Medio: El Siglo
Fecha: mayo de 1980
Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Germán Castro Caycedo
Portada:
El testimonio más directo sobre el acontecimiento político más importante del año -la emergencia a primer plano del M-19- está contenido en las entrevistas exclusivas de Germán Castro con Jaime Bateman Cayón, comandante general de ese movimiento clandestino.
Bajo el titulo «Obligado a preguntar» el periodista ha escrito para EL SIGLO la serie de crónicas que narran su insólita e interesantísima experiencia de 36 horas dentro del M-19. EL SIGLO publica hoy en las páginas 6 y 7 el primero de ocho capitulos de que consta la serie.
Castro fue secuestrado por el M-19 en la tarde del 17 de abril y conducido a una casa rural posiblemente en carretera hacia La Mesa. Allí conversó con Bateman día y medio. El 19 de abril apareció libre en Bogotá, con una propuesta del M-19 dirigida al Presidente para celebrar una cumbre política en Panamá, y con material suficiente para redactar la serie que hoy comienza en este diario. En ella se revelan facetas hasta ahora desconocidas sobre los objetivos políticos del movimiento, su estructura interna y su posición con respecto a los grupos de izquierda del país.
Diez días antes de terminar la toma de la embajada de República Dominicana en Bogotá, Jaime Bateman -jefe del M-19- ya estaba seguro de que el Gobierno no iba a dejar en libertad a ningún preso político.
Paseándose alrededor de mi silla en un cuarto con pisos y paredes de hormigón, puerta cerrada y un par de cortinas de lona blanca que impedían ver hacia afuera, soltó esto:
En estos momentos a la organización, al M-19, no le asusta que algunos compañeros nuestros estén presos. Nosotros creemos que ese es el precio que se paga en la lucha por la libertad.
Luego de una pausa, durante la tarde se echó una manotada de maní en la boca -come permanente maní-, clavó en un solo sitio las piernas, largas como zancos, y agregó:
«Mire: lo de la embajada ha llegado más allá, mucho más. Por eso en este mismo momento ya no nos interesan los presos políticos -y parece un poco duro decirlo- porque ellos ya saben qué suerte van a correr. El asunto, en este momento, son sesenta y ocho mil presos que según el Ministro de Justicia están en las cárceles del país.
Vaya allá y averigüe por qué está encerrada toda esa gente. Pregunte por qué la gente tiene que robar. Averigüe en los barrios populares por qué a las ocho de la mañana tienen que salir con un cuchillo a conseguir el desayuno. Vaya y me cuenta qué le responden. Ese es el problema central».
Entonces, ¿qué es ir más allá de la liberación de presos?
– Ya le dije que lo de la embajada planteó un problema central muy claro y es que en Colombia no hay democracia. Que el estado de sitio nos está asfixiando desde hace treinta años. Y creemos que, mientras el país continúe así, se van a profundizar los problemas, porque el pueblo no puede continuar amarrado. No es posible. Los canales democráticos están cerrados.
Ahora, resuelto el problema central que ha planteado la toma de la embajada ante Colombia y el mundo, hay ya un buen punto de partida para resolver muchos problemas. Bastantes problemas. Ahora que los compañeros salgan en libertad eso sería lo ideal para nosotros. Pero si no salen -como no van a salir- ese es un grupo de cuadros muy cualificados que saben manejar muy bien. Yo le digo otra cosa: hasta hoy nos han detenido a decenas de militantes y, a pesar de eso, el M-19 no está destruido. ¿Sabe por qué? Porque esto se reproduce y se reproduce porque el pueblo está con nosotros
Ahora no estoy en muchas condiciones de exigir, pero le voy a decir una cosa: eso me suena a demagogia.
– Pues sí, porque eso es lo que siempre han dicho los políticos. Pero el problema es quién lleva las cosas a la práctica. Nosotros, en cambio, lo estamos demostrando, lo estamos practicando. Esa es la diferencia: nosotros hablamos de democracia; los gamonales hablan de democracia. Nosotros hablamos de paz; los gamonales hablan de paz. Pero, en la práctica, ¿quién se juega la vida por lo que está pasando?
Le voy a decir otra cosa: cuando nosotros hablamos de un proyecto democrático, estamos hablando en serio. Y cuando decimos que vamos a respetar la vida de la gente, la propiedad de la gente, lo estamos diciendo en serio. Pero, nosotros la propiedad de los grandes monopolios no la vamos a respetar. Sencillamente porque eso es antidemocrático.
Bateman es un costeño casi tan alto como la puerta. Lleva parte del afro embutido en una gorra negra de beisbolista que tiene engarzado al frente un escudo de Colombia. Le pregunto a uno de los dos guerrilleros armados que lo acompañan sin abrir la boca y me explica que nadie más en su organización lleva el escudo «Era de la gorra de un oficial del Ejército”, anota.
Había entrado en esa pieza una hora antes. Me encontré a Bateman frente a frente y luego de preguntarme cómo me había ido en el viaje, explicó: «Yo soy el comandante general del M-19».
Y entonces, ¿Toledo Plata?, le respondí.
– Yo tengo un grado superior a Toledo Plata. Soy el comandante.
– Entonces, ¿por qué se le ha hecho tanta publicidad a Toledo?
– Porque él es una figura política. El es una figura conocida y su personalidad ayuda mucho a que se destaque dentro de la organización. Toledo Plata ha sido un hombre entregado desde hace muchos años a la lucha revolucionaria y es una de las personas que más cuidamos.
Debían ser algo así como las diez de la noche. No escuchaba afuera autos ni animales. Al llegar habíamos salido de una carretera central, bien pavimentada, con poco tráfico. Durante el recorrido nos cruzamos con algunos camiones y automóviles. No nos detuvimos en retenes o peajes. De lo que sí estaba seguro, era de que nos encontrábamos en clima medio y no muy lejos de Bogotá.
La salida de Bogotá fue eterna. Con preocupación podría calcular cerca de una hora y media dando vueltas por calles y avenidas pavimentadas, algunas veces destapadas El campero en que me llevaban tres hombres anduvo todo ese tiempo a velocidad normal. Unas siete veces penetró en lo que yo me imagino deberían ser calles ciegas porque llegaban a un punto, le daban la vuelta al carro y se devolvían. Sobre los ojos, me habían puesto un par de anteojos grandes barnizados por dentro, que impedían identificar los sitios. Pero además uno de ellos me advirtió al hacérmelos colocar: «si llegara a ver algo es mejor que cierre los ojos. No queremos que sepa por dónde va. Su vida vale mucho. Inicialmente los mantuve cerrados Luego, con temor pero con mucha curiosidad los fuí abriendo lentamente. No se veía nada.
Una mujer morena, con pelo lacio y bien negro, trajo dos platos de sancocho y los coloco sobre la mesita donde estaba la grabadora. Bateman se clavó sobre el suyo y, al final. le trajeron agua de panela, queso y un par de «calentanos”.
Se limpió el bigote con las manos, miró mi plato. «No hay que desperdiciar la comida. Esa es una vaina jodida”, dijo. Y yo le respondí que prefería trabajar. Para eso me tenían allá. Además -le expliqué- usted es una chiva y la pienso exprimir. No aspiro a acostarme todavía. Él miró a sus compañeros y sonrió.
¿Cuánto tiempo me van a tener aquí?
– Unas treinta y seis horas. Hago una concesión porque usted es periodista. Yo nunca permanezco más de veinticuatro horas en un mismo sitio. ¿Sabe una cosa? El Ejército tiene una brigada de cien hombres solamente para buscarme a mí y tienen un doble mío. Yo lo sé.
Flaco y barrigón se acomoda en su silla, tose permanentemente y uno de los dos hombres le pregunta si desea algo. Él dice que no. Hablamos nuevamente de la embajada.
¿Cómo organizaron lo de la embajada?
– Yo creo que la idea de esa operación surgió cuando la organización fue duramente golpeada Cuando la toma de las armas al Cantón, mucha gente creyó que había llegado el final de este país, pero al poco tiempo nos dimos cuenta de que el país reaccionaba.
El foro de los derechos humanos nos hizo dar cuenta de que la democracia no estaba perdida en este país. Que sí había posibilidades de salvarla. Y entonces desde ese momento empezamos a pensar no sólo en nuestros presos sino en que había que hacer una denuncia mundial para que la gente supiera que aquí, en un país con una democracia formal, con una gran democracia, se estaba cocinando la dictadura más feroz de América Latina.
En ese momento estábamos luchando contra el poder de la mentira Cuando decíamos: «hay torturas”, la gran prensa decía «no hay torturas». Contra esa mentira, la lucha es muy desigual. Entonces dijimos: “hay que poner sobre el tapete quién es el mentiroso». Pero eso no lo podíamos hacer sacando un comunicado. Usted, que es periodista sabe qué pasa con las organizaciones armadas cuando no están respaldadas en hechos como el de la embajada. O si no yo le pregunto: ¿usted qué hace con los comunicados de las organizaciones armadas cuando le llegan a su periódico? ¿Qué hace?
Volvamos a lo de la embajada.
– Estamos en esa, partiendo desde los puntos de vista que le expliqué, escogimos la consigna “Democracia o libertad”, porque ese es el programa nuestro. Así, sin vericuetos. Logrado eso, incluso el M-19 puede desaparecer. Entonces empezamos a organizar los comandos en condiciones de represión muy fuertes. Eran unos comandos que debían tener una preparación muy especial, aunque ninguno es James Bond. Ahí no hay James Bond, esto se lo digo con claridad porque estas operaciones las puede hacer cualquier colombiano que crea en la democracia.
Esto no son operaciones súper especiales. Otra cosa es que aquí hay gente que quiera dar la impresión de que eso solamente lo pueden hacer unos hombres de allá del exterior. No, los de la embajada son hombres y mujeres de carne y hueso que sufren, que aman, que lloran, y que tienen familia que tienen hijos. Lo demás, lo que ha sucedido luego, lo saben más ustedes periodistas que nosotros, que estamos totalmente desconectados de la embajada.
Se habla de que ustedes tuvieron un contacto dentro de la embajada para organizar la toma…
– Si. Eso es así. Pero antes de contarle cómo fue, le voy a decir nuevamente: lo de la embajada comenzó por una necesidad fundamentalmente política, antes que pensar en sacar presos o conseguir dinero. Nosotros teníamos dos posibilidades: una, la toma de la Embajada de República Dominicana el 27 de febrero, o la toma de la embajada del Japón para el 21 de abril. Escogimos el 27 porque consideramos que por su ubicación, por el momento político y por necesidades ya de orden interno de la organización, era preferible hacerla ese día.
¿Y qué pasó con el informante?
– Realmente hay un Informante. Y un informante que es una persona de mucha importancia
¿Alguien del cuerpo diplomático?
