¿PATRIOTAS O SACRIFICADOS?LAS AUTORIDADES NO SABEN QUÉ HACER CON LOS RESTOS

¿PATRIOTAS O SACRIFICADOS?LAS AUTORIDADES NO SABEN QUÉ HACER CON LOS RESTOS

Medio: El Tiempo.

Fecha: 13 de septiembre de 1968.

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro.

Cuatro días después de haber llegado a Tunja con 25 calaveras, una daga y varios huesos humanos de diferentes partes del cuerpo, José Antonio Bernal, alcalde de Pisba, aún tiene los pies hinchados y con numerosas ampollas por el rigor del camino cubierto. Las dos cajas de madera en que fueron transportados los restos durante dos días, a lomo de mula, fueron depositadas en el rincón de la sala de una casa de familia en la capital boyacense, y anoche se esperaba que las autoridades decidieran por fin qué hacer con ellas. Mientras tanto, el señor alcalde seguía siendo el incomprendido de toda la ciudad… Para qué se vino con eso? Debía haberlas dejado en paz donde las encontró… ahora los espíritus van a comenzar a revolotear;, dicen las gentes por la calle. En las oficinas de la gobernación el concepto es otro: “¡Qué bárbaro! En lugar de trasladarlas aquí, debía haber hecho el levantamiento donde las encontró… Está fuera de la ley”.

ESO VALE LA PENA

Sin embargo, el hombre sigue aferrado a sus ideas. Piensa que hizo bien en traerlas, porque así le mostraba a la patria algo que de verdad vale la pena. Su viaje entre Pisba y Tunja fue una odisea larga. Llegó extenuado y comenzó las gestiones en la gobernación. El Tiempo lo halló a las dos de la mañana, después de buscarlo por más de cinco horas. 

Bajaba una callecita empinada, haciendo zig-zag, en compañía de su jefe de relaciones públicas un visitador de alcaldías de la gobernación de Boyacá, que lo colocó en el cargo hace algo más de un año.

– ¿Ustedes me buscan? Qué caray, yo qué voy a poder decirles! Sin embargo, síganse para más adentrico…

ES CASI HÉROE

Saludó a sus 25 “niñas”, tomó la daga en una mano y comenzó a relatar los detalles de su viaje entre suspiro y suspiro, sin comprender que a estas horas es casi un héroe que 149 años y dos meses después de haber sucedido un encuentro entre la vanguardia del ejército libertador y un puesto realista en el cerro de La Cruz, fue el primero en haber vuelto a pisar el sitio de aquel episodio.

– Cuando encontró los huesos

– En el mes de mayo. Habíamos ido a cazar venados con unos amigos, cuando de pronto vi una cosa blanca y redonda. Escarbé y era una calavera. Seguimos buscando y encontramos 24 más… me asusté un poco, pero sin embargo guardé mi serenidad de funcionario público, y con los muchachos escondimos todo en una cueva que hay cerca, para que no las dañaran ni las volvieran a enterrar… inmediatamente nos volvimos a Pisba, donde reuní al concejo municipal. Más tarde hice una Junta de urgencia con mis funcionarios, pero todo fue para tristezas. Nadie quería que yo sacara los restos de allá.

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OPOSICIÓN TOTAL

Así que durante todos esos meses estuve con la idea de traerlos a Tunja, pero en el pueblo hubo una oposición total, hasta que actué enérgica y decididamente. Ordené al personero y al secretario de la alcaldía que me acompañaran y recogimos los huesos en tres costales de fique.

Para el martes de la semana pasada ya había conseguido dos Cajones de madera y, a pesar de que en el pueblo todo el mundo estaba en contra, los despaché un par de mulas. Yo me vine el jueves de madrugada.

DE CALZONCILLOS LARGOS

Cuando me levanté miré para el páramo que se veía detrás de las tejas de paja del pueblo. Estaba negro y sentí miedo. Entonces te le dije a mi secretario: “Salgo con 25 calaveras; a lo mejor, al llegar al páramo, seremos 26”.

Las mulas iban adelante y yo tenía preocupación. Esa noche no había dormido. Me levanté a las cinco, me puso mis calzoncillos largos, un pantalón de pijama, mi pantalón de dril, ruana, sombrero y un par de cotizas que me costaron cinco pesos en la tienda de Alfredo Calderón.

Y arranqué así, sin desayunar… que me iba a dar hambre. Lo que sentía eran ganas de llegar rápido a Tunja, donde mi jefe, el gobernador, y entregarle esto.

