto que no creo merecerlas a este punto. Pero tu estimulo me impulsa y me llena de alegría, por eso y por leerme y por haber construido ese otro que también me habita, te estaré eternamente agradecida.
Catalina Castro Blanchet
El Cielo, 8 de julio de 2024
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El Quindiano, publicó una extensa crítica sobre el libro Mi padre, Germán Castro Caycedo, escrito por Catalina Castro Blanchet, que ofrece una profunda exploración del legado de uno de los periodistas más icónicos de Colombia. La crítica destaca cómo Catalina narra la vida de su padre, Germán Castro Caycedo, desde una perspectiva íntima y emotiva, brindando a los lectores una mirada personal a la vida y la carrera de un hombre que dedicó su existencia a contar las historias más complejas y olvidadas del país.
El artículo subraya cómo Germán Castro Caycedo, a lo largo de sesenta años, recorrió Colombia para documentar la realidad desde una óptica única, llevando sus crónicas desde las páginas de los periódicos hasta las pantallas de televisión. Su programa Enviado Especial es recordado por mostrar una Colombia profunda y diversa, mientras que sus veintiséis libros de no ficción han dejado una huella imborrable en el periodismo y la literatura del país.
Catalina, a través de su libro, no solo rinde homenaje a su padre, sino que también explora sus propios sentimientos y recuerdos, creando un relato que es tanto un testimonio de amor filial como un análisis riguroso de la vida y obra de Germán. El Quindiano resalta que esta obra es una celebración de la vida de un hombre que vivió con intensidad y ejerció el periodismo con una pasión inigualable.
Para leer la crítica completa en El Quindiano y abrirse a comprender mejor el impacto del legado de Germán Castro Caycedo en el periodismo colombiano, puede hacer click aquí.
En una emotiva entrevista con Gustavo Nieto Huertas en la sección ‘TVO Leyendo’ Noticias RCN, Catalina Castro Blanchet, hija del gran cronista colombiano, comparte detalles sobre el proceso de creación del libro Mi padre, Germán Castro Caycedo y reflexiona sobre el impacto perdurable de su padre en el periodismo colombiano.
En una conversación que evoca recuerdos profundos y una conexión profesional y personal única, Catalina Castro Blanchet narra cómo surgió la idea de escribir el libro en colaboración con su padre. Germán, inicialmente reticente a la idea de contar su propia historia, finalmente accedió a trabajar junto a su hija en lo que sería una obra que no solo captura la esencia del gran periodista, sino también la relación íntima entre los dos.
Catalina relata cómo las conversaciones y el trabajo en conjunto con su padre revelaron la magnitud de su obra, quien, al mirar atrás, admitió con humildad y sorpresa: «Carajo, si es que he hecho mucho». Este reconocimiento se convierte en uno de los momentos más conmovedores del libro, que Gustavo Nieto describe como una verdadera «cátedra de periodismo puro y limpio».
La entrevista también profundiza en la importancia de la relación entre Germán y su esposa Gloria Moreno, a quien Catalina reconoce como una figura crucial en la vida y carrera de su padre. Según Catalina, él no habría llegado donde llegó sin el apoyo incondicional ella, quien no solo fue su compañera de vida, sino también su crítica literaria más rigurosa y su mayor aliada en la batalla por defender la libertad de expresión.
Al hablar sobre la realización del libro, Catalina destaca el papel fundamental de la Editorial Planeta y sus editores, quienes la apoyaron tanto en el aspecto literario como en su proceso personal de duelo. «Este libro no sería lo que es hoy sin ellos», asegura Catalina, subrayando la importancia de contar con un equipo que comprendiera y respetara la magnitud del proyecto.
Uno de los momentos más reveladores de la entrevista ocurre cuando Gustavo pregunta a Catalina sobre su libro favorito en la obra de su padre. Sin dudarlo, Catalina menciona El Cachalandrán Amarillo, una obra que, según dice, resuena profundamente por ser una colección de cuentos que le recuerdan las historias que su padre le contaba para ahuyentar sus miedos en la noche.
La entrevista concluye con una reflexión sobre el reto de seguir adelante sin Germán. Catalina afirma que, aunque ya no puede llamarlo ni tener esas conversaciones que tanto extraña, su padre sigue presente en cada aspecto de su vida. «Este libro es una manera de que no se vaya nunca», dice Catalina, dejando claro que el legado de Germán Castro Caycedo sigue vivo no solo en las páginas de su obra, sino también en el corazón de quienes lo conocieron y amaron.