– No Realmente no. Pero sí es una persona muy importante con la cual siempre estaremos agradecidos, pues supo darle la importancia que tenía la acción
¿Informante, en qué sentido?
– En el sentido de darnos los datos que necesitábamos para poder penetrar en la embajada. Decirnos quiénes iban a ir a esa fiesta. Decirnos el momento en que debía entrar el comando.
¿El informante es del nivel de aquel muchacho Tito Livio de que habló la prensa?
No, en absoluto. Es una persona totalmente ajena a la embajada. Nosotros sabíamos las cosas pero a alto nivel.
¿Quién era el muchacho que murió en la toma?
Batema duda un segundo. Entonces interviene uno de los hombres sin capucha que lo acompañaba. Tiene un bigote espeso y bien negro. Estaba en el campero cuando me agarraron. Antes de hablar, mira a Bateman y levanta la mano para pedir permiso. Bateman asiente con la cabeza y el hombre dice:
“Él ve noticias de medios bastante populares como la mayoría de nuestra oficialidad. Nuestros compañeros no estaban enterados de la acción que se iba a ejecutar. En las semanas anteriores formaron comandos por separado, hacían ejercicios, tomaban forma atlética, un estado psicológico de acuerdo con el trabajo que iban a ejecutar. Las prácticas de orden interno fueron intensas”.
¿Qué es “orden interno”?
Tiene como fin el ordenamiento y cumplimiento inmediato de cualquier orden y es necesario mecanizar muchas cosas, especialmente el oído, porque en el momento que se haya dado la orden, tiene que ser impartida inmediatamente y ejecutada sin vacilación alguna.
Un día, por la tarde, fueron concentrados todos los grupos. Era la primera vez que se veían entre sí. En esa reunión se les dijo por primera vez en qué consistía el plan. Quedó claro que después de la reunión el plan era ese y no otro. Para evaluar al personal se le pedía la opinión a cada uno y se dejó claro que su participación sería voluntaria. Nadie se echó atrás. Las manifestaciones fueron de júbilo. Luego, uno por uno de ellos habló. Estaban orgullosos de haber sido elegidos para ese operativo. Pero -y le digo que es verdad-, la intervención que más nos emocionó a todos fue la de él, la del compañero ‘Camilo’.
¿Usted recuerda palabras textuales?
Sí. El dijo: “para mí, participar en una acción en la cual podrá obtenerse la liberación de presos políticos, donde podrá desenmascararse este régimen del cual yo he sido víctima a través de mi familia, de las condiciones de mi familia, es un honor. No solo participar, sino morir, así sea antes de entrar. Eso será una gloria para mí”.
«EL M-19 ARRANCA EN 1973…»
– Es la noche del 17 de abril de 1980. De afuera llega un hombre con capucha. Llama a Bateman y hablan algo en la puerta. Debe ser alguien joven: zapatos deportivos bluyins, camiseta, un arma al hombro y una pistola en la cintura. La cacha sobresale por entre el pantalón. Se retira y cierra la puerta con cuidado. Bateman le hace una seña al bigotudo y éste sale. Se escucha una puerta al fondo y el sonido de un aparato de radio. Debe ser el resumen de noticias, pienso y se me esfuma de la cabeza la idea de un combate de la llegada de los servicios de seguridad…
¿Cuántos años cumple, pasado mañana, el M-19?
– Se especula que nació en 1970. No es cierto El M-19 fue un proceso muy rápido de organización de personas que confluyeron en una misma idea. Personas que venían cansadas de luchas estériles dentro de la izquierda. Cansadas de ideologías, de botar corriente sobre lo que pasó o sobre lo que no pasó en otros países pero sin preocuparse mucho por lo que sucede en Colombia. Inicialmente nuestro proyecto era sencillo: lograr la unidad de los grupos revolucionarios del país. Una preocupación común encontraron sectores que venían del ELN, del ELP de las FARC, de la Anаро.
¿Quiénes fueron los fundadores?
-Son bastantes personas, un número grande, pero los más destacados son Andrés Almarales, Iván Marino Ospina, Carlos Toledo Plata…
¿Dónde arranca el M-19?
– Prácticamente en el año setenta y tres. Ya en el año 74, por la asociación que hubo con personas como Andrés Almarales o Carlos Toledo Plata, se produjo un engarce bastante positivo porque ya el problema no era de armas ni de dinero, ni de organización, era de masas. Eso lo resolvimos interpretando un sentimiento al interior de la Anapo.
«CON TODO E IZQUIERDA, ÉRAMOS UN MOVIMIENTO POPULAR»
Volvamos a 1973 y 74: ¿Cómo comenzaron financieramente?
– Nuestro concepto era que nosotros teníamos que hacer una organización que resolviera los problemas que la izquierda no había podido resolver a nivel militar. Pensábamos que la política en Colombia había que hacerla no sólo con movilización de masas, con concientización de masas, sino armando a las masas, como un derecho elemental frente a lo que había sido un gran fraude electoral.
Nosotros nos financiamos quitándole el dinero a los grandes oligarcas de este país; especialmente con los bancos, haciendo asaltos bancarios, como se dice. Inicialmente necesitábamos poco dinero. Ese periodo del 73 lo resolvimos con dos, tres bancos. El año 73 fue cuando nos organizamos, nos armamos y comenzamos un trabajo muy interno hacia el interior de la Anapo. Pese a que había gente de izquierda, fueron bases muy populares.
En el año 74 no hicimos acciones de envergadura. Cuando el M-19 se lanzó a apoyar la candidatura de María Eugenia, pese a lo que digan, era una organización muy pobre económicamente. El presupuesto para ese año no fue de más de cien mil pesos La campaña de lanzamiento de la organización a través de la prensa no nos costó más de 60 mil pesos. En cambio nos reportó una gran expectativa.
¿Cuándo se volvieron ricos?
– Nosotros nos volvimos ricos realmente con la detención de Cooper, el gerente de Sears ¿Cómo se llamaba Cooper? le pregunta a uno de los dos hombres armados que están a su lado. Estos piensan y por fin uno da en la clave: ¡Donaid Cooper!
Luego continúa:
– Fue la primera vez que la organi. La organización tuvo un presupuesto bastante alto: más de un millón de dólares. Eso hizo que las arcas estuvieran repletas para desarrollar el presupuesto político con mayor profundidad.
¿Esos dineros se invirtieron en empresas, en autos, en casas ?
– Bueno, fundamentalmente se dedicaron a la actividad política. A los gastos que significaba desarrollar en la Anapo esa concepción. Seminarios, periódicos, viajes, manifestaciones. Nosotros aportamos bastante a la Anapo en cuanto a su movilización y organización. No le puedo decir ahora cuánto dinero, pero fue bastante. Lo otro era la infraestructura del M-19. Mire una cosa: el M-19 nunca fue una organización de la Anapo sino algo independiente de la dirección de Anapo. Pero era anapista. Compartíamos los principios de la Anapo…
¿Luego de lo de Cooper, fueran creciendo esos fondos?
-Bueno, eso nunca fue una situación pareja. Usted sabe que un millón de dólares es mucha plata. Tal vez es el secuestro más grande que se ha hecho en Colombia y el dinero nos alcanzó por mucho tiempo. Yo creo que todavía tenemos dinero de eso. Todavía quedan retazos de esa plata.
Me llamó mucho la atención la cantidad de carros, la cantidad de bienes raíces que cayeron en poder del Ejército a partir de enero de 1979. ¿Usted en cuánto calcula, digamos, esas «pérdidas»?
– Se ha exagerado mucho. Fue que cayeron cárceles que no eran nuestras, cayeron carros que no eran nuestros. En esa locura persecutoria del Ejército cayó mucha gente que ni siquiera nosotros conocemos. También el Ejército ha montado una infraestructura completa, casi que una novela sobre lo que era el M-19. Nosotros respondemos realmente por cuatro cárceles del pueblo. Dos en Bogotá, una en Cali y una en el Caquetá.
OBLIGADO A PREGUNTAR: 120 PERSONAS SE ROBARON LAS ARMAS
En su primera crónica sobre el M-19, publicada ayer, Germán Castro reveló importantes secretos sobre esa organización clandestina, entre ellos el hecho de que el secuestro del industrial Cooper fue tan cuantioso (un millón de dólares) que todavía «queda una platica» de ese fondo, según palabras de Jaime Bateman. Así mismo, se conoció que la intención, si fracasaba la toma de la embajada dominicana, era tomarse la del Japón el 17 de abril.
Los objetivos políticos del M-19 se han aclarado también, dice la afirmación de su Comandante General de que el debate de los llamados «presos políticos» no era lo esencial, sino el producir un gran remezón publicitario para el movimiento. En el segundo capítulo, publicado hoy, Bateman habla sobre la toma de las armas del Cantón Norte, reconoce los errores logísticos cometidos por los comandos y afirma haber recibido una lección que ha sido duramente respondida.
– – –
Bateman miró su reloj. Eran las tres de la mañana del 18 de abril de 1980. El segundo de sus acompañantes era tosco de pelo crespo y frente muy amplia. Su nariz era parecida a un cortalatas y hacía juego con sus dientes, desde luego más grande que la boca.
Durante las primeras horas de la noche yo había conocido parte de la casa: un baño al cual podía entrar libremente luego de dar aviso. En cuanto uno de los acompañantes de cuarto se ponía de pies, salía primero y yo sentía que alguien caminaba y cerraba otra puerta. Al lado del baño, un comedor casi desnudo como la salita donde hablábamos, una mesa y cuatro sillas ordinarias. Dos cajas de cartón en una esquina. Otra cortina gruesa y otra puerta.
Afuera debía haber otra casa en la que se escuchaba permanentemente un radio, Cuando venían con la comida se oía funcionar esa puerta. Detrás de ella un perro pequeño ladraba buena parte del tiempo.
Diez minutos después de las tres, que había algunas horas para dormir, salimos al pasillo y entramos a una pieza muy pequeña frente al comedor. En él se acomodaron tres talegos. “El del centro es el suyo», dijo Bateman, que había tomado la ametralladora que permaneció relegada en una esquina de la salita.
Empezó la charla. Volvió a salir y regresó con dos pistolas, dos cajas de balas, dos granadas grandes y dos pequeñas: «las más grandes son las M-26”, dijo. Colocó todo a los lados del talego, acaso calculando que quedaran muy cerca de sus manos, se quitó los zapatos y se metió dentro. Antes de cerrar la cremallera (del talego), revisó las armas.
