El amor y cercanía con la naturaleza formaban parte de la esencia del escritor y periodista Germán Castro Caycedo, quien dedicó varios de sus libros a detallar lo que sucedía en regiones como la Amazonia, desde donde narraba historias que nacían del corazón más salvaje.
Cuatro de los libros de este escritor, que falleció este jueves, están relacionados con temas de naturaleza: Mi alma se la dejo al diablo, El alcaraván, Perdido en el Amazonas y Hágase tu voluntad, historias que envuelven al lector y lo transportan a vivir en medio de la selva.
Castro Caycedo lograba estos resultados yéndose al sitio y permaneciendo bastante tiempo en trabajo de campo. Contaba, por ejemplo, que en el caso de la Amazonia, desde que se bajaba del avión era necesario contar con la compañía de un indígena, pues de esta manera obtenía grandes conocimientos. Muchos recuerdan que su corazón era muy cercano a las culturas
No ahorraba tiempo para aprender de cada aspecto con el que se encontraba en la selva. Preguntaba por cada flor, cada raíz, cada hilo de agua que corre y así, decía, le encontraba sentido a ese universo increíble tan diferente al que se vive fuera de los tupidos bosques de la selva.
En Mi alma se la dejo al diablo, la historia es narrada por los mismos personajes que la protagonizaron en una selva, hasta entonces virgen, en inmediaciones del río Yarí, en la selva amazónica colombiana. El título del libro es la frase con que el campesino Benjamín Cubillos remata un breve testamento, antes de morir abandonado en esta región del sur del país.
En ella, el autor no cambia nombres de personajes ni lugares e incluye la reproducción facsimilar de la letra del muerto plasmada en el testamento, fotografías de los protagonistas y mapas de los lugares donde ocurrieron los hechos.
“El alcaraván”
Considerado como uno de los relatos tropicales más bellos de la última década en Colombia, este libro muestra historias de la Orinoquia, la gran pampa colombiana, y de la Amazonia, a través de aviones Douglas DC3 construidos en 1940, que en el siglo XXI aún vuelan sobre esas regiones, gracias a la intrepidez de los pilotos y la enorme capacidad de generaciones de mecánicos que llegan hasta a fabricar en pequeños talleres las partes que deben ser reemplazadas por causa del desgaste de los aviones.
El nombre del libro hace alusión a un pájaro local que según ornitólogos, vuelan a pesar de su configuración física.
En “Perdido en el Amazonas”, el escritor cuenta las vivencias en un territorio que se extiende desde La Pedrera, el punto que marca el límite superior del Trapecio Amazónico, hasta Leticia.
Entonces no había comunicaciones aéreas hasta allí y era necesario navegar desde Leticia por el río Amazonas hasta la confluencia con el Caquetá en el Brasil y, a partir de allí, buscar La Pedrera en un bote, cuando lo hubiera, en travesías de dos a tres semanas. Una vez allí, recorrer kilómetros y kilómetros de ríos y selva en busca de los escenarios de la historia.
Era tanto el respeto y la admiración que Castro Caycedo mostraba en sus escritos por estas selvas y las personas que allí habitan, que los nombres de personas o lugares no los cambiaba. Específicamente en esta obra, conserva situaciones y fechas tal como las relataron los protagonistas o como aparecen en archivos oficiales.
“Hágase tu voluntad”
Pero no solo las selvas amazónicas colombianas fueron escenario y protagonistas de sus escritos. “Hágase tu voluntad” transcurre en la selva amazónica ecuatoriana, nación de los indios huao.
Los personajes centrales son aquellos aborígenes que desde hace un siglo defienden su libertad, su cultura y su territorio, y ante un sector de aquella tribu, el obispo vasco Alejandro Labaka Ugarte y la monja colombiana Inés Arango.
Como misionero, el obispo sabía que la presencia de una pareja, hombre y mujer no representaría peligro, de manera que logró acercárseles desnudo como estaban ellos. La hermana Inés Arango se presentó descalza y con la cabeza descubierta.
Tiempo después se supo que una empresa petrolera enviaría mercenarios armados para penetrar el territorio ocupado por una fracción de la tribu con la cual la pareja no había tenido contacto, y pensando en protegerla ingresaron allí. En su defensa, los indígenas los atacaron y les dieron muerte con sus lanzas.
En sus recorridos y trabajos periodísticos y de escritor, los indígenas fueron protagonistas. Castro Caycedo respetaba profundamente su culturas y por ello antes de viajar a cada lugar investigaba sobre ellas. Destacaba que en Colombia, por ejemplo, una de las miles de características de los indígenas es que no son egoístas como los mestizos y que tampoco están cargados de odio como ocurre con las personas que viven fuera de esos pueblos.
Siempre fue defensor de la naturaleza. Por ejemplo, cuando se desató en Bogotá toda la polémica por el parque Japón, Castro Caycedo se pronunció ante la necesidad de que no se talaran árboles para la construcción de vías o para adelantar otro tipo de proyecto, pues los consideraba clave para reducir la contaminación.