EL SOROCHE

Caminé todo el día sin probar nada, ni agua, ni un bocado. El estómago no me pedía nada. Como a las tres de la tarde, todo se me comenzó a poner gris y veía estrellitas bailando. La nariz me olía como a sangre. No le puse cuidado. Campo Elías, muchacho que me acompañaba, me dijo que descansara, pero los pies seguían andando. De pronto, toda esa selva de árnica pareció ponerse negra. Las mulas de Campo de mandaban baho a la cara y yo las veía como derretirse, hasta que el piso se me vino encima… No me acuerdo más. El corazón golpeaba fuerte aquí, en esta partecita y como que no podía respirar. ¡Ay, virgen santisima…!

A QUEBRADAS

Cuando me desperté, el muchacho estaba descargando una de las mulas para subirme pero no lo dejé. Podía caminar otra vez… De ahí para arriba se me hizo duro el camino. Sentía las piernas flojitas, flojitas. Y la cadera me dolía aquí. Aquí arriba.

Por fin llegamos por la noche a Quebradas, y dormí encima de un cuero que traía. Estaba empapado porque, como estamos en invierno, llovió todo el día. Yo sentía frío y miedo por los huesos, Claro que antes le había mandado una carta a Ananías Torres, para que me guardara bien las cajas, que era una cosa muy delicada. Ahí en Quebradas, me dijo que habían pasado bien. Esa noche tampoco dormí. Por ahí a las cuatro, medio me cogió el sueño y vi un poco de banderas de colores, bayonetas y al gobernador en una oficina llenecita de calaveras, que me hacía poner preso… Me desperté y llamé a Campo… “Vámonos, vámonos, Campo Elías, rápido. Yo tengo que llegar a Tunja. Estoy de afán”.

LA TEMPESTAD

Cogimos el camino y todavía estaba lloviendo. Al mediodía nos agarró la tempestad. El viento les daba vuelta a las mulas y las dejaba de rabo para arriba; nos teníamos que agarrar de las baticolas duro, porque abajo estaba el abismo. Entonces sentí más miedo y mucho frío… Como que me iba a volver a desmayar, y entonces Campo me vendió un poco de miel de un zurrón. La eché entre un talego plástico de medias y con eso tuve para seguir caminando.

Como a las siete de la noche, sin parar, dándole todo el día, llegamos a Quebradas. Allá estaban las cajas. Las mulas las habían dejado y se habían ido. El flete me costó hasta allá 100 pesos de mi bolsillo. Tampoco dormí ese día. Tenía mucha preocupación y hacía todo el esfuerzo por no cansarme… ¡Pero, qué va! Tenía los pies ampollados y muy hinchados. Yo creo que este ha sido el esfuerzo más grande de mi vida… ¿Usted cree yo hice mal al traer los huesos?

EL VESTIDO NUEVO

Bueno, a las seis de la mañana salí en una camioneta y llegué a Socha a las siete. Estaba lloviendo. Los pies no me cabían en los zapatos, pero tuve que aguantármelos. Ahí me puse mi vestido nuevo…, este que traigo hoy. Lo demás lo deje guardar. Todo, menos las cotizas, porque se me acabaron. Llegué a Quebradas descalzo.

Yo le decía al ayudante de la camioneta: “Cuidado con mis cajas, que son unos huevos para el gobernador”. Seguía muy nervioso, porque creía que les iba a pasar algo. Por fortuna, nadie supo qué traía. Era un secreto del alcalde de Pisba. Así no tendría problemas.

POR FIN, SUEÑO

En Socha dejé las cajas a guardar en la casa de Rafael Montaño y me fui a dormir a donde mi hermano. Ya no podía más. Estuve todo el sábado profundo y el domingo me desperté con mucha hambre. Me desayuné y, ya más confiado porque al menos viajaría con mis cajitas, cogí el bus de Chelo, el número 140 de la ‘Rápido Paz del Río’. Acomodaron las cajas en la bodega, y cada vez que paraba el bus yo me bajaba y miraba… Le decía al ayudante: “Cuidado, mijo, que son huevos para el gobernador. Mucho cuidado”… Me bajé unas cuarenta veces, hasta que llegué. Sentí alegría porque ya estaba aquí.

Al despedirme le dije al chofer: “Chelo, le pago un pasaje; los de los otros 25, si ni agua: esos viajaron de gorra…”. Me miró y creyó que yo estaba loco.

DOS MESES EN BLANCO

– ¿Cuánto le costó el viaje?

– Seiscientos pesos.

– ¿Cuánto gana usted al mes?

– Setecientos pesos, pero hace dos que no cobro. La plata la conseguí prestada en el pueblo.