– Este es el FAL 5-56, me explicó. Es un arma muy bella. Dispara treinta tiros calibre 22. El calibre 22 no es muy grande, ¿sabe? Pero la concepción moderna de la guerra lo ha hecho imponerse. Mire ésta, agregó, alcanzándome una. ¿Sabe por qué son tan delgadas? salen con mucha velocidad y generalmente no pasan de herir. Pero hoy en la guerra se le hace más daño al enemigo hiriéndole la gente que matándosela. Imagínese para un país qué es mayor problema en una guerra: ¿mil heridos o mil muertos? Yo creo que mil heridos son un lío del carajo…
Este FAL lo sacamos del Cantón en diciembre de 1978… Tiene muchas ventajas, por ejemplo su peso: dos kilos solamente. Uno lo puede llevar a todo lado. Es bueno para cualquier topografía.
Al lado derecho se acomodó el hombre de la nariz de cortalatas. Tenía también cuatro granadas, dos pistolas, una o dos cajas con balas y otra arma que, me explicó, era «una ametralladora Thompson más pesada, la bala mucho más grande y el impacto destroza lo que encuentra. Esta sí no hiere, pero claro, es un burro de ametralladora y se complementa con la que tiene el comandante”. El tercer hombre había desaparecido. El encapuchado y la «compañera” que traía la comida, también. Antes de apagar la luz, Bateman acariciaba al cañón de su FAL y comentó: “Es una pendejadita”… y Cortalatas completó la idea: “Y saber el daño que hace”.
Comandante, le dije, ¿qué cree que le suceda el día que caiga en manos de las autoridades?
– Sí sé por lo que han dicho ellos.
¿Quiénes son ellos?
– El enemigo. Yo lo he sabido a través de muchos compañeros que han torturado por eso. Nosotros, como conocemos la organización, sabemos quiénes son los delatores… bueno, el enemigo ha dicho con mucha claridad que yo seré ajusticiado y a mi no me cabe la menor duda de que, si les doy oportunidad, me matan. Claro que yo creo (sonríe) que cuando uno tiene esa claridad, también está dispuesto a lo peor. Yo creo que toca correr el riesgo. Y es mejor correr que ser asesinado sin ningún tipo de resistencia.
Durante las últimas horas de la charla de esa noche, Bateman había hablado de los sistemas de financiación del M-19. De sus empresas y del túnel a través del cual sacaron las armas del Ejército, en diciembre de 1978:
Un movimiento de este tipo tiene, invariablemente, que ser manejado en la parte financiera como una empresa capitalista cualquiera, explicó. Nosotros a lo mejor invertimos en certificados de camalo, en acciones de muy grandes y muy conocidas empresas del país, en papeles del mercado extrabancario. Hacer la guerra, hacer la revolución, cuesta mucho dinero y tenemos nuestras empresas propias. Empresas legalmente constituidas que dan buenos dividendos.
Mire una cosa: si no fuera por este tipo de organización no habría sido posible realizar operaciones como las de las armas. En ese momento, hablo de 1977 y 1978, una de las empresas de la organización que mejor funcionaba era «Produmédicos Limitada»: importación y distribución de materiales. Instrumental, aparatos para medicina. «Produmédicos» era una empresa que movía mucho dinero y por lo tanto gozaba de un gran crédito bancario. Era muy puntual en sus obligaciones con tarjetas de crédito, cuentas corrientes en agencias de viajes (pasajes), clientes, etcétera.
A diciembre 31 de 1978, las utilidades líquidas con que Produmédicos financiaba a nuestra organización eran del orden de 150 a 200 mil pesos mensuales. Estaba gerenciada por Rafael Arteaga y Ester Marón de Arteaga, quienes con su personalidad completaban la empresa: pinta de burgueses gente que vivía bien y que era respetada en los medios comerciales.
«Para realizar la operación del Cantón, nosotros tuvimos que quemar esa empresa: necesitábamos un préstamo bancario -no recuerdo qué banco lo hizo-, necesitábamos comprar la casa donde se inició el túnel y necesitábamos comprar toda la maquinaria, herramientas y hasta camas y comida para los compañeros que iban a trabajar en el túnel. Una organización que no hubiera contado con una empresa tan legal y con tan buena imagen como Produmédicos, no hubiera podido realizar ese proyecto.
Produmédicos se acabó el día que fue descubierto el robo de armas. Pese a lo que algunos izquierdistas dicen, “hacer esa operación era una cosa fácil”, yo creo que no fue así. Fue algo muy difícil. Lo del Cantón obedeció a la necesidad de desarrollar un proyecto político. En ese momento, el M-19 era bastante grande y su realidad y su desarrollo le exigían mantener un alto grado de armamento y de municiones.
En ese momento iniciábamos el trabajo rural, aunque tengamos fama de ser urbanos. En realidad, le confieso que el M-19 es una organización más rural que urbana. Pues bien: esa necesidad de armar al pueblo, más otras que todavía no las podemos dar a conocer y que tienen que ver con ayuda continental a otros pueblos, nos llevaron a planear esa operación.
Entonces buscamos dentro del M-19, a través de nuestros cuadros a nivel de ejército, la manera de conseguir un armamento grande. Se estudiaron varias posibilidades y la más imposible era un monstruo de depósito que había en Usaquén y a la cual los técnicos no le daban mayores posibilidades de triunfo. La organización estudió detenidamente la situación del Cantón y llegó a la conclusión de que sí podía hacer la operación.
Puerta de la oficina de Produmédicos, que funcionaba en un céntrico edificio de Bogotá. Con sus actividades de importación de artículos hospitalarios pudieron camuflar sus verdaderas actividades. La firma era gerenciada por Rafael Arteaga.
La firma «Produmédicos» de Rafael Maria Arteaga Giraldo, y Esther Morón de Arteaga, fue constituida el 26 de octubre de 1978 ante el notario 17 encargado, Jorge Arce, habiendo aportado cada uno de sus socios la suma de medio millón de pesos.
La escritura correspondiente, distinguida con el número 982, señala como objeto social de la misma, la importación, compra, venta, representación y distribución de material de suturación, gasa, esparadrapo, material radiográfico, instrumental médico-quirúrgico, aparatos de diagnóstico, vidriería para laboratorio técnico, medios de cultivo, reactivos, muebles de dotación para clinicas y hospitales, repuestos y piezas de recambio para aparatos electrodomésticos, materiales odontológicos y todos los materiales que se requieren para dotar un centro de salud.
La dirección denunciada ante la Notaría fue la carrera 7 número 13-65, oficina 404. En las referencias bancarias citaron los bancos Industrial Colomblano, de la Avenida Colón y el Popular, de San Martín. Inicialmente se empleó a cuatro personas pero ya para diciembre de 1978 el personal ascendía a 12.
Entre las referencias comerciales que se citaron para dar pa- so a la constitución de «Produmédicos» figuraron Cientimedic Limitada, Comercial Médica Morris y Beiersdorf de Colombia S. A.
Según las investigaciones realizadas, después de descubierto el robo de armas a la Brigada de Institutos Militares, se supo que Rafael María Arteaga Giraldo, era propietario inicialmente de una firma llamada «Surtimédicos del Pacífico», sociedad que tenía cuentas corrientes en el Banco Cafetero, sucursal Corabastos y el Banco Comercial. Como referencias comerciales figuraba la firma Morris y Contreras & Cia.
Surtimédicos al igual que Produmédicos, figuraba como firma especializada en la importación y distribución de material de suturación y, sorpresivamente, dejó de operar. En cuanto a la familia Arteaga Morón propietaria de «Produmédicos», se supo que gozaba de general aprecio. Vivió, hasta donde se pudo averiguar, primero en el barrio Santa Fe, después en el Modelia, en el Normandía y finalmente en la calle 103, frente a las instalaciones del Cantón Norte y desde su residencia se inició el túnel por donde se sacaron un poco más de cinco mil armas.
OBLIGADO A PREGUNTAR: LA POLÍTICA NO MARXISTA DEL M-19
Críticas a la actual organización del Estado que en su concepto debe ser centralizado, censuras a las clases dirigentes que considera son las únicas beneficiarias de las bonanzas que pueden presentarse, como la cafetera, rechazo al clientelismo y a la burocracia que «se come el resto del presupuesto que deja la represión», fueron algunos de los puntos salientes de las consideraciones hechas en relación con lo que podría ser el programa del M-19, por el jefe de ese movimiento, Jaime Bateman, en sus diálogos con el periodista Germán Castro, cuyo cuarto capítulo aparece hoy en las páginas 6, 7 y 8′ de esta edición.
Bateman sostuvo especialmente:
- La gran burguesía colombiana quiere hacerle creer al pueblo, que la revolución en este país será el caos y que aquí se van a repartir no sólo los apartamentos y los Renault 4, sino también la mujer y los hijos de todos.
- Cuando lleguemos al Gobierno, vamos a hacer contrato nuevo con la Renault francesa, porque el que hay en los actuales momentos es contrario a los intereses del país.
- No le vamos a quitar las casas a todo el mundo, sino a exigir que cada casa cumpla una función social.
- Colombia ha tenido un desarrollo altísimo y cualquiera diría que este es el país más rico del mundo. Pero ese desarrollo no beneficia al pueblo.
- En Colombia hay explotación por el bajo índice de sindicalización y por esa tenaza que es el estado de sitio, que no permite la organización y al estatuto de seguridad dirigido contra la clase obrera.
- La bonanza cafetera es de la gran oligarquía colombiana. De allá sale un chorro de dinero que va directo a Suiza o a los grandes apartamentos en Miami.
- La orientación que se le ha dado a la salud y a la educación es antidemocrática.
- El presupuesto de Colombia está destinado en un 50% a la represión. La burocracia se come el resto.
- El Estado tiene que ser centralizado porque sino es irracional. Por eso no puede haber Infraestructura, porque se trata de un país manejado por el clientelismo.
La cuarta parte del reportaje exclusivo del comandante general del M-19 con el periodista Germán Castro, trata de los aspectos ideológicos del movimiento subversivo que, por primera vez, se hacen públicos a través de las declaraciones de su más caracterizado vocero. Vale la pena anotar que, gracias a los métodos publicitarios del M-19, la opinión nacional se ha enterado más de los sistemas utilizados por este movimiento subversivo que por sus formulaciones programáticas.
En la crónica anterior, el comandante general del M-19, Jaime Bateman, contó al periodista Germán Castro cómo había sido ajusticiado José Raquel Mercado y cuáles fueron las causas que los separaron de la Anapo. Y los errores que cometió el general Joaquin Matallana en la investigación sobre las actividades del M-19, a pesar de haber sido quien mejor la dirigió y, según el concepto de Bateman, los tuvo cercados en más de una oportunidad.
UNA GRABADORA VIEJA DE MALA CALIDAD
En algunos momentos me parecía estar hablando con un hombre que ya se siente con un pie en el poder. Su actitud frente a los que lo escuchábamos hacía olvidar ocasionalmente que estábamos metidos en aquella sala desnuda, preocupados por cualquier ruido externo, así fuera insignificante.
