La obra de Germán Castro Caycedo tiene una dedicación especial al medio ambiente y al agua. En sus libros y reportajes televisivos, registraba problemáticas como el calentamiento global, la contaminación de fuentes hídricas y también la escasez que afrontaba el planeta desde hace ya décadas. En su libro “Nuestra guerra ajena”, el punto de partida para una gran investigación sobre la guerra contra las drogas, es la insuficiencia de agua que enfrenta Estados Unidos y la estrategia de control sobre el sur continental con un interés particular sobre los recursos naturales y, muy especialmente, las fuentes hídricas estratégicas de varios países, entre estos Colombia.
“Según observadores internacionales, la lucha antinarcóticos es una coartada para – a partir de allí – avanzar en el control de los inmensos recursos naturales y energéticos de esta parte del continente.
Por ejemplo, la mayor riqueza de agua dulce de la tierra se encuentra en esta zona: la cuenca hidrográfica del Amazonas, el acuífero Guaraní y los grandes yacimientos de la Patagonia que afloran en sus inmensos lagos, contrastan con la preocupante crisis del mismo recurso en los Estados Unidos”.
Con ‘Nuestra guerra ajena’, los lectores de Castro Caycedo conocieron su interpretación del papel de Estados Unidos en el conflicto armado interno de Colombia, además de un análisis geopolítico que años atrás pareciera una simple ficción, pero que hoy día es una premonición que cuenta con el respaldo científicos y algunos hechos determinantes: el agua en la tierra empieza a escasear y la disputa por el dominio de este recurso causará guerras en el futuro.
“El agua es un recurso natural estratégico que coloca a Sudamérica en el centro de la disputa geopolítica, todas las guerras que surjan en el mundo dentro de diez años serán por el agua”, afirmaba el escritor en sus conferencias para presentar su libro en el año 2014 y así lo argumentó en el contenido que muchos interpretan como su postura frente a la política internacional y las dinámicas de dominio de las potencias sobre los países más pobres.
(Lea aquí ‘Germán Castro Caycedo: el ambientalista’)
¿Qué dice la ciencia?
Casi toda el agua que se encuentra en el planeta es la salada que se reserva en los oceanos (96,5 %). En cambio, la proporción de agua dulce es de un 3,5 % y la mayor parte se encuentra en los hielos, la nieve, los polos y las zonas montañosas como los páramos. De esta mínima cantidad, el 0,3 % es el agua potable que los seres humanos podemos consumir.
En los Alpes, los glaciares que resguardan el agua dulce que provee una gran parte de Europa tiene los años contados y, al ritmo que sigue el calentamiento global, existirán solo hasta el año 2.100. Se requiere un esfuerzo descomunal para reducir en un 1,7 % el aumento de la temperatura global y mantener un 40 % de estos reservorios naturales.
En Estados Unidos, la situación no es menos peor. En el oeste, la escasez de agua pone en vilo el abastecimiento de los humanos, de sistemas de riego y la generación de energía para millones de hogares y para la industria. Este fue el precedente de Castro Caycedo para evidenciar la situación:
“El dilema entre las presas y la seguía en zonas del noroeste no es el único que afrontan los Estados Unidos. Un poco más al sur, el río Colorado apenas logra llegar al océano Pacífico.
En el año 2010, el río Bravo se secó antes de llegar al mar.
En Arizona, los diques y los canales han desecado todos los ríos del sudeste de Estados Unidos. Allí solo queda el San Pedro, que de setenta y cinco metros de ancho, hace cinco décadas hoy presenta un lecho de dos metros.
Pero, por otro lado, en el Parque Nacional de los Glaciares en Montana, de 150 nevados hoy quedan menos de 30 con la consecuente disminución de los ríos que nacen en la zona”.
“Quien controle el agua, controlará el mundo”
Bajo esta premisa, Castro Caycedo citaba a algunos pensadores geopolíticos para hablar del orden mundial y cómo, en un futuro no muy lejano, este se reorganizaría en torno al dominio del líquido que garantiza la vida:
“En el mismo sentido se han manifestado dos de los más destacados pensadores geopolíticos, el inglés Mackinder, de la escuela determinista terrestre, y el estadounidense Spykman, líder del pensamiento marítimo, cuando dicen: «Quien controle el agua dulce controlará la economía universal y, como corolario, controlará la vida en un futuro no muy lejano»”.
Y no se equivocaba en afirmarlo, hoy en día el agua subterránea es extraída con los mismos mecanismos de la industria petrolera. El agua es esquiva, escasa, y esto representa costos altísimos en materia económica:
“Para los países industrializados, el control de los espacios geopolíticos de cualquier parte del planeta donde se encuentran grandes reservas de recursos estratégicos como el agua dulce constituyen áreas de alto valor económico y geopolítico. Los países industrializados han fijado como su objetivo controlar, explotar y administrar el agua como lo han hecho con las áreas petrolíferas y el gas natural”.
Entrevista con Darío Restrepo, mencionando la escasez de agua en Estados Unidos:
Conflictos por el agua
En Luneburgo, Alemania, Coca Cola ha trabajado embotellando la más famosa marca de agua del país. Esta se saca de las profundidades de la tierra a través de perforación. La marca ha solicitado duplicar los metros cúbicos porque el agua es un poderoso negocio y ahora compite con la ciudadanía que necesita el agua subterránea para sobrevivir.
En algunos lugares del mundo, esta bebida carbonatada circula más que el agua potable, la cual resulta ser más cara; es el caso de San Cristóbal en el sur de México, donde la multinacional también compite con la comunidad por el suministro de agua dulce. En esta localidad, sus habitantes consumen en promedio 2 litros de la bebida azucarada al día y tienen restricciones severas para el suministro de agua potable. Mientras tanto, la embotelladora recibe cientos de metros cúbicos a diario para fabricar sus productos de consumo.
“La parte más terrible de esta historia es que los conflictos por el agua potable, tanto guerras internacionales como civiles, amenazan volverse un hecho clave del siglo XXI”, escribía Castro Caycedo. De los conflictos entre multinacionales y comunidades a la confrontación por territorios enteros ricos en agua dulce, como sucede entre India y Pakistán o el territorio en disputa entre Siria e Israel, el hecho es que en esta centuria el mundo deberá enfrentarse a una realidad que pone en riesgo la supervivencia de la especie humana y su frágil sistema de vida.
Un nuevo discurso
Germán Castro Caycedo fue un crítico de la postura del estamento colombiano de cara a la guerra contra las drogas y siempre responsabilizó a Estados Unidos de no tener una política clara para combatir el consumo interno de las sustancias adictivas que se producían más allá de sus fronteras. En el primer mundo, la demanda y el consumo se mantuvieron mientras en Suramérica se ejecutaba una matanza y se envenenaba la selva y a los campesinos más pobres con glifosato, un negocio millonario que solamente beneficiaba a grandes corporaciones productoras de los químicos para defoliar las plantas de coca.
(Lea aquí ‘La lucha de Germán Castro Caycedo contra el Glifosato’)
Él llamó la atención sobre este fenómeno y sus lectores no se han cansado de replicar su mensaje. La lucha contra las drogas es un fracaso y detrás de ella hay un proyecto superior que busca el control del agua. Los diez años que – él advirtió – sería el tiempo para que el mundo empezara a vivir las guerras por el agua están por cumplirse y la principal potencia del mundo ya se encuentra enfrentando una escasez que no podrá superar, porque el calentamiento global aparentemente no tiene retroceso.