TRÁFICO DE HEROÍNA, MAYOR AL DE MARIHUANA

TRÁFICO DE HEROÍNA, MAYOR AL DE MARIHUANA

Medio: El Tiempo

Fecha: 12 de diciembre de 1971

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: 

Esta es la segunda y última parte de un informe especial preparado en la zona de Urabá por el periodista Germán Castro Caycedo, de la redacción de EL TIEMPO, quien permaneció allí dos semanas.

TURBO, 30. Se ha comprobado que el abastecimiento de marihuana a los barcos bananeros se efectúa a través de «chalupas», pequeñas embarcaciones que cruzan el Golfo de Urabá, impulsadas por motores fuera de borda. Según la legislación colombiana, estas barcas deben de estar registradas en la Capitanía de Puerto y necesitan llevar una licencia de funcionamiento. Sin embargo, operan aquí centenares de ellas, sin cumplir este requisito.

En la zona no existía ningún control sobre las «chalupas» y la llegada de cada barco bananero era «saludada» por decenas de ellas que, a poco de fondear, lo rodeaban en presencia de las autoridades, que no impedían ninguna operación. A partir de agosto de este año, la Unión de Bananeros logró que los buques estén totalmente aislados en los sitios de carga y de fondeo, para lo cual debió hacer un llamado a las mismas autoridades y destacar en cada barco a uno de sus empleados de confianza, que hoy supervisan la actuación de los mismos guardias aduaneros.

Los sistemas de embarque de la marihuana han variado desde cuando se descubrió el primer cargamento en el vapor «Laura Christina». La mayoría de este fue empacado en maletas que viajaban como equipaje de la tripulación. En Estados Unidos los guardias no requisaban a los marineros -por amistad- y estos podían transitar sin aparente apremio.

En el buque se observó que, el equipaje no estaba colocado en sitios que pudieran comprometer a una persona determinada, sino que era depositado, por ejemplo, en camarotes vacíos. En Norteamérica es difícil que las autoridades responsabilicen de un ilícito a un bloque de personas, por lo cual no han sido juzgadas las tripulaciones enteras.

Los embarques, que al principio se hacían en el punto de e carga del banano (en un sitio cercano a tierra firme) se efectuaron luego en «La Punta de las Vacas», un poco más afuera del Golfo, donde los barcos paran inicialmente, aguardan su turno para desplazarse hasta el sitio de recibo de la fruta y esperan la visita de las autoridades portuarias.

Otro lugar señalado en las investigaciones era el trayecto entre los canales abiertos en tierra firme. (por donde fluye el banano a bordo de pesados bongos) y el Golfo. Se señala alguna posibilidad de que «chalupas» pequeñas pudieran realizar el abastecimiento, aunque parece muy difícil debido a la vigilancia de los bananeros; a que sería necesario involucrar a mucha gente en la operación y a que en el bongo viajan miles de millares de cajas con fruta, por lo cual resultaría imposible evitar confusiones y pérdida inminente de la «mercancía».

Hoy, después del riguroso control establecido, se ha intentado embarcar la marihuana cuando el buque es despachado, saliendo las chalupas desde Necoclí, un pequeño puerto del norte del Golfo, cercano a sus bocas. Esto último, al parecer es incontrolable para la misma aduana, que no dispone de equipos propios de patrullaje. Para hacerlo sería necesario escoltar hasta alta mar a cada uno de los 42 buques que llegan cada mes.

A bordo de los buques la marihuana ha sido hallada dentro del casco o en camarotes, escotillas y bodegas de carga. Las autoridades americanas utilizan para esta labor perros de gran olfato, adictos a la droga, que, necesitando de ella, la descubren fácilmente. Sin embargo, los policías se han encontrado últimamente con una dificultad, pues marineros colombianos, especialmente, la empacan en bolsas plásticas, que a su vez son envueltas en papel metálico -para envoltura de alimentos- mediante lo cual aislan totalmente su aroma.

En Estados Unidos la vigilancia se ha estrechado notablemente en los puertos de La Florida. Según el capitán del buque «Montego», actualmente 60 especialistas de la sección de narcóticos del FBI controlan únicamente los barcos procedentes de Turbo. Además, estos son vigilados con lentes y filmadoras de largo alcance desde edificios portuarios, a la vez que se está empleando un equipo mayor de lanchas patrulleras y helicópteros, para establecer un cerco sobre la «Turbo Gass Company»

PRECARIO CONTROL

En Turbo, el precario control ejercido hasta hoy obedece a un esfuerzo, hecho, en el 95 por ciento, por el sector privado. Según el administrador de aduanas, ese cuerpo poco puede hacer porque carece de medios. La aduana posee algunas chalupas pequeñas y más lentas que las de los traficantes, que se hallan en pésimo estado. Según sus directivos, es urgente que sea dotada solamente con 3 lanchas «deslizadoras», con cupo para nueve personas y con un helicóptero. «Solamente con este equipo, que no vale más de 2 millones de pesos -dicen- podremos controlar totalmente el problema».

Además de esto piden un mejoramiento total de los sueldos de los guardias, a base de primas especiales, «de manera que ser trasladado allí no constituya un castigo, sino un premio».

ÉPOCA MALA

En Turbo el comercio afronta actualmente una especie de crisis. Reprimido momentáneamente el tráfico de marihuana, la abundancia de la zona ha decaído, pues la gente maneja menos dinero que hasta el primer semestre del año. Es así como a finales de 1970 y durante los primeros 5 de 1971 hubo una gran saturación de dólares en la zona, llegándose a cotizar a 17 pesos.