Bateman, este costeño amarillento, cumpliría cuarenta años dentro dentro de cinco días; rompía, sin embargo, continuamente aquel ambiente de dignidad impúdica, con algunos chistes.
«Después de varios derrumbes en el túnel de las armas, se decidió que había que apuntalar mejor el techo para no seguir perdiendo tiempo. Un día, sobre las dos de la tarde, nadie había almorzado y alguien vio que un compañero minero se sentó en el suelo. “¿Ya apuntaló?”, le preguntaron, y él respondió con una cara de fatiga violenta: «No compañero, aquí como que no apuntala nadie» En el interior del país los trabajadores dicen ‘apuntalar’ por ‘comer’».
Pero, aparte de estos momentos, la situación para mí fue de tensión permanente y a medida que avan raba el dia y se acercaba la hora de la salida -como ellos me lo habían prometido-, parecía concentrarme menos en lo que él decía. El diálogo se demoró porque había que apagar continuamente la grabadora y pedirle que reconstruyera aquellas ideas que se habían quedado aleteando en los rincones de la sala. Era una grabadora vieja y de mala calidad y se lo comenté.
Entonces nuevamente, en tono de chiste, se dirigió a sus amigos y les dijo ¿Cómo es posible que el M-19 no cuente con buenos elementos? ¿Qué va a decir la prensa de nosotros? Ellos tenían también papel abundante, una máquina de escribir portátil, lápices, una libreta de apuntes, pilas, una cámara fotográfica tan vieja como la grabadora y dos paquetes completos de rollos fotográficos.
Pese a la situación, había que conversar mucho Entonces el tema fuimos aquellos que hemos podido conseguir algunas pequeñas cosas en la vida, lo que es imperdonable para la izquierda colombiana
El M-19 revisaría el contrato con la Renault
Voy a llevar un poco la charla por mi caso personal, porque pertenezco a una clase que ustedes deben llamar pequeño burguesa. Y me preocupo cuando se habla de estas vainas. Me preocupa pensar en un pequeño apartamento que tengo y en un auto que me he ganado con mi trabajo. Yo partí de ceros y, si ustedes llegaran al Gobierno, me lo quitarían. ¿Qué harían? ¿Me obligarían a dárselo a un vago que no ha trabajado como yo?
– Esa es la labor de esta gran burguesía colombiana: hacerle creer al pueblo que la revolución en este país será el caos y que aquí se van a repartir no sólo los apartamentos y el Renault-4, sino también su mujer y sus hijos. Esa es la labor distorsionadora. Pero usted qué habla de apartamento y de Renault. Es más grave pensar en los millones de colombianos que no tienen posibilidad siquiera de adquirir una mula.
Nosotros no sólo vamos a respetar eso porque es un derecho elemental. Nosotros lo que queremos es que todos los colombianos tengan su R-4. Y apunte porque nosotros, cuando lleguemos al Gobierno vamos a hacer un contrato nuevo con la Renault francesa, porque el que hay en este momento es contrario a los intereses del país. Es que el primer beneficiario de la permanencia de una empresa extranjera aquí tiene que ser el mismo país. que recibe esa empresa.
Ahora su apartamentico. Pues qué podemos hacer. Pero, por favor, que todos los colombianos tengan el apartamentico que usted tiene. Ese es el problema: aquí hay gente que vive en casas de cartón.
Usted lo que plantea es que por tener techo propio y un carro, soy enemigo de los que no lo tienen. Usted busca enfrentarme con toda esa gente
– No, todo lo contrario. Usted sabe que no es el enemigo. Pero el que tiene miles de hectáreas de tierra, los que dominan esta ciudad, que poseen diez y veinte casas, yo le pregunto a usted: ¿qué podemos hacer con eso? Ahora: no le vamos a quitar las casas a todo el mundo. Pero que cada casa cumpla una función social.
Usted tiene que estar de acuerdo conmigo en que aquí hay quien paga treinta, cuarenta, cincuenta mil pesos por un arrendamiento y usted sabe también cuánto es el salario promedio en el país. Un tipo, cuando gana ocho mil pesos al mes, tiene que pagar cinco o seis mil de arrendamiento. Entonces yo le pregunto a usted, ¿de qué vive la gente? ¿De qué come la gente? Con lo que no estamos de acuerdo es con que haya cuatro cinco pulpos en el país que dominan los departamentos y que hacen grandes negocios con ellos.
EL DESARROLLO DEL PAÍS ES DESIGUAL
Pero hay una cosa: yo creo que el país conoce cifras y Colombia tiene un alto índice de desarrollo. Tenemos grandes reservas Internacionales. ¿Usted puede negar eso?
– Indudablemente que no, pero ese es el problema. Colombia ha tenido un desarrollo de casi el 7.5 por ciento anual, que es un desarrollo altísimo. Y tiene unas reservas que superan los cuatro mil millones de dólares. Cualquiera diria que este es el país más rico del mundo.
Pero ¿ese desarrollo es para quién? ¿Ese es un desarrollo que beneficia a quién? Porque éste es un país donde cada día hay más desempleados. En Colombia hay explotación por el bajo Índice de sindicalización. Por esa tenaza que es el «estado de sitio», que no permite la organización. Por ese «estatuto de seguridad» dirigido a la clase obrera para que no pueda protestar ni exigir mejores salarios.
Entonces nosotros decimos: ¿quién se está beneficiando de ese desarrollo? ¿El pueblo colombiano?… Cada día los hospitales están peores, cada día la leche está más envenenada. ¿Tenemos mejor educación? No. Los índices lo que muestran es que el país va a la bancarrota de la gente mientras una gran bonanza industrial está beneficiando a un sector reducido de la población.
«Pero ya tocamos este tema, perdóneme que toquemos el tema de los cafeteros. Este es un país que vive del café. El sesenta y pico de las divisas las sacamos del café, ¿cierto? Y no somos nosotros los que decimos esto: las dos bonanzas que tenemos no son del pueblo colomblano. Eso lo dice el doctor López Michelsen.
¿Nosotros decimos a quién beneficia la bonanza cafetera? ¿Dónde están los hospitales, dónde están las grandes haciendas para el desarrollo agrícola, dónde están las prestaciones de los cientos de miles de personas que cogen el café por temporadas? Es la bonanza de la gran oligarquía colombiana. Y fíjese que de ella sale un chorro de dinero que va directo Suiza, a los grandes apartamentos en Miami.
Usted habla del tratamiento que el M-19 le daría al país en el campo del desarrollo, pero por otro lado, ya en la práctica, los colombianos vemos que se está haciendo una hidroeléctrica en el Sinú y los grupos guerrilleros no quieren dejarla hacer.
– Bueno Pongámonos de acuerdo. No son los grupos guerrilleros. Es un grupo guerrillero, Creo que es el ELP y nosotros no estamos de acuerdo con eso. Y si los rusos van a construir aquí cincuenta hidroeléctricas, bienvenidos los rusos porque eso va a beneficiar a nuestro pueblo. Entre más energía haya aquí, más desarrollo tendremos. La otra cara del problema es que si la hidroeléctrica va a beneficiar a un sector monopolístico, entonces no vamos a estar de acuerdo. Pero si pasa eso, por ahora no vamos a tomar medidas, pues sabemos que eso a la larga va a servirie a nuestro pueblo.
Bueno, voy a seguir pensando que ustedes podrían llegar al Gobierno y entonces tendrán fórmulas ) ¿Dígame cuáles serían las soluciones para el problema de la salud?
-Mire, esto de la salud, de la educación, son problemas que tienen que ver con la democracia La salud en este país está hecha para una gran minoría de colombianos. La educación universitaria está orientada hacia la especialización. Aquí no hay una medicina preventiva. Al Estado le interesa que parte de la población tenga algunos elementos para la salud. Hace poco alguien decía que sólo el diez por ciento de la población colombiana se beneficia de la orientación estatal de la salud. Y si usted es empleado o trabajador, tiene que saber lo que es esa manigua de los Seguros Sociales. Ese debiera ser el mejor servicio del país, pero sin embargo es el peor. Ahí está la salud de Colombia. Vaya a los campos, vaya a cualquier parte y encontrará una ausencia total dentro de una política estatal. Para que la haya se necesita una orientación generalmente democrática. Eso es todo.
EL GUERRILLERO CON EL SECADOR DE PELO
Debería ser mediodía y Bateman dijo que se iba a bañar el cuerpo y el pelo. «Es que esta tarde -pienso- daría una gran chiva. Me voy a dejar retratar por primera vez de un periodista. Para eso trajimos cámara y rollos».
Mientras se bañaba, los dos guerrilleros dejaron sus ametralladoras en alguna parte, pero mantenían las pistolas colocadas en la cintura del pantalón. Salieron al comedor y escuché que abrían las cajas de cartón que estaban en el piso. Luego aparecieron con dos banderas, una de Colombla y otra del M-19; con las cuatro sillas, un escritorio viejo que estaba en la habitación donde dormimos esa madrugada y un escudo pintado con crayolas sobre cartulina blanca.
Colocaron todo en el fondo de la salita y trajeron la cámara y los rollos Uno de ellos preguntó cómo se operaba mejor la cámara y le dije que si lo sabía hacer bien. Me confesó que no, y entonces le pedí que me permitiera hacerlo. Conozco de fotografía y en ese momento las gráficas eran muy importantes pará mí.
¿Una vez que las tomemos me las puedo llevar?
– No, nosotros las vamos a repartir en los periódicos mañana 19 de abril. Luego le damos a usted la propiedad intelectual, si así lo quiere. Recójalas dentro de unos días porque son suyas, respondió el hombre del bigote. Bateman salió del baño vestido y pidió que la trajeran el sacador de pelo.
-Por favor no se asuste que soy normal -me explicó riendo- lo que pasa es que cuando uno se peina con «afro” tiene que cargar todas estas vainas. Lo conectó allí mismo y se secó el cabello. Luego, con un lápiz y mientras hablábamos, gastó tal vez un par de horas escarbándose la cabeza hasta cuando el afro tomó forma.
—Usted habla de planes en todos los campos, pero, ¿cómo haría para desarrollarlos? —le pregunté, y luego de decir que ya tenía hambre y que debíamos suspender rápido la sesión, comentó echándose otro paquete de maní entre la boca:
—Tal vez yo repito mucho, pero el dinero tiene que salir del que lo produce. Los impuestos deben ser manejados con honestidad y entonces alcanzarán para hacer obras, muchas obras. Luego vendrá el producto del trabajo de los colombianos. Mire: este pueblo trabaja mucho y es muy sufrido, pero el producto de su trabajo va a parar primero a las arcas de los grandes monopolios extranjeros y luego a las de los grandes monopolios nacionales. Y ahí está el dinero, no sólo para tener una buena salud sino una buena educación. Son complementarias una cosa de la otra.
