Germán Castro Caycedo fue una de las grandes pérdidas del 2021 para el periodismo y la narrativa colombiana. El más ilustre representante del género «no ficción» falleció el 15 de julio, dejando una prolífica producción de más de 23 libros y 50 años de crónicas e historias que marcaron la historia de Colombia. Su paso por esta vida también dejó grandes amistades, entre ellas, su muy cercana relación con Daniel Coronell, quien dedicó su columna en Los Danieles, a homenajear a tres grandes que se fueron en el 2021; pues, aparte de Castro Caycedo, también fallecieron Javier Ayala y Antonio Caballero Calderón.
Coronell reveló algunos detalles de los últimos momentos del escritor, su fortaleza en medio de la enfermedad y profundo amor a su esposa, la periodista Gloria Moreno, y por toda su familia. Un episodio que demuestra que, tras la firmeza de un reportero de mil batallas, también hay sensibilidad hacia los demás, algo que caracterizó, según el columnista, el entorno más inmediato del fallecido periodista.
Este fue el homenaje escrito:
Germán Castro Caycedo era un cronista formidable. Coleccionaba detalles y sabía cómo mantener la atención del lector página tras página. Era un viajero incansable que un día podía estar en los profundo del Amazonas y al otro estar en la estepa rusa, buscando una pista para construir un relato.
También era un buen amigo, cálido y solidario en los momentos duros. Él y su bella esposa, la también periodista Gloria Moreno, nos abrieron las puertas de su casa y su corazón en las buenas y en las malas. En los periodos más terribles de amenazas, la mesa de ellos fue un oasis de esperanza para Tata y para mí.
Muchas noches tuvimos el privilegio de oír a Germán hablando con pasión sobre la ejecución diaria de su oficio, sobre cómo hacer sentir la respiración de un entrevistado en un texto, sobre la jornada aciaga que pasó en la Hacienda Nápoles entrevistando a Pablo Escobar la misma noche en la que Carlos Lehder, mató de un rito de fusil a uno de los guardasespaldas del capo más sanguinario de la historia; o sobre el hundimiento de El Karina, un buque panameño en el que el M-19 planeó importar 400 toneladas de armas compradas en Alemania pero que fue hundido por un buque de la armada por cuenta de la falta de pericia del guerrillero que la comandaba la operación.
Germán, que había cubierto y escrito esas historias, murió el 15 de julio. Los especialistas se empeñaban en formularle analgésicos fuertes porque, según el cálculo médico, debía estar sufriendo terribles dolores. Sin embargo, él no se quejaba. Se estaba apagando pero en su semblante no había un gesto de aflicción. Unas horas antes de su fallecimiento, Gloria le pasó la mano por la cabeza blanca y le preguntó:
– Germancito, ¿qué sientes?
Hombre recio y no dado a las sensiblerías, hizo un esfuerzo y con el hilo que quedaba de su voz hecha para narrar, respondió:
– Amor por ti.