Antonio Bernal tiene 35 años y es alcalde de Pisba desde hace uno y medio. Antes fue inspector de policía en El Espino… “Allí aprendí de leyes…”.

– ¿Cómo aplica usted la ley?

– No muy duro ni muy blando. Yo investigo siempre primero, porque el personal de mi región es medio brutico, y entonces…

– Pero sigamos. Llegué aquí contento con las cajas para el gobernador porque sabía que eran esqueletos de soldados de Bolívar… Yo me acuerdo todavía de la historia que me enseñó la señora Inés Panqueba de Olano en la escuela de Bituta hace como 25 años. Por eso estoy seguro.

FUNCIONARIO EN PROBLEMAS

– ¿Qué le dijo el gobernador?

– Nada, casi no lo puedo ver… Después de esa ilusión que traía… Salí del palacio con ganas de llorar. El señor secretario de gobierno, en lugar de ponerse contento, me miró como mal y me dijo: “Hombre, ¿cómo se le ocurre? El levantamiento de eso debía haberlo hecho en su jurisdicción. ¿Cómo va a traer esas cosas, no ve que es un problema?”.

Entonces me dio tristeza. Pero, bueno, ya lo hice… ahora será que me pongan preso… a lo mejor me sale el sueño ese de la enramada.

– ¿Qué espera?

– Que me digan dónde van a recibir estos restos. Si no, entonces procedo de conformidad y los traslado a mi jurisdicción municipal. Allá los vigilo y pido un visitador que juzgue mi actuación como alcalde de Pisba… Los funcionarios públicos tenemos que someternos a todas estas cosas.

LOS CRÁNEOS PUEDEN SER DE ABORÍGENES

Tunja, 15. (Centro Informativo de Boyacá). Sobre los cráneos encontrados en la región montañosa de Pisba, próxima al camino que de esta población conduce a Paya, se espera un dictamen científico que precise su antigüedad, con el fin de orientar las investigaciones posteriores, si resultan con más de 140 años.

La información fue suministrada por el secretario de Academia de Historia, Ramón Correa, quien es partidario de observar cierta prudencia en torno al hallazgo de estos restos por unos cazadores el pasado 26 de mayo, mientras se conocen los resultados de los exámenes a que serán sometidos en próximos días.

DEFORMACIÓN

Varios de los cráneos conducidos a Tunja por el alcalde de Pisba, José Antonio Bernal Malpica, presentan un aplanamiento, al parecer artificial, de la región frontal, Esa deformación, que se lograba mediante la aplicación de placas de madera en las cabezas de los recién nacidos, como signo de distinción, ha hecho pensar a algunas personas que pueden ser los restos de alguna de las tribus que hasta esas elevadas regiones llegaron huyendo de los españoles, a los que no pocas veces se enfrentaron con ventaja.

El hecho de no haberlos encontrado sepultados hace presumir a quienes son partidarios de esta versión que pudo tratarse de un asesinato en masa o de un suicidio colectivo ante la derrota inminente frente al enemigo peninsular.

En cuanto a las deformaciones craneanas se dijo que hay muchas técnicas diferentes para lograrlas, como también hay la deformación póstuma bajo la presión de la tierra y otros elementos, que nada tienen que ver con las costumbres de algunos de nuestros aborígenes.

NUEVA VERSIÓN

Personas que conocen la región relataron historias fantásticas: dicen unas que los huesos pueden pertenecer, casi con seguridad, a tribus indígenas. Hablan de cuevas en donde hay más calaveras; de “guacas” en las que algunas personas encontraron pectorales de oro y otros objetos.

Otros opinan que deben ser de guerreros españoles o de patriotas, porque en la región se encuentran vestigios de trincheras; no se sabe si fueron construidas por los españoles ante la proximidad de los patriotas que remontaban la cordillera de paso para el altiplano o por los moradores de la región, cosa poco probable por el intenso frío que allí hace.

ZONA ESMERALDIFERA

No han faltado quienes afirmen que en las vertientes orientales de la cordillera, descendiendo hacia Pisba, se encuentran muestras esmeraldiferas. Esto indicaría que, en épocas de la Conquista, o de la Colonia, quienes transitaban el camino, de paso para los Llanos Orientales, pudieron dedicarse a la explotación de las codiciadas gemas y que, por lo mismo, los huesos allí encontrados pueden pertenecer a mineros asesinados.

SILENCIO OFICIAL

El gobierno departamental hasta el momento, no se ha pronunciado oficialmente sobre los restos conducidos a Tunja.