Ahora que se me vino a la cabeza, ¿usted sabe cómo se distribuye el presupuesto nacional de Colombia? El cincuenta por ciento en represión. Y cuando hablo de represión no hablo solamente del Ejército sino hablo de la Policía, de los servicios secretos, de la Defensa Civil. Y la burocracia se come el resto. Gómez Hurtado decía hace poco que el que manejara el millón de burócratas manejaba el país. Es un millón de votos casi seguro… Eso es lo más antidemocrático que puede haber. Ahí está otra parte del dinero que necesitamos… Mire: las grandes partidas que manejan los congresistas son lo más irracional dentro de la dirección de un Estado.
Yo doy veinte mil para una escuela. Yo doy cuarenta mil para un puente. Yo doy un millón no sé para qué cosa. Y ninguna obra se termina. En esta forma nadie puede dirigir un Estado. Un Estado tiene que ser centralizado, porque si no, es irracional. Por eso no puede haber infraestructura nunca: porque se trata de un país manejado por el clientelismo.
—¿No se está formando un problema? No veo qué va a hacer con los empleados del Estado de los cuales plantea salir. Eso aumenta el desempleo.
—No. Yo lo que haría sería meterle más gente al Estado o si no, ¿qué se hace con los trescientos mil vigilantes privados? ¿O con el millón de desocupados que hay en el campo? Saque cuentas porque ya llevamos dos millones y medio. ¿Qué vamos a hacer con los dos millones de desocupados que hay en Bogotá? Yo le digo entonces que lo que tenemos para resolver es muy grande. Por este motivo no puede haber una política para obras públicas, otra política para educación, otra para agricultura. No. Tiene qué haber una política general que guíe al Estado hacia la superación de todos los problemas a un mismo nivel.
OBLIGADO A PREGUNTAR: ¿QUIÉN ES JAIME BATEMAN?
Antes de consagrarse del todo a las actividades subversivas en Colombia, el jefe del M-19, Jaime Bateman, estuvo en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Francia recibiendo más que todo formación ideológica: principios revolucionarios, marxismo.
La revelación anterior es hecha por el mismo Bateman en el capítulo quinto de sus conversaciones con el periodista Germán Castro Caycedo, que aparecen en las páginas 6 y 7 de esta edición.
Bateman da cuenta de algunos detalles de su vida que son complementados por Germán Castro Caycedo con otros suministrados por la progenitora del jefe subversivo. En esta nueva parte de los diálogos con Bateman éste dice especialmente:
- Volví de mi permanencia en Rusia y Checoslovaquia en 1962, cuando se estaban librando muchas luchas fuertes, especialmente contra el alza del transporte.
- La influencia de la revolución cubana y las inquietudes políticas de entonces contribuyeron a que se formara una generación de jóvenes, muchos de los cuales se tienen dentro de las organizaciones revolucionarias.
- Desde 1965 he sido un perseguido político. En 1963 estuve preso por primera vez. Luego participé en movimientos guerrilleros. Tuve que ver con el ELN, el EPL y las FARC; con éstas estuve cinco años.
- El nombre de Pablo Garcia, que firmó el comunicado del M-19, cuando el robo de armas corresponde al buen personaje samario, secretario de United Fruit Company, un hombre arrodillado ante los americanos.
- Admiramos a los Estados Unidos, aunque desgraciadamente se trata de un pueblo que cayó bajo las garras de una ideología reaccionaria que quiso dominar al mundo por la fuerza.
- Quienes piensan que el M-19 está muy golpeado son de un lado la gran burguesía que tiene que decirlo y de otro los pesimistas y los cobardes.
- El M-19 apoyó la revolución de Nicaragua pero no fue a pelear allí porque era más importante agitar ese problema en Colombia.
- Lo de la Brigada Simón Bolívar, que fue allí, era una salida por la tangente. Esa tal Brigada era pirata que iba a complicarle la vida a los compañeros nicaragüenses y con toda razón los echaron de allá.
- En las cárceles del pueblo no hay torturas sino incomodidades inevitables. Buscamos que sean lo menos injustas posibles.
«Preguntado: Sírvase decirnos aproximadamente cuántos años tiene el terrorista Jaime Bateman. Contesto: Me dijo que cumple cuarenta años dentro de cuatro días, o sea el próximo 23 de abril de 1980». (Hasta ahí esa parte de mi declaración ante el Comando Antisecuestros, Caes).
Apenas unas horas antes, Bateman había dicho unas pocas palabras sobre su vida personal. Son éstas: «Nací en Santa Marta en 1940, clase media, hogar modesto. A mí me crió mi padrastro, Jorge Olarte, que ya está muerto. En mi familia fuimos tres: una mujer y dos hombres, aunque tengo otros hermanos del primer matrimonio de mi padre. Soy soltero y me vine a Bogotá luego de terminar quinto de bachillerato en Santa Marta. Pero no pude hacer sexto y viaje al exterior, pues me dediqué desde muy joven a las actividades políticas. Estuve en la Unión Soviética, Checoslovaquia y Francia, recibiendo más que todo formación ideológica: principios revolucionarios, marxismo. Volví a Bogotá por allá en 1962 cuando se estaban librando luchas muy fuertes, especialmente contra el alza de transportes.
«El Moec, la Juventud Comunista, las Juventudes del MRL eran las organizaciones que más funcionaban con la juventud. Las inquietudes políticas y la influencia de la revolución cubana contribuyeron a que se formara una generación de jóvenes que en estos momentos están trabajando con el Estado o dentro de los partidos tradicionales, o se mantienen dentro de las organizaciones revolucionarias.
Desde 1956 he sido un perseguido político; en 1963 estuve preso por primera vez, pues me capturaron repartiendo propaganda subversiva y en Colombia ya sabemos cuál es esa propaganda: estuve preso un mes. La segunda vez caí en una manifestación de protesta por el alto costo de la vida: otro mes de cárcel. Luego participé en movimientos guerrilleros, como buena parte de mi generación que tuvo que ver con el ELN, con el EPL o con las FARC. Yo estuve en las FARC durante cinco años».
LOS PERROS COMEN MEJOR QUE NOSOTROS
Tres días después en Santa Marta, doña Clementina Cayón de Bateman se recostó en su silla perezosa y dejando que la mirada se perdiera arriba en la enredadera de parra que cubre el patio de su casa, comenzó a recordar:
«Mire, debía ser 1943. Jaime tendría tres años y nos fuimos a vivir a Guacamayal, en la zona bananera, que era de la United Fruit Company. Y nos fuimos a Guacamayal porque nosotros los colombianos no podíamos vivir en Sevilla, que era el barrio de los americanos.
Ellos tenían cine, club y neveras. Nosotros vivíamos en tambos con el agua y las culebras debajo. Los tambos estaban trepados sobre zancos de mangle. Y había mucha malaria. Yo recuerdo que había mucha malaria y que los americanos ponían a los trabajadores colombianos en filas muy largas y les hacían bajar los pantalones Luego pasaban y a uno por uno le inyectaban un centímetro de quinina en las nalgas. Así, sin cambiar aguja ni jeringa.
Y unos años después, en Santa Marta, pasó lo mismo; porque nos vinimos a vivir en el barrio El Prado, que también era de la United Fruit Company. El Prado era un barrio amurallado y allí no podían entrar sino los americanos y algunos colombianos que vivíamos dentro.
Bueno, no era muralla sino un muro bajito que hoy podemos ver en algunos tramos, porque aún no se ha caído. Encima de los muros templaron bien una malla de acero grueso para que nadie los molestara. Los americanos vivían de lo que hoy es la Avenida Hernández Pardo para arriba y 103 colombianos sobre el lado del mar, en la peor zona. Los americanos tenían en El Prado canchas de golf, piscinas, unas casas muy bellas que, si usted quiere, vamos ahora mismo y yo se las muestro».
Y nos fuimos a lo que fue el barrio El Prado. Ella caminaba adelante y se detenía frente a cada casa para decirme quién vivió allí. La mayoría han sido restauradas, unas pocas están derruidas, pero el conjunto parece un retazo de California sobre la arena calcinada de Santa Marta.
Cuando llegamos al fondo, ya cerca del mar, ella se detuvo y me mostró una casa pequeña de madera con puertas y ventanas forradas en angeo:
«Esa era la casa de los Melvi, unos americanos, y más allá la de don Julio Echeverría que fue donde vivimos nosotros, porque don Julio nos cedió un par de habitaciones. Me parece volverlo a vivir ahora: los Melvi tenían unos perros muy lindos y los cuidaban mucho. Un dia Jaime -tendría unos diez años- entró y me dijo: Mamá, los perros de los Melvi comen mejor que nosotros».
Palabras de Bateman durante nuestra entrevista al amanecer del 19 de abril de 1980:
«Una vez más le repito que la revolución debe financiarse especialmente con el dinero de los grandes monopolios extranjeros Con una mínima parte de ese dinero del pueblo colombiano que se nos escapa como ríos. Recuerde estos nombres que han tenido que ver con el M-19 Cooper, Sears, Texas Petroleum Company”.
Cuando se intenta destapar en los años de la infancia algunas raíces de la rebeldía de Bateman, Santa Marta cobra vigencia. Un amigo de doña Clementina que nos invitó a entrar en su casa cuando regresábamos de caminar por El Prado, se quedó mirándome y me dijo:
«¿Usted recuerda que el comunicado del M-19 que salió en la prensa cuando el robo de armas estaba firmado por Jaime, pero con el seudónimo de Pablo García? Pues mire una cosa: Pablo Garcia es un personaje eminentemente samario. El viejo era secretario general de la United Fruit Company. Un hombre arrodillado a los americanos. Entregado totalmente a ellos. Era colombiano, pero le limpiaba los zapatos a los americanos. Vivía en una mansión que todavía existe en la Avenida del Fundador, un sector residencial muy escogido. Era un hombre de alta vida social, de mucho dinero con las mejores relaciones políticas y con grandes fincas de banano y de cate. ¿Por qué diablos Jaime Bateman escogería el nombre del viejo Pablo como seudónimo?”
EL IMPERIO NORTEAMERICANO
Durante el diálogo le había preguntado a Bateman, qué sentía por los Estados Unidos y, sin pensarlo, anotó algunas cosas:
Los Estados Unidos -dijo- han construido en cien años lo que la humanidad logró en dos mil. Con eso le digo la mayoría de la respuesta. Nosotros admiramos a los Estados Unidos, aunque desgraciadamente se trata de un pueblo que cayó bajo las garras de una ideología reaccionaria que quiso dominar al mundo por la fuerza. Y los Estados Unidos no viven solamente de la explotación del obrero norteamericano, sino de la explotación de la humanidad entera.
