ESTE DOMINGUÍN DE AHORA

ESTE DOMINGUÍN DE AHORA

Medio: Deporte Gráfico.

Fecha: 29 de marzo de 1967.

Por: Germán Castro Caycedo / Fotos: Humberto González.

Cuarenta y cuatro años, ni una cana. Pequeño recuerdo de los toros: bajo la mejilla izquierda, unas cuantas arrugas al lado de los ojos.

Luis Miguel había entrado hacía unos segundos al aeropuerto con sombrero austríaco, traje inglés. La primera impresión, un Play Boy luego supe que a más de industrial de caché era un intelectual.

Su conversación giró en torno a todos los temas, desde las artes plásticas hasta la economía. Es curioso; él de los toros apenas sí se asomó a la conversación. “Al retirarme de los ruedos no he hecho lo de los demás toreros: irme al café a vivir del recuerdo; a hablar de aquel toro berrendo… vivir de lo que se fue es morir un poco, y yo todavía no quiero morirme”.

Y ese fue el tono de la charia, dicha elegantemente, con un marco de cultura que coloca a Dominguín a un abismo de todos los toreros. Es sencillo, impresionantemente sencillo, certero en el concepto y amable en cada respuesta. Cuando terminamos creí que solo había pasado medio minuto.

Sencillo, impresionantemente sencillo, certero en el concepto y amable en cada respuesta. Cuando terminamos creí que solo había pasado medio minuto. Los días que siguieron al retiro de Luis Miguel de las plazas tuvieron un lógico fondo de nostalgia por el aplauso, por la bronca, por el toro; pero el problema fue superado totalmente.

«Ahora me proponen veinte corridas… no me interesan, son un problema que ya he resuelto: lo he olvidado”. Dominguín fuma constantemente. La hora de partir el avión que lo llevará a Buenos Aires está cercana. Sin embargo no demuestra afán. “El dinero no acaba con la afición. Lo que sucede es que la gente cuando sabe que el torero tiene dinero exige más y, claro, los problemas son más duros. El caso mío no fue ese. Fue que me marché en el momento preciso conservando la moral. El gran éxito que he conseguido ha sido llenar el vacío que me dejó una profesión de grandes emociones, con otra que no me dejará pensar en nada».

Mientras habla lleva constantemente el dedo al cuello y lo corre nerviosamente por entre el suéter. Es el “tic” característico que salió de los ruedos y fue imitado por cien toreros en todo el mundo.

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PERSONALIDAD

Y es que eso es Luis Miguel: personalidad, singularidad. Pienso que bien puede llegar a un sitio donde nadie le conozca y la gente pronto descubrirá en él a un personaje. “He pensado varias veces que en esta época puede ser risible ver a un hombre armado de estoque, metido en un traje de oro, con medias rosadas, y al mismo tiempo un jet volando rápidamente. En principio sabe a romanticismo, hasta a ridículo, pero ese es el contraste que hace a la fiesta interesante, singular”.

Luego mira al techo y a la siguiente pregunta contesta en tono bajo. “En estos últimos veinticinco años he logrado todo por la experiencia, pues lo que uno consigue es por ella. En la vida he hecho tonterías pero así mismo las he enmendado, y si volviera nuevamente a esa edad, pues las volvería a cometer… y las considero necesarias para lograr la madurez”.

A medida que los minutos transcurrían y los altavoces del aeropuerto sonaban; constantemente en varias lenguas, Luis Miguel llevaba la mano al cuello, a la

cabeza, fumaba y ofrecía. Solamente aceptó un tinto, mientras una docena de amigos suyos conversaban en otro rincón de la sala. La estada del industrial en Bogotá fue breve; más sin embargo, no tuvo un solo minuto libre: comidas, cocteles en su nombre, citas de negocios… Pasé dos días tras él para poder hablarle con detenimiento. Cuando lo hice me pareció un triunfo, pues la libreta de su Secretario registraba una cita cada quince minutos entre las ocho de la mañana y las doce de la noche.

UN TEXTO

«Hice mis estudios de bachillerato en Bogotá a fuerza de entradas y boletas para los profesores que me examinaban. No lo niego. Cuando tomé la alternativa apenas leía y escribía. Después… hay que ver lo que he estudiado andando por el mundo. Mi mejor texto ha sido la vida. Hoy que mi posición económica es la de una persona que, como no tiene grandes ambiciones y sabe que puede vivir de pronto con un cacho de pan y otro de queso, como he vivido mucho tiempo, no tiene miedo de perderlo todo. Mi padre me decía: hijo mío, el hombre nace desnudo y cuando muere lo entierran vestido con algo. Así es que…».

