18.000 KILÓMETROS DE DESOLACIÓN: UN DEPARTAMENTO EN DONDE LA ÚNICA LEY ES EL SILENCIO

18.000 KILÓMETROS DE DESOLACIÓN: UN DEPARTAMENTO EN DONDE LA ÚNICA LEY ES EL SILENCIO

Medio: El Tiempo

Fecha: 13 de septiembre de 1968

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Sin registro

Cuando el primero de julio de 1965 la Guajira pasó de Comisaría Especial a Departamento, cambió únicamente su “rango” administrativo. La fecha marcó el aumento de la voracidad política local, su ascenso a los puestos de comando y la defensa de sus intereses personales.

Hoy el panorama general de este departamento, en el cual se ve como en ningún otro sitio de la Nación un atraso impresionante y una serie de anomalías escandalosas, es desolador. Las gentes viven en forma miserable, mientras los presupuestos que debían ser empleados en obras públicas y de asistencia, en una región en donde la naturaleza exige mucho más que en cualquier otra latitud colombiana, son dilapidados para campañas politicas y pago de una frondosa burocracia que crece con cada debate, de acuerdo con los “compromisos” de los candidatos.

PROGRAMAS

El caciquismo está en su apogeo. Los funcionarios públicos son removidos con gran facilidad bajo las presiones de grupos que solamente hasta hoy han buscado su propio beneficio. Se nombran maestros para escuelas que no existen, se destituyen las autoridades al ritmo en que van entrando en desacuerdo con los “programas” de los dirigentes.

La ley del temor es una constante a todo lo largo y ancho de estas tierras calcinadas por el sol, donde la prioridad para hablar la tiene el arma de fuego. Cuando usted llegue a Riohacha, Maicao y Uribia, encontrará calor y pobreza. Las personas solamente le hablarán de problemas y arbitrariedades. Pero lo harán en tono “confidencial” porque tienen miedo de que, lo que ven a diario, trascienda. 

IMPUNIDAD

Las viviendas no llenan el más mínimo requisito sanitario. No hay agua potable… En sitios como Maicao, la luz eléctrica es obtenida en Venezuela, lo mismo que el agua dulce. En Uribia hay una red de acueducto hecha con una inversión gigantesca. Pero quienes la llevaron a cabo olvidaron una cosa un tanto importante: que no había agua para transportar por los tubos y como el dinero se acabó (entre otras cosas, porque está siendo invertido en la campaña política para cuerpos colegiados), hay que vivir allí como los animales.

Estas gentes de la Guajira, que no conocen la protesta porque aman mucho más la vida, le hablarán de muertos en calles, carreteras y veredas, y más tarde le presentaron a los criminales. Allí no existe ni un pequeño asomo de autoridad.

Los agentes del orden se mueven dentro de ese mundo de silencio e intimidación y terminan por trabajar, “en completa armonía”, con quienes violan a cada minuto, a cada hora, cientos de veces al día, las leyes. En Maicao, por ejemplo, la cámara fotográfica de El Tiempo captó el momento en que media docena de delincuentes, asesorados por dos agentes del orden, atropellaban a un bracero colombiano que regresaba de trabajar en Venezuela con algunos bolívares.

PASADO JUDICIAL

Si usted desea viajar a ese país debe obtener un permiso del DAS, que luego será autorizado por el consulado venezolano. Aunque no figura en ninguna reglamentación, cuando se acerque a la baranda un empleado le dirá que si su “pasado judicial” no fue obtenido en Maicao. no le servirá para nada, y que, si desea obtenerlo, el trámite demorará un mes.

Pero si usted no pertenece a esa clase de gentes sin recursos que hacen cola a su lado, entonces saldrá a la esquina y hablará con cualquier chofer de servicio público, el cual tras “quitarle” 200 pesos, le entregará el flamante permiso en menos de ocho horas.

