La Feria Internacional del Libro de Bogotá, fue siempre una oportunidad para el encuentro de Germán Castro Caycedo con sus lectores. Hace tres años que no se repiten las filas de seguidores y las conversaciones que pedían detalles de los viajes por territorios recónditos que emprendió para convertir noticias en historias fascinantes. Tres años sin su presencia física, persistiendo en exponer temas que trascienden las décadas: la minería, el narcotráfico y su guerra fracasada, la pobreza rural, la violencia que surge en el terreno fértil de un Estado ausente, la contaminación ambiental producida por las grandes corporaciones mineras e industriales. Germán, como lo determina una especie de ley incontrovertible de la vida del escritor, también era un lector consagrado y, en razón de la FILBo2024, en esta nota queremos hablar de sus preferencias y las recomendaciones literarias que compartía con su entorno.
Castro Caycedo, además de haber vivido con una gran curiosidad por los fenómenos antropológicos y sociológicos, también era un lector empedernido. Sus lecturas pasaban por la ya mencionada antropología, la política, la historia, el infaltable periodismo, y también la literatura. Su curiosidad infinita parecía no dar lugar a la hiperespecialidad en lo que respecta a los libros, sino que, por el contrario, impulsaba una obsesión por indagar de manera detallada en el fenómeno humano.
Resulta necesario explicar el tránsito de las teorías sobre el comportamiento del hombre y sus costumbres al periodismo y, por qué no, a la literatura; siendo esta para él un recurso de valor técnico, además de la entretención y la riqueza cultural que se obtienen al practicarla. Esto, como un paso necesario para llegar al objetivo de esta nota que son los títulos recomendados por nuestro personaje.
Empezamos por hacer énfasis en una afirmación reiterada por el mismo escritor: «soy, ante todo, un periodista». A partir de esta, llegamos al relato en el formato periodístico de la crónica y el reportaje, hábilmente – según sus propias palabras – montado sobre la estructura de la novela; incluyendo elementos de ambos estilos. Es así como se sostiene un género en sí mismo, su estilo: la narrativa no ficción.
«Tomemos el último libro «Mi alma se la dejo al diablo». La historia resumida: apareció el cadáver de un hombre en la selva, o mejor, un esqueleto y una biblia al lado. Yo saqué eso de un periódico, una noticia por allá escondida a una columna. Entonces, simplemente me fui y comencé a desenredar la madeja, hablé uno por uno con los 28 ó 29 personajes que habían tenido que ver con esa historia, además hablé con muchas personas. Una vez tuve los relatos, los monté sobre un chasis, es decir, me robé la estructura de la técnica de la novela. Cogí elementos como el diálogo, el manejo del tiempo, el factor sorpresa y me valí de lo que se llama una secuencia rota, porque eran dos historias que tenían que cruzarse. Son relatos de muchas personas montadas sobre eso, con un ritmo y una cronología que le dan forma al relato».
Respuesta en entrevista concedida al periódico ‘Juventud Trabajadora’ en 1984.
Vamos a obtener, a partir de esta explicación, las recomendaciones de un periodista. Un observador que valora las habilidades de una buena pluma, la narrativa y la capacidad de enganchar al lector, una obstinación de los escritores que hasta el mismo García Márquez ha revelado sin temor. También los textos que un periodista considera imprescindibles para comprender el comportamiento humano, la historia universal y la narrativa, especialmente representada en escritores connacionales.
- Los cronistas de Indias: narradores de la conquista y colonización de América. Se destacan Bernal Díaz del Castillo, Bernardino de Sahagún y Fray Bartolomé de las Casas, que contaron en detalle el encuentro entre culturas o entre los dos mundos. Si bien el eurocentrismo y el cristianismo condicionaron los juicios e interpretaciones, se destaca, desde la perspectiva de Castro Caycedo, la precisión en los detalles y la habilidad para reflejar las fascinación por el paisaje y la cultura.
- Antropología: Lévis – Strauss y Oscar Lewis. El primero, pionero de la antropología estructuralista que trata de interpretar los sistemas humanos a través de elementos culturales como los rituales, los mitos y las instituciones sociales. El segundo, Lewis, destacado en la antropología aplicada y padre de la teoría del ciclo de la pobreza.
- Literatura: la corriente francesa conocida como naturalismo fue fundamental para él, especialmente por su acercamiento profundo del conflicto social y la pobreza, condiciones características de la sociedad colombiana que encontró en sus viajes. De aquí, se destacan Èmile Zola, Guy de Maupassant, Honoré de Balzac. Fuera de esta corriente aparecen nombres como Albert Camus y Gustave Flaubert, cuya narrativa también encaja en una representación a veces descarnada de la humanidad. También figuran clásicos rusos como Antón Chejov, Leon Tolstoi y Fiódor Dostoyevski.
- Autores nacionales: entre los más admirados en la ficción aparecen los nombres de Antonio Caballero, Laura Restrepo y Juan Gabriel Vásquez. En cuanto al periodismo, los cronistas de El Espectador que leyó siendo joven: Camilo López y Germán Pinzón. Sus contemporáneos Patricia Lara, Daniel Samper Pizano y Olga Behar. Una categoría especial para narradores de la conflictividad social como Enrique Santos Calderón, Darío Villamizar y Camilo González que han profundizado en el conflicto armado y los esfuerzos de paz. Como fuente histórica, se destaca el nombre de Jorge Villegas Arango, Germán Arciniegas y múltiples ensayistas sobre esta temática.
- Otros autores universales: entre estos, el primero y más admirado es, sin dudarlo, Gabriel García Márquez; quien está acompañado en la categoría por Ernst Hemingway, José Saramago, y los latinoamericanos Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y Jorge Luis Borges y Leonardo Padura.
Es importante destacar que, para Castro Caycedo, el realismo y la “no ficción” se convirtieron en elementos fundamentales de su obra, precisamente por su cercanía con los formatos periodísticos. Un compromiso vocacional que mantuvo hasta sus últimos días.
«Desde que Truman Capote comenzó a incursionar en lo que llamó la novela verídica por allá en el año sesenta y tantos, yo he visto que el público quiere saber que Pedro Rodríguez murió en Pacho (Cundinamarca) el 25 de abril de 1979 y no que Pedro Rodríguez murió en la página 69. La gente quiere que le digan qué está pasando, quiere el testimonio.
Para no ir muy lejos, la hija mía tiene seis años y medio, yo converso mucho con ella y siempre le cuento cosas, también le cuento cuentos. Siempre, antes de comenzar cualquier relato, me dice tres y cuatro veces: “¿eso es verdad o es un cuento tuyo?». Tan pronto le digo esto sucedió y es verídico, inmediatamente se para en un punto de escucha muy específico, es como si se comprometiera con el relato. Yo creo que eso le está pasando a la gente hoy en el mundo».
Respuesta en entrevista concedida al periódico ‘Juventud Trabajadora’ en 1984.