Me pregunta qué lenguas hablo y yo le contesto que sólo el Castellano. Ahora, ladrar ladrar, así así, Portugués, Inglés Francés, Italiano, Alemán… La biblioteca de Dominguín tiene cerca de mil volúmenes, los cuales ha dividido por épocas. Una de ellas es la taurina “pero está empolvada”. Hoy tiene poco tiempo para los libros, pues la lectura es su gran pasión. Su problema es ocupar el tiempo y no dejar de pensar un solo minuto para no dar campo a los toros.

La pinacoteca tiene obras de mil autores y vale unos cuantos millones de pesetas: Picasso en todas las épocas, el Impresionismo de 1903, La Era Azul, El Cubismo, Los Temas Negroides y La Guerra Civil Española en una copia original del guernica. Cocteau, Rafael Al- berti, Manuel Viola, el colombiano Obregón…

Pablo Picasso es el padrino de una de sus hijas “y según me ha contado, novio de la otra. No está mal, creo que se puede casar con ella: tiene nueve años. El ochenta y seis”.

Y lo dijo así. Serio. Luego sonrió.

EL INDUSTRIAL

Dominguín es representante de cien firmas europeas y americanas entre las cuales están casas peliculeras rusas, Ecopetrol (para Europa), los Astilleros españoles para todo el mundo. Tiene además varias sociedades en 10 países del Viejo Mundo y otros tantos de América; fábricas propias donde emplea cerca de tres mil obreros y empresas constructoras; productoras de cine y distribuidoras de artículos de importación y exportación a gran escala entre América, Europa y África.

En el fastuoso edificio de Madrid ocupa solamente cuarenta secretarios que supervisan sus negocios.

-¿Cómo es su vida privada?

«Mi rutina es normal cuando estoy en Madrid: me levanto a las ocho de la mañana y llevo a los niños al colegio. Sólo voy a almorzar a casa los jueves, sábados y domingos, que es cuando están ellos allí.

Tengo en total tres hijos, dos niñas y un niño… son muy pequeños. El chico es un vago pero responde cuando se le pincha el amor propio. Siendo un sinvergüenza es sobresaliente en el colegio, donde hace bachillerato en francés y Español y el año entrante, los tres comenzarán con el inglés. La pequeña es la preferida… está en la edad más graciosa de la vida y la mayor es muy grande. Ha crecido mucho… es una espiga».

En los días de “descanso” Luis Miguel se va al campo a trabajar, claro está. Tiene dos haciendas, una cerca a la capital y otra en Andalucía con quince mil hectáreas. 

EL COMIENZO

«Cuando era muy niño todavía, llegué con mi padre a Colombia, mientras mi mamá y mis hermanas se quedaban empeñadas en un hotel de La Habana, pues no teníamos con qué pagar la cuenta y aquí ganamos nuestro primer dinero, con el cual “deshipotecamos” la familia. Aquí es donde arranca la historia… Fue por el año 38».

Al recordar, Dominguín sonríe con cariño.

«Estudié en Bogotá; entrenaba al mismo tiempo y los domingos toreaba. Me ha quedado la pena de nunca haber sido niño. Comencé a torear a los diez años, vivía un ambiente difícil y no pude jugar. Algunas locuras que cometo las achaco a eso… a no haber podido jugar cuando pequeño».

IMPOTENCIA

Los pensamientos del torero más célebre del presente siglo giraron nuevamente en la inestabilidad del tema. Entonces una vez más apareció el arte, las plásticas. Frente a ellas un concepto contundente:

«Posiblemente hay algo de impotencia en el artista moderno, incapaz para el bien hacer: para el logro de las formas clásicas. Desde luego, en los modernistas hay elementos extraordinarios, como Picasso. Al que crea una expresión nueva la gente lo imita, sin saber hacer lo que aquel haya olvidado. Por ejemplo, yo tengo caballos pintados por Pablo. Que tan perfectos que no los podría parir ni la misma yegua».

Cuando hablaba de economía el salón comenzó a llenarse. Las gentes atraídas por el relampaguear de la cámara se arremolinaron en torno al torero que, sin distraerse hablaba lentamente.

«…Hemos logrado en los últimos diez años que todos nuestros productos sean considerados en el mundo, pues anteriormente sólo conseguíamos exportar flamencos, curas y toreros. España ha tenido una evolución muy grande; ahora hay una potencia que no existía hace diez años atrás».

Los altavoces llamaron nuevamente; esta vez para el vuelo a Buenos Aires, y con la despedida, una última pregunta y su concepto de los toreros.

«Ellos son una persona que tiene que estar pensando en su profesión. La entrega mental es fundamental. Entonces no hay tiempo para cultivarse. Si no hay éxito, desde luego el hombre será un fracasado. Si lo hay, vive en medio de mil aduladores que le endiosan y le destruyen. Asimilar el triunfo es de las cosas difíciles de la vida».

– Un momento. Eso de que los libros de toros “están empolvados”. Pero… ¿usted odia la fiesta?

– Tengo un gran respeto por ella y me esfuerzo por olvidarla, porque sería ridículo que hoy volviera a los toros.