Si usted es un caso “especial” porque no puede acercarse al DAS, entonces hable con los mismos choferes o váyase al terminal de buses y busque unos hombres que portan bajo el brazo carteras negras de ejecutivos. Ellos le resuelven su problema y podrá dejar el país mediante el pago de 150 bolívares, o su equivalente en pesos colombianos.

El viaje, desde luego, es bastante incómodo. Saldrá en un camión totalmente cerrado, al lado de trabajadores honrados e indocumentados, prostitutas y maleantes, hasta el último pueblo cercano a la línea divisoria: Santa Cruz.

UN HOMBRE LISTO

Allá no hay molestia alguna. Es muy cómodo, porque nadie le pregunta quién es ni de dónde viene, porque no hay un policía, ni un funcionario público. ¡Nada! La frontera está a mil metros. En adelante encontrará el “Camino Verde”.

Cuando usted lo pise, se sentirá libre. Sus 150 bolívares le estarán dando derecho a “protección”, porque su guía es un hombre listo: tiene las conexiones hechas en ambos países y la vía será libre.

Luego váyase a Maracaibo, Machiques, Villa del Rosario. A cualquier pueblo o ciudad venezolana y ármese de valor para escuchar lo que le respondan cuando diga que es colombiano. Mientras la lucha sin cuartel por la hegemonía política palpita en sus narices arrasando todo lo que se ponga de por medio, usted ve en la Guajira cómo la sequía, las epidemias, la repartición voraz de los dineros públicos, el abuso y el atropello le están dando el escenario más insólito que se pueda observar en la nación entera.

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NEGATIVISMO

Al tomar la máquina para iniciar esta crónica, los datos allegados, las fotografías obtenidas, las conclusiones sacadas, eran todas negativas. Fue necesario escarbar durante cierto tiempo en busca de algo positivo, porque lo que había al frente era malo… Los detalles favorables no aparecían y era una pena que las notas, ajustadas a la realidad, pudieran asfixiar algo bueno que estuviese, de golpe, “escondido” en la memoria.

Pero es que aquel territorio convulsionado, cálido, reseco, donde la arena también suda, está en manos de unos pocos, mientras cientos, miles, viven en el olvido… Y esa era la parte positiva: la gente “de abajo”, el indígena, el trabajador, el empleado y el pequeño comerciante, que son la mayoría, pero que no cuentan. En la Guajira el habitante “común” aún desconoce que existen unos pre-requisitos mínimos del hombre hacia su libertad: techo, educación, asistencia…

EL MISMO FINAL

“La corrupción de la Guajira comenzó desde el mismo día en que ésta fue erigida en Departamento. Su organización administrativa fue calcada de la de Cundinamarca, pero con la diferencia de que algunos sistemas se acomodaron para que los administradores pudieran tener cierta libertad y…”. Esta frase dicha por varios observadores, que sin embargo permanecen callados, parece un buen principio para reproducir el diálogo que por espacio de diez días entabló El Tiempo con gentes de todos los sectores de la vida guajira… Desde luego, por dónde se comience no importa. Todos los puntos conducen a la misma parte.

MERCADEO

Las elecciones políticas en la península nunca las ha ganado quien presente mejores programas, ni quien acabe su voz en la plaza pública. Las curules se han logrado hasta hoy comprando cédulas y mercando indios.

El sistema es, en principio, sencillo. Se trata de negociar con intermediarios el mayor número posible de cédulas, de manera que cuando llegue la hora de votar, los candidatos tengan en sus casas dos, tres o cuatro mil de ellas. Los intermediarios, utilizando generalmente, los carros oficiales, recorren las rancherías y las compran a los jefes de tribu.

La víspera de las elecciones, los indios son llevados a los centros de votación y encerrados en patios y corrales; luego despachados por grupos hasta las urnas, con una papeleta que él no sabe qué significa, pues es analfabeta. Además, le importan mucho los cinco o diez pesos que gana.