El imperio norteamericano se hizo sobre la base del saqueo. Nuestro pueblo latinoamericano ha sufrido decenas y decenas de años la explotación norteamericana y eso favorece indirectamente a su mismo pueblo. Pero allá no todo el mundo tiene apartamento y carro. Allá hay una miseria muy grande: 10 millones de mexicanos viven en la frontera muriendose de hambre. 30 millones de negros están en condiciones terribles. Sin embargo, la guerra del Vietnam ha cambiado mucho la mentalidad de ese pueblo y lo ha obligado a aterrizar y por eso ellos a la larga tienen que estar con nosotros. Usted ha visto todas las demostraciones de solidaridad en los Estados Unidos durante la toma de la embajada dominicana en Bogotá. Eso no había sucedido nunca.
LA COBARDÍA DE LA IZQUIERDA
Creo que eso está bien. Pero el otro ángulo es que, a pesar de la toma de la embajada, la gente piensa en Colombia que el M-19 está muy golpeado.
– “Un momento: depende de qué gente. Está por un lado la gran burguesía que tiene que decirlo. Mal harían en reconocer en nosotros siquiera un enemigo potencial. La otra gente son los pesimistas, los hombres sin voluntad y los cobardes. Esa es otra gente que nosotros tenemos suficientemente bien ubicada para no tomarla en cuenta. Y, en medio de eso, está la inmensa población de este país que no tiene voz ni voto.
“Me estoy refiriendo a sectores ideologistas, por no decir que ideólogos. Sectores que son la intelectualidad barata de este país, que por falta de trabajo se ponen a interpretar y a decir cosas que no conocen A esos cobardes es que yo me refiero, Porque un intelectual que se ha leído cuarenta tomos de Marx y veinticinco de Lenin, no tiene derecho, a estas horas de la vida, a estar pensando que nada es posible y creen que lo mejor es seguir hablando de marxismo leninismo. Pero no hacen nada para que esas grandes ideas se conviertan en realidades.
«Ahora, eso de que estamos acabados, yo no lo creo. La práctica es la que dice lo contrario: Estamos ahora, a 19 de abril y hay acuartelamiento de primer grado desde hace dos días, y reunión del Consejo de Ministros, pero lejos de Bogotá, en una base militar de Melgar bien resguardada. Eso quiere decir que la situación no está muy bien, entre otras cosas porque el M-19 no está acabado”.
LA BRIGADA SIMÓN BOLÍVAR
Pero, entonces esfuerzos como el de la Brigada Simón Bolívar, ¿qué quieren decir?
– “Hablemos primero del M-19 y la colaboración internacional. Cuando Nicaragua, nosotros fuimos una de las pocas organizaciones armadas en América Latina que hicimos operaciones militares alrededor de la solidaridad con ese país. Acuérdese que detuvimos al embajador nicaragüense. Nosotros creemos que lo más importante fue lo que hicimos por ellos en Colombia, porque la revolución nicaragüense la tenían que hacer los nicaragüenses.
Nosotros tenemos como principio que las revoluciones no se pueden hacer por mandado ni se pueden exportar. Para nosotros era más importante agitar el problema nicaragüense en Colombia que ir a pelear allá. Por eso vimos con cierta preocupación a la famosa Brigada Simón Bolívar, porque considerábamos que no había que ir a pelear allá, pues en Colombia había, si no las mis mas condiciones, sí un estado de represion, de desigualdad, de tortura y de persecución tan grande como las que había en Nicaragua. Y vimos que lo de la Brigada Simón Bolívar era una salida por la tangente. No es que nos metamos en el tema para profundizar, pero a la larga se vio que esa tal Brigada era pirata que iba a complicarle la vida a los compañeros nicaragüenses y con toda razón los echaron de allá. Por eso nosotros les decimos: duros allá en Nicaragua, pero blanditos en Colombia».
EL SECUESTRO DE HUGO FERREIRA
Ahora estoy pensando en los lectores. Por qué no les da un respiro y se deja llevar al campo anecdótico, aun cuando sea un momento…
Perfecto. ¿de que quiere que le hable?
– Bueno, de algún secuestro.
Bateman mira a los dos guerrilleros que están a su lado, silenciosos, y los tres vacilan por un instante. Entonces el hombre con la nariz de cortalatas le dice: «Comandante, cuéntele lo de la captura de Ferreira Neira”. Bateman se echa una manotada de maní en la boca y comienza.
– Cuando retuvimos al doctor Ferreira y viajábamos con él al punto de reclusión, nos encontramos con mucha tropa. Era un desfile militar y nos detuvieron. Pero entre el carro iba un compañero con uniforme de Mayor y nos dijeron con toda cortesía que por favor esperáramos un momento. Al terminar el desfile le hicieron al compañero el saludo militar de acuerdo con su rango de mayor y nos pidieron seguir.
El día que fue liberado, lo pasamos a una pieza contigua a la cárcel y como todos los compañeros que lo iban a llevar debían entrar y salir de allí con los ojos cerrados para no ver la ubicación del lugar, fueron subiendo al carro uno por uno, a tientas. Arrancaron y una hora después el conductor les dijo que podían abrir los ojos. Se miraron unos a otros y vieron que el hombre se les había quedado allá, en la pieza. Tuvieron que devolverse por él y Ferreira no se dio cuenta de la vaina.
– Pero en ese secuestro hubo más cosas -dice el hombre del bigote-. En esos días la gente por su propia cuenta empezó a telefonear mucho a los periódicos diciendo que había visto a Ferreira, que ya estaba liberado, que había aparecido aquí, que había sido visto allá… Y sucede que cuando lo dejamos en la Iglesia, ahí sí llamamos nosotros a la prensa para que fuera a hacerle un reportaje. Lo dejamos allá y el tipo se quedó esperando como una hora, porque la prensa no nos creyó y nunca fue a buscarlo.
LAS «CÁRCELES DEL PUEBLO”
– ¿En qué cárcel estuvo Ferreira?
“En la que murieron nuestros compañeros y murió Escobar Soto”. Bateman parece animarse y continúa:
– Yo estuve haciéndole el interrogatorio a Ferreira. Él se debe acordar perfectamente de eso. Pues bueno, más que interrogatorio fue una charla bastante amable y, digamos entre comillas «fraternal», entre un representante del gran capital y un dirigente revolucionario. Creo que él fue testigo del trato que se le dio. Y el trato es el mismo para todos los detenidos.
– Bueno, pero por más amable que sea el trato, estar ahí sin sol, sin correspondencia con la familia, aislado, sin moverse, pues resulta una tortura, ¿o no?
– Yo no creo que sea tortura, por que en las guerras suceden estas cosas y son inevitables. No hay otra forma. Lo ideal sería que nosotros tuviéramos un territorio liberado y les pudiéramos tener en una cárcel al aire libre. Pero como las condiciones se imponen, nosotros lo máximo que podemos hacer, es que sean lo menos injustas posibles.
– ¿Qué comodidades había en esa cárcel?
– Tenía ventiladores muy buenos y podía hacer ejercicio todos los días. La comunicación con la familia no era posible, pues el servicio de inteligencia estaba detrás de ellos. Pero las cartas que enviaba, llegaban todas a su hogar. Nosotros cocinábamos ahí en la cárcel y a él se le daba absolutamente todo lo que pedía.
Todas estas invenciones de torturas no son sino eso. Ojalá estos burgueses conocieran las cárceles colombianas y se dieran cuenta de cómo es el tratamiento que se le da a los presos en general.
¿En sus cárceles qué problemas se les plantean a los detenidos?
– La angustia era el tema central, pero nosotros solucionamos esto en varias formas: en primer lugar satisfaciendo al hombre en todo lo que en ese momento, y bajo las condiciones en que estaba, deseaba hacer: ya fuera una lectura, un juego, cualquier tipo de diversión. No hay una sóla cárcel a la que nosotros no hayamos enviado lo que el señor pidiera. Siempre hemos sido muy cuidadosos en eso. Y la atención médica… por la quietud surgen problemas generalmente, antes que problemas psíquicos. Nosotros no hemos podido ver a una sola persona con problemas psíquicos durante la permanencia en ese tipo de cárceles.
OBLIGADO A PREGUNTAR: YO ESTUVE EN LA GUERRILLA CON TIROFIJO
Fecha: 09 de mayo de 1980
Antes de fundar el M-19 Bateman fue un guerrillero de las Farc, que operan en las montañas colombianas al mando de Manuel Marulanda Vélez, «Tirofijo».
Aunque su memoria parece intacta, no quiso aportar al diálogo recuerdos detenidos sobre esa época de su vida y prefirió solamente describir algunos rasgos de quienes fueron sus últimos jefes revolucionarios.
«Tirofijo», Jacobo Arenas, Ciro Trujillo. Fueron personas de las cuales aprendí mucho. Bastante. Estuve con ellos en la selva desde 1966 hasta 1970, cinco años.
¿Tuvo un nivel alto dentro de la guerrilla?
– No, mi misión era más de comisario político que de combatiente. O sea que me dedicaba a la labor ideológica, labor de preparación política, de organización.
La prensa ha publicado que usted fue secretario personal de ‘Tirofijo’.
No, en absoluto. Yo estuve muy cerca de él pero no fui nunca su secretario. Creo que él no lo necesita porque es un hombre muy capaz. Es un campesino pero ha adquirido una cultura muy grande. Yo lo aprecio mucho.
¿Qué recuerdos tiene de ‘Tirofijo’?
– A mí lo que más me llama la atención de Marulanda es el alto nivel de conciencia que ha adquirido, un hombre que no tuvo posibilidad de acceso a la cultura, ni a las universidades, ni a los colegios. Como le digo, está a muy alto nivel en la comprensión de lo que es este país. Lástima que no sea más conocido. públicamente porque puede dar mucho. Es realmente un líder de este país Actualmente debe estar llegando a los cincuenta años.
¿Cuánto hace que lo vio por última vez?
En 1971 en la selva. Él nunca ha salido del monte y por eso ahí está lo negativo y lo positivo de una figura como esa: teniendo tantas capacidades y tantas posibilidades de liderazgo no sólo en movimientos guerrilleros, sino de masas, se mantenga tan incógnito… como desconocido por el pueblo. Es que a Marulanda lo conoce un sector revolucionario pero yo creo que antes que eso, que revolucionario, él es un líder popular. Tal vez de lo mejor que existe en este país, independientemente de que sea miembro del partido comunista. Ese es uno de los pocos líderes que quedan de la época de la violencia, en que las guerrillas comunistas, «los comunes», como los llamaban, se jugaban la vida durante muchos años.