En Turbo los billetes de circulación corriente -encuesta hecha en los bancos y en el comercio- eran los de 500 y 100 pesos. En Barranquillita, un caserío de 300 habitantes al norte de Turbo, en cuyas inmediaciones selváticas se hallan los mayores cultivos, una sola cantina vendía 8 mil pesos cada noche. Según su propietario, a partir de agosto las ventas han descendido a 400 pesos.

CASAS «DE LUJO»

Los almacenes de motores para lanchas efectuaron en este periodo sus mayores ventas, pero ahora han descendido verticalmente. Durante la «época de oro» de la marihuana, las empresas afrontaron escasez de mano de obra, porque la gente no necesitaba trabajar y personas que habían sido paupérrimas comenzaron a construir casas de ladrillo que se estiman un verdadero lujo en la zona, donde el 98 por ciento de las viviendas son de madera.

Según los comerciantes, en esta segunda parte del año -que coincide con la represión del tráfico- las ventas han sido las peores del último quinquenio, a la vez que se ve aumentar la circulación de cheques sin fondos, hasta el punto de no ser aceptados en los negocios.

Según el director de aduana, hasta junio y julio pasados en Turbo se ofrecían «con gran naturalidad» ventas de 10 y 15 mil dólares, y para el comandante de la policía, esta situación boyante se ha convertido hoy en un notable aumento del abigeato y de los delitos contra la propiedad.

BAJAS EN LAS COSECHAS

Según el Idema y las firmas «Julio Espinal» y «Zapata y Henriez», únicos compradores de la zona, la cosecha de maíz descendió este año en un 40 por ciento; mientras que los gerentes de los Bancos Ganadero y de Bogotá, dicen que las operaciones han disminuido en un 25 por ciento, con relación al primer semestre del año.

Mientras aparecieron en el Golfo chalupas impulsadas por modernos motores, el año pasado coincidió con un aumento del 150 por ciento en el costo de vida, a causa del prolongado derrumbe de la Carretera al Mar, que une a Urabá con el resto del país.

Sin embargo, no se observó malestar en la población y al mismo ritmo se incrementó el consumo de licores. Apartadó, pueblo cercano a Turbo, ascendió al primer puesto en el consumo de licores de Antioquia, después de Medellín.

LOS CULTIVOS

El descenso en la cosecha de maíz, por ejemplo, puede tomarse como un indicador de la sustitución que se hizo en su cultivo por el de marihuana. La zona, sin vías de penetración, con un elevadísimo número de colonos paupérrimos, con escasez de créditos y sin asistencia, presenta grandes dificultades para la agricultura.

El campesino vende en el pueblo una arroba de maíz en unos 100 pesos -si la ha podido sacar-, mientras los traficantes le pagan la misma cantidad de dinero por solo una libra de marihuana. Esto explica por sí solo el auge del cultivo, amparado por lo salvaje de la zona, con inmensas extensiones selváticas, donde resulta físicamente imposible su control.

ESTUPEFACIENTES

En este momento, la meta principal de la lucha de la Unión Bananera de Urabá es acabar con el tráfico de marihuana. Sin embargo, según informaciones de los capitanes de los buques «Montego» y «Coral Acropora», las autoridades americanas están ya avisadas de que en Turbo el mayor comercio es de heroína y cocaína, que llegan de Brasil a través de Iquitos (Perú), Esmeraldas (Ecuador) y Guayaquil.

Los principales transportadores de estas sustancias son traficantes ecuatorianos, que atraviesan sin ningún control (según tratados internacionales) a Colombia y han llegado hasta Turbo, donde están aparentemente organizados. Según las primeras pesquisas realizadas aquí, se ha establecido que están pagándose 8 mil dólares por llevar un envío de heroína a los Estados Unidos. Estos costos son elevados y los traficantes colombianos no cuentan con una organización tan fuerte para cubrirlos, por lo que se sabe que el movimiento obedece a una poderosa mafia internacional.

Las investigaciones y el anuncio de los capitanes de los buques bananeros arriba mencionados, han coincidido con las denuncias de los directores de Aduana y Policía en Urabá, según los cuales, solamente en Turbo hay actualmente 200 indocumentados ecuatorianos que no pueden demostrar sus medios de trabajo, ni probar su identidad, pero que llevan un ostentoso ritmo de vida.

En este puerto, pese al problema no hay un departamento de extranjería, ni siquiera funciona el DAS, entidad que tampoco tiene especialistas en cocaína y heroína, según la aduana y la Policía. Ante esta última incidencia, de la que aún no hay ninguna prueba concreta, la Unión de Bananeros ha presionado a la aduana (que desarrolla algunas labores de extranjería) que se comunique con el Ministerio de Relaciones Exteriores que, hasta el momento, al parecer no conoce el problema.

¿QUIÉN COMBATE?

Frente a este estado de cosas, surge una pregunta en Urabá: «¿Quién debe combatir el tráfico?». Para la Aduana, es un caso nuevo que además debe afrontar, únicamente la Policía. Pero según esta última, Urabá, región que en todo sentido merece un tratamiento especial en Colombia, ofrece un campo demasiado amplio que su cuerpo no puede cubrir totalmente.

Según su comandante, «Hoy estamos enfrentados a invasiones, guerrillas, falsificación de dólares, abigeato, indocumentados, estupefacientes, especulación y agitación sindical a gran escala, dirigida desde las ciudades del interior».

Lo único que puede salvar a Urabá, según todos los sectores de la producción, es una reunión allí a nivel de Ministerio de Defensa, Dirección General de Aduanas, Ministerio de Relaciones Exteriores, DAS y F-2, para que se inicie una severa investigación y se a releve de una vez al sector privado de las funciones que ha desempeñado y que no le corresponden.