En otras ocasiones, los comités electorales realizan la víspera de los comicios una fiesta especial para los indios (Chicha Maya), en la cual comen carne de res (caviar para ellos) y beben hasta caer por tierra. Los candidatos solo tienen que hacer un esfuerzo: despertarlos para que vayan a botar… En la Guajira cualquiera le cuenta a usted que la “Chicha Maya” es más brillante en vísperas de elecciones, porque los anfitriones son más dadivosos en esa época.

CUATRO MILLONES

En Uribia este año se dilapidó en tres meses todo el presupuesto del municipio en la actual campaña política. La administración ha adquirido hasta vehículos oficiales (en los cuales se recorrerá el Departamento para cedular y “hacer el debate”. Mientras tanto, no existe un centro de salud porque en el local que lleva ese nombre no hay ni un paquete de gasa.

UNA VENTA

Días después de comenzar a funcionar como Departamento fue vendida por su gobernador la Lotería de la Guajira, “porque no podíamos con una cosa tan compleja”. La venta se hizo a una firma comercial por 40 mil pesos y en el contrato suscrito se incluyeron cláusulas que ahora tienen a la Beneficencia encerrada en un marco de mendicidad.

Por ejemplo, se acordó en él que la firma diera al Departamento la cantidad de 50 mil pesos fijos durante cada mes. “La suma es ridícula ante las necesidades y frente a lo que podríamos percibir por ese concepto”, anota un funcionario público, visiblemente asustado por la pluma que recoge los datos.

Por otra parte, los impuestos del 17 por ciento que le corresponden a la Beneficencia pasan directamente a la firma CODILOL, compradora de la Lotería, igual que el dos por ciento de sordos y mudos. “Haciendo cálculos a vuelo de pájaro, anualmente perdemos por este concepto un millón de pesos que podrían estar siendo destinados a centros asistenciales… Si hay quién averigüe podrá saber a qué manos están pasando”, agrega un segundo vocero oficial.

Otra cláusula que asegura e! negocio en contra de la Be- neficencia guajira establece que la vigencia del contrato de venta será de cuatro años a partir del día en que se verifique el primer sorteo ordinario, agregando que si el contratista ha cumplido a satisfacción sus obligaciones, tendrá opción para continuar durante otros cuatro años con la Lotería, con las mismas condiciones estipuladas. Bastará para esto que 60 días antes de la fecha de vencimiento, le haga saber esto al gobierno guajiro… “Es decir -anotó el funcionario- que este contrato se arregló para que la firma comercial se quedara toda la vida con la Lotería”.

LOS ‘CHIRRINCHEROS’

En el aspecto de Beneficencia y asistencia pública, se afronta un exagerado “escape” de participaciones: por consumo de licores nacionales y extranjeros no hay ingresos. Los pocos que debían llegar hasta las arcas se quedan en el bolsillo de los “chirrincheros” conocidos guardas que cobran “al ojo” los impuestos, para reforzar sus sueldos mensuales.

Las loterías de los departamentos colombianos que allí se venden tampoco pagan tributos. Según una ley nacional, el impuesto de anotación y registro es destinado en todo Colombia para Beneficencia. En la Guajira, no, “porque a los funcionarios públicos les parece mejor destinarlo a ‘fondos comunes’. Esos fondos pueden ser la pavimentación de la calle de la casa del dirigente político que los sostiene, o la compra de repuestos para vehículos o máquinas que no existen”.

DOSCIENTOS MAESTROS

En el aspecto de educación, el panorama es igualmente desolador. Un solo detalle da la magnitud del “trabajo” hecho en este campo: en los dos últimos debates políticos fueron nombrados más de 200 maestros a cambio de votos. Los comités pro-candidaturas mediante visitas a las familias armados de decretos en blanco, en los cuales se daban puestos y se otorgaban becas con solo colocar los nombres de los agraciados, lograron “conseguir” un buen caudal de votantes.

Como la nueva erogación (pago de nóminas) de parte del gobierno departamental no estaba contemplada en la partida presupuestal, fue necesario abrir un crédito suplementario al presupuesto para pagar a esos maestros. La medida fue tomada tras varios debates en la asamblea departamental.