«Al lado de él, participa un hombre que, guardando las proporciones, es una figura también muy importante y también muy desconocida: Jacobo Arenas. Su verdadero nombre es Luis Morantes y más o menos es la segunda figura de las Farc: un hombre muy capaz, muy culto, de extracción obrera. Fue dirigente en la época de grandes luchas en Barranca, es santandereano y tiene más de cincuenta años. Lleva él acumulada una experiencia increíble de luchas populares colombianas, pero, como Marulanda, también es muy desconocido. Las masas poco saben de la existencia de tanta calidad humana y política.
LA GUERRILLA RURAL
Como observador, tengo la impresión de que la experiencia de las guerrillas rurales ha sido casi que un fracaso en Colombia.
– Yo no diría un fracaso, sino que en Colombia esa misma experiencia guerrillera ha sido una trampa y se nos han subido los humos a la cabeza y hemos creído que somos los artífices, porque estamos luchando desde el año 48 en guerra de guerrillas. Entonces somos los amos de la guerrilla en América Latina y yo no creo que eso sea cierto. Aquí ha persistido la guerrilla, se ha mantenido, pero su desarrollo no es el que necesita este pueblo.
«Mire una cosa: aquí han existido grupos, y grupos, y grupos guerrilleros… y realmente todos han partido de una copia mecánica de las experiencias de otros países o de una sobreestimación de la capacidad militar del enemigo. O han subestimado esa capacidad en el caso más reciente de las guerrillas del EPL o del ELN. que han caído en una lucha ideológica profunda que los ha llevado a divisiones y a contradicciones. Lamentablemente, porque para nosotros es una pérdida que sentimos como nuestra. Nosotros no nos alegramos por eso. Todo lo contrario, sabemos que el que pierde en eso, es el pueblo.
«Nosotros creemos que la experiencia guerrillera en Colombia no está terminada. Al contrario, se encuentra en un nivel más alto de retomar la iniciativa. En Colombia hay más de tres mil guerrilleros en armas, con una concepción que ha imperado: la del «golpe y huye” que creemos que no ha planteado el problema central que es la necesidad de destruir una máquina burocrático-militar. Y que esa máquina sólo se puede destruir con otro ejército del pueblo, pero que necesita un proyecto político que sea acorde con el proyecto militar.
Eso son las leyes de la guerra. Si usted se mete en un proyecto militar, tiene que saber que debe oponerle a su enemigo una masa de hombres tan grande como la que tiene el contrario. Para realizar esto, no solo se necesita sentarse en una trinchera y pelear todo el día. También se necesita un proyecto político que responda a esa acción militar. Por eso no estamos de acuerdo con que “la lucha es para el campo”. No señor: creemos que la lucha militar en el campo tiene que corresponder a un desarrollo militar en la ciudad, como el desarrollo político en la ciudad tiene que corresponder necesariamente a un desarrollo político en el campo. Si no es así, estamos violando una regla elemental de la guerra. O sea esto: cuando usted haga un golpe, el otro tiene que dar un golpe superior al suyo. Y después usted tiene que responder en la misma medida. Y llegamos a un punto en que los extremos se encuentran y se produce el famoso combate, la batalla definitiva en donde uno de los dos perece, porque es inevitable. Nosotros creemos que en Colombia se ha evitado el desarrollo de esa ley. ¿Por qué? Porque la lucha se da en el campo…».
¿La guerrilla rural no es peligrosa?
Hablando de todo esto -continúa Bateman-, el mismo Ejército colombiano lo dice en su material. Sí existen bandas, sí existen guerrillas, sí existen un montón de cosas, pero eso no representa un peligro para el Estado. ¿Por qué? Porque el Estado tiene sus fuentes fundamentales de desarrollo y de crecimiento en las grandes ciudades. Ahora, tenga en cuenta lo siguiente: yo no estoy dando cátedra. Este problema que estamos analizando se solucionó hace siglos. Lo que quiero decir es que nosotros, el M-19 no está exento de errores. El M-19 ha cometido en estos dos años muchos errores en el desarrollo político-militar-rural. Nuestro desarrollo urbano es mucho más público, pero falta la correspondencia entre el campo y la ciudad…».
UN «CHICO» QUE SE ESTÁ ALARGANDO
Bateman habla de estos temas con fluidez. Es, digamos, una ametralladora analizando, más que con detalles, el tema guerrillero. Más adelante dice: «Perdóname pero es que nosotros consideramos que mientras no haya una unidad clara de proyectos políticos y militares entre las organizaciones armadas de este país, sencillamente estamos alargando este chico y estamos dando las po- sibilidades para que la burguesía colombiana siga mangoneando y engañando al pueblo».
Lo que usted está planteando es la unión de todos los grupos guerrilleros nuevamente…
– Si, desde hace mucho rato, desde su nacimiento, el M-19 está planteando esa unidad del movimiento guerrillero. No sé si usted conozca las cartas que le enviamos al comandante Manuel Marulanda Vélez y al comandante del ELN, donde les planteábamos concretamente la creación de una junta coordinadora, o de un estado mayor que coordine las acciones militares y políticas de la guerrilla.
Se conocieron públicamente las cartas, pero no les respuestas.
– Desgraciadamente no han respondido.
El M-19 en el campo
¿Cómo va el desarrollo de la guerrilla rural del M-19?
– Creemos que la concepción va a depender mucho de lo que la guerrilla, en general, pueda hablar sobre esto. Al M-19 le va a quedar muy difícil desarrollar su propia guerrilla rural, aunque el reto está hecho y lo hemos aceptado como tal. Nosotros antes de un año tenemos que tener una fuerza lo suficientemente fuerte como para enfrentar, ya no el desarrollo del M-19, sino la ofensiva que nos va a lanzar el Ejército colombiano para destruirnos.
¿Esa apertura hacia el campo no se puede interpretar más bien como que, ante fracasos como el del Cantón Norte (robo de armas), el M-19 se está replegando hacia allá?
– No, porque nosotros antes del Cantón Norte ya estábamos relegados al campo. Le repito nuevamente que hay un fenómeno especial. Nosotros somos más rurales que urbanos, pero la gente solo nos conoce luchando en la ciudad. Ese es el problema.
UNA ARENGA CON PROFUNDIDAD
Y llegó la hora de las fotografías. Bateman tenía el peinado afro en su punto. Dejó el lápiz con que se había escarbado la cabeza mientras hablaba de todas estas cosas y salió al pequeño comedor de donde regresó con una camisa verde. La vieja «Canon» estaba lista sobre un trípode endeble y les pedí que se acomodaran en el altar que habían montado sus compañeros. Íbamos a posar y yo debía caminar hasta la cámara después de cada foto, ponerle cuerda, pegar un par de zancadas para ocupar el asiento que me dejaron libre y esperar el destello del flash.
Cortalatas y el hombre del bigote se colocaron sus capuchas, aparentemente sin estrenar: fabricato negro el uno y blanco el otro; ametralladora en la mano.
«Estamos listos», dijo Bateman. Puse la cuerda por primera vez, corrí el asiento y Bateman con una cara muy seria comenzó a decir en tono de discurso: «Los pollitos dicen, pío, pio, pio…». Fueron, no sé, unas 30 o 35 fotografías muy similares, muy posadas, en las cuales Bateman repetía la arenga a los pollitos, contaba hasta veinte también en tono de discurso, o repetía parte de la letra de algún bolero.
Les dije que podría ser más «movido» si hacíamos algo en exteriores y se rieron: «No compañero, no nos pida cosas imposibles», dijo Cortalatas. Una vez terminado el trabajo, recogieron el altar, lo metieron entre una caja de cartón y pidieron que anotara los datos para el mensaje al presidente Turbay, proponiéndole que permitiera una reunión en Panamá con hombres notables del país.
Horas antes, cuando llegué allí, me habían dicho que ese era el motivo fundamental de mi captura. Tenían al parecer una carta escrita pero yo les expliqué que los periodistas no somos portadores o mensajeros de cartas. Que nuestro trabajo es escribir y publicar en los diarios. Entonces acordamos que ellos me daban los puntos, yo redactaba allá mismo el mensaje a manera de noticia y se lo entregaba a ellos. Dijeron que lo llevarían a los principales diarios antes de soltarme.
De acuerdo con esto, pasaron la mesa a la pequeña habitación donde habíamos dormido y me alcanzaron una máquina de escribir portátil, papel y hojas de carbón para copia. Como faltaban varias horas para salir de allá, les dije que además del mensaje, podría comenzar a redactar la historia, Era un buen ejercicio que me permitirá contrarrestar un poco la tensión.
No obstante, Batema respondió: «Le pedimos el favor de no escribir nada más aquí porque queremos que lo haga lejos donde no se sienta presionado. Diga todo lo que piensa de nosotros; no hay problema. Pero, por favor, mis palabras déjelas textuales.».
EL M-19 ME ENGAÑÓ -DICE EL DUEÑO DE LA CASA- ME DEBE UN MILLÓN TRESCIENTOS MIL PESOS Y ADEMÁS…
«Quiero aclarar una información que aparece en la Edición del 5 de mayo dentro del reportaje obtenido por el periodista Germán Castro Caycedo al jefe del grupo M-19, y que hace referencia al valor que pagó dicho grupo subversivo por la adquisición de la casa desde donde construyeron el túnel para robar las armas del Cantón Norte.
No es cierto que esos señores pagaran 600 o 700 mil pesos de cuota inicial, ni mucho menos que hubieran dado un millón de pesos adicionales mediante préstamo conseguido por Produmédicos. Según la Promesa de Venta que reposa en mi poder, solamente dieron $200.000 como arras de negocio y $150.000 en tres cuotas de $ 50.000. El préstamo de $1.000.000.00 a largo plazo sí fue solicitado por Produmédicos al Banco Central Hipotecario, pero nunca se hizo efectivo porque, estando en el trámite, se descubrió el robo de las armas y los señores Arteaga desaparecieron por completo.
Tampoco es cierto que al ver su prisa yo hubiera cobrado por la casa más de lo que valía. En primer lugar, yo no tenía la más mínima idea de la prisa que ellos tuvieran y, en segundo lugar, el negocio se hizo por la suma de $1’700.000, o sea $50.000 menos de la cifra que yo estaba pidiendo por la casa, negocio en el cual ellos no eran los únicos, ya que había varios clientes interesados. En la más mínima forma yo me aproveché de ellos; por el contrario, esas personas inescrupulosas sí se aprovecharon, engañándome con la falsa imagen que mostraban de ser personas de bien y amplia capacidad financiera, engaño que me ocasionó, como es de público conocimiento una detención de seis meses».
IMAGEN
Fotocopia de la promesa de venta de la casa desde donde se construyó el túnel. El promitente vendedor fue Carlos Montañez Gutiérrez y la promitente compradora Esther Morón de Arteaga, por «Produmédicos y Cía. Limitada».
OBLIGADO A PREGUNTAR: NI MONTONEROS NI TUPAMAROS, OBISPOS SIMPATIZAN CON EL M-19
Ahora llevábamos sentados hablando frente a una grabadora una noche, un día entero, otra noche… imposible calcular la hora. En ese momento, la medida que tenía en la cabeza era el número de temas por los que habíamos pasado. Treinta, tal vez treinta y dos. La madeja estaba terminando y sólo faltaban unos pocos metros de «hilo» para finalizar. Lo único que sabía era que corría la madrugada del 19 y que afuera estaba lloviendo.
HABLÁBAMOS DE CRISTIANISMO
Una de las cosas que me llevan a rechazar cualquier revolución, es el cristianismo. Yo soy católico y no quiero perder el sagrado derecho de transmitirle a mi hija, a mis descendientes, ese cristianismo, le dije a Bateman; y el, después de dibujar una sonrisa entre sarcástica y de suficiencia, contestó:
– Mire, somos una organización por decir una palabra, moderna. La prueba de que el M-19 no va a prohibir eso ni muchas otras cosas, es que en nuestra organización militan sacerdotes de gran valor en este país. Y no te digo la jerarquía porque es mejor no adelantarse.
¿Jerarquía pueden ser obispos?
– Claro. Ojalá (risas).
¿Hay obispos que simpatizan con el M-19?
– SÍ. Yo le contesto que los hay: entre uno y diez, como dice el «Comandante Uno». Nosotros creemos que aquí hay sacerdotes que están comprendiendo que Colombia tiene que seguir siendo católica. Pero el problema no es que el pueblo deje de ser católico. Para nosotros el problema real es el del hambre, el de la salud, el de la educación.
«Si la gente quiere seguir yendo a misa, que siga yendo a misa. Otra cosa es la situación de los curas. Y el Santisimo Papa tiene que responderle a este pueblo el por qué ese patriarca, que debe ser como un Dios para nosotros, está bendiciendo las bayonetas que van a sacrificar al pueblo. La Iglesia Católica tiene que tener mucho cuidado -por lo menos su jerarquía- porque el pueblo católico es el que está sufriendo.
¿Qué le exigen entonces al cardenal? ¿que muera como el de El Salvador? ¿Que se haga matar?
– No. No que se haga matar, pero que sí esté con el pueblo. Es el pueblo de Cristo, no se le olvide, y Cristo siempre que salía a agitar a las masas, salía era a agitar a los pobres. A los ricos les daba latigazos. La Iglesia no puede estar comprometida con la oligarquía y en este país, por eso mismo, la inmensa mayoría de curas está con el pueblo.
¿Está seguro de eso?
– Yo estoy absolutamente seguro. Los grados de comprensión son diversos, pero yo creo que la iglesia Católica está cada día más con el pueblo. Por eso no es casual que un tipo como Camilo Torres haya surgido como una gran figura política. Y monseñor Roniero en El Salvador no era ningún político. El señor era el representante de Cristo en ese país, y lo hizo al pie de la letra y por eso lo mataron. Y usted lo sabe muy bien: a él no lo mataron por agitador político sino por pacifista Por traer a la tierra las ideas de Cristo.
TUPAMAROS Y MONTONEROS
Se ha publicado con insistencia que en el M-19 hay tupamaros y montoneros. ¿Qué influencia uruguaya y argentina tienen ustedes?
– Si usted no conoce a los curitas de pueblo, vaya al Caquetá, vaya a los pueblos lejanos y aún a las grandes ciudades y mire cómo viven. Son curas que no tienen ayuda estatal absolutamente para nada. Tienen que vivir de la limosna pública y nosotros pensamos que eso no debe ser así, que el Estado debe ayudarlos porque su labor es popular.
Ellos están movilizando al pueblo, concientizándolo, organizándolo. Hasta allá vamos nosotros. Por eso, cuando usted vaya a educar a su hijita, nosotros le decimos: ojalá esa educación la puedan recibir todos los hijos de este país, aunque sea una educación cristiana.
Bateman hace una pausa que es aprovechada por uno de los hombres que lo acompañan para decir:
Somos una organización salida de nuestro pueblo y ese pueblo en una tradición católica. Nosotros hemos sido criados y formados en hogares católicos. Por eso, gran cantidad de miembros, incluso hombres de la dirección del estado mayor del M-19 son católicos practicantes.
LOS CRISTIANOS QUE NO COMULGAN
Bateman continua en garzando frases, atando ideas:
– Ahora, lo que nosotros no admitimos es que se persiga a alguien porque no es católico. Con eso no estamos de acuerdo. Es que esta es una organización donde las ideas fluyen con una gran libertad ¿Usted sabe que el Comandante Uno es católico? Pero no comulga, si hay cientos de miles de colombianos que no comulgan, y si no lo hacen no es porque no crean en dios, sino porque les preocupa mucho que un sector de la jerarquía eclesiástica esté colaborando con la gran oligarquía. Yo creo que es una vergüenza que el patriarca de este país sea un general de la República.
Ese ha sido el caballito de batalla de la derecha y de la izquierda: unos porque consideran que la presencia de un latinoamericano en nuestro país es un acto de lesa injusticia, cosa que nosotros rechazamos de plano. Creemos que el que quiera venir a luchar a Colombia bajo los principios nuestros y bajo la disciplina nuestra, tiene un puesto de batalla como lo hizo el Libertador, como lo hicieron en sus campañas venezolanos y peruanos. Aquí, al lado del Libertador lucharon ingleses. franceses.
Ahora, uruguayos y argentinos no creo que exista en el M-19 la cantidad que dicen… yo creo que en este momento hay un muchacho uruguayo. No estoy muy seguro.
¿Está en la embajada de Repú blica Dominicana?
– Yo creo que sí. Ese compañero debe estar en la embajada. Es un compañero casi colombiano porque hace muchos años vive aquí… Pero volviendo al comienzo, le digo que la izquierda nos critica que nosotros copiamos la metodología del funcionamiento de los Tupamaros, fundamentalmente. Nosotros rechazamos esa afirmación porque no es cierta. Las condiciones del Uruguay son muy diferentes a las de Colombia y ni las prácticas ni la concepción del M-19 han sido las de los Tupamaros.
Ellos tuvieron un desarrollo totalmente diferente y las consecuencias – hasta ahora la práctica lo demuestra, han sido totalmente diferentes a las nuestras Eso no significa que nosotros no es tudiemos, no evaluemos la experien- cla tupamara. No. La tenemos muy en cuenta y tratamos de no cometer los errores que cometieron ellos. Pero fundamentalmente yo creo que lo que prima, es que la situación de los dos países es tota’mante dife- rente. Aquí en Colombia por ejem- plo, existen guerrillas hace muchos años. No estamos inventando el mo- vimiento guerrillero No nos decla- ramos los portadores de la experien- cla urbana guerrillera. En absoluto. Creemos que hay otros grupos que dieron los primeros pasos en el de- sarrollo de la guerrilla urbana.
EL «PRESTIGIOSO ABOGADO» NUNCA SE PRESENTÓ
El «comandante general»
del M-19, Jaime Bateman, dijo que si hubiera existido diálo go, no habrian matado al líder sindical José Raquel Merca- do, y que enviaron a «un pres tigioso abogado» a entablar negociaciones. Nunca antes se había mencionado el asun- to. Esta versión solamente se puso a circular después de un reportaje con el expresidente López Michelsen, publicado en «Alternativa», en donde la pregunta de por qué no ha- bía conversado con el M-19 a propósito del secuestro de Mercado, respondió que en e- sa época no había interlocu tor conocido, pues el movi- miento se mantenía en la clan-
destinidad total.
Nuestros cronistas iniciaron una culdadosa Investigación para localizar a ese profesio- nal, pero todas las personas que tuvieron relación con el asunto afirmaron que nadie se presentó como Intermediario en esa oportunidad, y ningún individuo, abogado o no, dijo estar comisionado por el M-19 para hablar en su nombre 90- bre el caso Mercado. El gene- ral José Joaquin Matallana, quien era entonces jefe del DAS, dijo sobre el particular que «nunca se enteró de la mediación de un prestigioso abogado ante el presidente Ló- pez para la liberación de Mer. cado».
NO HAY NINGUNA CAMPAÑA ORQUESTADA
H
AY problemas en El Salvador, hace poco en Nicaragua: en Guate mala las cosas no van bien y en Colombia sa- bemos lo que sucede en cuanto a orden público. Por eso uno piensa en lo que ha sostenido el Gobierno: que se trata de una campaña or questada por la subversión Interna- clonal para alterar a este continen-
te.
-Bueno, ese mismo dijo el Go- alerno de Guillermo León Valencia entre 1962 y 1966. En ese momen- to se sabe que hubo un aumento de la lucha guerrillera en América La- tina y se le echó la cuipa de todo ■ Cuba. Nosotros creemos que esto no es ninguna campaña. Es que los
pueblos van aprendiendo, van avan- zando. Pase a los fracasos, pese a los golpes, la gente asimila y vuel- ve hacia adelante… Las pérdidas que se hayan podido producir en Argentina o en Uruguay o en Cnila o en Brasil, no sucedieron en vano. Todos hemos ido aprendiendo de e-
so. Este continente se hermana y unos aprenden de otros la importan- cla de cada experiencla. Lo que pass es que cuando en el sur del conti- nente comienza el descenso de la ola revolucionarla, en la parte norte aparece un ascenso. Esa es la dia- léctica de la lucha en América La- tina. En el fracaso de Chile, por e- jemplo, aprendimos cosas muy Im- portatnes, como que no hay lucha de masas, sin lucha militar: no pue de haber armas sin masas.
FOTO DE ROSEMBERG PABÓN
Después de mantener cauti-
vos durante 61 dias a 15 diplo- máticos el grupo del M-19 que asaltó la embajada dominica- na el 27 de febrero marchó ha- cia Cuba con algunos de sus rehenes.
En la gráfica aparece el «Co- mandante Uno», Rosemberg Pabón Pabón, ya desprovisto de su capucha haciendo la V de la victoria al descender del avión en La Habana. Su viaje a ese país causó extrañeza porque en varias de las decla- raciones que había hecho des- de la embajada ocupada se ha- bía mostrado opuesto al régi- men de Fidel Castro y habia descartado la posibilidad de que él y sus compañeros bus. caran refugio en esa isla, don-
de segun parece aún conti- núan bajo la protección de e- se gobierno.
El «Comandante Uno» viajó a Cuba con sus compañeros de la columna «Marcos Zam- brano» pero sin ninguno de los presos, cuya liberación habia exigido como condición fun. damental desde dos meses an- tes. Simplemente llegó con el rescate pagado. cuyo monto aunque se dijo fue de dos mi- llones y medio de dólares. no ha sido aún precisado.
Interrogado por la prensa extranjera en La Habana, Ro- semberg Pabón Pabón declinó todo comentario sobre ese rescate limitándose a decir que el de plata nada sabia.